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8 años antes.

En el momento en que abrió los ojos tuvo que volver a cerrarlos casi al instante sintiendo como la luz pegaba directamente en su rostro haciéndole sentir desorientado, su cabeza dolía y no podía recordar donde estaba o el porqué estaba allí.

Parpadeó un par de veces para que sus ojos se ajustaran a la luz, girando su vista en todas las direcciones descubriendo que se hallaba en una habitación de hospital, su ceño se frunció y trató de moverse pero al instante se congeló, notando que su mano izquierda se encontraba esposada a la cama en la que se encontraba. No pudo entender, los recuerdos no llegaban a él y eso solo lo hacía sentirse más angustiado.

Sus padres entraron a la habitación seguidos de un hombre totalmente desconocido, lucía más o menos de la edad de su padre, pudo deducirlo por su cabello canoso y algunas arrugas que asomaban en su rostro. Su cuerpo tembló cuando su madre se acercó y trató de moverse en vano gracias a la esposa que rodeaba dolorosamente su muñeca.

Q-Que... ¿Qué sucedió? ¿Qué estoy haciendo aquí? —Su voz tembló y carraspeó un poco sintiéndose mareado, tal vez debido a la desconcertante situación.

— ¿No lo recuerdas, Jisungie? —La voz de su madre le causó escalofríos y negó lentamente sintiéndose asustado—. Ayer fue tu cumpleaños número quince, trataste de suicidarte.

Tragó saliva sintiendo cómo los recuerdos lo golpeaban como una ráfaga...

Las lágrimas rodando por sus mejillas, los gritos de sus padres repitiéndose en su cabeza una y otra vez, la sangre resbalando por sus brazos y su cuerpo cayendo al suelo inconsciente cuando trató de hacer el último corte que acabaría con su vida de una vez por todas.

Tienes serios problemas, Jisung... Y nosotros no podemos seguir lidiando con eso, no podemos seguir lidiando con un chico tan... enfermo y patético. —Su padre habló con una mueca de desagrado, esa mueca que estaba siempre en su rostro cuando se trataba de él.

—Por eso, de ahora en adelante, el señor Kim se encargará de ti. —Su madre señaló al hombre junto a ella quién sonrió provocándole un extraño sentimiento, su piel se erizó y una vez más trató de moverse.

Las lágrimas rodaron por sus mejillas sin que se diese cuenta, su pecho dolió cuando aspiró con fuerza y trató desesperadamente porque el pánico no se apoderara de él, su madre se acercó acariciando su cabello con falsa empatía, sus ojos carecían de emoción alguna y su boca se torcía en un ligero acto de desagrado.

—Todo está bien, Jisung. Recuerda que esto es culpa, no debiste nacer, serás un desgraciado para siempre, pero todo estará bien. —La mujer se alejó cuando finalizó de hablar, Jisung se sentía totalmente dolido, no era nuevo para el escuchar aquellas cosas, aun así saber que habían llegado al límite de abandonarlo, lo hacía sentir realmente miserable.

Jisung observó atentamente el momento en que su padre recibía un maletín negro por parte del hombre desconocido, lo abrió unos segundos observando el contenido de este que no era nada más y nada menos que una cantidad ridícula de dinero, quizá incluso más de lo que en realidad valía el pequeño Jisung.

No emitió palabra alguna en el momento en que sus padres agradecían y salían de la habitación, como si acabasen de vender un auto y no a su único hijo, cómo si no les importaran aquellos 15 años en los que Jisung creyó que sus padres podrían quererlo al menos un poco, al menos en el fondo. Su corazón se rasgó, casi pudo sentirlo físicamente, sintió el aire escaparse de sus pulmones y las lágrimas caer sin parar, su rostro estaba empapado pero no podía estar del todo consciente, no podía sentir nada más fuerte que el dolor emocional, nada dolía más que aquella miseria que lo consumía.

—Eres muy bonito, definitivamente la mejor inversión que he hecho —susurró el hombre mientras se acercaba, su cuerpo tembló e instintivamente trató de retroceder.

— ¿Q-Qué piensa hacerme?

Tendrás mucho éxito en las vegas, bonito.

Actualidad.

Jisung se alertó cuando Felix se paseó cerca de Hyunjin, observaba al hombre de cabello negro observar a su amigo con hambre, o al menos así lo veía él y eso lo hizo sentir asco, más tuvo que reprimir las ganas de acercarse y golpear aquel tipo de una vez, se contuvo, quedándose firme en su lugar y observando a la distancia.

Luego de algunos minutos Hyunjin se levantó caminando hacía el chico de brillante cabello rojo, observó con atención como el tatuado tomaba el brazo de Felix y le susurraba algunas cosas al oído, a su amigo no pareció molestarle del todo por lo que asintió lentamente y tomó el brazo del pelinegro arrastrándolo hasta el pasillo de las habitaciones, Jisung no apartó su vista ni un segundo, ni siquiera en el momento en que Hyunjin pegaba a su amigo contra la pared y lo besaba con efusividad metiéndolo sin cuidado a una de las habitaciones.

Jisung cerró los ojos suspirando con pesadez, rezando para que al menos Clown no fuese tan duro con su mejor amigo. Su vista se paseó por el casino con cansancio, preguntándose cómo podían aquellos hombres conservar su energía aún después de tantos días. En ese momento se encontraba casi escondido entre las sombras del lugar, ya que se sentía bastante indispuesto para cumplir su labor, tampoco es como si eso fuese demasiado importante, sabía que no había muchos hombres dispuestos a pagar por sus servicios.

Extrañamente, su precio era el más elevado del casino, casi 3 veces más que el de cualquiera de sus compañeros, por lo tanto, no tenía muchos clientes. O al menos eso creía, ya que pasaba escondido la mayor parte del tiempo, sólo deducía que aquellos hombres no querían más que un buen polvo y ya está, siendo ese el caso cualquiera de los chicos y chicas podrían saciar sus deseos, no precisamente tenían que pagar miles de dólares solo para estar con un chico común y asqueroso cómo el, pudiendo obtener lo mismo por menos dinero y de cualquier chico o chica mucho mejor.

Sintió un toque en su hombro y supo casi al instante de quien se trataba, instantáneamente puso su mejor sonrisa y se giró observando a aquel hombre alto y rubio al que siempre se encontraba cuando menos lo esperaba.

—Luces mejor limpio y sin estar rodeado de esos sucios hombres. —Minho habló con voz calmada y Jisung mantuvo la vista gacha sabiendo que no tenía permiso de mirarle.

—Minho...

—Mírame, Jisung. —El castaño obedeció la orden del mayor alzando su vista hasta el rostro del contrario encontrándose con su expresión seria y sus rasgos duros.

Jisung tembló sintiéndose intimidado y tragó saliva para aligerar el nudo en su garganta. — ¿Estás ocupado?

Jisung captó sus intenciones enseguida y negó con la cabeza preparándose mentalmente para lo que vendría, el rubio le hizo una seña y luego de asentir lentamente lo siguió hasta aquel pasillo demasiado conocido para él; trató de prestar la menor atención a la habitación donde se encontraban Hyunjin y Felix, pero fue imposible no escuchar los sonidos obscenos provenientes del lugar.

Caminó con calma, pensándolo un poco antes de abrir la puerta de una de las habitaciones vacías, su cuerpo tembló cuando sintió a Minho entrar detrás de él y luego cerrar la puerta, suspiró con fuerza sintiendo al rubio rodear sus cintura con sus brazos para luego besar su cuello, mordió su labio con fuerza tratando de contener el gruñido de desagrado que probablemente saldría de sus labios.

Puedes soportarlo.

Es Minho, él no es tan asqueroso cómo los demás hombres.

Solo debes fingir que lo disfrutas.

Quería salir corriendo, una nube negra se formó en sus pensamientos como si tratase de alejar su mente de aquel momento, alejar la consciencia lo más posible, quizá así todo pasaría más rápido.

Sentir las manos de Minho recorrerlo era como sentir las manos de miles de hombres, todos esos hombres que lo habían tocado a lo largo de su vida, el rechazo era inevitable pero luchó por desconectarse totalmente, al menos mientras todo sucedía, se repitió mil veces que era Minho, que él no era tan malo, que ese era su trabajo, pero su mente se encontraba bloqueada, reaccionando de manera automática, como si fuese cualquiera.

—Sí te relajas podrás disfrutarlo, Jisung —murmuró cerca de su oído.

Yo nunca podría disfrutar esto...

Menos con asquerosos hombres como .

Sintió su labio sangrar debido a la intensidad con la que era aprisionado por sus dientes, su respiración se volvió agitada y estuvo seguro de que estaba al borde de un ataque de pánico, no fue hasta que Minho se posó frente a él y tomó su rostro en sus manos que abrió los ojos cayendo en la realidad.

Es Minho... Solo es Minho.

Puedes hacerlo.

¿Por qué siento que estas cada vez más roto, Jisung? —Aquella pregunta lo tomó por sorpresa y acurrucó su rostro contra el tacto de Minho, sintiéndolo cálido y extrañamente familiar.

—Lo siento.

Jisung le sonrió un poco al rubio, tratando de mostrarle que estaba bien, el mayor se inclinó tomando los labios contrarios entre los propios, entregándole a Jisung un beso calmado pero a la vez lleno de deseo, sus lenguas se rozaron ansiosas, Jisung luchaba por corresponderle al mayor de la mejor manera, lo empujó hasta la cama y giró su vista por algunos segundos a la mesita donde descansaba la habitual pastilla blanca junto a un vaso de agua, estiró su mano para tomarlo pero se vio interrumpido por la voz del rubio.

— ¿Vas a tomarla? —preguntó el contrario casi con confusión.

—Sí... Lo siento, Minho, pero sabes que no podré corresponderte como quieres si no lo hago. —El contrario no dijo nada más y Jisung llevó la pastilla a su boca para tragarla con ayuda del agua.

Al cabo de unos segundos el cuerpo de Jisung comenzó a reaccionar gracias a la droga, su erección despertó y no lo pensó dos veces antes de montarse a horcajadas sobre el rubio, lo besó con fervor, luchando por concentrarse en el calor que recorría su cuerpo y no en otra cosa, luchaba porque la droga fuera suficiente para apagar su consciencia, luchaba por mantener el control y no salir huyendo como tantas veces lo había hecho.

Cerró los ojos cuando los labios del rubio se cerraron sobre su cuello y sus manos recorrieron la piel debajo de su camisa, haciendo que se erizara casi de manera impropia.

— ¿Por qué tiene que ser así, Jisung? —suspiró abatido el mayor contra su piel, Jisung relamió sus labios antes de contestar, acostumbrado a ese tipo de comentarios por parte de Minho, más no queriendo tener otra de esas conversaciones con el mayor.

—Soy un objeto, Minho, no soy nada... Soy solo una ficha más en este juego, lo sabes, no puedo entregar más. —Acarició el rostro del rubio observando su expresión ser invadida por el dolor y la decepción.

—Quiero salvarte, Jisung...

—No puedo ser salvado, Minho. Nací para esto, es mi condena por ser lo que soy, por favor... sólo por favor, ignora todo, estamos aquí por ti.

Besó a Minho con fuerza tratando de alguna manera de borrar aquellas sensaciones, quería que olvidara las ideas que tenía en ese momento, quería que olvidara esa estupidez de querer "salvarlo".

No lo dejó hablar, lo despojó de su ropa con ansiedad, meciendo sus caderas buscando provocarle al máximo, sentía su piel arder por la droga y su entrepierna dolorosa, cerró sus ojos cuando el mayor tomó el control de la situación poniéndolo debajo de él y arrancando su ropa hasta que estuvo completamente desnudo.

Al menos podía sentirse un poco mejor allí con Minho, sabiendo que los sentimientos del rubio iban un poco más allá del deseo, quizá era simple lástima, pero al menos tenía la intención de sacarlo y no de hundirlo más al igual que todos los hombres que lo tocaban en su vida, Minho lo tocaba con cuidado, como si fuese de cristal y pudiese romperse en cualquier momento, lo que el rubio no sabía era que no podía estar más roto, quizá por fuera aún no se notaba, pero por dentro no era capaz de sentir algo que no lo quemase.

Gimió de manera automático cuando Minho lo penetró, aferrándose a su espalda y rasguñando la misma, sintiendo sus piernas temblar y el roce de sus cuerpos hacerlo sentirse usado, al igual siempre, no podía sentir mucho más, podía estar gimiendo, gritando y pidiendo por más, pero en realidad, no lo sentía, no sentía nada que no fuese asco hacía sí mismo, no podía pensar en nada que no fuese lo mucho que odiaba su vida por estar obligado a aquello.

Se sentó con pesadez, restregando sus ojos y observando a su alrededor la habitación vacía como era costumbre luego de algún encuentro, observó el dinero sobre la mesa y sonrió casi con burla levantándose para vestirse con su ropa la cual había quedado esparcida por el suelo, minutos después salió de la habitación encontrándose con Felix en el pasillo quien corrió hacía el apenas lo vio, Jisung lo envolvió en sus brazos besando su cabeza y sonriendo un poco sintiéndose aliviado.

— ¿Te ha tratado bien? —preguntó el castaño apenas se separaron, Felix asintió efusivamente con su típica sonrisa de niño, esa que Jisung tanto amaba y que tantas esperanzas le daba.

—Aunque fue muy extraño, me preguntó muchas cosas acerca de ti... ¡En realidad es un asesino, Jisungie! —el pelirrojo habló casi con emoción, cómo si aún no pudiese creer lo que decía.

— ¿Cosas de mí? —preguntó Jisung ladeando la cabeza y sintiéndose confundido.

—Sí, cómo cuantos años tenías, desde cuando te conocía y todas esas cosas —Felix se encogió de hombros y tomó el brazo de Jisung—. ¡Hasta me pagó demás por contarle todas esas cosas! No es tan desagradable como parece.

Felix le enseñó el dinero a Jisung y este lo miró sorprendido dejándose arrastrar hacía la oficina de Seungmin para entregar el dinero.

Jisung tembló antes de tocar la puerta y lo pensó varias veces antes de entrar, abrió con suavidad ingresando al lugar mientras tomaba la mano de Felix con fuerza, cómo si tratase de protegerlo de cualquier cosa.

—Pero miren eso, mis chicos favoritos están aquí... J y L —Jongin sonrió sentado frente a su escritorio y Jisung caminó junto a Felix ambos cabizbajos hasta el escritorio del hombre, dejando el dinero sobre este y esperando en silencio hasta que lo contara.

— ¡Por esto son mis chicos favoritos! Sus encantos son naturales, no deben esforzarse mucho para complacer a los clientes. Jisung, mañana es tú día, prepárate, te dejaré dormir con Felix porque últimamente te has portado bien, vayan a descansar.

Jisung hizo una reverencia antes de darse la vuelta y salir lo más rápido posible de la oficina de Seungmin, por un lado se sentía bien ya que lo habían dejado dormir con Felix, pero por otro lado, sabía que el día de mañana sería horrible.

Caminaron en silencio hasta las bodegas donde se encontraban las habitaciones, recorrieron el pasillo hasta llegar a una puerta al final, abrieron esta con cuidado ingresando y encendiendo la luz del pequeño espacio, era una habitación normal, con una cama de dos plazas, un baño pequeño y un armario, al menos estaba limpio y era mucho menos frío que las jaulas.

Felix se sentó en la cama bostezando y revolviendo su cabello, Jisung lo observó con ternura, sentándose a su lado y abrazándolo por la cintura.

—Lo hiciste bien hoy, Jisungie, eres el mejor —susurró Felix acariciando el cabello de Jisung y enterrando su cabeza en su cuello.

—No soy el mejor, Lixie... Tú si lo eres.

—Para mí siempre serás el mejor, mi refugio entre la tormenta, ¿recuerdas? —Los labios de Jisung esbozaron una sonrisa gracias a las palabras del menor y luego se alejó un poco para verlo.

—Prométeme que seguirás brillando siempre, Lixie —murmuró Jisung acariciando la mejilla del pelirrojo.

—Te lo prometo, Jisung, seguiré brillando por ambos, para ser la luz de ambos en la oscuridad.

Cada vez que Jisung estaba con Felix de esa manera no podía evitar sentirse menos miserable, sentía que podía soportarlo, sentía que podía seguir si Felix seguía sonriéndole de esa manera y seguía diciéndole que era el mejor aunque no lo creyera, lo consolaba al menos un poco y no había un momento en el día en que se sintiese mejor que cuando tenía a su mejor amigo allí con él.

Editado.


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