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Epílogo


En el lejano club de fans pokémon un regordete señor de notable estatus económico llegaba con sus compañeros para planear a quien enviarían como juez al concurso pokémon de Ciudad Carmín. Accionó el picaporte para dar paso a tal vez una aclarada discusión del estado vario color y de su belleza o poca relevancia en un concurso o tal vez en una crítica a los concursos egocéntricos de la región Kalos.

Pero, al abrir se encontró a sus compañeros abandonando su lugar, el mismo que sus antepasados habían usado para planear las pescas en tiempos remotos en los que los mares estaban limpios y el bosque verde tenía el doble de su tamaño actual, no nada de eso y lo que más le aterró fue la ausencia completa de los monstruos de bolsillo, en el centro del piso rustico estaban destrozadas las esferas que contenían a los seres que lo sacaron de su depresión cuando el último de sus hijos lo dejo.

—¿Es usted el presidente de este aberrante lugar?

Un jovencito delgado de una larga cabellera estaba sentado en su silla especial, su colgante negro contrastaba con su playera oscura, la gorra impedía ver bien sus ojos.

—¿Quién eres tú?

—No se preocupe, solo quiero hablar—el extraño cubo plateado que colgaba de en su cintura sonó cuando se levantó—quiero hablarle de los pokémon.

—Mi señor—interrumpió un chico—algunos hombres de azul se acercan, ¿me deshago de ellos?

—No, nos retiramos.

El hombre regordete, se tumbó en suelo temblando. Mientras los invasores de su club se retiraban.

—¿Qué le hicieron a los demás? ¿Quiénes son ustedes?

—Anciano, no le hablas así al rey.

La palma del chico de cabellos verduscos se interpuso para parar las palabras de su malhumorado subordinado, el cual solo vestía la mitad de la armadura plateada, en su pecho se observaba un escudo grabado.

—Nada, sal afuera de tu propiedad y lo sabrás—invitó el muchacho de gorra bicolor.

Durante algunos minutos a pesar de estar solo, se quedó ahí de rodillas hasta que escucho voces cercanas. En el patio trasero de su club, al salir vio como sus mejores amigos y miembros liberaban a sus pokémon.

—¡Sean libres, amigos, libres!

—¡Gracias equipo plasma, gracias señor N!

Mientras tanto, en una ciudad de pecado.

—Así que quiere que encontremos este objeto cuanto antes señor.

—Así es—un mozo secaba su sudor con un pañuelo—el dinero no es ningún problema.

En las profundidades del bajo mundo, en un bar de apuestas y peleas ilegales. Una exuberante dama de largo vestido rojo, sostenía una pipa y dejo salir en la cara de su cliente humo extremadamente concentrado.

—diez millones—dijo la mujer de una cabellera roja.

—Eso es...

—¿Demasiado?, pensé que quería el objeto sin importar el costo.

—Eso es el doble del presupuesto que me dio mi jefe.

—No hay problema—contestó una voz.

En la mesa que estaba llena lujosas joyas desaparecidas de distintos museos, escurría un vaso de una bebida fuerte en las rocas como estaba acostumbrada a beber la mujer que se mantenía relajada ante la oportunidad de obtener una gran utilidad.

—Por fin, alguien con el que se puede dialogar—reconoció.

Tomó su bebida a la cual solo le dio un trago para refrescar sus labios, acomodó su cabello que le llegaba a la mitad de la espalda—sé que puedes verme a pesar de mi seguridad electrónica.

—Eso quiere decir que haces lo mismo conmigo.

—Correcto.

—Así que...a que se debe el honor que alguien del distrito financiero quiera hacer negocios de este lado del mercado.

—Eres tal y como dicen los rumores Madame Red. Nunca creí que tendrías una base en una región tan austera como Kanto.

Intentó demostrar el alcance de su información.

—Puedo decir lo mismo Señor Dixon vice presidente de Le Blanc, espero que los niños se encuentren bien jugando en la casa de su madre, ya debe ser hora de la merienda ¿no lo cree?

—Aterradora—Dixon flaqueó—el trato se cierra en Diez millones.

—Y cien mil más para olvidar lo que se dé usted, Sr. Desconocido.

—Digno de la reina de Passione.

—Suficiente de halagos, tendré su encargo más pronto de lo que cree.

La computadora se apagó, y el emisario de Le Blanc fue cubierto por una bolsa negra para ser devuelto al mundo exterior.

—¿Por qué accediste a hablar con un hombre de su calaña?, hubieras obtenido más dinero que eso si hubieras hecho lo de siempre—Un joven con el cabello teñido entró en escena.

—Yo pregunto lo mismo—ahora una fémina de no más de dieciséis años interrumpía.

—A ese tipo de hombres les gusta tener el control, aunque no tengan las agallas de buscar la cima. Esos fueron los datos de su amante, no de su verdadera esposa. Solo me aseguré de plantar la semilla de un favor que le cobraré cuando más nos convenga.

Madame Red se levantó lento y se puso un abrigo sobre su vestido de noche.

—Tengo una idea de donde puede estar este objeto—en su mano sostenía un archivo—y de todas formas esto ayudará a completar nuestro baile escarlata. Y ahora tengo un hilo en Le Blanc, esto será interesante.

Sonrió y ella junto a su familia vieron la ciudad sumergida en la oscuridad aferrada a un placer carmesí. Su hogar.

Y al mismo tiempo...

En una zona perdida entre las regiones, un sitio secreto incluso para los dioses, un campo de flores en la que todas las plantas del mundo florecían en una primavera eterna.

Una mano daba algunos golpes a una extraña formación rocosa en medio del campo, mientras dos varones de ropas blancas arreglaban sus diferencias ante el error cometido por uno de ellos al no vigilar a su proyecto.

—Suficiente—el tercer hombre de cabello corto y blanco con unas protuberancias metálicas en sus oídos detuvo la pelea con una palabra.

Antes de terminar de cerrar la boca, los guerreros se postraron a sus pies al lado de algunos pilares.

Placido, de una cabellera larga atada por una cinta por comodidad mostraba sus ojos rojos, a la par otro varón de mayor musculatura llegaba dejando al descubierto diversas maquinas que conectaban a su sistema respiratorio.

—Debiste vigilar mejor, imbécil.

—Una palabra más y te arrancaré esos falsos ojos.

—Silencio—exigió el tercer hombre—informen.

—Mi proyecto está avanzando como debería—dijo Placido—Calculo que lograré los resultados en algunas semanas en la región Johto.

—Puede que haya fallado—Gregorio prosiguió—pero he reunido suficiente energía de los niños de Kanto, además de que gracias a Lerman y mi asalto a la universidad de ciudad Plateada pude encontrar una pista para hallar el dispositivo.

El hombre misterioso se carcajeó sin romper su posición de flor de loto.

—Nada mal mocosos, Gregorio tienes mi perdón. Placido quiero ver los resultados en cinco semanas—una malévola sonrisa oscurecida por su sucia alma dejaba ver las intenciones de ese hombre que vestía una especie de armadura al igual que los otros dos—parece que no solo será esa estúpida anguila del mundo inverso. Tengan cuidado con los demás.

—Entendido, Señor Victoriano.

—Regresen a sus puestos y sigan con sus planes—Gregorio y Placido desaparecieron—La juventud tiene mucha energía, ¿no creen lo mismo, campeones?

A sus espaldas se encontraba una figura de piedra con algunos cristales incrustados de manera aleatoria, el joven que conquisto la liga pokémon estaba petrificado rodeado de espinosas rosas. A su derecha un Lance que había dejado de pelear estaba de rodillas humillado, sus ojos estaban vacíos mientras las rocas se extendían por su cuerpo, su piel era cubierta y los latidos se alentaban más hasta que una nueva escultura fue formada.

—Es hora de partir—dijo Victoriano sin borrar su mueca burlona—al frente batalla.

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