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Esta historia está terminada, sin embargo, ahora no pueden ver todos los capítulos ya que se encuentra en edición para su próxima publicación en físico, ACTUALIZO TODOS LOS DÍAS. Para mantenerte al tanto de las novedades sígueme en instagram, estoy como: edencarstairs.
El humo golpeó con cierta brusquedad en su rostro, haciéndolo toser agresivamente cuando entró por sus fosas nasales, recordándole que seguía despierto, que los golpes aún no habían sido suficientes para dejarlo inconsciente.
Su espalda chocó con violencia contra la dura superficie en la que se encontraba, abrió los ojos escuchando las risas de aquellos hombres que regaban cerveza y whisky por todo su cuerpo, mientras arrancaban su ropa por partes y lo golpeaban como si se tratara de un muñeco de trapo. Parpadeó varias veces, su cabeza estaba entumecida pero aún podía ver con claridad, sintiendo su garganta cerrarse, luchando por conseguir el aire que se alejaba cada vez más.
No luchaba por incorporarse, su cuerpo reaccionaba de manera automática, acostumbrado a la situación y solo arrugando el rostro con fuerza cuando sentía aquellas manos asquerosas recorrerlo con una lujuria que a ratos le producía arcadas, haciéndole sentir usado y sin valor, no era nada, no era nada más que un objeto al que todos aquellos sujetos podían usar como quisieran.
Un hombre bastante conocido en el lugar se hizo presente, apartando la masa de gente alrededor de aquella mesa en la que se encontraba el pequeño chico de cabellos castaños casi rubios, enseguida arrugó la nariz al observar al chico cubierto tan solo por su ropa interior, el alcohol mojando su cuerpo y algunas marcas violáceas que comenzaban a formarse en toda su extensión, trató de contener el enojo cómo todas las veces que entraba en aquel lugar y se encontraba con esa escena, su voz sonó dura y enseguida todos los hombres se congelaron abriendo paso al imponente rubio, alto y de hombros anchos con una mandíbula filosa que se tensaba debido a la fuerza con la que apretaba los dientes.
―Suficiente para ustedes, es mi turno.
Lo miraron confundidos, y el chico sobre la mesa cerró los ojos suspirando casi aliviado, quedándose totalmente quieto hasta que alguien le indicase que al menos podía moverse.
―Levántate, J. ―El chico tembló levantándose cuidadosamente, sintiendo su cuerpo doler por los golpes recientes, no se atrevió a alzar el rostro, no tenía permiso de hacerlo tampoco.
Los dedos del rubio frente a él tomaron su mentón y lo hicieron alzar la mirada, allí estaba la persona que tantas veces lo había salvado, la única persona, el único hombre por el cual no sentía solo asco.
―Seokjin... ―Apenas murmuró, callándose casi al instante, sintiéndose asustado y temblando al sentir las miradas aún puestas en él.
―Jimin, puedes hablarme, no debo darte permiso, te lo he dicho. ―La voz del hombre salió firme, pero sin embargo producía cierto sentimiento de calidez en el contrario.
El chico pareció reaccionar luego de algunos segundos y sacudió su cabeza alejándose del tacto del mayor, bajando de la mesa con la intención de caminar a su... lo que sea.
―Seokjin, te he dicho muchas veces que no puedes hacer eso. ―Jimin paró en su lugar al escuchar aquella voz, su cuerpo tembló y enseguida bajó la vista al suelo.
El rubio giro su vista, sonriendo con sorna al hombre que se paraba junto a él. ―Jongin, te he dicho muchas veces que odio este tipo de espectáculos, peor aún, odio que sea Jimin a quien arrojas sobre esa mesa.
El hombre señaló el lugar con su cabeza, posando su vista sobre el chico que se volvía demasiado débil teniendo a su dueño cerca y una mueca de asco fue incapaz de contener por parte de Seokjin.
Jongin, un hombre alto y de tez ligeramente bronceada, mejor conocido como Joker, se posó frente a Jimin y este enseguida se dejó caer de rodillas al suelo instintivamente, apretando los labios cuando el hombre acarició su cabello, Seokjin se quedó quieto, imaginando lo que vendría después.
—Una vez más Seokjin te ha metido en problemas, pequeño. Ah, ¿cuándo entenderá? —El hombre tomó el rostro de Jimin con brusquedad, haciendo que inclinara su cabeza dejando a la vista su cuello.
— ¡Estas viendo eso! ¡¿Sabes que lo que significa?!
Jongin señaló el tatuaje negro de un trébol de póker en el cuello de Jimin, el pequeño temblaba sintiendo su corazón palpitar de manera errática, sintiéndose asustado del hombre frente a él.
Seokjin apretó los dientes, queriendo alejar al pequeño castaño de aquel hombre, más sabiendo que por más que lo deseara, no podía hacer nada sin que el chico saliera lastimado.
—Significa que Jimin es propiedad del casino trébol, está marcado. ¡ES DE MI PUTA PROPIEDAD! ¡¿Entiendes eso, Seokjin?!
El moreno azotó un golpe al chico de rodillas en el suelo, el contrario emitió un débil quejido, temblando debido al miedo que sentía, el hombre frente a él parecía importarle poco estar llamando la atención de todos los presentes, no era una situación extraña de todos modos, no había nada correcto en aquel lugar.
Seokjin apretó los puños con fuerza, observando la sangre que escurría de la boca de Jimin, pequeño e indefenso, como si solo fuese una mancha en aquel lugar, un simple animal sin valor, y después de todo, eso era lo que le hacían creer.
—El casino trébol es la peor mierda que hay en las vegas, no sé porque sigo viniendo aquí... —Seokjin se dio la vuelta, haciéndole una seña a sus hombres para que lo siguieran y caminando hasta una de las mesas de póker.
Jimin fue tomado bruscamente y arrastrado hasta un pasillo oscuro y alejado del casino, sintió como su boca se secaba y se removió un poco, queriendo evitar aquel toque que se sentía como fuego en su cuerpo, había dejado de luchar hace mucho, pero no podía evitar sentir repugnancia por todo en aquel lugar, no debería, no tenía derecho, después de todo era solo un pedazo de todo aquello, estaba tan usado, tan sucio que podía confundirse fácilmente con el mismo suelo, se sentía asqueroso, le hacían saber que no valía, y que por más que rogara, nunca saldría de allí.
Jimin temblaba, sabiendo que sería castigado por los actos de Seokjin, no le sorprendía, después de todo pasaba la mayor parte del tiempo en aquel lugar debido a su actitud rebelde, no podía evitarlo, después de todo estar allí no era su decisión, haber nacido en una familia incorrecta no fue su decisión.
Abrieron la puerta de aquella bodega, dejando ver las distintas jaulas dentro del lugar, algunas vacías y otras siendo ocupadas por los chicos y chicas del casino que probablemente habían hablado de más y por eso ahora estaban allí. Su jaula fue abierta y fue arrojado al interior con brusquedad, chocando sus palmas con el suelo al caer y mirando en todas la direcciones buscando a Taehyung, a quien se suponía habían traído hace algunas horas, sintiendo sus latidos dispararse cuando no pudo encontrarlo.
—No te preocupes Jiminnie, K está haciendo su trabajo. —Jongin habló casi con burla, estirando su mano para acariciar la mejilla de Jimin, quien luchó por no apartarse e ignorar el asco que aquel hombre le producía.
Jimin trago grueso, sintiéndose preocupado por lo que pudiese estarle sucediendo a Taehyung en aquel momento, no sería nada nuevo, pero aún no terminaba de acostumbrarse, probablemente nunca lo haría.
El hombre cerró la puerta de la jaula con fuerza, caminando hasta la puerta y haciendo que todos se tensaran al pasar junto a ellos, porque todos allí le temían a aquel hombre, todos allí odiaban aquel lugar, ni siquiera Jimin que llevaba la mayor parte de su vida atrapado allí podía ser capaz de respirar al menos un segundo con tranquilidad, era angustiante.
Los minutos en aquel lugar transcurrían de manera tortuosamente lenta, y su propia respiración se mezclaba con el sonido de la actividad del casino que sonaba casi lejano, debido a la hora el lugar comenzaba a llegar a su punto máximo; no faltaba mucho para que cientos de hombres comenzaran a llegar dispuestos a perder su vida en las mesas de juego y emborracharse hasta morir.
La vida en las vegas...
Se quedó en silencio, sentándose en su lugar y abrazando sus rodillas, tratando de alguna manera de disipar el frío que corría por el lugar, desde hacía varios minutos los sollozos de una chica cerca de él estaban alterándolo, y Jimin sin duda no era la persona con mejor carácter del mundo, tampoco tenía idea de cómo tratar con las personas.
— ¡Puedes cerrar tu puta boca! ¡Aún si lloras hasta morir deshidratada no vas a salir de este lugar, maldita idiota!
Nadie se sorprendió ante el grito de Jimin, el carácter del menor ya era conocido por todos, excepto por la chica nueva la cual se quedó pasmada sin poder apartar su vista del castaño, quien se giró nuevamente, dándole la espalda a la chica y rezando mentalmente para que Taehyung volviera y pudiera dejar de sentir aquella incertidumbre que lo carcomía.
El silencio fue interrumpido por el sonido de la alarma ya conocido para todos, las maldiciones llenaron el lugar y Jimin solo pudo suspirar con fastidio, sintiendo la puerta abrirse y los hombres entrar para abrir las rejas de las jaulas, el primero en salir fue Jimin, caminando con pesadez hasta el pasillo donde se encontraban los baños, los pasos resonaban en el lugar y pudo escuchar a la chica de antes sollozar antes de ser callada con unos cuantos golpes por parte de los guardias.
Jimin suspiró, cerrando los ojos y diciéndose mentalmente que podría soportarlo, que debía sobrevivir un día más, que no podía hacer nada, que debía dejar de luchar contra la corriente, ese era su destino, estaba atrapado y nadie vendría a salvarlo, el reflejo en el espejo le recordó que estaba marcado, el trébol en su cuello le recordaba de manera dolorosa que fuera a donde fuera, seguiría siendo un objeto, una ficha más en aquel juego de póker.
Taehyung se escondió detrás de él, aferrándose a su camisa con fuerza, podía sentir su cuerpo temblar con brusquedad y enseguida supo que algo no estaba bien.
—E-Están aquí. Están aquí... Los hombres de las máscaras.
Taehyung escondió su rostro en la espalda de Jimin mirando hacia la puerta, el mayor alzó la vista confundido, tensándose al ver a lo que se refería su amigo, trago saliva de forma pesada, observando cómo se tensaba el ambiente en el casino, las fichas dejaron de chocar entre sí y el humo se concentró al igual que neblina por un momento.
Jimin apretó la mano de Taehyung entre la suya observando las intenciones de huir de los demás chicos en el lugar, observó a los hombres que entraban luciendo imponentes trajes de colores, rojo, negro, azul, verde; y lo más aterrador de todo, eran aquellas máscaras que cubrían sus rostros de quienes trataban de identificarlos en las calles, el chico que siempre iba al frente era conocido como "Clown", vistiendo un pulcro traje rojo y una máscara de payaso, hacía temblar a cualquiera y con tan sólo sentarse en alguna de las mesas de póker, hacia que nadie quisiera jugar.
—Todo está bien, Taehyung. No pasa nada. —Jimin habló hacia su amigo, más parecía que lo decía para contenerse a sí mismo.
Los hombres se esparcieron por el lugar, comenzando su rutina habitual en el casino, llevaban grandes armas junto a ellos y solo venían cuando era ya muy tarde, escondiéndose entre la masa de gente que se agolpaba en el casino.
—Debemos seguir, no podemos quedarnos aquí parados, sabes cómo es Jongin... —Jimin trató de apartar a Taehyung, sintiendo como este cedía poco a poco, el castaño observó la inseguridad en el rostro de su amigo y besó su frente antes de apartarse.
Se paseó por el casino, contoneando sus caderas y sonriendo de manera coqueta tal como se le exigía, vestía una elegante camisa suelta y jeans demasiado ajustados como para dejarlo moverse con naturalidad, examinó el ambiente al igual que cada noche, el lugar era demasiado grande, iluminado por tenues luces y el sonido de las máquinas traga monedas y fichas resonando por todo el lugar, el humo de puros inundaba el ambiente al igual que el aroma a alcohol y perfumes fuertes y costosos, las mesas de póker estaban repletas de gente, hombres trajeados que apostaban cantidades ridículas de dinero e incluso sus vidas, manteniendo expresiones tan falsas como todo en aquel lugar, aquella felicidad tóxica que no era más que un escape para todos los que estaban allí, ahogándose en su propia miseria y endeudándose hasta el cuello, apostando dinero que no les pertenecía, atándose a vicios que tarde o temprano, terminarían matándolos.
Risas resonaban por el lugar acompañadas de la música que sonaba casi con burla, podía observar a los hombres lanzar cartas al mismo tiempo que tomaban sus armas para disparar en el momento en que su oponente ganara, las vegas era un lugar sin duda horrible, no era más que un infierno disfrazado de paraíso, no existían leyes, no había nada legal y lo único más importante que los juegos era no perder la cabeza.
Jimin paró un momento, observando el alboroto que se formaba cerca de él, su mirada cayó en un chico ya conocido para él, aquel que la mayoría de las veces llevaba una máscara de conejo y era apodado "Rabbit", se encontraba en una aireada discusión, al parecer su contrincante no quería entregar las fichas que había perdido por lo que Jimin prestó atención negando con la cabeza casi divertido.
Idiota. ¿Acaso es nuevo?
No sabe con quien está tratando, va a morir.
El chico con máscara de conejo se levantó de su lugar, sacando un arma de su saco negro y apuntando al hombre, al segundo su mano tiro del gatillo sin siquiera pensarlo, una bala impactó directo con su frente y cayó al suelo con un charco de sangre a su alrededor, la gente apenas y se movió restando importancia a la situación, enseguida algunos de los guardias del casino se acercaron para limpiar el desastre, el chico de la máscara recogió sus fichas y caminó con tranquilidad hacia otra de las mesas de póker, como si acabase de terminar de comer y no de asesinar a un tipo.
Las vegas, amigos, donde las personas viven en jaulas y mueren como animales.
Las vegas, donde es más importante tener fichas que comida en sus estómagos.
Jimin giró su vista, escuchando a uno de sus compañeros llamarle.
— ¿Qué sucede?
El chico señaló con su dedo una de las mesas de póker donde se encontraba el hombre de traje rojo y máscara de payaso. —Clown te llama, trátalo bien, ya sabes como es.
Jimin se sorprendió un poco y trató de pasar por alto la tensión que se formó en su cuerpo, camino lentamente hacia el hombre sin olvidar la manera en que debía actuar. La manera en que el resto de los hombres en la mesa lo miraron no pasó por alto, pero sin duda los ignoró imperiosamente hasta detenerse frente al hombre de máscara con una sonrisa, una sonrisa que había sido tatuada a golpes en su rostro durante años.
El hombre no emitió palabra alguna y solo palmeó su regazo, Jimin conocía esa seña, pero tardó más en procesarlo de lo que debía, se sentó con cuidado, no sabiendo hacia donde mirar, se sorprendió cuando el hombre llevo su mano a su rostro y retiró la máscara, su sonrisa lo recibió haciéndolo temblar, su cabello era de un color casi rojizo y sus rasgos eran delicados, los tatuajes cubrían su cuello y sus dedos, probablemente también sus brazos, su oscura mirada felina le causo escalofríos, y su sonrisa sin duda no tocaba sus ojos.
Soy Min Yoongi, pero llámame Clown.
Jimin sonrió con amargura, observando que aquel hombre era igual a todos allí, no le sorprendía. —Luces tan falso, al igual que todos aquí, Poker Face... Soy J.
Una idea iluminó a Jimin y solo por eso sonrió, escuchando la risa del hombre provocarle arcadas.
Eres igual a todos, maldito cara de póker...
Editado.
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