Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16

Hilda y Naru cayeron al mismo al bajar la improvisada ruta de escape del parque, por la carrera uno de los pies del joven castaño estaba inflamado. Detrás de ellos sus respectivos equipos se apresuraban a alanzarlos para darles protección en caso de que la batalla aun no hubiese terminado.

Los restos de mesas y estanterías rotas de más de algún local que fue dañado adornaban el suelo, en un camino de escombros de diversos materiales el cuerpo colosal descansaba en una posición incómoda en la que su rostro de aspecto terrible reflejaba la humillante mezcla de ira y dolor.

Naru estaba desesperado tratando de encontrar algo, la duda salía de sus ojos que se abrían más a cada segundo. Cuando estaba a punto de pedir ayuda a Hilda que estaba próxima al cuerpo, pudo ver por el rabillo del ojo que un hombre de estatura media estaba a la mitad de la avenida contemplando todo con una mirada muy diferente a la duda.

Sostenía su mano y debajo de su sombrero modesto de un gris sucio, se encontraban llagas calcadas de la piel de Hypno.

Antes de poder llamar la atención de Hilda, o que sus pokémon se reunieran con él, el cuerpo del pokémon tomó una posición imposible para cualquier ser humanoide, aparto a Hilda con la ayuda del factor sorpresa.

Pero la garra firme de un ser enorme de pelaje café con un halo amarillo tomó con firmeza al pokémon cuya alma parecía haber sido tomada por algún mensajero de la muerte. Estrelló su cabeza en el pavimento para inmovilizarlo, desde el camino de escombros llegó un viejo policía agitado por una carrera que hacía más de dos años no había tenido la necesidad de hacer, al menos desde el nacimiento de su cuarto hijo.

—¡Atrápalo!

Aunque la atención fuera puesta en su ursaring, la orden había sido dada para el agente Lucas que ya estaba persiguiendo al extraño por orden de su superior. La carrera duró hasta llegar a una plaza comercial semi abandonada por la disminución de clientes, muy cerca de la vieja estación del tren de ciudad Azafrán.

—Bien hecho—dijo el hombre maduro—déjenme darles su recompensa.

—No me da buena espina—dijo Hilda cuando se acercó a Naru.

Los dos chicos fueron arrojados a la parte trasera de una patrulla, para perderse en las frías entrañas de la ciudad.

Fueron llevados a una pequeña vivienda de renta a uno de los costados de la zona de comercial, muy cerca de la que alguna fue la compañía más grande de Kanto. Dentro de ella, los chicos eran tratados por los paramédicos y por el doctor de mayor confianza de entre los contactos de la policía de Azafrán.

A través de un pasillo de losetas del color del otoño, en una habitación amplia y limpia Hilda y Naru abrían la puerta para descansar un poco, orden directa y severa de parte del comisionado. Dentro se hallaba una reportera cansada que llevaba vendas blancas en sus brazos en contraste con la ropa sucia que llevaba, que era poco en relación a la de los recién llegados.

—Vaya que fue rápido.

Abigail se encontraba sentada en un sillón de piel, en sus piernas se encontraban varios libros que había sustraído de las estanterías modestas de metal. Al contrario de lo que parecería en primera instancia la velocidad en que ojeaba las paginas casi desesperada y su seño de nula atención hacia su entorno, dibujaban una escena de un hada rodeada de libros.

—Sí, que bueno que también estés viva—contestó con sarcasmo Hilda.

—Estamos bien, gracias...creo—dijo Naru.

—¿Sigues investigando?

—Ya me lo temía—confirmó Naru.

—Si se hubiera terminado no los hubieran traído aquí—respondió Abigail.

—Nos hubieran llevado a la estación para arreglar papeleos—Complementó el chico sentándose en suelo para leer algunos documentos—o el comisionado nos hubiera amenazado por nuestro acuerdo.

—Maldición—dejo salir Hilda.

Había demasiadas hojas esparcidas en el suelo, mesas y muebles alrededor de la chica de cabello dorado, sus ojos analíticos apenas y se fijaban en sus acompañantes.

—lo siento, no suelo ser así pero cuando no logro concentrarme suelo dejar llevarme un poco—aclaró Abbie desde el suelo.

Abigail era una persona cuyo encanto natural le había acarreado muchas amistades, pero para ella era difícil confiar de inmediato. Pero dadas las circunstancias actuales, dijo todo lo que había descubierto y de lo que se había enterado en su investigación en la editorial, el ditto singular que la ataco, la posición privilegiada de Hoover respecto al caso y de la mención de la palabra mágica hacia él o lo suyos.

Comentó que en su intento por obtener información valiosa fue atrapada por Adachi, quien la había traído a ese lugar y con el chantaje de no revelar esta información a otros miembros de la policía pudo obtener tiempo con la evidencia de la caseta del oficial, el señor Conor.

El señor Conor era un veterano del ejercito retirado, su lado jovial y bromas con todo el mundo le acarreo un trato muy cercano con todo el personal, en especial con Abbie que le recordaba a su hija en la universidad. Su sentido del deber y el compromiso con su trabajo hacia que transcribiera de manera puntual a la sección de novedades, el guardaba en la parte trasera de la caseta y en un cajón de su escritorio todas sus notas, ya que creía que si había algún problema el podría respaldarse con las viejas libretas de novedades.

"No encuentran forma de quitarle el trabajo a un viejo" era lo que repetía sin cesar durante las pláticas con la reportera.

Durante su trifulca para salir del edificio ditto había optado por arrebatarle los registros de las manos de la rubia, pero había fallado.

En otra de las habitaciones, Hoover estaba sentado cansado doliéndose de la espalda por su extenso historial de enfrentamientos durante su enteramiento y servicio en las fuerzas especiales, cansado dejaba que el humo de la bebida caliente de color verde se escapara, pronto apareció un Adachi para darle aviso que la habitación de los chicos estaba bajo vigilancia continua y que el día de mañana instalarían cámaras de seguridad para espiarlos. En la radio sonaba "Nights In White Satin"

—Creo que envejecer no me está sentando bien.

—No creo que sea necesario decirlo en voz alta.

El joven aprendiz que había estado ya por bastantes años con su superior, se había educado bien en el arte de la impertinencia

—No es a quien busco.

—No estaría tan tranquilo si así fuera—Adachi agregó—pero ya estamos cerca.

Hilda que en los primeros cinco minutos de lectura se había quedado dormida, yacía placida en una de las esquinas de la habitación sobre la caja vacía como almohada. Abbie y Naru leían una y otra vez las notas y la poca información que recordaban, en una de las paredes habían logrado formar un mapa de las principales fechas del inicio de las desapariciones en ciudad Azafrán.

La única coincidencia era un caso de hacía muchos años atrás, cada fecha era casi sobrenaturalmente dicha por la joven de cabellos dorados y mirada inteligente, aun con el mapa solo quedaban registros incompletos.

Dentro de los archivos se encontraban, la libreta del mes de hecha pedazos. Con interés Abbie comenzó a reconstruir las hojas rotas.

—Eres bastante atenta a los detalles—reconoció Naru.

—Siempre estaba ordenando los libros de mi familia, aunque mi habitación fuera un desastre.

—Parece que tenías una gran biblioteca—indagó.

—Era cinco veces más grande que este cuarto, muchos de hecho eran escritos de mi papá—aclaró nostálgica.

Había bajado la guardia por un instante, Abigail había evitado durante mucho tiempo tocar ese tema, pero de alguna manera al tener tantos problemas encima e ideas en la cabeza lo había dejado salir.

—Oye, se supone que yo soy la entrometida aquí. Como sea pensé que estarías fatigado después de tu hazaña.

—No fue mía, Hilda me salvó—dijo Naru mientras dirigía una mirada a la fémina a sus espaldas.

—No pensé que vería ese tipo de mirada en mi vida, de enamorarse de su salvador, algo clásico como Romeo y Julieta.

—Eso es una tragedia, además no se aplica a este caso—las mejillas del joven sorpresivamente no se encendieron.

—¿Crees eso?, parece que ya nadie quiere vivir una historia romántica en la actualidad—Abbie escribía algunos apuntes en archivos—parece que tengo algo de la desaparición del veinte de noviembre. Ese día se hizo una entrevista al puerto de ciudad Carmín.

—Dudo que la gente quiera una muerte de esa manera, aunque la historia más que el amor creo sería más del dolor, la tragedia y las decisiones que el sentimiento trae—Naru se había acostumbrado a hablar mientras ayudaba a su tía durante sus ratos libres—Hay muchas facturas de compra de equipo de grabación.

—Las decisiones en un papel son la droga de las personas que no quieren tomar una en la vida real—La mayoría del tiempo Abigail leía acerca de temas pragmáticos; ensayos, análisis e informes ente otras cosas—Algunos de nuestros muchachos son demasiado torpes y terminan por entorpecer el trabajo de otros, por eso nos abandonaron muchos camarógrafos.

—Mi mamá solía decir que las decisiones son como los viajes, solo hay dos tipos; en los que se busca algo y en los que se huye de algo. El trabajo de todo viajero es distinguir a que tipo pertenece su travesía.

—Entonces, ¿a qué tipo perteneces?

El joven entrenador estaba demasiado soñoliento como para poner atención a las palabras de su compañera, cayó rendido sobre una cama de papel.

—Quien lo diría.

Abigail también se tumbó por un momento, y de alguna manera recordó el fresco olor de las flores, la calidez del té y el sabor dulce la azúcar y mantequilla de galletas en su boca. En un jardín colorido, una mesa de campo y mano amable acariciaba su mejilla. El mundo se quedó en silencio, el peso de sus hombros se desvaneció, su conciencia viajó por un océano infinito de aguas brillando por el reflejo del atardecer.

Y justo cuanto intentó tomar la mano sobre su cabeza, sus dedos solo sintieron las cenizas de dolor que se escapaban hasta elevarse y perderse en medio de nubes de tormenta.

Los parpados se aparataron para dar lugar a una única lagrima que brotaba de sus ojos ensombrecidos por ese sueño. Ahora tenía una manta sobre ella, y en sus dedos una porción del suéter de Naru que dormía más cerca suyo de lo que recordaba.

En medio de la noche que era decorada por las luces artificiales, Abigail fue capaz de escuchar una palabra del joven junto a ella.

—Perdón.

---------------------------------------------------

Hola a todos los lectores, espero que todos hayan tenido un buen día. Había estado intentando trabajar en la relación así que me encantaría saber que opinan. Y siguiendo con las canciones, esta vez vengo a presentarles la canción en la que esta inspirada Hilda en buena parte y esa es Patricia de The Pillows, una de mis canciones favoritas.

Muchas veces escucho canciones específicas para escribir alguna escena, esta en partícular me recuerda a una persona. No duden en decirme algo parecido de su proceso creativo.

También es probable que me ausente para escribir mejor la conclusión y darle un buen final.

Espero leer sus críticas, opiniones y sugerencias.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro