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—Señorita... —murmuró levemente, un escalofrío recorrió su columna vertebral al tenerla tan pegada a su cuerpo como si fueran algo más que solo conocidos.
—¿No me extrañó joven demon? —fingió un tono de tristeza apegándose más a la espalda ancha de el mas bajó recargando su pecho, una mordida de labio, un jadeo masculino, un escalofrío en el voluptuoso cuerpo y cuando además la joven decidió agacharse hasta morder su oreja, meliodas no pudo soportarlo más y gimió sólo para ella. Pará su suerte Ban estaba atendiendo a otros clientes y no había visto ni escuchado nada
—¿Qué es lo que quiere? —
—¿No es obvio señor? —el mas bajó se dio media vuelta aún sentado para ver a la joven—Quiero un juego—
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