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—Señorita, no creí volver a verla—sonrió un poco dándose media vuelta para encontrarla. Otra vez ese carácter arrogante que poseía. La de cabellos albinos sonrió levemente y en un parpadeo seductor ya le hacía la seña con un dedo de que se acercara. Como la abeja a la miel, el hombre no dudo en hacerlo tragando en seco—¿Otro juego señorita? —
—Me divierte señor...—
—Soli meliodas—la dama llamó a el camarero con una sonrisa mirándolo levemente—Y ¿usted es?—su pregunta la puso tensa durante efímeros momentos, luego trago en seco y al mirarlo a los ojos sonrió traviesas.
—Beth—el blondo alzó una ceja—Solo Beth —
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