—Oh...¿Y luego así? —elizabeth asintió con al cabeza mirando como u hijo miraba las cartas—Luego esta—murmuró concentrado en el juego, balanceando sus pequeñas piernas de un lado a otro. Eran altas horas de la noche pero parecía que a ninguno de los tres les importaba, la mujer con el vestido solo lo observaba todo—Hu... —suspiro el pequeño rascando su nuca, era algo difícil para los niños, no comprendían las jugadas y mucho menos que hacer. Sabía que con él tiempo aprendería pero por ahora tal vez nisiquera este haciéndolo bien.

—Cuatro iguales—dejo meliodas sus cartas con una sonrisa, logrando que tristan hiciera un puchero y suspirara triste

—Papá gano—murmuró levemente. En ese momento el blondo se sintió un poco mal, había desilusión en su mirada y lo destrozaba verla. Solo pudo sonreírle un poco y estiró su mano para acariciar sus cabellos

—Descuida tris, aprenderás con el paso del tiempo. Dejame ver tus cartas—el pequeño suspiro

—Ya que—dejo aquellos pedazos de cartas frente a sus ojos. Apenas las miro, elizabeth se levantó con brusquedad y las miró con la boca abierta

—Tris, eso es mayor que el de tu papá—los ojos del pequeño se iluminaron

—Eso significa...—

—¡Que ganaste mi amor! —lo levanto su cariñosa madre empezando a dar vueltas con el niño en brazos que reía victorioso, antes desilusionado y ahora feliz mientras el blondo veía las cartas sin poder reaccionar aún

—¡Pero que cara...! —