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Capítulo 16.5

Adachi no podía dejar el caso en manos de unos amateurs, pero su jefe había querido que mantuviera su distancia de este caso.

—La carnada de los mocosos no funcionó—dijo mientras rascaba su cabeza—¿Qué sigue?

—Yo no diría eso—intervino Hoover—creo que nos fue mejor de los pensábamos.

Los otros dos oficiales se mantenían atentos a las palabras de la leyenda de la policía, sus casos eran míticos desde la detención de la expansión del equipo rocket y el retiro de uno de sus casinos hasta la detención de un bombardero y las principales rutas de desembarque de pokémon cazados de manera ilícita.

El hombre maduro se enderezó de su asiento acojinado, estiró sus músculos para alcanzar un plumón de la mesa y se puso a escribir en el pizarrón blanco lleno de los reportes y fotografías de los niños secuestrados, un antes y después siendo el llamado niño "E" la leyenda urbana con la que el criminal se hizo famoso.

—Scott y Lucas, ¿Por qué ataca niños?

—Porque está loco—dijo Scott.

—Porque son presas fáciles—contestó Lucas.

—Adachi, tu que dices.

—Normalmente es porque son débiles, no tiene la fuerza para someter a un adulto.

—Correcto. Desde el incidente en la región de Kalos en el llamado caso Chambers, el culpable fue un dependiente de una tienda que se dedicaba a seguir entrenadores; los amordazaba, cubría sus ojos y los obliga a comportarse como orugas.

El comisionado paseó por el cuarto de paredes delgadas con ventanas reforzadas de vidrios de resistentes polímeros.

—Estudiamos al sujeto en la academia, gracias al tipo y a otros casos presentados en la sede central se elevó la edad mínima para ser un entrenador—complementó Lucas.

—Sí, recuerdo la clase, el tipo era un escuálido tonto.

—Estamos tratando con un varón de entre los veinte y treinta años como máximo—afirmó Hoover.

Los agentes se quedaron sorprendidos por la falta de evidencias que habían dirigido a esa conclusión. Los detectives recién ascendidos estaban derramando su café en suelo desde su boca, Adachi solo rió y se puso a buscar algunos nombres en la base de datos central por medio de un dispositivo especial solo asignado a agentes de medio y alto rango.

Antes de poder articular alguna pregunta.

—¿Cómo puede decir eso?

—Los hombres mayores de treinta años ya tiene hijos, y por lo que vemos este sujeto ve a los niños como objetos lejos de personas. Por lo podemos decir que es un hombre que tuvo una infancia difícil, violencia o abandono. Una persona con un hijo en casa sería fácil de notar por los sistemas de seguridad en hogares con niños menores de diez años, además de que por su pasado una relación sería difícil de lograr.

—Vaya—dijeron los agentes.

En la mesa principal aterrizaron dos carpetas con nombres, archivos y otras cosas de la investigación, los nuevos detectives vieron una pila de documentos en un folder de color paja más grande que un cuaderno.

—Reúnan a los demás—ordenó Adachi.

Los chicos se fueron con los documentos que tendrían que repartir para comenzar con la junta del pequeño equipo que se había logrado juntar. Muchos de los policías en servicio temían por el bienestar de sus familias si investigaban en este asunto, por lo que la mayoría del equipo eran jóvenes inexpertos.

—Buena distracción, ahora dime todo lo que descubriste.

—Me alegra que hayas leído mis intenciones.

—Llevo más tiempo contigo del que me gustaría—Adachi se sentó—¿desconfías de ellos?

—Entran en el perfil.

—Igual que yo—Adachi le dio un buen sorbo a su bebida.

—Buen punto, pero un cabeza hueco con aires de grandeza no está dentro del perfil.

—Sigo aquí—dijo el pelirrojo.

—Hay algo que debemos saber solo tu y yo, los altos mandos están pensando que no soy capaz de hallar al culpable, eso sin contar que en las encuestas de la sede central en Olympus soy favorito. Es normal que se centren en otras cosas.

—¿Más que en niños secuestrados?

—Sí, algo está pasando, algo grade. Pero solo cuando sea jefe de una región podré saber de qué se trata.

Hoover bajo su cabeza hasta su portafolio fino de importante valor, tanto simbólico como económico, en el se encontraba una fotografía tomada tiempo atrás en la que sus arrugas marcadas por las largas horas de trabajo podían formar una sonrisa, una preciosa chica montada en la espalda del comisionado y, junto a esa imagen, la insignia de graduación de felicitando a una destacada cadete.

—Y tener acceso a los archivos secretos—Adachi sacó a su maestro de su hipnosis.

—En fin, iremos a las escenas en donde los niños fueron liberados—indicó Hoover.

—Y por iremos solo te refieres a mí.

—Sí, yo iré a hablar con los padres de las víctimas que aun no abandonan la región o que se encuentren en bajo protección especial. También pasa a las casetas de vigilancia para recoger sus informes y evidencia.

Adachi pasó por su equipo y algunas otras herramientas simples que tenía en su escritorio, su placa estaba guardada en su cajón con llave. Agarró su billetera de mala gana y con la vista puesta en el infinito salió del gran edificio, evitaba tocar las grietas del pavimento.

Hoover arribó a la casa de una de las primeras víctimas de la cadena de suicidios espontáneos, la fachada estaba descuidada, las numerosas hierbas en el jardín y la gruesa capa de polvo en el tapete de bienvenida lo delataba. El timbre rojizo zona en son de una melodía triste y con dificultades sonoras, al abrir la puerta una mujer adulta de treinta y cinco años fulminó al comisionado con ojos tristes y faltos de descanso alguno.

—¿Qué desea? —interrogó molesta.

—Venía a hacerle unas preguntas.

—Ya dije todo lo que tenía que decir—la puerta se comenzó a cerrar.

—Creo que puede ayudarnos en algo más.

—No lo creo oficial.

—Se que le escondió algo a la policía, y si no me dice todo lo que sabe—Hoover se sobó la frente—podría tener problemas legales por habitar una casa que no es suya.

La mujer cedió y en medio de una mirada profunda abismal abrió la puerta de golpe, como si fuera el preludio de lo que le esperaba al comisionado ese día.

Había pocos muebles en la casa y los pocos que había parecían haber sido comprados en baratas o mercados locales, algunos incluso corroídos e impregnados de capas de pintura de mal gusto. En la mesa de descanso se encontraba la fotografía de una familia, un niño de cinco años, la madre con un mejor semblante abrazando a su hijo y finalmente el padre, los varones tenían las manos de la fémina en sus hombros. Una bella escena, sin duda, pero no una que pudiera engañar a un viejo espantapájaros.

—Y... ¿Qué es lo que quiere? —impaciente miró al oficial.

Este solo se sentó en un viejo sillón esperando algún suvenir dulce por parte de una amable ama de casa, aunque era demasiado pedir pues el vestido que tenía la señera indicaba que iba de salida.

—Solo quiero aclarar algunas cosas—dijo el agente.

—Ya lo dije todo.

—Y yo la escuche a la perfección—Hoover le permitió continuar—solo quiero que me ayude a aclarar la escena del incidente, tal vez si la reconstruye conmigo resulte algo útil. Aquella noche, ¿qué es lo primero que recuerda?

—Llevar a mi hijo a su cama, darle un beso y arroparlo, lo usual.

—¿Algo fuera de lo común?

—En serio les gusta perder el tiempo, ¿no?, no, nada que puede recordar—la ama de casa de cabello hasta el hombro adornado con un broche brillante se desesperó.

—es el tipo de mujer que le gusta ir al grano—Hoover admitió.

—No lo negaré, dentro de poco nos mudaremos, así que será mejor que acabe de una vez. Gracias a ustedes mi esposo apenas y puede dormir, y el niño no deja de mojar la cama. Todo porque ustedes no pueden encontrar al culpable.

Los ojos de la mujer se alteraron, pero volvieron a su estado normal enseguida. Hoover dio una risa ahogada antes de hablar.

— En el reporte policial que llenó, a usted y a su familia se le hicieron exámenes médicos estándar, sin embargo, usted se negó—el viejo detective sacó una carpeta con copias de las recetas medicas del servicio de salud de Kanto—aquí dice que usted fue tratada por golpes y moretones en su cuerpo, un poco serios.

—¿A dónde quiere llegar?

—¿Por qué no le dijo a la policía que fue agredida por el secuestrador? —completó.

—No se de que habla—la mujer sonrió forzadamente.

—Le ahorraré el trabajo, no lo hizo porque de hacerlo iniciaría otro proceso, uno que llevaría a saber que esta casa no le pertenece y peor aún, lo que pasa dentro de esta.

—Supongo que un té no lo callará—la mujer lanzó en un tono molesto.

—No, pero sería bueno para mi garganta— se aclaró la garganta —Normalmente pensaría en violencia intrafamiliar, pero el niño no presenta signo alguno, la fotografía muestra mucho de su familia, un niño feliz y muy alegre, hasta consentido. El padre es sumiso, usted lo domina.

—Bueno, al menos no me arrojaran a servicios infantiles.

—Trafica, no tendría las joyas que tiene con el empleo simple de su marido.

La mujer se petrifico y Hoover hizo una mueca que casi figura una sonrisa.

—Solo guardo cosas.

—Y creo saber qué tipo de cosas, los tauros son raros y codiciados desde que cerró la zona safari de la región, pero no es por lo que vine, vine por la verdad de esa noche.

En esos mismos instantes el agente desalineado soplaba aburrido dentro de unos guantes blancos especiales para las investigaciones, de una tela biodegradable en extremo se debían de mantener en sus bolsas selladas. Sin importar el bienestar de sus pantalones Richmond de primera categoría se adentro sin miedo pisando piedras llenas de musgo, algunos charcos de profundidad importante, reviso el área marcada por los guardias de las rutas, ya sea de las casetas de vigilancia o por los encargados del bosque.

Por la tierra se hallaban banderas que marcaban con una flecha la forma en que se movió el niño antes de ser encontrado, solo algunos metros dentro de las entrañas post invernales, después de avanzar algunos metros al mismo tiempo que intentaba ver la trayectoria del infante o del culpable.

Paso horas revisando cada detalle y encontrando más preguntas que posibles respuestas.

—En un lugar abandonado...—jugueteó con una roca—¿Cómo es que el niño no pelea?

Algunas imágenes pasan por su mente, casos resueltos pasados, si bien eran extraños los crimines violentos Adachi y su mentor eran expertos en ellos.

—Porque soy débil y tengo al niño sedado. Sé como sedar a un niño y no lastimarlo.

Fue por sus documentos para guiarse, su condición física era envidiable, fue y regresó en un santiamén. Cuando abrió el documento se fijo en las descripciones de los peritos, a pesar de seguir las huellas y rastros hasta el lugar, el desconocido pudo escapar después de un tramó, como si hubiera desaparecido.

—Como si pudiera volar.

Adachi se levantó del fango y pensó.

>>Con el pokémon correcto todo es posible, ¿no? <<.

Miró hacia los árboles, en sus copas todos seguían una formación consistente, aunque estaban parcialmente desvanecida por la degradación causada por estación del lugar, en algunos de ellas todavía se podía ver un ligero patrón cuadrado, mismo que pudo seguir. Después de ver a la cosa del parque, sacó una maquina pequeña, y en sus pantallas saldrían rastros de los pokémon que estuvieron en el lugar, al menos si dejaron suficientes tejidos.

La pantalla inferior se iluminó con un letrero de desconocido, pero en la otra apareció el tipado de cada pokémon que había estado allí. Todo era normal hasta que vio un recuadro de color rosa, un tipo psíquico.

El agente siguió sus instintos hasta llegar a un claro de agua en donde, con la ayuda del descongelamiento y la actividad pokémon, volvía a albergar vida. Siguió el riachuelo hasta un desemboque hacia una cueva en la que encontró residuos de un pokémon, ahora identificado como Hypno. En una piedra había rasguños brutos, Adachi los identificó como obra del pokémon, sin embargo, más allá de donde su vista podría haberse fijado, una bolsa o lo que era un pequeño trozo de esta, estaba atorada en una roca junto a la corriente de agua. Una del mismo tipo en la que estaban sus guantes.

Sus ojos oscuros se dilataron expandiéndose a la vez que tecleaba un mensaje cifrado a su superior, a pesar de que dicho escrito sería recibido mucho tiempo después, se adentró al bosque a sabiendas que por primera vez en el caso tenía lo más cercano a una pista.

Los guardabosques no habían limpiado la zona a causa del clima invernal, sumado que la revisión del bosque se hace por secciones en periodos específicos. El secuestrador actuó en horarios y en zonas que ninguna fuerza lo pudiera ver, por lo que la posibilidad de que fuera o haya sido parte de la policía existía.

Liberó a su compañero para bajar del otro lado de la ruta y dirigirse a la zona de los guardabosques en los que ya debería de haber gente o cobertura, con maestría la anguila azul bajaba las pendientes con una gran velocidad, ningún obstáculo le representaba alguna molestia.

—Este es el lugar en donde el chico "E" fue encontrado.

Sin duda la victima mas extraña y sin sentido de todo este caso, la madre recibía atención psiquiátrica al igual que su hijo, el padre se desvaneció en el aire.

Fue una de las primeras victimas y esa zona la única que estaba cerca de otra en donde fue arrojado el hijo de la familia que entrevistaba Hoover.

—Esta fuera del método del maldito—Adachi masajeaba sus hombros en señal de estrés—estaba asustado, algo cambió con el chico "E".

El agente se adentró a las zonas más alejadas del bosque, las que solo los especialistas pueden adentrarse, ahí a punto de perder la tarde entera pudo divisar una zona en la que los pokémon se juntaban para recoger bayas, una buena parvada de tipo volador de diversas especies estaba comiendo.

Adachi ordenó un ataque eléctrico para dispersarlos, debajo de las toneladas de plumas y excrementos reposaban por todo el sitio restos de tela, entre ellos guantes de fácil degradación.

Pero debajo de un montículo de tierra se asomaba algo más, una bata blanca.

Eelektross se puso en guardia al estirar sus manos y comenzar a conducir energía eléctrica, iluminando así a sus alrededores que estaban a punto de ser engullidos en la temible oscuridad.

—No puede ser.

Las puntas de los arboles de movieron a pesar de no haber viento, leves alteraciones a las sombras del final del día. Su compañero iluminaba los alrededores haciendo que las malformadas ramas y arbustos se transmutaran en criaturas dantescas, el sonido de los arboles era acompañado de un fuerte olor a bayas concentrado, picante y molesto.

Leves pasos pequeños pasaban por entre las sombras bajas, series interminables de pasos. Lo rodeaban en el sentido de las manecillas del reloj, pero el acoso de las alturas lo hacia en sentido contrario. Una leve caída de un fluido raro y espeso manchó su saco.

Adachi se apartó revisando sus alrededores con ojos flemáticos, atento a cualquier sonido movía sin para la cabeza que no podía dar abasto a lo que le rodeaba, su respiración se volvía irregular y una sensación fría recorría sus piernas. Su visión lo traicionaba, la luminancia de su pokémon le hacia creer ver cosas descarnadas verlos desde las tinieblas, solo podía esperar lo peor.

Hizo que el tipo eléctrico se enredará en su cuerpo como una de sus tácticas en batallas fieras cuerpo a cuerpo.

Y con el ruido de las maderas al sucumbir, y las hierbas aplastadas por varios pies, Adachi gritó a la vez que múltiples sombras se abalanzaba hacia él, ennegrecidas por la noche y enloquecidas por el olor, decenas de cuerpos arremetieron contra el pelirrojo y su pokémon.

Hoover veía a la mujer desplomarse en su asiento, estaban planeando huir del lugar por miedo que la investigación descubriera ese pequeño bache jurídico en la vida de la familia.

—Trabajo en el centro comunitario, ese día estábamos arreglando el papeleo de a campaña de vacunación—dijo aquella mujer—era mucho trabajo que hacer, pero nuestro equipo era muy bueno todas las voluntarias acabamos deprisa.

Hoover analizaba la historia en busca de mayores inconsistencias.

—Le había dicho a mi esposo e hijo que no llegaría, pero quise sorprenderlos. Sabe, conocí a mi esposo en la escuela, un ñoño, un buen tipo. Supongo que las personas malas sientes atracción por las buenas y viceversa. Cuando llegué estaban dormidos mi hijo en su cuarto y mi esposo preparó café.

La mujer dudo un poco, como si intentará armar un rompecabezas.

—Fui a despedirme de mi hijo, arroparlo, tiene una fea forma de dormir. Intenté llamar a mi marido, pero no hubo respuesta, unas luces aparecieron frente a mí, después de eso no recuerdo nada. Creí que el golpe fue por... ya sabe, los pokémon con los que tratamos.

—¿No hubo algo diferente?

—No.

—¿En el trabajo?

—Solo dimos la presentación de la campaña, como todos los años.

—Gracias, es todo lo que quería saber.

Hoover había cambiado su semblante, se fue corriendo hasta llegar a la caseta de vigilancia de la ruta ocho, observó detenidamente el reporte anónimo de Hilda y lo comparó con los testimonios de los demás afectados. Intentó marcar a Adachi, sin embargo, esta fuera del área de servicio.

—No hay más evidencia de las víctimas.

—No—contestó el oficial Mark.

—Necesito todos los reportes de cualquier cosa, de los últimos meses.

—¿Para qué?

—Puede que haya cometido otro error, quiero ver las declaraciones de las dos familias otra vez y también los exámenes de salud a los que fueron sometidos los niños—ordenó Hoover.

—Claro.

El sonido de la alarma de emergencia contagio la base policial. Desde la distancia la voz de un anciano solicitaba asistencia para bajar cajas en una granja local.

—Lo lamento mucho, señor.

—No, no te preocupes.

—El viejo Stevenson solo quiere que lo ayude a poner trampas en sus cultivos. Volveré enseguida. Estará seguro con mi compañero, esta limpiando la zona de celdas, aunque nunca la utilicemos.

—Descuida.

El oficial se fue en una bicicleta a toda marcha por un camino rural hacia una de las ultimas zonas de la ciudad, prácticamente eran parte de los bosques por la falta de pavimento y energía eléctrica.

Los reportes señalaban algo curioso acerca del niño "E" y del joven granjero. Al parecer el niño "E" tomaba medicamentos para la alergia, para la irritación de la nariz y garganta. Hoover se detuvo en medio del cuarto encima de documentos corroídos, solo el sonido de un constante goteo del techo lo acompañaba. En su mente cientos de visiones pasadas se armaban de manera vertiginosa, datos, palabras, expresiones. El viejo policía estaba fuera de forma, olvidaba algunas cosas por las mañanas y temía que su impecable higiene personal empeorara, y en más de una ocasión una mujer le había llamado abuelo en algún bar. Pero un viejo lobo de mar nunca perdería su toque.

—Ahora sé cómo encontrarte.

Se disponía a irse cuando un segundo goteo se unió al anterior, desde una ventana enrejada divisó una mano con un guante en el vidrio empañándolo en el proceso.

Ondeando su gabardina corrió como pudo a pesar del dolor en sus rodillas. Subió las escaleras en pares. Al llegar las puertas estaban cerradas, bloqueadas con los bancos de las celdas.

El agente especial pudo percatarse de una masa en el pasillo continuó, dirección en la que un poderoso brazo casi le arranca la vida que le quedaba. Con los ojos en blanco y escurriendo sudor por su masiva figura se hallaba un Machamp.

Los ojos de Hoover intentaron ver a todas direcciones en busca de un entrenador, cosa de la que desistió de inmediato, no había escuchado orden alguna. A lo lejos una figura pequeña abandonaba la zona luminosa para adentrase a las malezas.

El viejo buscó su pokéball, sin embargo, proyectiles de cualquier tipo se estrellaron contra todo, un pedazo de madera se rompió en su pierna derecha. El dolor fue agudo, cerca de una vieja cicatriz, con ayuda de sus manos pudo impulsarse para caer por las escolareas hacia la zona de celdas.

La poderosa criatura le dio caza, era más lento que otros, hasta torpe, pero de ninguna manera disminuía su fuerza. En cada golpe arrancaba trozos de la pared en señal de furia.

Uno de los escalones lesionó una de las mejillas de Hoover y una de sus manos de dobló dolorosamente, apenas levantó la vista vio a sus alrededores, sin salida. Con un gritó a sus espaldas la masa de golpes casi aniquila su otra pierna al caer de un saltó.

La gabardina fue suficiente para entretener a tres de los cuatro brazos que intentaron apresarlo. El viejo se metió a una de las celdas, sin dudarlo cerró para que el seguro hiciera lo suyo. Las rejas parecieron doblarse ante una embestida que hirió más al agresor que a la presa.

Puños dinámicos se formaron en los brazos del pokémon, y sin piedad golpeó las protecciones, su mirada por momentos pasaba del blanco a los iris en direcciones opuestas.

Cada golpe sacaba restos de cemento al techo, la celda no tardaría en romperse y justo después sería el turno de Hoover. Segundo a segundo el metal se acercaba a su cuerpo.

A lo largo del bosque tenues signos de luz avanzaban, a cada paso caían más y más pokémon salvajes de toda especie del área. Con un camino de casi medio kilometro formado por cuerpos noqueados, Adachi y su compañero huían, pero todos estaba oscuros cada paso parecía dirigirlo al inicio.

No podía detenerse porque una lluvia de ataques lo arrasaría, desde arriba abajo e incluso desde debajo de la tierra, el sonido de las ramas romperse aceleraban su corazón y en varias ocasiones ordenó ataques a una sombra irregular en los árboles.

Algunas piedras herían la espalda, algunas ramas e incluso algunos restos de comida. Una horda de pokémon enloquecidos lanzaban ataques de baja potencia, pero era la cantidad y no el poder de los ataques lo que había orillado a salir corriendo, hubo momentos en que casi cae ante una sombra de cuatro metros de diámetro. Una lluvia de tajos aéreos y de tajo umbrío casi devasta su defensa, afortunadamente salió volando contra una colina de la que bajo golpeándose con algunas rocas antes de que su compinche pudiera elevarlo.

Una nube se atravesó entre el campo de batalla y la luna. Todo fue tan rápido, los pokémon saltaron a la vez formando una avalancha de la que Adachi apenas pudo escapar subiendo a un árbol, árbol que fue derrumbado. Antes de caer había observado un lago.

Para cuando la luz volvió, un grupo de al menos cincuenta pokémon lo rodeaban. Todos tenían un brillo rojizo, el agente identifico tal efecto como si se tratara de las carnadas usadas en las zonas safari para atraer pokémon con el único detalle de que este los hacia enfurecer.

Eelektross estaba lastimado, un gran moretón le impedía arrojar respuestas a los pokémon dementes.

—¡Escucha, utilicemos esto! —dijo Adachi a su confiable pokémon con tan mal temperamento como el de él.

Uno de los accesorios que pudo traer fue una lámpara de mano de baja potencia, para su fortuna podía concentrar su energía en un solo punto.

Parte de su traje estaba rasgado, estaba hecho a la medida para él, con un poco de materiales aislantes para cargar a eelektross en caso de emergencia. Arrancó un gran trazo para cubrir el ojo de su compañero y amarrar un tronco a su mano derecha.

—¡Prendamos este basurero!

Los relámpagos salían sin ningún cuidado o intento de atinar, solo eran ataques aleatorios. Adachi había tomado el palo y golpeaba todo lo que se le acercará, varias veces le dio un golpe a un árbol o piedra.

Adachi corrió hacia uno de los árboles en los que refugió y comenzó a escalar a la punta, todos sus perseguidores lo imitaron, el rugir del viento, la sangre hirviendo en sus venas, las yemas de sus dedos abiertas, todo se unía los quejidos y preocupaciones del pokémon en la espalda de Adachi.

Una vez que el agente casi podía ver las estrellas a través de las hojas, se arrojó al vacío en una caída de varios metros. Pero la habilidad del tipo eléctrico hizo efecto, con la lampara señaló los puntos en los que eelektross mandó un poderoso electro cañón que derribó el árbol hacia el lago.

El agua arrastró el efecto de la toxina volviendo a todos a la serenidad, Adachi se arrojó a rescatar a los que no había podido salir por su cuenta, sin embargo, todo estaba muy oscuro. Una cola gigante lo llevó a tierra, un gyarados trajo consigo a todos los pokémon.

De entre la hierba los guardabosques, preocupados por la ausencia del agente, habían ido a buscarlo con todo el equipo necesario. Ellos se encargaron de rescatar a los pokémon. Para cuando la fémina de las fuerzas intentó tratar las lesiones de Adachi este se había ido de ahí en uno de los vehículos todo terreno de los guardabosques.

El sonido hueco del metal además de los restos que caían con mayor frecuencia en la cabeza del comisionado, la presión ejercida era tal, que los músculos azulados parecían crecer del tamaño de una cabeza humana. Los dos únicos dedos se inclinaban para incrementar su agarre, y en algunas ocasiones sus protuberancias craneales impactaban la puerta en señal de coraje.

Hoover se sentó en suelo y de manera discreta sacó su holomisor en cual estaba el perfil que había estado escribiendo antes de estar en posición en la que se encontraba, con un discreto movimiento de su dedo puedo ser capaz de enviarlo. Fue todo lo que pudo hacer antes de un tentáculo luminiscente de color azul pasara por los barrotes y se incrustara en la base de gris del aparato.

El viejo pudo eludir con maestría la obvia intención de inutilizar su mano, cuando menos algunos dedos.

Los brazos de machamp envolvieron toda la celda y, en una leve abertura de los barrotes, metió su cabeza. En su poca lucidez el pokémon intentaba meter más su cabeza para morder al comisionado.

Era una batalla contra el tiempo, las celdas estaban reforzadas para resistir cierto número de ataques pokémon, después de las protestas en contra de la guerra décadas atrás que fueron marcados por el contrabando de pokéball en jabones e incluso en papel higiénico, forzaron a las autoridades a crear celdas que pudieran dar tiempo a las fuerzas de actuar. Modelos viejos, sí, no obstante, funcionales con el debido mantenimiento.

Si intentaba sacar alguna de sus pokéball serían atravesadas por esos vectores de color azul, a pesar de saber del parasito la posición de este lo dificultaba todo, cubierto por casi todos los ángulos de los que se podría esperar algún daño.

—Ya estoy muy viejo para esto.

Hoover se quitó la gabardina y el saco, una camisa delgada sin textura marcaron los músculos que, un tiempo atrás, lo llevaron a conocer a muchas mujeres de extrema belleza, entre ellas la mujer que posaba junta a su primogénita en la fotografía que siempre llevaba consigo, guardo su gran tesoro en forma de collar debajo de sus ropas.

Ditto no dudó ni un segundo y atacó con sus extremidades falsas, aun había suficiente espacio para que el policía se moviera de su eje, cada vector se estrelló contra la pared. En las fuerzas especiales era común una buena novatada; levantarlos con agua fría después de una fiesta y poner a pokémon a usar pedrada o carámbanos para entretenimiento.

—Que buenos recuerdos—Hoover fue el único en poner al pokémon de su lado y agredir a sus superiores—esas dos semanas de arresto fueron satisfactorias.

Dejo libre sus brazos de gran tamaño de la camisa, se quitó el cinturón y lo enredó en un brazo.

—Vamos, no hagas esperar a un abuelo.

Los tentáculos esta vez tomaron forma de golpes, decisión para mejorar el control y el área de daño, silbaron por el viento hasta que su presa cayó de rodillas, torturó su rodilla para poder esquivar y extender el cinturón y usarlo para someter a tres extremidades. Una le rozó el rostro, no obstante, se recuperó para tomar la tapa que cubría la caja del retrete, con su pie aventó su abrigo para usarlo como una pantalla, arrojó la tapa contra su atacante, pues este al verse aprisionado se había visto obligado a salir parcialmente de su escondite. Machamp solo pudo fracturar el objeto de cerámica esparciendo restos por todas partes.

Hoover luchaba por mantener aprisionado a los vectores azulados, al ser alto pudo romper la lampara que iluminaba aquella celda que ya se encontraba a menos de un metro aplastar al hombre de ley. Sin protección en los focos, que podían ser la lleve de salida para los prisioneros, tal y como lo había confirmado cierto recluso fanático del tipo eléctrico.

Los cables se soltaron y de ellos la energía corría como clave para la derrota de la masa, gracias a los reportes de su pupilo. Pero ditto se resistía, el cuerpo viejo del agente ejercía toda la fuerza que sus músculos le permitían, los ojos del ser a sus espaldas se dilataron al ver la corriente. Estiró casi todo su cuerpo y con ello su poder aumentó rompiendo el cinturón y golpeando en el suelo al comisionado.

La espalda de Hoover hizo un sonido terrible, las venas de su cabeza se hincharon y su rostro se tiñó de rojo, nunca gritó, no, su orgullo se lo impedía, únicamente abrió su boca mientras lanzaba toda clase de palabrotas.

—Nada mal—dijo riendo—para una gelatina.

Una luz blanca iluminó la celda por un segundo y con ello la forma bestial de un oso colosal se irguió, imponente y con una mirada mal humorada observó a la masa que levantó sus ojos ante el terror.

Una de las garras firmes de ursaring aprisionó la zona del troco del huésped, la otra llegó al estómago. Un rugido hizo eco y la masa de músculos fue levantada por los aires a algunos centímetros del suelo, los pies del gran oso giraron con violencia provocando una ráfaga que terminó con el impacto de machamp contra la pared.

El oso marrón aterrizó de sentón en el suelo, de inmediato se reincorporó para abrir de un movimiento la prisión de su compañero que ya lo esperaba de pie, el metal había estado a escasos centímetros de su cuerpo, el retrete no tuvo tanta suerte y el agua se esparció.

—"Stayin' Alive"— sostenía la nota tanto como su garganta le permitía—quiero ver a mi nuevo prisionero.

Ditto levantó el cuerpo de machamp mismo que fue devuelto al suelo con un golpe centrado, golpe que le rezó y que pudo despréndele una parte de su viscoso cuerpo. Esa fuerza era ridícula.

—Veamos que estas hecho, amiguito azul.

Ditto se estiró de nueva cuenta, pero esta vez formó un cuerpo ovalado el cual giró sobre su propio eje esparciendo agua a los ojos de sus posibles captores, la esfera se precipito hasta otra de las tasas y aunque detrás de ella un golpe centrado separó el retrete del suelo, su escape fue exitoso.

—Vaya cada vez son más tímidas las nuevas generaciones—Hoover le dio primeros auxilios a machamp y metió la evidencia en una bolsa pequeña de plástico.

Después de ponerse una venda en la espalda y costillas, salió con su compañero. El perfil que había mandado estaba incompleto, pero iría a resolver eso. La cara de ursaring estaba afligida.

—Fue una buena pelea—su pokémon lo miró con duda—para un par de viejos.

Una buena pelea era lo que necesitaba para sentirse revitalizado, sin pensar en el viejo caso que llevó a su hija al borde la muerta, manteniendo los rostros de las víctimas de enigma lejos por un instante.

—Pero aun no perdemos nuestro encanto.

En la puerta de la estación, machamp barría la entrada, el agua salía de la estación junto con los documentos y evidencias, un hoyo se generó en la pared por el último ataque de ursaring. Los muebles de toda la estación estaban afuera secándose. Y en la puerta de madera se hallaba una nota.

>> Tienes una bonita estación, hice algunas remodelaciones espero que no te molesten <<.

En las puertas de la base una figura de ropas desgarradas se levantó para saludarlo.

—Parece que tuviste una noche salvaje, mocoso.

—Te puedo decir lo mismo—contestó Adachi.

—Aún tengo vitalidad—Hoover extendió sus brazos y avanzó hasta las puertas.

—El imbécil se asustó con el niño "E". Se asustó tanto que dejo evidencia en el bosque, aunque con una trampa—Adachi sacó una ampolleta de metal—cortesía de los traficantes de passione.

—Y se acobardo con la madre del otro chico—dijo Hoover—al borde de usar violencia.

—Ya lo tenemos, dales el perfil a los chicos y consigue patrullas de las fuerzas especiales. Dame una lista de los medios que estuvieron en los eventos.

El sol estaba por amanecer y con el oscuro cielo desapareciendo, los agentes de dirigieron adentro para dirigir sus tropas y encontrar al único al que le pertenecían esas características.

Sin saberlo, ese día sus vidas darían un giro inesperado ante los inicios de una maldad escondida entre los paramos más oscuros del mundo pokémon.

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