10
La fuerza impuesta en el agarre de su brazo fue lo único que lo mantuvo consciente cuando Jongin tiró de su brazo bajo la atenta mirada de Yoongi y los demás presentes allí, lo arrastró a través de la penumbra del lugar hasta la puerta del sótano y a medida que avanzaban sentía su pulso acelerarse, ya podía sentir los golpes caer y la sangre resbalar por su pequeño cuerpo.
Su vista se posaba afanosa en todos los rincones del casino, buscando quizá una salvación, más sabía que nada ni nadie lo libraría de aquello, sus ojos se conectaron con los de Seokjin, quién lo miraba atento, podía ver el desazón en su rostro, las ganas de acercarse y llevárselo lejos, e inconscientemente le rogó con la mirada, pero sabía que era inútil.
Jongin expresaba furia, pocas veces lo veía tan molesto, y todos los chicos y chicas del casino se encogían cuando pasaban junto a ellos, uno que otro le dedicaba miradas cargadas de lástima sabiendo lo que le pasaría. Inútilmente trataba de seguirle el paso al hombre, tropezando de vez en cuando y luchando por no comenzar a llorar en ese momento.
Cuando abrió la puerta y comenzaron a descender hasta el sótano la música del casino y todo el bullicio sonó lejano. Cuando notó la puerta de aquella conocida habitación quiso salir corriendo, por su mente pasaban las imágenes de todo lo que podría sufrir en las siguientes horas.
Lo arrojó dentro de la habitación vacía y fue entonces allí que habló.
—Has desobedecido tantas reglas esta noche, J... —La voz de Jóker sonaba alarmantemente tranquila, el suelo frío bajo su cuerpo lo hacía estremecerse y deseaba ser capaz de evaporarse—. Sabes que no tengo opción... Debo reprenderte para que no lo hagas de nuevo, querías tomar dinero sin mi permiso... Querías robarme, J... Para pagar tú descuido. Sabes que los errores aquí, no están permitidos.
Cuando se abrieron las puertas y dos hombres ya conocidos para él entraron, chilló tratando de incorporarse, pues sabía lo que venía. ¿Cómo pudo ser tan estúpido para creer que Jongin no se enteraría?
El primer golpe llegó, desestabilizándolo por completo, uno de los hombres lo tomó por el cabello y lo obligó a levantarse, el otro tironeó de su ropa, rasgándola y haciendo que la fricción fuese dolorosa para su piel.
Le arrancaron la ropa, y cuando estuvo totalmente desnudo lo lanzaron al suelo, su espalda golpeó haciendo que liberara un jadeo de dolor, y cómo si fuese un balón de futbol lo patearon, en el estómago, las piernas, la espalda, mientras lo obligaban a permanecer consciente, recibió una bofetada, no pudo ver de parte de quien, tiraron de su cabello una vez más, incorporándolo, su cuerpo temblaba debido al dolor y el miedo, sentía su vista nublarse mientras pesadas lágrimas se acumulaban detrás de estos.
Estás sucio.
Para esto naciste.
Deja de pedir ayuda...
Nadie va a salvarte, afronta tu destino.
Lo empujaron frente a Jongin, el hombre parecía divertido con su sufrimiento y humillación, como si su dolor fuese un relajante muscular para él, como si sus chillidos le causaran gozo. Era su turno, era su turno de humillarlo, de romperlo y recordarle que por más que se negara, siempre le pertenecería a él. El hombre se agachó a su altura y le sujetó el rostro examinándolo con una turbadora sonrisa.
—Siempre luces tan hermoso... No dices nada, pero en tus ojos veo esa resquebrajada desesperación por luchar... Patético. —El hombre lo golpeó con el puño cerrado, directo a la mandíbula, una, tras otra vez, las pesadas lágrimas mojaron sus mejillas, limpiando un poco de la sangre a su paso.
El líquido carmín brotó de sus labios, el sabor metálico le resultaba demasiado desagradable hasta el punto de producirle arcadas, y cuándo creyó que no podría ir peor, Jongin lo soltó, su cabeza pegó contra el suelo y su visión dio vueltas, más no se desmayó, no se dejó ir, a pesar del dolor abusivo de su cuerpo, no cerró los ojos.
Observó a Jongin desabrocharse los pantalones, quiso gritar, llorar, rogarle que no hiciera lo que tenía en mente, pero apenas y podía jadear, por lo que solo cerró los ojos con fuerza sin querer ver lo que venía.
Se removió un poco, aunque el dolor de sus extremidades lo obligaba a mantenerse quieto, el hombre se posó sobre él, acariciando su maltratada piel y mirándole fijamente sin dejar de sonreír.
Lo tomó, se enterró en él, sin ningún tipo de lástima, con fuerza bestial, con posesividad, con aquel derecho que reclamaba desde el primer día en que llegó ahí. Sentía su interior romperse por la brusquedad, pero no era solo su entrada la que se contraría dolorosamente, era su interior, su alma, retorciéndose ante la humillación y todo lo que lo manchaba.
Se sentía violado, moral y físicamente.
Sucio. Sucio. Sucio.
Las voces parecían burlarse de él en su cabeza mientras sollozaba lastimosamente, queriendo que todo terminara, queriendo que los golpes fuesen suficientes para acabar de una vez por todas con todas con su vida, estaba agotado emocionalmente, sentía su corazón palpitar con menos fuerza cada vez. Jongin lamió la sangre que escurría por su cuerpo, gimiendo con una satisfacción que a Jimin solo le revolvía el estómago.
—Así aprenderás... Que me perteneces. Siempre, Jimin. Estás condenado, y te encontraré hasta en el infierno... —Sus palabras sonaron ahogadas en gemidos. Lo penetraba con fuerza, aferrándose a sus lastimadas caderas, en un segundo le lamió el cuello, Jimin se retorció cuando sintió el espeso líquido llenarlo, chilló y lloriqueó, queriendo golpearlo, hacer algo, cualquier cosa que pudiera detenerlo, en ese momento quería ser fuerte.
Hacía mucho tiempo que había dejado de preguntarse por qué todo aquello le sucedía a él, hace mucho tiempo entendió, que solo es cuestión del destino, a algunas personas les toca lo bueno, y a otras lo malo.
Los dos hombres lo tomaron por los brazos, obligándolo a ponerse de pie y casi lo arrastraron fuera de la habitación, si no hubiese sido por los agarres estaba seguro de que hubiese caído al momento en que se puso de pie. Lo arrastraron por el pasillo hasta el lugar de las jaulas, y fuera de estas estaba Taehyung siendo sostenido por un guardia, las lágrimas en sus ojos corrieron con mayor intensidad al verle.
— ¿Q-Qué que le hicieron? ¡Suéltame, mierda! —gritó el peliazul entre sollozos luchando por liberarse del hombre que lo sostenía, cómo siempre Jimin trató de sonreírle, quería decirle que estaba bien, que siempre estaba bien, que no llorara, pero no podía... No tenía fuerzas para hacerlo. No podía mentir ahora.
Lo lanzaron dentro de una de las jaulas, totalmente desnudo, como un animal.
Y así se sentía, su cuerpo sucio, cubierto de sangre, fluidos, la mugre del suelo adherida a su piel, el tacto de aquellos hombres quemando aún sobre su cuerpo, sus músculos contraídos de dolor y sin poder siquiera respirar correctamente.
Cerraron la puerta mientras Jongin lo observaba, sin lástima, sin arrepentimiento, sin ningún sentimiento humano, como si fuese solo un muñeco al que podía romper y botar, no cómo si fuese un ser un humano, no, allí él no era nadie, no tenía de derecho de ser algo.
Escuchó a Taehyung protestar a lo lejos y deseó que se calmara para que no terminaran haciéndole algo.
A su mente llegaron las promesas de Yoongi, y hubiese sonreído melancólicamente si hubiese podido, se sorprendió del calor que inundo su pecho ante la simple imagen del pelinegro y fue allí que comenzó a llorar, arrastrándose hasta una esquina de la jaula para recostarse contra los barrotes, tratando de alguna manera sosegar el frío que se hacía más fuerte el dolor de su cuerpo.
Si tan solo no hubiese ido a la ruleta...
Si tan solo no hubiese perdido...
Si tan solo no hubiese tratado de tomar las fichas...
Si tan solo no estuviese allí...
Si tan solo sus padres no lo hubiesen vendido...
Si tan solo lo hubiesen querido...
Si tan solo tuviese una vida normal...
Si tan solo no hubiese nacido.
Sabía que no servía de nada lamentarse, pero era lo único que le quedaba, no quería sentirse culpable, quería creer que aquello no era su culpa, pero... Si no era suya, entonces, ¿de quién era?
Sentía un vacío inmenso en su pecho, un dolor infinito que quizá nunca podría ser aliviado, estaba sucio, roto, no era nada más que un insignificante ser, una pequeña partícula en todo aquello, y tarde o temprano, se rompería por completo.
Y volaría, para unirse a otras partículas y formar algo hermoso...
Algún día... No volvería a abrir los ojos...
Y donde quiera que estuviese en ese momento, sonreiría.
Porque sería libre.
Cómo sonreía ahora ante el mero pensamiento.
Pero...
¿Acaso Yoongi era la libertad?
Porque él era la única imagen que tenía ahora en su mente.
— ¡Suéltenme, maldita sea! —gruñó Yoongi removiéndose entre los agarres de sus tres amigos, más resultándole inútil pues estos lo sostenían cómo si su vida dependiese de ello.
— ¡Ya te dijimos que el chico está bien! ¡No vas a matar a nadie! —Hoseok casi gritó para que Yoongi le entendiera y dejara de luchar.
Habían pasado casi dos horas y Yoongi solo se enfurecía más con cada minuto que pasaba, en el momento en que observaron al Jóker atravesar el pasillo, no pudieron sostener más al pelinegro, se soltó de su agarre y con agilidad se deslizo entre las personas hasta dar con él.
—Si le hiciste algo, esta mierda desaparecerá en llamas contigo dentro —ladró el pelinegro apenas estuvo frente a Jongin, este tembló, sintiéndose intimidado ante la presencia del contrario que parecía estar hirviendo de la rabia.
—Necesita disciplina, Clown. Pero no te preocupes, estará bien en un par de días. —La voz del moreno fue cautelosa, cómo si temiese decir algo que enojase demás al pelinegro.
—Voy a llevármelo de aquí —No había ni una pizca de duda en su voz, y Jongin tembló inevitablemente—. Y voy a acabar con este maldito lugar para que no quede nada.
—S-Sabes que eso no es...
—No te estoy pidiendo permiso. Te diciendo lo que haré. Y tú mejor que nadie sabes que si digo algo, lo cumplo, más te vale esconderlo debajo de las piedras si no quieres que lo encuentre. —Y sin más, se alejó, pisando fuerte hasta la salida del lugar, escuchó a sus amigos correr detrás de él y no dijo ni una palabra hasta subirse a la camioneta.
Barajó su vista entre Hoseok, Jungkook y Namjoon, esperando a que este último arrancara la camioneta para ponerse en marcha. Posó su mirada dura al frente, inhalando y exhalando tratando de relajarse un poco para poder pensar con claridad, ordenando los pensamientos en su cabeza y comenzando a crear su plan.
—Seis días —anunció tomando por sorpresa a los demás y estos lo observaron sin entender a lo que se refería—. En seis días sacaré a Jimin de allí.
— ¿Estás seguro de eso? —preguntó Hoseok con total seriedad en su rostro.
—Ni un día más ni un día menos. No puedo seguir arriesgando a que lo maten allí. —Los tres asintieron en acuerdo.
— ¿Cuál es el plan? No creo que sea tan fácil... —volvió a preguntar el pelirrojo mientras miraba a Jungkook quién también parecía estar teniendo su propio debate mental.
—Lo difícil no será sacarlo, será mantenerlo fuera... Debemos sacarlo del país. —El pelinegro se rascó la nuca y abrió la guantera de la camioneta sacando un folio.
—Pero... ¿Y el pasaporte? ¿Si quiera tiene identificación personal? —inquirió Namjoon sin apartar la vista del camino.
—Ese es el problema, estuve investigando... Destruyeron toda información legal respecto a Jimin para hacerlo pasar por muerto. Lo sacaron de Corea totalmente indocumentado. —Yoongi abrió la carpeta en sus manos y le pasó unos cuántos papeles a Hoseok para que este los examinara.
—Gran problema... Pero yo resolveré eso, no te preocupes —habló Hoseok mientras leía las hojas y por un momento alzó la vista para mirar a Jungkook—. Me imagino que tú querrás los papeles de Taehyung, ¿cierto?
La pregunta pareció sorprender al más joven, sin embargo, asintió con la cabeza gacha luciendo un poco avergonzado, Yoongi rio.
—No me importa si debo matar a todo el mundo en ese jodido casino, lo que sé, es que lo sacaré de allí.
— ¿Y él quiere que lo saques? —Yoongi miró mal a Hoseok.
—Lo que sé, es que en el futuro me lo agradecerá de por vida.
Jimin no sabía cuántas veces se había repetido ya aquella situación, en la que Taehyung venía junto a él y se aferraba con fuerza a los barrotes de la jaula mientras lloraba hasta quedarse sin fuerzas, al mismo tiempo que él le susurraba que estaba bien, que no dolía demasiado si él estaba con él, y luego solo se quedaba dormido en el suelo al otro lado de la jaula bajo las leves caricias de Jimin en su cabello.
A Jimin siempre le había dado un poco de paz saber que tenía a Taehyung en su vida, su pequeño amigo era como un ángel, pues siempre que estaba a punto de rendirse, él aparecía, sonriendo tan brillante como solo él podía o llorando como si pudiese sentir su dolor como si fuese él mismo. Y Jimin temía tanto perderlo, que algún día lo arrebataran de su lado; pues para él, solo era un niño, era la prueba de que las cosas malas le pasan a las mejores personas.
Acariciaba el cabello de su amigo dormido, observando su hermoso rostro, su piel pálida al igual que la propia por la falta de sol, sus tupidas pestañas y su expresión infantil e inocente, amaba que Taehyung no se manchara con todo aquello, él seguiría brillando siempre por más que trataran de apagarlo, y era su luz la que había guiado a Jimin durante todos esos años.
El lugar estaba vacío incluyendo el resto de las jaulas ya que todos se encontraban en el casino, el sonido sonaba amortiguado por las paredes pero aun así podía escucharse un indicio de la fiesta que había arriba, y era increíble cómo todas aquellas personas que se emborrachaban, jugaban, bailaban y se divertían en este momento, no tenían ni la menor idea de lo que sucedía justo debajo de sus pies.
Jimin no podía saber con certeza lo que sucedía en el exterior, pues podía contar las veces que había aspirado el aire puro, que había visto los árboles, el cielo azul o el sol, era uno de sus mayores deseos, ver la naturaleza, a personas normales y corrientes que no dedicaban sus vidas a juegos de azar y fiestas.
Cuando aún estaba en casa tampoco salía mucho, pasaba los días encerrado, nunca fue a la escuela por no tener documentación y una de las únicas veces que salió fue cuando tuvo que buscar trabajo, obviamente no le dieron ninguno, apenas y llegaba a los trece años y su físico no lucía del todo saludable, siempre había parecido un muñeco roto, un pequeño niño indefenso y asustadizo.
Vivía en un barrio de clase demasiado baja, no era para nada bonito, veía autos lujosos pasar y llevarse a niños y niñas que jugaban en la calle como si nada, veía hombres y mujeres ser asesinados a sangre fría para luego ser dejados tirados en la calle como si fuesen basura. Sí, sin duda no tenía recuerdos bonitos.
El día que comenzó a trabajar en el casino trató de convencerse de que solo era una víctima más de la crueldad del mundo, tardó casi un año en adaptarse, a punta de golpes, violaciones y castigos, pudo tolerarlo y al menos aprender a guardar silencio, quizá no fue mucho, pero le sirvió para mantenerse con vida hasta ahora, sin embargo, eso no evitaba que estallara de vez en cuando, diciendo quizá una palabra demás y ganándose unos cuántos golpes.
El día que tatuaron el trébol en su cuello sintió como su mundo terminaba de romperse, lloró toda la noche, sintiendo que era una especie de etiqueta, como si fuese un juguete y esa fuera la marca de la compañía a la que pertenecía, fue deprimente y pasó mucho tiempo hasta que volvió a ser capaz de mirarse en el espejo.
Miró el trébol en el cuello de Taehyung y lo acarició con sus dedos, el menor se removió, dibujando una pequeña sonrisa en sus labios cuándo reconoció el tacto y perezosamente abrió los ojos, sentándose poco a poco y sobresaltándose un poco cuando escuchó los pasos a través del pasillo.
La imponente figura de Jongin entró a la sala, haciendo que ambos chicos se estremecieran y agacharan la cabeza, Jimin casi chilló del miedo, pero se contuvo aferrando la mano de Taehyung entre la suya.
—J, en un rato los chicos vendrán a buscarte y te llevarán a una habitación, no saldrás el resto de la semana, y tú K, si alguien pregunta diles que Jimin fue trasladado a otro a otro casino, eres el único que tendrá acceso para verlo, los demás también deben creer que ya no está aquí. —Jimin se sorprendió en demasía antes las palabras del hombre, y si no lo conociese diría que sonaba asustado, Taehyung lo miró escéptico antes de asentir.
—S-Sí señor... —afirmó el peliazul al mismo tiempo que Jimin. El hombre asintió y se relamió los labios mientras pensaba si decir algo más estaría bien.
Luego de largos segundos de intenso silencio el hombre sólo se dio la vuelta y se marchó, Jimin observo a Taehyung y este le preguntó con la mirada.
—No tengo idea... Pero me da algo de miedo —confesó Jimin y Taehyung asintió en acuerdo—. Debes averiguar qué sucedió para que Jongin tomara esa decisión.
—Por supuesto —respondió Taehyung mordiendo su labio mientras pensaba.
Jongin estaba subiendo las escaleras cuando vio a Sehun bajar hasta el sótano de las jaulas y enseguida le tomó del brazo para frenarlo, el chico lo miró enseguida esperando a que hablara.
—Nadie... Nadie puede saber de J, en especial los hombres de las máscaras, quieren llevarse a Jimin, nadie va a sacar a ese chico de aquí. ¿Entendido? —cuestionó el moreno con una ceja alzada, Sehun frunció el ceño y asintió.
—Entendido.
Luego continuó bajando las escaleras hasta las jaulas.
Y junto a las escaleras se encontraba Taehyung, totalmente estupefacto ante lo que acababa de oír.
Si o sí, ayudaría a que sacaran a Jimin de allí.
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