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Meliodas dejo las fichas con el dinero correspondiente cerca de los ojos de la dama. Ahí estaba, si premio estaba a unos centímetros de distancia pero antes de eso tendría que derrotar a el dragón oscuro que no la dejaría escapar tan fácilmente. Tomaba cartas, dejaba otras, sonreía de vez en cuando pero por el ceño fruncido en la cara de el blondo pudo deducir algo: estaba teniendo una muy mala partida sin suerte.
—Poker—
—Mierda—gruño, lo sabia, herir su orgullo empezaba a divertirle demasiado como si se tratara de un juego para niños. Su ceño fruncido, su sudor frío, sus ojos llenos de ira.
—Si me disculpa—musito victoriosa tomando las fichas con sus manos libres
—¿Por qué me roba ni dinero señorita? —con ese comentario el lugar pese a estar cálido se puso de un intenso frío que caló en los huesos de la platinas a y se detuvo en seco con el miedo creciendo. Cuando el mas bajó volteo sus cartas vio como su destrucción había llegado sin pensarlo—Sabe creo que podría ser actor. Escalera real—ese maldito rubio. Le había hecho creer que había ganado sólo para después quitarle el sabor de victoria como un monstruo y hacerle saber que estaba destruida
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