16
En el momento en que Jisung paró de llorar ya estaban entrando al jardín de la mansión, nadie había dicho nada en todo el camino y solo habían dejado que el pelirrojo se liberara tranquilamente.
Jisung alzó la vista, estaba comenzando a amanecer por lo tanto el verde jardín se veía más hermoso de lo normal, sus ojos brillaron fascinados al ver los pequeños rayos de sol que se reflejaban en distintos puntos, la camioneta avanzó hasta parar cerca de la gran mansión y Jisung no reaccionó hasta que Hyunjin le tomó la mano para que bajaran del vehículo.
En aquel momento Jisung se sentía dócil, en el momento en que puso sus pies descalzos sobre la grama su piel se erizó, el aire y frío y cálido a la vez hacían que se sintiera más conmovido, se sentía cómo salir al mundo por primera vez.
Jisung no se cohibió de mirar en todas las direcciones, observando los arbustos, las flores y aspirando el aire fresco del exterior; se sentía bien, se sentía libre.
Caminaron hasta la mansión y Jisung paró antes de entrar haciendo que Hyunjin se girara a verlo, los demás entraron dejándolos solos y Jisung relamió sus labios antes de hablar sin dejar de ver el jardín.
— ¿Podemos quedarnos un rato aquí? —preguntó con cautela, Hyunjin sonrió.
—Sí es lo que quieres, está bien. —Sin más Hyunjin se sentó en los escalones de la entrada y Jisung lo imitó.
—Es la primera vez que salgo en... ocho años. —La voz de Jisung estaba llena de nostalgia y sus ojos brillaban debido a las lágrimas que estaba conteniendo.
— ¿Y cómo se siente? —preguntó Hyunjin fijando su vista en el perfil de Jisung.
—Es una sensación inexplicable... Creí que nunca saldría de allí... Quiero llorar de felicidad, pero a la vez, tengo miedo de que esto sea un sueño —suspiró.
—No es un sueño, Jisung. Prometí que te sacaría de allí. —El pelirrojo no respondió y solo se quedó en silencio.
Todo ante los ojos de Jisung lucía irreal, aún no podía salir de aquel estado de shock que le impedía asimilar lo que estaba sucediendo, todo era hermoso en aquel lugar, era enorme, los árboles, los arbustos, la fuente, la piscina, las flores, todo era tan verde y el aire tan limpio, parecía salido de una película.
El sol iba saliendo cada vez más iluminando el lugar y haciendo el clima más cálido, Jisung apoyó sus brazos en sus rodillas y se sorprendió al darse cuenta de que en aquel momento nada parecía dolerle, nada parecía afectarle.
Giró su vista, observando a Hyunjin quien no había dejado de mirarle, era la primera vez que podía verle tan bien, su piel era más pálida de lo que se veía en la oscuridad y su cabello era totalmente negro y brillante, sus ojos eran hermosos y sus labios gruesos, no pudo evitar suspirar.
—Gracias, Hyunjin —dijo al cabo de varios minutos. La expresión del pelinegro se ablandó.
—No tienes que agradecerme... Tú felicidad ya es suficiente agradecimiento.
Jisung no podía entender por qué Hyunjin parecía sentir tantas cosas por él, no podía entender porque lo miraba como si fuera un universo, porque sus ojos brillaban tanto y lucía tan fascinado ante su insignificante presencia.
Pero no podía evitar sentirse bien al ser mirado de aquella manera, por lo tanto, no lo pensó mucho antes de posar su mano en la mejilla del pelinegro e inclinarse para plantar un pequeño y casto beso sobre sus labios. Lo sorprendió la cantidad de emociones que se desató en su interior con aquel simple contacto, pero se sintió mejor cuando Hyunjin le sonrió y pasó sus manos por su nuca para atraerlo y volver a besarlo esta vez con más intensidad.
Jisung correspondió el beso, moviendo sus labios con cuidado, como si fuese la primera vez que lo besaba, no se había dado cuenta de que ansiaba tanto ese contacto hasta ese momento, y de repente sintió como si hubiese estado destinado a eso toda su vida.
Qué cursi.
Rompieron el beso y se miraron por segundos que se convirtieron en minutos, Hyunjin tomó la mano de Jisung y se levantaron para entrar a la mansión.
—Vamos a comer algo —anunció el pelinegro apenas entraron.
El lugar era increíblemente grande, las paredes claras al igual que el piso, Jisung aún no lograba acostumbrarse del todo a la claridad, pero le agradaba. Hyunjin se quitó el saco rojo y lo arrojó a uno de los sofás quedando con solo una camisa de botones blanca, luego aflojó su corbata mientras seguían caminando directo a la cocina.
—Siéntate allí —indicó el pelinegro señalando una de las sillas frente a la isla de la cocina, Jisung hizo caso y se sentó observando cómo el pelinegro comenzaba a revisar los cajones y el refrigerador.
Observó en silencio y con atención mientras el pelinegro preparaba un desayuno, al parecer tenía buenas habilidades para la cocina ya que hacía parecer todo tan fácil, Jisung no podía entender que era lo que estaba haciendo y al cabo de más o menos veinte minutos dejó la comida frente a él.
Jisung frunció el ceño, olía bien pero no tenía idea de lo que era.
—Gacha de sémola y Sírkini —dijo dijo el pelinegro y Jisung lo miró—. Desayuno ruso.
— ¿Ruso? —Jisung ladeó la cabeza y luego devolvió la vista al plato para tomar los cubiertos y comenzar a comer.
—Nuestros padres eran coreanos criados en Rusia, nosotros nacimos en Rusia, en Moscú para ser más específico —explicó el pelinegro y Jisung asintió sin poder hablar, se encontraba sorprendido con el sabor de la comida.
— ¿Y qué hacen aquí en Las Vegas? —preguntó Jisung.
—Aquí es donde llevamos a cabo la mayoría de nuestros negocios, aunque no vivimos aquí, solo venimos un tiempo de vez en cuando y luego volvemos a Rusia.
— ¿Qué negocios? —La curiosidad de Jisung comenzaba a despertar y ya no podía parar sus preguntas.
—Somos sicarios. Pero también trabajamos con el tráfico de drogas, armas y otras cosas de ese estilo. —Hyunjin siempre había sido una persona bastante cerrada, sin embargo, se sentía cómodo con Jisung y no le molestaba el estar contándole toda su vida así de fácil.
— ¿Qué es sicarios? —preguntó el menor despegando la vista del plato para ver a Hyunjin.
—Un sicario es un asesino a sueldo. Nos pagan por matar personas —respondió con simpleza y Jisung no supo que sentir.
Desde antes de hablar con Hyunjin por primera vez él ya sabía que había algo malo con todos ellos, no por nada eran tan temidos, y aunque no le sorprendía no sabía si estaba del todo cómodo con aquello, aunque después de todo, no era nada peor a lo que ya estaba acostumbrado.
—Oh. —Fue todo lo que respondió y Hyunjin se sorprendió, pero no dijo nada.
—Esa no es la reacción que esperaba —contestó en tono de broma el pelinegro.
— ¿Dónde está Lix? —preguntó Jisung tratando de que no mostrara demasiado la preocupación en su voz.
—Me imagino que Jeongin lo llevó a una de las habitaciones de arriba. Cuando termines de comer puedes darte una ducha y luego ir a verlo. —El pelirrojo solo asintió.
A Jisung le sorprendía la tranquilidad que demostraba el pelinegro siempre, su expresión imperturbable totalmente perfecta, como si nada estuviese mal a su alrededor, Jisung odiaba aquella expresión, aquella poker face que le impedía saber al menos un poco de cómo se sentía.
Pero lo ignoró y se dedicó a terminar de comer en silencio, cuando terminó Hyunjin dejó los platos en el fregadero y una vez más lo arrastró hasta las escaleras, a Jisung no dejaba de sorprenderle la ostentosidad del lugar, apenas cruzaban un pasillo todo lucía aún más grande y el pelirrojo se preguntaba si aquella casa tenía un fin.
Llegaron a un amplio pasillo con varias puertas blancas a los lados, Jisung supuso que eran las habitaciones, Hyunjin abrió la tercera puerta a la derecha y le indicó al menor que entrara y así lo hizo. El pelirrojo examinó la habitación, de colores claros igual al resto de la casa, la diferencia es que esta tenía muebles de color negro, pero eso era todo, de resto todo era blanco.
—El baño esta allí —Hyunjin señaló una puerta en la habitación—. Puedes ir mientras te busco algo de ropa.
Jisung solo asintió y caminó hasta allí, abrió la puerta y encendió la luz, ya no le sorprendía el tamaño del lugar, sin embargo, no podía negar que era bastante bonito. No se molestó en cerrar la puerta y solo se desnudó sin pudor alguno, olvidando que Hyunjin estaba detrás de él.
El pelinegro había estado por irse en el momento en que Jisung comenzó a despojarse de sus ropas, y no pudo impedir el pararse a apreciarlo, su cuerpo era una obra de arte, aún con aquellas marcas violáceas sus curvas seguían siendo lo más llamativo en él, su cabello rojo contrastaba a la perfección con su piel blanca y tersa, sus piernas lo suficientemente formadas y su cintura delgada, estaban haciendo que Hyunjin se volviera loco.
El pelinegro sacudió la cabeza y se giró saliendo de la habitación para buscar algo de ropa dejando solo a Jisung, quién abrió la llave de la ducha y comenzó a darse un baño rápido.
Al cabo de diez minutos salió de la ducha y rebuscó en un mueble alguna toalla para secarse, una vez lo hizo se ajustó la toalla a la cintura y volvió a la habitación sentándose en la orilla de la cama mientras esperaba por Hyunjin quién regresó al cabo de un par de minutos con algunas bolsas.
—Me tomé el atrevimiento de mandar a comprar ropa para ti hace un par de días, pero no la habían puesto en el armario así que esto fue lo primero que conseguí, aunque no estaba seguro de tu talla —Hyunjin le tendió la bolsa con el logo de alguna marca a Jisung y este la tomó para examinar el contenido.
—Está lindo. —Sonrió Jisung sacando unos simples pantalones de jean claros y una camiseta blanca con una frase escrita con letras negras, al fondo de la bolsa también había un par de calzoncillos negros que antes no había notado.
Una vez más sin pudor alguno se levantó de la cama y desató la toalla que rodeaba su cintura dejándola caer al suelo para luego tomar la ropa interior y colocársela, todo bajo la atenta mirada de Hyunjin.
—Esto no es bueno para mi salud —habló Hyunjin y caminó para sentarse en el borde de la cama a seguir observando a Jisung.
— ¿Qué cosa? —preguntó el pelirrojo con el ceño fruncido.
—Nada —susurró bajito el pelinegro mientras Jisung se ponía los jeans—. Creo que le acerté a tu talla.
—También lo creo —respondió Jisung y caminó hasta el espejo en la habitación para poder observarse, efectivamente los jeans le quedaban como un guante, lo que no le agradaba eran los hematomas que se habían formado por la zona de sus costillas y brazos, incluso en sus clavículas y cuello, y cómo siempre apartó su vista rápidamente del espejo mordiendo su labio sin querer ver más.
Sucio.
Hagas lo que hagas seguirás estando sucio.
Su pecho se oprimió dolorosamente y sintió como las lágrimas inundaban sus ojos, pero no quería llorar, no frente a Hyunjin, nadie tenía que ver lo roto que se encontraba.
No puedes esconderte detrás de esa máscara.
Sabes lo eres.
Puta.
Su cuerpo tembló al mismo tiempo que un sollozo escapó de sus labios y antes de que pudiese caer de rodillas al suelo Hyunjin ya se encontraba sujetándolo, rodeándolo con fuerza como si su vida dependiera de ello.
—Jisung...
—Sucio... E-Estoy sucio... No te acerques... —murmuró Jisung entre sollozos débiles y Hyunjin solo lo apretó más.
—Sh... No lo estás, Jisung. Nada de lo que te han obligado a hacer es tu culpa. —El pelinegro acarició su cabello y se dejó caer al suelo sin soltar su cuerpo.
—Nací para ser un desgraciado... —Jisung ya estaba lo bastante alejado de la realidad como para entender con claridad a Hyunjin, en ese momento el sonido de las voces en su cabeza era más fuerte que las palabras del pelinegro.
—Voy a repararte, Jisung. Voy a demostrarte que no merecías todo eso... No merecías que te rompieran de esa manera. —Hyunjin dejó un beso en su coronilla.
—N-No estoy roto... No lo estoy... —sollozó el pelirrojo aferrándose al abrazo del mayor, queriendo que Hyunjin callara todas aquellas voces en su cabeza, se aferraba a Hyunjin porque él era su salvación.
Hyunjin buscó su boca y la cubrió con sus labios besándolo con parsimonia, viendo como de a poco el pelirrojo parecía volver en sí y correspondía el beso. Suspiró sosteniendo al pelirrojo más cerca si es que era posible y sintió cómo las lágrimas ajenas humedecían sus mejillas más no le importó y sólo se dedicó a darle el confort que necesitaba de alguna manera, y al parecer lo logró.
Porque Jisung se durmió en sus brazos, apretando su camisa entre sus manos sin demasiada fuerza, Hyunjin lo observó, sintiéndose pleno al estarlo sosteniendo de esa manera, pleno de saber que había sido él quien lo había sostenido cuando había estado a punto de caer, pleno de estar cumpliendo las promesas que se había hecho a sí mismo y a Jisung silenciosamente.
Porque allí, con Jisung entre sus brazos Hyunjin podía olvidar lo que en realidad era, allí con Jisung entre sus brazos podía sentirse una buena persona.
Porque no solo los superhéroes pueden salvar al mundo...
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