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Esta historia está terminada, sin embargo, ahora no pueden ver todos los capítulos ya que se encuentra en edición para su próxima publicación en físico, ACTUALIZO TODOS LOS DÍAS. Para mantenerte al tanto de las novedades sígueme en instagram, estoy como: edencarstairs.
13 años atrás.
Jimin se encontraba sentado en alguna de las viejas sillas pertenecientes a su humilde hogar mientras observaba con ojos curiosos a través de la gastada ventana, sus fanales apreciaban casi con fascinación a los niños que pasaban cerca de su casa cuando volvían de la escuela corriendo y saltando por las aceras.
En silencio, anhelaba ser parte de aquellos grupos de infantes, sin embargo, sabía que querer no siempre es poder.
Quizá la nostalgia y la amargura que sentía en su pecho aquel día era más fuerte y no conocía el motivo, simplemente algunos días estaba mal y otros estaba peor.
No era su culpa, después de todo, no había nadie con quien desahogarse y todo lo que sentía era guardado dentro de su ser, todo acumulándose, creciendo en su interior, hasta que por fin no podía evitar explotar.
Su madre se hallaba en la cocina preparando el almuerzo, con la vista tan perdida como siempre; estaba allí, pero a la vez estaba ausente. Al menos poseía la tranquilidad de que su padre no estuviese en casa, pues a veces sentía que al hombre le molestaba hasta el sonido de su respiración, y probablemente así era.
Pasaba los días recordándole la desgracia que era, la infelicidad que había traído a su vida y lo mucho que se arrepentía de no haber dejado que su madre lo abortara. Y no supo de donde había sacado la valentía aquel día para preguntar aquello, pero al mismo tiempo que las palabras salieron temblorosas de sus labios, se arrepintió.
—Mamá, ¿por qué no puedo ir a la escuela cómo los otros niños? —Su madre lo miró como si hubiese dicho algún tipo de insulto y supo que no le agradaría su respuesta; aun así, mantuvo su vista fija en la mujer.
— ¿Crees que eres lo suficientemente especial como para ir a la escuela? ¿Crees que vales tanto la pena como para hacer semejante sacrificio? La escuela es un lujo con el que los niños como tu solo pueden soñar. —Su voz fue tan amarga, que sus palabras quedaron tatuadas en la mente y el corazón de Jimin para siempre.
Al menos aquel día pudo entender muchas cosas.
Su vida estaba destinada a la desgracia.
No tenía derecho de aspirar a nada.
Porque él mismo era eso, nada.
Era un desgraciado.
Y con cada suceso en el trascurso de su corta vida solo se lo confirmaba más; y aún no había vivido lo peor.
Actualidad.
Yoongi no podía saber con exactitud cuanto tiempo había pasado desde que habían sacado a Jimin y Taehyung del casino, pues parecía haber perdido la noción del tiempo, y no exactamente porque Jimin le hiciera sentir sobre una nube en la que se olvidaba de todo.
Se estaba hundiendo.
Su propia cabeza lo estaba matando, sus pensamientos le carcomían de manera tortuosa y tantos sentimientos desconocidos en tan poco tiempo lo estaban volviendo más loco de lo que probablemente estaba.
Cuando quería acercarse, no sabía cómo hacerlo, si quería demostrarle a Jimin que le gustaba su presencia, terminaba arruinándolo.
Y justo ahora, que se encontraba mirando aquella especie de caja de cristal que contenía los ojos de los padres de Jimin se preguntaba si aquello estaba bien.
Si estaba bien dárselos como un obsequio al menor.
Porque, ¿acaso había una mayor prueba de amor que matar a las personas responsables de tu sufrimiento y entregarte la prueba de ello? Para Yoongi parecía ser el mejor regalo del mundo.
Sin embargo, Hoseok, Namjoon y Jungkook no pensaban lo mismo.
—Claramente tienes problemas —habló Hoseok quién se encontraba junto al pelinegro en ese preciso momento.
—No entiendo que tiene de malo —respondió el mayor con una mueca de confusión sin apartar su vista del "regalo".
—Yoongi... Debes entender, que no todo el mundo tiene la misma perspectiva de nosotros, para ver las cosas cómo nosotros —empezó el pelirrojo con uno de sus ya conocidos discursos—. Lo que para nosotros puede parecer bueno o "normal", para otros puede ser totalmente lo contrario, y aún no conoces del todo a Jimin, no sabes cómo reaccionaría, podría asustarse, sabes lo sensible que es con ciertos temas.
El mayor soltó un suspiro de exasperación mientras pasaba sus manos por su cabello claramente estresado y Hoseok solo lo observó perder la cordura poco a poco en silencio.
¿Cómo podía Yoongi entender que aquello era bizarro? Si tan solo asimilar el hecho de que no fuera una buena idea lo volvía loco.
Sin embargo, nadie parecía notar la magnitud del problema en su cabeza, y Yoongi solo rezaba porque Jimin no fuese el primero en ser consciente.
No quería alejarlo. Dios, tenía tanto miedo de espantarlo que no se había acercado más de lo necesario en la última semana.
Y sus amigos lo notaban, lo miraban con muecas de preocupación en sus rostros, pero Yoongi estaba tan ocupado luchando con sus demonios internos que no se percataba.
—Yoongi. ¿Cómo te sientes? —La pregunta de Hoseok lo tomó por sorpresa y no supo que responder, o si quiera si debía hacerlo.
Por unos segundos su vista se posó en los fanales de su amigo y pudo ser consciente de la preocupación en su mirada por primera vez. Tragó grueso antes de abrir la boca, un jadeo siendo lo primero que escapó de sus labios.
—Siento... Mierda, Hoseok estoy asustado. Desde que Jimin está aquí, me siento en paz, pero al mismo tiempo me siento tan jodidamente frustrado por no saber que hacer. Cuando quiero acercarme él parece asustarse y retrocede, se encoje sobre sí mismo y a veces ni siquiera es capaz de mirarme a la cara, y siento tanta rabia en esos momentos que temo de mí mismo, de que en algún momento pueda dañarlo sin ser consciente de ello, porque no lo entiendo, no entiendo a Jimin en absoluto y quiero hacerlo.
Yoongi ahora miraba un punto vacío en la habitación, se encontraba de pie junto a la cama mientras Hoseok estaba sentado en el borde de la misma analizando las palabras de su amigo. El pelirrojo entendía a Yoongi, había aprendido a hacerlo con los años, sin embargo, sabía que no era fácil entender el mundo en la cabeza del mayor, y él mismo temía que los demonios de Yoongi fuesen demasiado para Jimin.
Por otro lado, sabía que Yoongi estaba tan enamorado de Jimin que podía cambiar, podría aprender a amar al menor y ser quizá una mejor persona, pero esas cosas tomaban tiempo, y mientras tanto Jimin tendría que aceptarlo como era, y allí estaba el problema.
Una cosa era verlo de vez en cuando en el casino, en encuentros fugaces y esporádicos. Otra era convivir en la misma casa, comer en la misma mesa y tener que verse la mayor parte del día, y para Jimin aquello era demasiado.
Confiaba en Yoongi, de eso estaba seguro, pero no podía evitar temerle a todo a su alrededor, no podía evitar temer que en algún momento podría volver al casino, que en algún momento Yoongi se diera cuenta de lo sucio y usado que estaba y lo devolviera al lugar de donde lo sacó.
Jimin había aprendido, que la vida no era tan fácil como creía fuera del casino.
Y sufría ataques de pánico constantes al saber que tenía que hablar, que responder, que no podía mantener la vista fija en el piso siempre, que no podía dejarse caer de rodillas frente a cualquiera que lo intimidara y lo peor de todo, que ahora tenía la posibilidad de elegir, y eso era lo peor.
Porque toda su vida, habían elegido por él.
Y ahora, debía hacerlo él mismo y eso lo frustraba.
Por eso no salía de su habitación más de lo necesario, no hablaba con nadie más de lo necesario.
Y si alguien había creído que todo estaría bien una vez que estuvieran fuera, se había equivocado, porque lo problemas recién empezaban.
Incluso Taehyung estaba apartado, ya no sonreía igual que antes, su brillante personalidad se estaba apagando y nadie parecía notar que su mente estaba acabándolo cada vez más.
Justo ahora Jimin se encontraba con Taehyung, ambos sentados en el patio de la mansión mirando la brisa mover los arbustos frente a ellos en silencio, cosa que antes sería rara, pero ahora no.
—Tae, ¿te sientes bien aquí? —preguntó con cautela el chico de cabellos grisáceos a su amigo y notó como este fruncía su ceño.
—¿Tú te sientes bien aquí, Jiminnie? —El mencionado ladeó la cabeza y Taehyung al ver que no tenía intenciones de responder, continuó—. Antes de salir, mi propósito era hacer todo por verte feliz, era mi razón para levantarme cada día y seguir, para aguantar todo. Sonreía porque sabía que de esa manera te hacia feliz y mientras tanto era lo único que podía hacer —Relamió sus labios antes de seguir—... Y creí que lo serias finalmente al estar fuera de allí, pero ahora te miro, y no veo el brillo que esperaba ver en tus ojos, y siento que ya no tengo nada que hacer, ni nada porque luchar.
Jimin lo miró con atención, sorprendido ante sus palabras y no sabiendo que sentir, pero en ese momento su corazón se encontraba acelerado debido a la ansiedad que lo consumía de a poco.
—Tae, tu debes pensar en tu propia felicidad también... Si tú no eres feliz, yo jamás podré serlo. —Trató de sonreírle y alzó su mano para acariciarle la mejilla.
— ¿Y cómo sé que es lo que me hace feliz? —Por primera vez, un brillo de tristeza reflejó en los fanales del menor y Jimin se mordió en labio mientras pensaba.
¿Cómo podría Jimin saber que debía hacer uno para ser feliz? Taehyung al menos había tenido el cariño de sus padres, él por su parte ni siquiera había conocido el amor. Había sido vendido por las personas que debían cuidarlo, desde pequeño, solo había recibido golpes y malos tratos, nunca había conocido sentimientos bonitos, entonces, ¿cómo podría saber que se necesitaba para ser feliz?
—No creo que yo sea la persona adecuada para responder esa pregunta, Tae.
Él también pensaba que ser libre lo haría feliz, pero ahora no se sentía precisamente libre... Se sentía bien, nadie lo miraba mal, nadie le gritaba, nadie lo trataba como si fuese menos, nadie parecía darse cuenta de lo asqueroso que era.
Pero él sí, y cada vez que se veía frente al espejo, se lo recordaba. Y los pensamientos en su cabeza se sentían como dagas en su cuerpo, y no quería que nadie viera lo vulnerable que era ahora.
No quería que Yoongi le tocara siquiera un cabello porque temía que podía romperse, podría romper toda la barrera que había creado entre él y lo que sucedía en su interior.
Al cabo de varios minutos se levantó dejando solo a Taehyung y caminó hasta su habitación. Su cuerpo se tensó enseguida al encontrarse con Yoongi en la entrada de la casa, ambos habían estado evitándose la última semana y ahora que se encontraban de frente no podían evitar que sus resistencias flaquearan.
La mirada inexpresiva de Yoongi examinó su rostro mientras contenía el deseo que crecía dentro de sí mismo por tocarlo, Jimin lo miraba con ojos expectantes, esperando que dijese o hiciese algo.
Observó como el mayor tragaba saliva y vio pasar por sus ojos la idea de irse y hacer como si no se hubiesen chocado, pero quizá Yoongi entendió lo inmaduro que sería si hacia eso.
— ¿Qué tal tu día? —preguntó casual, tratando de cortar el silencio incómodo que había comenzado a formarse, Jimin desvió la mirada antes de responder.
—Todo bien. Estaba hablando con Tae, y creo que ahora iré a tomar un baño. —En realidad la idea de tomar un baño había surgido recientemente como una excusa por huir del pelinegro.
Sus miradas se encontraban en cualquier punto menos en el contrario, como si el contacto visual pudiese hacerlos más débiles de lo que ya eran, como si evitarse la mirada fuese una especie de escudo, como si el hecho de conectar miradas pudiese decirle al otro lo que se escondía dentro de ellos, lo que escondían en sus mentes.
—Esta noche iremos al casino. Los chicos y yo, veremos qué tal está todo y que ha pasado con Jongin, debemos asesinarlo antes de volver a Rusia. —La voz del pelinegro salió plana y Jimin no entendió porque le decía aquello, pero sintió una amarga sensación en la boca del estómago, la ansiedad envolviéndolo casi al instante al pensar en el casino.
El peligris asintió, abriendo y cerrando las manos a sus costados como si quisiese tocar algo, sabía que era es algo, y probablemente era la ansiedad en su pecho y la necesidad asfixiante por sentir el confort de alguien, pero estiró sus brazos y abrazó la cintura del mayor, sintiendo como este se tensaba antes de acercar sus propios brazos a la espalda del más bajo, pensando si debería devolverle el abrazo, pensando si sería lo correcto.
Porque últimamente ya no podía saber que era correcto y que no.
Al final se fundieron en un abrazo, sus corazones palpitando con velocidad mientras Jimin aspiraba el perfume de Yoongi sintiéndose a salvo, porque, aunque no lo admitiera, el único lugar donde se sentía a salvo era allí, en los brazos de Yoongi. Porque para Jimin el pelinegro era aquello que muchos llaman hogar.
En silencio, el mayor se separó y le dedicó una última mirada a Jimin antes de seguir su camino hasta la puerta de entrada para salir de la casa sin voltear a verlo, y Jimin sintió como el calor que había sentido por unos segundos en su pecho desaparecía, dejando en su lugar el frío gélido nuevamente.
Pero no pudo decir nada, notenía derecho de replicar algo. Aun así en su pecho dolía el esfuerzo que hacíapor entender a Yoongi.
Hoseok se encontraba sentado en su habitación frente al escritorio donde se hallaba su computadora cuando su teléfono sonó a su lado robando su atención, y enseguida desvió la vista al aparato para mirar el remitente desconocido. Su ceño se frunció y cuando estuvo por contestar la llamada algo le dijo que no lo hiciera y en su lugar tomó un cable para conectar el pequeño aparato la computadora.
Hizo un par de clics y tecleó unas cuantas cosas en su computadora para saber lo que quería, enseguida observó la información del número desde el cual le llamaban y confirmó sus sospechas al ver que el GPS indicaba que el celular que enviaba la llamada estaba en el casino.
Los estaban rastreando.
Tan rápido como su mente lo proceso, guardó la información en su computadora y desconectó el celular, lanzándolo al suelo con una fuerza que lo hizo hacerse pedazos enseguida, sacó su arma y destrabó el seguro disparándole a los restos, como si fuese una persona que aún luchaba por respirar.
Tan rápido cómo el disparo resonó Namjoon entró a la habitación cargando un rifle y le dedicó una mirada dura, enseguida Hoseok supo que ocurría algo.
—Están tratando de desconectar el sistema de seguridad, Yoongi acaba de salir.
Allí confirmaron que nada sería tan fácil como parecía.
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