Lo que más le estaba gustando era que no fue brusco ni directo. No arrancó sus bragas como un animal y metió su lengua, al contrario, estaba acariciando sus muslos mientras repartía besos por su monte  y de ves en cuando besaba sus piernas. Sus manos expertas apretaba puntos específicos, la curva de su trasero, un poco su muslo izquierdo, tanteaba su entrada con los dedos haciéndola desesperarse y jadear un poco más fuerte.

—Hmmm...¡Ah!—no odia evitarlo. Eso se sentía en extremo bien, más de lo que había imaginando. Al inicio se sentía nerviosa e insegura peor justo en ese momento agradecía el haber perdido, eso era una sensación nueva y gratificante—Joder—jadeo en bajo cuando la cálida y húmeda lengua del más bajo finalmente le dio atenciones a sus tiernos pliegues rosados como un hambriento haciendo temblar sus piernas—Más...ahhhh—su mente estaba tan nublada que había olvidado que necesitaba dinero. Sus sentidos estaban tan prendidos que había olvidado que era uno de sus amigos aquel que la complacía con la lengua