—Entonces señorita Beth. ¿Una jugada casual para conocernos? —ofreció de forma caballeros mientras el castaño seguía repartiendo las cartas con un nudo en su garganta. Esa niña había sido valiente al volver después de su derrota pasada

—No, yo no vine solo a jugar señor meliodas—el blondo alzó una ceja sin dejar de ver su cara —Una apuesta más—finalmente el de ojos esmeralda despegó la mirada de sus cartas para ver a la joven—¿Qué es lo que desea? —su pregunta le hizo pasar saliva mientras sus ojos la miraban de arriba a abajo. Deseaba muchas cosas en ese momento mismo, sus labios rosados que tenían ese toque diferente que nunca había sentido, su vestido apretado y largo, su escote, sus piernas y su cintura. Se aflojó el nudo de la corbata para el deleite visual de la dama y luego solo siguió mirando sus cartas tomando una más como si nada.

—No voy a abusar señorita. Mejor usted decida—sonrió de lado deteniendo sus manos cuando consiguió una jugada que consideraba alta. Alzó su mirada para verla, para su mala o buena suerte ella no dejaba de ver su cuello ahora descubierto