—Meliodas yo solo...—

—He dicho que te largues, Elizabeth —su tono tan severo y enojado le hizo sentir tanto tristeza como una ira incontenible—No quiero verte, no ahora —

—¿Por qué?—preguntó frunciendo su ceño y apretando los puños. Meliodas aunque no quería ni verla no pudo evitar voltear su mirada para observarla, esa cara solo hizo que su corazón latiera rápido y fue suficiente para que gruñera molesto y volviera a desviar los ojos—¿Por qué Elizabeth es diferente? Te gustaba estar con beth pero no con Elizabeth, beth te ponía caliente pero Elizabeth no—exclamó claramente molesta fastidiando a meliodas —¡Decías amar a beth y querer descubrir quien era, pero cuando supiste que era yo simplemente me dejarás! ¿¡Qué tienen de diferente beth y Elizabeth!?—grito, después de ver sus ojos cristalinos y esas esmeraldas llenas de dolor se arrepintió de haberlo preguntado

—¡Que beth iba a ser la chica con la que por fin podría olvidar a Elizabeth! ¡La mujer que rompió mi corazón!— la albina se quedó completamente petrificada ante aquella revelación y contuvo el aire. Por eso estaba molesto, por eso no quería verla, por eso, después de tanto tiempo, había ido a visitarla con una sonrisa para pedirle consejos —¡Yo te amo Elizabeth! ¡Pero tú te enamoraste de él estupido de mael! ¡Tú sabías lo que yo sentía por ti y aún así no te importo y no dudaste en comerte a besos a ese idiota frente a mi cara!—una gran culpa empezó a crecer en su pecho—¡Y justo cuando empezaba a olvidarte, justo cuando empezaba a enamorarme de alguien más! ¡Siempre fuiste tú!—para ese punto las lágrimas salían de los ojos esmeralda de el más bajo que temblaba de pies a cabeza mirándola con todo el enojo que tenía. Elizabeth solo pudo agachar la cabeza con culpa y morder su labio —¿Y aún preguntas por qué no quiero verte? ¿Qué querías lograr con esto? ¿Enamorarme más para volver a romper mi corazón?—

—N-No mel yo...—

—Pues lo lograste—