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—Quiero que me cuente todo de usted. Nombre, edad, gustos, lo que no le gusta. Una conversación verdadera—exclamó, ignorando completamente el comentario anterior de la dama y prendiendo un cigarro para llevarlo a su boca. Elizabeth no pudo evitar hacer una mueca de asco por eso y volteo la cara intentando alejar el olor de el cigarrillo.
—¿Eso para qué? —
—Soy hombre de muchas mujeres señorita—eso le rompió el corazón—Sin embargo algo en usted me inquieta y me intriga, me gustaría saber quien es la dama con la que juego—
—Le he dicho que no le diré...—
—No lo haga, pero tengamos una conversación real, una que no tenga sexo, dinero o apuestas de por medio. Una cita—sonrió levemente llevando su cigarro a la boca para después guiñarle el ojo—¿Acepta? —
—Bien—la albina se levantó tomando parte de su dinero obtenido para colocarlo en números diferentes a los de él rubio y cuando tomó asiento lo miró fijamente
—¿Y que hará usted su gana? —
—Quiero que tengamos sexo y si con eso usted se cansa de mí y su deseo se apaga quiero que no vuelva a buscarme ni molestarme—el mas bajó solo abrió sus ojos con sorpresa y noto el ceño fruncido en la cara de la joven. Justo lo que Ban le había dicho había pasado, maldito albino de ojos rojos—Al fin de cuentas, es hombre de muchas mujeres—se cruzó de brazos. Aunque la albina ganara estaba seguro de algo, ni iba a dejarla ir ni aunque con esa noche su deseo se apagara
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