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Interludio de la Isla Blastoise

Región de Kanto, Isla Cinnabar...

Tras una gran victoria y otra bien ganada medalla de gimnasio, Ash y compañía se fueron a celebrar con algunos deliciosos helados. O al menos, todos a excepción de Iris, que finalmente sucumbió a su falta de sueño, y encontró una cómoda almohada en el hombro del pelinegro.

En tiempos muy lejanos, Misty le habría dado una buena regañina o la habría retirado de un jalón, pero simplemente no tuvo el corazón para hacerlo. La morena necesitaba descansar.

Y después de hacerlo, una vez que se despertó llena de energía de nuevo, pudieron relatarle cuál sería su siguiente destino: Pueblo Paleta, el lugar de nacimiento de Ash. Faltando unos cuantos meses para la Liga Pokémon, parecía tan buen lugar como cualquiera para pasar el tiempo. Y también... el inminente encuentro con la madre de Ash, a quien sin duda se sentían muy ansiosas de conocer.

Sin embargo, todavía faltaban algunas horas para que zarpara el barco fuera de Isla Cinnabar. Hasta entonces y para pasar el tiempo, Iris propuso hacer algo de entrenamiento de último minuto. Nada pesado, solo algo de entrenamiento físico sin usar sus poderes.

- ¿Es lo mejor que tienes? – decía Misty, bloqueando las palmadas que intentaba darle Iris usando sus antebrazos. – Vamos, ponle un poco más de empeño, ¿no?

- Dije que fuese un entrenamiento ligero. – replicó la chica salvaje. Entretanto, Anabel y Ash solamente se quedaban observando, mientras sus Pokémon se encontraban ocupados en peleas de práctica.

- Vamos, que no te dé miedo. – insistió Misty. – Me has puesto a hacer cosas mucho peores.

- Hoy pareces inusualmente motivada. – replicó Iris, esquivando un par de tajos de las manos de Misty, seguidos de una patada alta agachándose.

La pelirroja empezó a insistir, aumentando el ritmo de sus golpes. Si Iris no quería atacarla, lo haría ella misma. Primero una palmada a la cara, después al pecho, y luego una patada baja hacia los tobillos. Todos fueron desviados o esquivados fácilmente, pero Misty no se amilanó. En vez de eso, continuó, sin darse cuenta que estaba imprimiéndole más fuerza a cada golpe.

La pelea se detuvo abruptamente cuando, tras esquivar un golpe a la cara agachándose, Iris empujó a Misty con ambas palmas, directo al estómago para sacarle el aire, y luego dio una patada baja para hacerla caer sobre su retaguardia. Por suerte, la arena amortiguó su aterrizaje, así que no le dolió mucho.

- Creo que ya es suficiente. – dijo Iris.

- No, no lo es. – dijo Misty tratando de ponerse de pie. – Todavía puedo con un par de asaltos más.

- Estás agotada, puedo verlo. – dijo Iris. – Esforzarse está bien, pero no hay que abusar del cuerpo más de lo necesario.

- Te estoy diciendo que...

- Misty... – la interrumpió Iris, alzando la mano. – Aprecio tu entusiasmo, pero no hay que sobre esforzarse. ¿O es que quieres lastimarte o algo así?

- Yo no...

- ¿Puedo sugerir algo? – intervino Anabel. – Misty, podemos ir a practicar técnicas de meditación. Así entrenamos la mente y puedes descansar el cuerpo.

- Eso suena bien. – dijo Iris. – Misty, ve con Anabel. Yo seguiré entrenando con Ash.

- Pero yo...

- Misty, hazle caso. – dijo Ash. – Te vendría bien descansar, en serio. Estaremos bien, no te preocupes.

Misty quiso protestar, pero finalmente la convencieron al ver que la superaban tres a una. Resignada, se fue con Anabel a otra parte de la playa un poco más alejada, aunque no muy lejos de Iris y Ash. Ya una vez allí, se sentaron en la arena y cruzaron las piernas.

- Relájate y despeja tu mente. – dijo Anabel. – Olvídate de tus preocupaciones, y trata de pensar solo en cosas agradables. No dejes que nada te interrumpa.

- De acuerdo. – dijo la pelirroja.

Aunque le parecía aburrido (fuera de los pensamientos de dejar a Ash e Iris a solas), Misty tuvo que admitir que sentarse con las piernas cruzadas sobre la arena, escuchando el rumor de las olas golpeando contra la orilla, le resultaba bastante relajante. Quizás Iris y el resto tenían razón al decir que intentaba esforzarse más de lo necesario.

- "De nuevo, si me canso o me lastimo, tal vez Anabel o Ash podrían utilizar Pulso Curativo conmigo." – pensó. Claro, podían fácilmente reponerle su energía y curarle cualquier herida.

Quizás... sería bueno tener una habilidad así. Algo con lo que pudiera reponerse a sí misma y aguantar por más tiempo. Tenía que ser más fuerte... más fuerte para poder proteger a Ash...

- "Hmm... tal vez esto funciona mejor de lo que pensé." – De pronto empezó a sentir que la fatiga se iba. Lento pero seguro... a cada tanto sentía un poco del cansancio desvanecerse, y ser reemplazada por una sensación revigorizante. Tal vez solo necesitaba poner su mente en ello.

- Misty... – dijo de pronto Anabel dentro de su cabeza.

- ¿Qué sucede? – preguntó Misty. – ¿No se supone que no debes interrumpir mi meditación?

- No es eso. – insistió la telépata, con un tono que sonaba entre sorprendido y preocupado. – Abre los ojos y ve lo que estás haciendo.

- ¿Qué es lo que...? – Misty no alcanzó a terminar la pregunta, pues rápidamente vio lo que estaba haciendo, y por qué Anabel sonaba preocupada.

A su alrededor, específicamente al nivel de su cintura, estaban orbitando un par de anillos de agua, que resplandecían con una luz extraña a cada tantos segundos, momento en el cual sintió de nuevo esa energía fluyendo dentro de ella.

- Esto es...

- ¿Aqua Anillo? – preguntó Anabel. – Misty, no se suponía que usáramos nuestros poderes.

- Yo no... – Misty miró alarmada a su alrededor solo para comprobar que no hubiese nadie más que pudiese haberla visto mientras hacía eso. Por fortuna, los anillos de agua dejaron de orbitar y se deshicieron en un salpicón, para alivio de ambas chicas.

- ¿Qué sucedió? Creí que este sería un simple entrenamiento físico.

- No fue mi intención. – dijo Misty. – Es solo que... deseé tener un poco más de energía para resistir un poco más, y luego...

La pelirroja se quedó en silencio. Por su parte, Anabel se puso de pie y le ofreció la mano para ayudarla a levantarse, como una forma de indicar que tal vez ya habían tenido suficiente de ese entrenamiento por el momento. Misty aceptó el gesto, recordando por un momento su primer encuentro, cuando la telépata la salvó de Vedia en la Planta de Energía.

- Estás pensando en Ash de nuevo, ¿verdad?

No era una pregunta realmente. No tendría sentido mentirle tampoco, así que solo la miró fijamente a los ojos, y con un suspiro, sonrió de manera ligeramente sarcástica.

- Es muy extraño, ¿no? Hace unas semanas estaba quejándome por el entrenamiento de Iris, pero ahora... siento que no estoy haciendo suficiente, que debo esforzarme más. Que tengo que hacerme fuerte por él... por Ash, quiero decir. Por si alguien intenta lastimarlo.

Era difícil sacarse de la cabeza aquellos recuerdos. No solo de lo de Sabrina, sino también con la Cazadora J. En ambas ocasiones, Ash había sido secuestrado bajo sus narices y ella no había podido hacer nada para impedirlo. El que al final hubiera salido bien librado no cambiaba la sensación que tuvo, de cómo alguien importante para ella, su amigo, casi se lo arrebataba una persona con malas intenciones, y ella no podía más que sentir impotencia y rabia por no haber podido protegerlo.

- Tú eres la que lleva más tiempo con él entre nosotras, ¿no? Es obvio que te preocupes por él, y debió ser mucho más duro para ti ver que lo secuestraran no una, sino dos veces.

- No es solo eso. – dijo Misty. – No puedo explicarlo, pero... ¿alguna vez has conocido a alguien, y de pronto sientes como si lo conocieras de toda una vida? ¿No has sentido que de pronto tal vez fueron amigos en otra vida o algo por el estilo, si eso tiene sentido?

- No puedo decir que sí... pero hay quienes dicen que hay amistades que trascienden incluso la vida. Quizás no sería tan descabellado.

Anabel sonrió ligeramente. De algún modo eso le resultó reconfortante a Misty, que no pensara que estaba perdiendo la cabeza o algo así. Especialmente porque no tenía idea de cuánto de eso tenía que ver con el hecho de que le gustara Ash, y cuánto venía de esas otras razones que por algún motivo no podía explicar.

- Sabes, hasta que conocí a Ash, nunca pensé en volverme fuerte por alguien más. He estado sola por mucho tiempo y tenía que cuidar de mí misma. Pero ahora... es como si no pudiese imaginarme mi vida antes de que él llegara.

- Él es muy importante para ti, ¿verdad?

Misty asintió. Importante de muchas formas. Como un gran amigo, un compañero de viaje en el que siempre podía confiar, alguien que la inspiraba a dar su máximo esfuerzo para lograr sus sueños... y también alguien a quien quería proteger de cualquiera que le hiciera daño. Y para qué negarlo, le gustaba también como persona, como un chico.

- Anabel... a ti también te gusta Ash, ¿no es así? – preguntó Misty.

El rubor en las mejillas de la telépata fue suficiente respuesta, aunque a juzgar por como sonreía, probablemente ya Iris le habría hecho la misma pregunta. Eso le facilitaba las cosas.

- Seré sincera: puede que por dentro sí me sienta un poco celosa. Pero entre más tiempo paso con Ash, y también con ustedes, más puedo entenderlo. Iris tal vez prefiera su fuerza antes que nada, pero reconoce su amabilidad, igual que yo, y estoy segura de que tú también.

- No discutiré eso. Personalmente, lo que más me gusta de él es esa actitud alegre y optimista. Aunque a veces...

Anabel hizo una pausa, y su expresión se tornó ligeramente sombría. Esto llamó la atención de Misty, que inmediatamente decidió inquirir al respecto.

- ¿A veces qué?

- ¿Recuerdas lo que dije sobre Red la noche después del torneo de Fuchsia, que podía percibir que guardaba mucho dolor en su interior? Pues a veces...

- No me digas que... ¿lo has percibido con Ash?

- Han sido muy pocas veces y solo por momentos, pero... es como si tuviera algo enterrado en su interior. Algo que también le está causando dolor por algún motivo.

- ¿No tendrá que ver con... ya sabes, ese sociópata que se limitó a dejárselo de regalo a su madre y luego se fue a hacerlo quién sabe más veces? – preguntó Misty. Esa parecía una respuesta lógica.

- No, no lo creo. Esto es desde antes de lo de Sabrina, así que no tiene nada que ver. Es más bien... algo que siente que no puede compartir con nosotras. Creo que tiene miedo de cómo vamos a reaccionar.

Misty involuntariamente se llevó la mano al pecho. ¿Ash se estaba guardando un secreto que lo estaba lastimando, y tenía miedo de decírselos? ¿Por qué? ¿Qué podría ser? Esas y muchas otras preguntas se acumularon en su cabeza, entremezclándose con el deseo de querer averiguarlo y de encontrar una forma de ayudarlo.

Sin darse cuenta cerró la mano, arrugando los pliegues de su chaqueta abierta. Antes había sentido miedo de que Ash fuese a dejarla por irse con Iris. ¿Sería algo similar? ¿Tendría Ash miedo de que ella, Anabel o Iris lo dejarían si salía a la luz ese secreto suyo, fuese cual fuese? No, eso no podía ser. Misty dudaba que hubiese algo tan terrible que la impulsara a alejarse de él. No viniendo de un chico con un corazón como el de Ash.

Sin embargo, sus pensamientos sobre cómo podría ayudar a Ash se vieron interrumpidos por el Wartortle que vino corriendo hacia ellas, en clara señal de pánico.

- Hey, mira eso. – Misty señaló a la tortuga, y Anabel se dio la vuelta.

El Wartortle se detuvo frente a ellas, jadeando un poco para recuperar su aliento. Por un momento Misty se preguntó si era que el Squirtle de Ash había evolucionado, pero en el momento en que oyó su voz, supo que no era el caso. Ella sabía que cada Pokémon tenía una voz distintiva aunque fuesen de la misma especie. La tortuga empezó a agitar los brazos frenéticamente mientras empezaba a gritar.

- [¡Por favor, tienen que ayudarme! ¡Mis amigos, el Rey, todos van a...!]

- Espera un poco. – dijo Misty, agachándose para sujetarlo de los brazos y tratar de calmarlo. – Antes que nada, por favor dime qué te sucede.

En eso vinieron acercándose a toda prisa Ash e Iris, seguidos de los Pokémon que tenían afuera consigo. A la pelirroja no se le escapó que el Squirtle de Ash le echaba una mirada muy extraña al Wartortle, y luego intercambiaba una todavía más extraña con su entrenador. Los ojos de Ash se ensancharon ligeramente, pero no tenía tiempo de hacer preguntas, pues el Wartortle empezó a hablar de nuevo, y con mucha urgencia.

- [¡Nuestra isla! ¡Humanos malvados! ¡Atacaron nuestro hogar! ¡Todos van a...!]

- A ver, empecemos desde el principio. – lo interrumpió Misty. – ¿De dónde vienes, y qué estás haciendo aquí?

- [Vengo de una isla cerca de aquí.] – les explicó. – [Nosotros los Wartortles y Squirtles vivíamos en paz bajo la protección de nuestro Rey Blastoise, pero...]

- Espera un minuto. – lo detuvo Misty, procediendo a traducir para quienes no hablaban idioma Wartortle. Anabel e Iris asintieron, mientras que Ash y su Squirtle volvían a intercambiar miradas muy misteriosas. ¿Sabrían algo de ello?

- [Pero hace unas horas, unos humanos malvados llegaron y nos atacaron.] – continuó Wartortle. – [Sometieron a casi todos con unas máquinas extrañas. Yo solo logré escapar porque el Rey me mandó a volar fuera de la isla en busca de ayuda.]

Tras haber oído y retraducido todo, la pelirroja había tomado ya una decisión.

- ¿Dónde está esa isla tuya? – le preguntó. – ¿Puedes llevarnos allá?

- [Si pueden nadar, podemos llegar en menos de media hora.]

- Podemos hacer algo mejor que eso. Anabel. – dijo Misty mirando a la chica de pelo lavanda. – Puedes teletransportarte a donde sea dentro de tu rango, así nunca hayas estado ahí antes, ¿verdad?

- Será más seguro si tengo una imagen clara, pero sí, sí puedo.

- Entonces vamos, no hay tiempo que perder. – dijo Misty poniéndose de pie y apretando los puños. – Debemos ayudar a Wartortle y a sus amigos.

- ¿Qué hay de nuestro barco? – preguntó Iris. – Podríamos perderlo si nos tardamos mucho.

- Esto es importante. Wartortle vino a pedir ayuda y no podemos negársela. – dijo Misty. – ¿No es así, Ash?

No sabía ni por qué se lo estaba preguntando. En el tiempo que llevaba de viajar con él, siempre ayudaba a la gente que lo necesitara, se lo pidieran o no, y sin importar cuál fuese el problema. Si él podía hacer algo, por poco que fuese, lo haría sin dudar, y ahora ella quería hacer lo mismo.

- Siempre podemos tomar el de mañana. – dijo el entrenador pelinegro con una sonrisa.

- Pikachu. – asintió a su vez el roedor eléctrico sobre su hombro, al igual que todos. Incluso Iris, después de dudar un poco, estuvo de acuerdo al ver que todos estaban a bordo con el plan.

Misty sonrió. Con eso el trato quedaba sellado. Sin más, Anabel le puso la mano al Wartortle en la frente para leerle la mente y obtener imágenes claras de su destino. Hecho esto, todos, humanos y Pokémon se agarraron de las manos en círculo mientras la telépata se concentraba, y los llevaba hacia la isla.

Por lo visto, aún les quedaba una aventura más antes de terminar aquel día.

...

La teletransportación seguía siendo una experiencia psicodélica, pero al menos después de haberla hecho tantas veces aquel día, ya Misty sentía que se estaba acostumbrando. Al menos ya no se mareaba tanto como antes.

Nada, sin embargo, podría haberla preparado para el destino. El grupo había aterrizado sobre la arena, en una isla cuya más prominente característica era la montaña con forma de caparazón de Squirtle que se alzaba sobre el centro. Pero lo que otrora habría sido un paraíso tropical para los Pokémon que la habitaban, ahora solo era un vestigio de caos y destrucción. Árboles quemados o partidos, cráteres de explosiones en el suelo, y huellas de orugas de tanque en la arena. Quienquiera que hubiese pasado por allí no había escatimado en causar daños colaterales.

- Esto es... terrible. – dijo cuando finalmente recuperó el habla. – ¿Quién podría haber hecho todo esto?

- No me sorprendería que fuese esa mujer J. – dijo Iris.

Misty le echó una mirada a la chica salvaje, y se percató que estaba apretando sus puños. Si era alguien que quería capturar Pokémon era posible, pero después de su experiencia cuando secuestró a Ash, una parte de ella esperaba que no fuese esa mujer, con sus debidas disculpas a Iris y su familia. Aunque se hubieran vuelto más fuertes, y que ahora tuviesen más ayuda, no estaba segura de que estuviesen listos para pelear contra ella.

- Improbable. – intercedió el Pokédex desde la chaqueta de Ash. – Sin embargo, he entrado en los registros de la guardia costera local, y hay reportes de que una banda de contrabandistas de Pokémon ha sido avistada en el área cercana. Estoy 99% seguro de que podrían ser responsables del ataque en esta isla.

Misty notó que Iris se desanimó un poco al oír esa declaración, pero fuera cual fuera el caso, ya estaban allí, y como le habían ofrecido a Wartortle ayuda, tenían que mantener su palabra.

- Wartortle, ¿puedes llevarnos con tus amigos? – preguntó Misty.

- [Síganme. Tengan cuidado, esos sujetos son muy peligrosos.] – dijo Wartortle.

El grupo comenzó a seguir al Pokémon tortuga a través del rastro de destrucción. Parecía que no había dejado ni un solo árbol o roca en pie por todo el lugar, y el daño se hacía más evidente a medida que avanzaban. El hecho de que algunos de ellos todavía seguían humeando indicaba que todo había pasado recientemente.

A Misty no se le escapaba que todo el rato Wartortle miraba alrededor, posiblemente en busca de algunos de sus amigos, pero no lograba ver a ninguno. La pelirroja quería tranquilizarlo de alguna manera, pero no sabía cómo hacerlo.

De pronto, empezaron a escuchar ruidos de una pelea. Entre ellos sonaban salpicones de agua, traqueteos eléctricos y rocas rompiéndose. Los sacudones en la tierra prendieron sus instintos al máximo y de inmediato se echaron a a correr más rápido.

- [Alto.] – les dijo Wartortle, estirando la mano que se detuvieran.

El grupo inmediatamente se agazapó entre unos cuantos arbustos una vez que llegaron del otro lado, y espiaron con cuidado de no hacer ruido: por fin habían llegado a donde estaba ocurriendo la acción, en un claro bastante amplio.

De un lado, se encontraba media docena de hombres de aspecto de criminales. De mala cara, todos iban vestidos de camisetas sin manga que mostraban sus brazos musculosos, pantalones holgados con diseño de camuflaje y botas negras de todo terreno. Un par de ellos cargaban armas como bazucas que disparaban redes, rifles tranquilizadores, o simplemente usaban sus manos para restringir a sus presas y colocarles collares eléctricos en el cuello para dejarlos noqueados.

Había uno que destacaba de entre todos: llevaba una chaqueta de color verde y negro y pantalones a juego con un cinturón negro, y tenía el pelo de punta algo largo con el flequillo teñido de azul. Era el que estaba dirigiendo a tres Pokémon que Misty no reconoció: uno de ellos parecía un caballo negro con rayas blancas que lanzaba electricidad, y los otros dos tenían aspecto de cascos de caballero con un par de lanzas de justa como brazos. Esos dos le dieron a Misty escalofríos por razones que no pudo explicar, pero eso no importaba en ese momento.

Dichos Pokémon se encontraban lanzando ráfagas de ataques en un Blastoise bastante grande que trataba de proteger al pequeño grupo de Squirtles y Wartortles que estaban detrás de él. Algunos intentaban ayudarlo con sus propios ataques, solo para terminar siendo atrapados por las redes de los sujetos. Alrededor del claro, había media docena de Rhyhorns flanqueados por un par de Onix, los cuales creaban barricadas de roca para restringirles el movimiento y forzarlos a replegarse hacia el centro.

- Esos son Pokémon unovanos. – murmuró Iris, haciendo que todos voltearan hacia ella mientras señalaba al equino y los cascos. – Zebstrika y Escavalier.

- Gracias por hacer mi trabajo. – protestó el Pokédex. – Sin embargo, lo interesante es quién parece ser su dueño. Si son tan amables de apuntarme hacia él, con gusto los iluminaré.

Ash hizo lo que le dijeron, y apuntó el dispositivo hacia el sujeto de pelo negro, que seguía dando órdenes mientras dirigían un ataque eléctrico y una ráfaga interminable de Bolas de Energía contra la barrera de Protección que el Blastoise había levantado para protegerse a sí mismo y al resto de los suyos.

- Este sujeto es conocido como Dirk. Es un mercenario de cierta infamia en la región de Unova y puedo asumir que fue contratado por estos contrabandistas para ayudarle a atrapar a los Pokémon locales. No está ni de cerca al nivel de amenaza que representa la Cazadora J, especialmente porque prefiere trabajar solo, pero sigue siendo particularmente peligroso para un entrenador promedio. Desde luego, ustedes difícilmente podrían ser considerados "promedio".

Misty no supo si sentirse halagada u ofendida por el comentario, así que solo lo ignoró. Por la esquina del ojo alcanzó a ver que Iris se sentía ligeramente decepcionada de que no fuese quien ella esperaba, pero logró controlarse. Entretanto, Ash y Anabel también observaban detenidamente, como tratando de decidir qué hacer.

- [El Rey sigue intentando proteger a los demás.] – dijo Wartortle. – [Pero faltan muchos, deben habérselos llevado.]

- Wartortle dice que faltan muchos de sus amigos. – tradujo Misty para los demás.

- Esta isla no está en los mapas, deben haber llegado de alguna forma. ¿Quizás en un avión o un barco? – preguntó Anabel, y Misty lo dijo en voz alta para Wartortle.

- [Llegaron en una nave que salió por debajo del agua, al otro lado de la isla. Creímos que habían naufragado y pretendieron estar heridos para que los ayudáramos, pero entonces ese de ahí] – señaló al que se llamaba Dirk – [nos atacó mientras los otros usaban sus armas para atraparnos. No nos dimos cuenta hasta que fue demasiado tarde.]

- Si tienen un submarino, ahí deben tener a los otros. – dijo Misty. – Anabel, ¿qué crees que debamos hacer?

La telépata observó la situación y cerró los ojos de manera pensativa. Misty esperó pacientemente hasta que finalmente decidió darle una respuesta.

- Asumo que debe haber más de ellos vigilando su submarino. Si tienen al resto de los Squirtles y Wartortles allá, alguien tendrá que ir y rescatarlos. Mientras tanto, los demás tendrán que mantener a estos ocupados. Ash, Misty, ¿creen que puedan manejarlos?

- ¡Claro! – aseguró Misty.

- Cuenta con nosotros. – agregó Ash, apretando el puño.

- ¿Qué hay de mí? – dijo Iris, algo irritada por sentirse excluida. – Yo también puedo pelear.

- No lo dudo, pero necesitaré que alguien me cuide las espaldas mientras salvamos a los otros. – dijo Anabel. – Y esa es nuestra prioridad, ¿o no?

La chica salvaje casi abrió la boca, pero no dijo nada. Por supuesto que habían venido a rescatar a los amigos de Wartortle, así que pelear contra los tipos malos era una meta secundaria.

- De acuerdo. Esto es lo que vamos a hacer...

...

- [¿Cuánto más vamos a esperar?] – preguntó Gyarados, suprimiendo sus ganas de rugir.

El plan de Anabel era muy simple: mientras ella e Iris iban al otro lado de la isla, Misty y Ash rodearían a los sujetos para emboscarlos desde todas las direcciones a la vez alrededor del claro. Por ahora, la especialista en Pokémon de Agua y su equipo permanecían en espera, y cuando Ash hiciera su movimiento, ellos actuarían.

Misty odiaba tener que esperar, especialmente viendo como continuaban acosando a Blastoise y al resto de sus congéneres, pero para que su plan diera resultado, tenían que capitalizar en el factor sorpresa todo lo que pudieran antes de que sus enemigos tuvieran tiempo de reaccionar.

- Aguanta un poco más. – dijo Misty, de pie sobre la cabeza de Gyarados, y dándole unas palmaditas para calmarlo.

Además de Gyarados, alrededor del claro se encontraban Starmie, Golduck, Wingull y Poliwrath. Todos permanecían ocultos, listos para actuar a su señal.

- [¿Estás segura de que esto va a funcionar?]

Misty miró para abajo. Psyduck todavía seguía cerca, claramente nada contento por lo que estaban a punto de hacer. La pelirroja solo rodó los ojos.

- No va a funcionar si no cierras el pico, ¡shhh! – lo calló ella, volviendo a mirar hacia el claro. – "Vamos, Ash, haz lo tuyo."

Los contrabandistas se encontraban de nuevo lanzando una lluvia de ataques sobre Blastoise y su grupo, cuyo escudo de Protección ya estaba a punto de caer por los repetidos ataques de Filo de Roca que estaban levantándoles los Pokémon de Roca. Cuando finalmente cayó, Misty pudo oír a Blastoise gritarles al resto de Squirtles y Wartortles que huyeran para salvarse. Algunos obedecieron, pero otros se rehusaron y se quedaron para ayudar, y terminaron recibiendo Atactruenos y Bolas de Energía por sus problemas. Una vez que cayeron, el dúo de Escavaliers se les aproximó para terminarlos y dejarlos prestos para captura...

- ¡CHAAAAAAAARRR!

A ese rugido le siguió un chorro de fuego desde el cielo, directo sobre los dos Escavaliers cuando estaban a punto de lanzar sus Bolas de Energía contra las tortugas caídas. Uno logró esquivar el ataque de un salto, pero el otro no tuvo tanta suerte y fue rostizado. Una vez que vio a Charizard volando con Ash sobre su espalda, supo que esa era la señal que estaban esperando.

- ¡¿Qué diablos?! – exclamó uno de los rufianes. – ¡¿De dónde vino eso?!

La única respuesta que recibieron fue una segunda lluvia de ataques variados: un chorro de agua salada, una llamarada verde con forma de dragón, y una ráfaga de rocas que los obligó a ponerse a cubierto.

- ¡Escavalier, Protección!

El Escavalier restante levantó una barrera protectoria propia, escudándose a sí mismo y a todos los demás de los ataques sorpresa. No obstante, todos esos habían sido disparos de advertencia y habían cumplido con su cometido: hacer que los sujetos entraran en pánico y se desordenaran.

- ¡Ahora, ataquen! – exclamó Misty.

Dicho y hecho: todo el equipo de Misty entró en acción por detrás antes que tuvieran tiempo de procesar lo sucedido. Golduck y Psyduck empezaron usando Anulación conjunta en dos de los sujetos que cargaban las bazucas con redes para inmovilizarlos donde estaban, y Starmie siguió con Fuerza Psíquica para arrancarles las armas de las manos y arrojarlas fuera de su alcance.

- ¡¿Qué esperan?! ¡Atrápenlos, imbéciles! – gritaron los que comandaban a los Pokémon de Roca.

Dejando de lado momentáneamente a las tortugas, los rinocerontes de piedra volvieron su atención hacia los recién llegados asaltantes, y empezaron a apuntar con sus espinas de sus espaldas para disparar ráfagas de Disparo de Roca. Aunque lograron un éxito parcial, como casi derribar a Charizard del aire o forzar a Goodra y Serperior a ponerse a cubierto ante la avalancha de rocas, los ataques de agua de Starmie y algunos puñetazos de parte de Poliwrath ayudaron a nivelar la balanza.

- ¡Dirk, date prisa y llévate al grandote al submarino! – gritó uno de los contrabandistas dirigiendo a un Onix. – ¡Nosotros nos-AY! ¡Quítate de encima, pajarraco endemoniado!

Wingull no lo dejó terminar, se le sujetó de la cabeza a picotearlo. Cuando su Onix trató de acudir en su ayuda, Misty y Gyarados emergieron de su escondite, el segundo anunciando su gran entrada con un potente rugido.

- [¡COMAN ESTO, RUFIANES DEBILUCHOS!]

Gyarados les echó encima una bola de fuego de Furia Dragón, y de inmediato se trabó en una pelea de chocar cuellos y cabezas con la serpiente de roca. No pasó mucho antes que el monstruo marino intentara clavarle los colmillos, mientras por la esquina del ojo su entrenadora veía que el llamado Dirk y otros dos levantaban unas bazucas con redes, que dispararon hacia Blastoise cuando apenas se estaba reponiendo del asalto anterior. Este trató de luchar, pero luego las redes soltaron unas descargas eléctricas que lo forzaron a dejar de oponer resistencia, y mientras los Pokémon estaban trabados en medio de la pelea, lo subieron al trailer del vehículo para meterlo en una enorme jaula.

- [¡Rey Blastoise!] – oyó gritar a Wartortle, y vio que trató de dispararse con un Aqua Jet para perseguir a sus captores, solo para ser detenido por un coletazo del otro Onix que lo estampó contra un árbol quemado.

- ¡Cubriremos su retirada! ¡Tormenta de Arena!

El Onix que atacó a Wartortle empezó a lanzar por los poros se su cuerpo chorros de arena y empezó a girar mientras generaba un tornado color marrón. Pronto empezó a cubrir el área cercana, mientras los otros sujetos arrancaban los motores del vehículo para huir.

Misty no supo en qué momento saltó fuera de la cabeza de Gyarados, pero cuando se dio cuenta, ya se encontraba encima de la jaula de Blastoise, justo cuando el vehículo arrancó a toda velocidad para alejarse del claro. Alcanzó a oír que Ash y algunos de sus Pokémon gritaban su nombre, pero lo único que atinó a hacer fue agarrarse del borde de la jaula para no caerse, mientras los ruidos de la pelea que continuaba allá se hacían cada vez más y más lejanos.

No podía dejarlos escapar con Blastoise y las otras tortugas. Simplemente no podía. Ningún contrabandista se saldría con la suya luego de lastimar a todos esos Pokémon tortugas y a su isla si ella estaba allí.

...

Misty estaba sorprendida de lo rápido que podía ir ese vehículo, al punto que tenía que sujetarse por su vida solo para mantenerse encima de la jaula. A pesar del ruido de los motores, todavía alcanzaba a oír un poco de lo que hablaban los contrabandistas en la cabina, mientras atravesaban el camino.

- ¿De dónde demonios salieron esos Pokémon? ¡Creí que esta isla estaba llena solo de la línea Squirtle!

- ¿No te fijaste? Había un mocoso montado en el Charizard, y una niña en la cabeza del Gyarados.

- ¡Estaba muy ocupado poniéndome a cubierto, muchas gracias! Lo que me gustaría saber es, ¿cómo diablos supieron que estábamos aquí?

- Cállense los dos. Tenemos trabajo por hacer aquí. Ya con los que tenemos habrá más que suficiente para que nos paguen bien. Nos iremos de aquí con ellos.

Incapaz de contenerse más, y antes de que la vieran por los retrovisores, la pelirroja saltó fuera de la jaula hacia la parte trasera de la cabina, cuidando de permanecer oculta lo más que pudiera. Al mirar abajo, vio una clavija solitaria sujetando el trailer donde estaban las jaulas de los Pokémon, y por un momento pensó en jalarla para desacoplarlo. Lamentablemente, estaba demasiado atornillada para sacarla fácilmente.

Si fuera Iris, seguramente podría cortarla con una Garra Dragón. Si fuera Anabel, podría hacerla volar con sus poderes psíquicos. En ese momento sus poderes de agua parecían inútiles, a pesar de todo el entrenamiento que había hecho para volverse más fuerte.

- Un momento, ¿qué...? ¡DIRK, PISA LOS FRENOS!

En un arranque violento, las orugas del vehículo se detuvieron de golpe, causando que virase tan violentamente que por poco se vuelca, chocando de frente contra una palmera. La pelirroja salió lanzada hacia un lado, pero gracias al entrenamiento de Iris pudo enderezarse en el aire y aterrizar en cuclillas, amortiguando el impacto al menos un poco para evitar salir lastimada. Al instante, el sujeto llamado Dirk y sus dos esbirros salieron rápidamente de la cabina para encararla.

- ¡Es ella! ¡La mocosa que estaba encima del Gyarados! – exclamó uno de los contrabandistas.

- Ay, niña, no sé cómo llegaste aquí, pero cometiste un error al meterte en nuestro camino, y más en seguirnos aquí tú sola. – dijo el otro, tronándose los nudillos y sonriéndole de manera macabra.

Misty se mantuvo en guardia, y esperó a que se le lanzaran encima uno tras otro. Se agachó para esquivar el agarre de uno de ellos y girándose le atrapó el brazo, para luego meterle la pierna y empujarlo con ella para lanzarlo por encima de su hombro, estampándolo contra el suelo. El otro no corrió con mejor suerte, pues fue recibido con una patada elevada en toda la quijada que lo hizo caer hacia atrás. El restante, Dirk, retrocedió un par de pasos y no quiso arriesgarse con ella.

- ¡Escavalier, encárgate de ella!

La Pokébola se abrió, revelando al Pokémon con forma de caballero (que no había sido rostizado antes), que de inmediato se lanzó a tratar de apuñalarla con sus lanzas en una serie de estocadas rápidas. Misty tuvo que saltar hacia atrás para esquivarlas, y una de ellas le pasó rozando peligrosamente por el costado.

Y en el momento en que hizo contacto, inexplicablemente el cuerpo se le quedó paralizado. No fue de la usual parálisis por un ataque, sino una sensación muy personal de sí misma, una que solo experimentaba en las cercanías de un Pokémon de tipo Insecto, y que todavía le costaba controlar.

Sin embargo, esa fracción de segundo de quedarse congelada bastó para que diera otra estocada con la otra lanza, que no pudo esquivar a tiempo... y esta sí logró sacarle algo de sangre.

- ¡Aaaahh! – exclamó la pelirroja, saltando hacia un lado y agarrándose en la herida. Esa cosa... no había duda, era un tipo Insecto.

- ¿Oh? No me digas que les tienes miedo, jovencita. – sonrió el mercenario.

Misty trató de apretar los dientes, pero podía verlo en la mirada del sujeto. Se había dado cuenta de ello. Eso era algo que todavía no lograba superar del todo: podía tolerar a los Pokémon tipo Insecto de Ash luego de cierto tiempo, y no resultaban tan malos después de conocerlos. Pero si se trataba de un desconocido, un solo toque de uno de ellos bastaba para que se quedara rígida.

- ¡Corte Furia! – exclamó Dirk.

Las lanzas de Escavalier empezaron a brillar de energía carmesí simultáneamente, y de inmediato se lanzó contra Misty nuevamente. Rastros de cuchillas rojas comenzaron a bombardear a la pelirroja, que de nuevo esquivó lo mejor que pudo, pero cada vez le pasaban más cerca y rápido.

- "Demonios... si no estuviese ese sujeto..." – pensó rechinando los dientes, agachándose para esquivar una cuchillada dirigida a su cabeza.

Si pudiera usar sus poderes, se podría deshacer de ese bicho metálico sin muchas dificultades, pero no podía dejarse ver haciéndolo.

- "Piensa, piensa... el entrenamiento de Iris." – La pelirroja vio por la esquina del ojo y rápidamente se colocó frente a un árbol cercano. En cuanto Escavalier se lanzó a la carga, ella le saltó por encima para que enterrara sus lanzas en él. Seguidamente cogió la piedra más cercana que tuvo a su alcance, y se la estrelló en toda la cabeza tan fuerte como pudo. Esta se partió en pedazos, pero al menos pudo desorientarlo por un rato, lo que le permitió dirigir su atención hacia su dueño.

- Vaya, no eres una mocosa ordinaria. – dijo Dirk, cogiendo otras tres Pokébolas. – Veamos qué tal te manejas contra varios a la vez.

Arrojando las tres Pokébolas al aire, apareció el mismo Zebstrika que le vio utilizar antes. Un tipo Eléctrico, grandioso. Y encima, en el aire aparecieron otros dos, un par de aves que Misty jamás había visto antes: un buitre calvo de cabeza rosa y plumaje marrón, y el otro una especie de águila de plumaje blanco, rojo y negro, que con una mirada estimó que era más grande que la Pidgeot de Ash.

- Braviary y Mandibuzz, Pokémon Voladores de la región Unova. Estos dos Pokémon tienen la particularidad de que cada uno solo puede ser de un género específico, siendo Braviary macho y Mandibuzz hembra. Los científicos aún intentan resolver el misterio y de por qué estas especies conviven una con la otra a pesar de considerarse enemigas mortales.

- ¿Qué fue eso? – preguntó Dirk, confundido al oír la repentina voz.

- Nada importante. – dijo Misty, tocándose el bolsillo donde llevaba guardado el Monodex. Afortunadamente, Ash se lo había por si lo necesitaba para algo, y al menos sirvió para identificar a lo que se enfrentaba. La pregunta ahora era, ¿cómo se suponía que iba a hacerlo?

Los dos pajarracos al instante se lanzaron contra ella, y tuvo que tirarse al suelo para evitar sus picos y garras. Poco después, tuvo también que rodarse hacia un lado para evadir una descarga del Zebstrika, y ponerse a cubierto saltando detrás de otra palmera.

- Eres una genio. – murmuró para sí misma. – ¿Cómo se te ocurrió venir a enfrentar a ese sujeto sin Pokémon?

Claro, bien podría haber utilizado sus poderes, pero eso era un gran no-no. Aun así, al ir quedándose sin opciones, estaba empezando a reconsiderar esa postura, aunque fuese solo por razones de supervivencia y ayudar a Blastoise y los otros.

Sintiendo una corriente de aire venir tras ella, se agachó justo tiempo para evitar que la palmera cortada por un Tajo Aéreo le cayera encima. Se vio forzada a salir de su escondite y tratar de correr, pero fue a dar de frente con Mandibuzz que le dio un aletazo que la derribó, y luego Braviary empezó a graznar, mientras invocaba una lluvia de rocas para que cayeran sobre ella. De milagro logró evitarlas estando en el suelo, pero la última de ellas le cayó encima de la pierna y se la dejó atrapada. Se las arregló para ahogar el grito de dolor, pero aun así apretó los dientes y gruñó.

- ¡A ella, Mandibuzz!

El buitre graznó y alistó sus garras para una carga mortal. Misty trató de jalar la pierna para liberarla, pero no pudo y el pájaro ya le venía encima. Si no hacía algo pronto, Mandibuzz le clavaría sus garras en el cráneo, y el sujeto estaría libre para seguir haciendo de las suyas. Para seguir haciéndole daño a los Pokémon de la isla, e ir tras sus amigos... tras Ash.

- ¡NO! – exclamó mientras alargaba una mano hacia atrás. Su cuerpo reaccionó por sí solo, sin importarle las consecuencias. Tenía que hacer algo.

Un gigantesco Torbellino se formó en su mano, y apenas alcanzó a ver cómo los ojos de Mandibuzz se ensanchaban antes de ser atrapada por el vórtice de agua, que arrojó contra una de las rocas levantando un enorme salpicón. Después de reponerse del choque, el buitre quedó empapado hasta los huesos, y empezó a agitarse tratando de sacudirse el agua de las plumas. No podría volar bien por un rato, pero desgraciadamente, Misty acababa de exponer su secreto irremediablemente.

- Tú... ya veo. ¿Eres una de ellos, una Bloodliner? – preguntó Dirk, mirándola con desprecio. Misty, sin embargo, no se permitió perder su aplomo y se la devolvió de igual forma.

- ¿Y qué si lo soy? – le espetó. – ¿Tienes algún problema con los Bloodliners o qué?

- Oh, no tengo ningún problema, excepto si se meten en mi trabajo, eso es todo. – dijo en un tono falsamente afable. – ¡Zebstrika, acaba con esa chica, Atactrueno!

La cebra relinchó y se preparó para lanzar una descarga eléctrica. Misty en respuesta formó una esfera de agua y se la arrojó al instante, en toda la cara. El ataque fue fortuito e hizo que Zebstrika se desorientara, al punto que cuando lanzó el Atactrueno, este salió desviado y le dio a Braviary, y este poniéndose furioso se lanzó contra su compañero a tomar represalias.

Dirk no dijo una palabra más, sino que simplemente agarró la última Pokébola que no había utilizado hasta ese momento, y dejó salir a su ocupante al instante. La enorme y pesada figura de un dinosaurio armado de color verde se hizo presente, y miró a Misty con sus pequeños y feroces ojos antes de rugir y mostrar sus colmillos.

- Tyranitar, el Pokémon de armadura. Su cuerpo es capaz de soportar disparos de artillería pesada, y a dondequiera que causa alboroto puede derrumbar montañas al punto que se necesita redibujar los mapas de las áreas.

Misty rodó los ojos ante la intervención del Monodex, pero al menos lo que dijo valió de algo esta vez: tenía que permanecer bien lejos de esa cosa.

- ¡Tyranitar, usa Híperrayo y fulmínala!

Misty vio con horror como entre las fauces de Tyranitar empezaba a acumularse energía de color naranja. Trató de empujar la piedra para soltarse, pero no podría hacerlo a tiempo, y además con la pierna herida no podría correr. Estaba perdida...

- [¡ALÉJATE DE MI ENTRENADORA!]

No fue una, sino varias las voces que resonaron al unísono. Varios chorros de agua, seguidos de una llamarada draconiana, golpearon a Tyranitar forzándolo a cesar la carga de su ataque, y cuando Mandibuzz se echó a volar de nuevo, fue interceptada en el aire por Wingull, que le dio un aletazo en el cuello.

Braviary y Zebstrika dejaron de pelear entre sí, y Escavalier finalmente sacó sus lanzas del tronco, cuando el grupo de Pokémon de agua llegó al claro. Gyarados la envolvió con su cuerpo para protegerla de más posibles ataques, mientras Golduck, Starmie, Poliwrath y Psyduck se plantaban entre ellos y los Pokémon enemigos. Wingull había empezado a batirse en duelo aéreo con el buitre, mientras el dueto de patos se acercaba a su entrenadora.

- [Para que conste, yo llegué primero.] – dijo Psyduck.

- [Para que conste, mi ataque lo golpeó primero.] – replicó Golduck, y luego se volvió hacia Misty. – [Quédate quieta.]

Poniendo sus manos palmeadas al frente, usó sus poderes psíquicos para levantar la piedra y quitarla para que pudiese liberar su pierna. Le dolió moverla, pero al menos para su alivio no parecía haberse roto nada.

- Gracias, a ambos. – les dijo, poniéndose de pie y volviendo a encarar a Dirk.

- [Deja que nos encarguemos de esto.] – dijo Golduck. – [Tú descansa.]

- Da lo mismo cuántos de ustedes sean. ¡Zebstrika, usa Trueno! ¡Los demás, Tumba de Rocas y Bola de Energía!

Al oír la orden de Dirk, la cebra relinchó y e invocó un rayo desde el cielo. Esta vez, Gyarados levantó su cola y envolviéndola en energía metálica la hundió en el suelo, moviéndose para proteger a su entrenadora del ataque eléctrico. A pesar de desviar la mayor parte del ataque, evidentemente lo sintió, y los otros Pokémon rápidamente saltaron a la refriega.

Mientras Wingull seguía tratando de mantener ocupado a Mandibuzz, Braviary fijó su atención en Misty y Gyarados, empezando a bombardearlos con otra Tumba de Rocas. Golduck y Starmie usaron sus poderes psíquicos para detenerlas y arrojarlas de vuelta, forzándolo a tomar acciones evasivas. Por último, pero no menos importante, Escavalier le arrojó a Poliwrath una Bola de Energía, que la desvió hacia el cielo con un uppercut de Puño Dinámico, donde explotó sin hacer daño.

Lo cual dejaba a Psyduck como único blanco disponible para Tyranitar, que lo miró como si fuese una especie de bocadillo.

- [Ay, ¿por qué a mí?] – se preguntó el patito amarillo. Sin embargo, de alguna manera, agarró aplomo y se atrevió a devolverle la mirada a su agresor. – [¡¿Quieres un p-pedazo de ella?! ¡T-tendrás que pasar por mí, si t-te atreves!]

Tyranitar aspiró y soltó un Lanzallamas, forzando al pato a tirarse al suelo para evadirlo. El chorro de fuego le hizo mella en la cola, y lo hizo saltar gritando de dolor.

- [¡QUEMA, QUEMA, QUEMAAAAAAAAAAA!] – gritó mientras se echaba a correr, hasta que finalmente se tropezó y cayó de narices.

Tyranitar empezó a pisotear acercándose ominosamente, y dio un pisotón en el suelo, haciendo aparecer una jaula de piedras alrededor de Psyduck. Parecía estar a punto de darle el golpe de gracia, pero una lluvia de piedras y un chorro de agua en toda la cara le hicieron detenerse. En cuanto tuvo un momento de respiro de mantener lejos a Braviary, Golduck se interpuso para encarar al dinosaurio en defensa de su compañero.

- [Déjame esto a mí.]

Golduck se encaró con Tyranitar, y le lanzó otro chorro de agua hirviendo en toda la cara, pero el dinosaurio se lo sacudió como si no fuese nada, y gruñó algo que hizo que al pato azul le brotara una vena en la sien.

- [¡Haré que te tragues esas palabras!] – exclamó, lanzándose con un Cabezazo Zen.

Cargando de cabeza contra Tyranitar, Golduck saltó para embestirlo, pero más allá de un ligero sacudón, no le hizo nada a su enemigo, y él terminó cayendo de espaldas aturdido. Mientras Golduck se sacudía la cabeza, Tyranitar empezó a cargar la energía naranja en sus fauces de nuevo.

- ¡Golduck, cuidado! – exclamó Misty.

- ¡Híperrayo!

Pero la advertencia llegó un segundo demasiado tarde: Golduck apenas pudo levantar la mirada y cubrirse con los brazos cuando el Híperrayo lo golpeó de frente, estrellándolo contra un árbol en los límites del claro. Inmediatamente, Tyranitar desvió su atención hacia Misty, y su amo ordenó otro ataque.

- Lanzallamas.

Misty tuvo que volver a saltar para esquivar el chorro de llamas, cuidando de aterrizar sobre su pierna sana para evitar el dolor de la que tenía herida. Al voltear de nuevo volvió a encontrarse con la mirada de Dirk, llena de rabia y desprecio.

- ¿Qué pasa, tanto miedo me tienes que me atacas a mí?

- Solo te quito de en medio, mocosa. – dijo Dirk. – Bloodliner o no, ¡no podemos dejar testigos! ¡Tyranitar, enciérrala en una Tumba de Rocas!

Tyranitar se disponía a pisotear el suelo para atrapar a Misty con las rocas, pero en ese instante, dos caparazones de tortugas, uno envuelto en el velo acuático de un Aqua Jet, y el otro girando como platillo volador lanzando agua por sus agujeros, interrumpieron su ataque. Un segundo después, el Squirtle de Ash y el Wartortle que había venido a pedirles ayuda aterrizaron frente a ella.

- [¿Estás bien?] – preguntó Squirtle.

- [Tu amigo nos envió a ayudarte.] – gritó Wartortle. – [Hay que encargarnos de estos sujetos para liberar al Rey y a los otros.]

Mientras las dos tortugas se echaban a pelear contra el dinosaurio armado, Misty miró a su alrededor. Todos los Pokémon estaban ocupados con algún oponente, menos Golduck que había quedado inconsciente. Al otro lado del claro, Dirk solo la miraba con desprecio.

Pensando primero en cómo hacerse útil, Misty se miró la cortada que tenía en el costado, y el enorme moratón que tenía en la pierna derecha. Si quería ayudar, lo primero era quitarse esas heridas de encima. Con eso en mente, y recordando las técnicas de meditación que practicó con Anabel, decidió aplicarlas.

- "Piensa cosas agradables... piensa cosas agradables..."

Era difícil en una situación tan tensa, pero de alguna manera... pensó en sus amigas, en los momentos que se divertía con ellas. Pensó en sus Pokémon, en cómo siempre estaban para ella incondicionalmente. Pensó en... en Ash, especialmente en él, y en su deseo de ser fuerte para poder protegerlo.

E igual que antes, los anillos de agua curativa comenzaron a orbitar a su alrededor, imbuyéndola de energía que lentamente le ayudaron a cerrar el corte, y a bajar la hinchazón de su pierna. Lentamente, el dolor de ambas heridas se iba, y pronto pudo moverse de nuevo sin molestia alguna.

Echando una mirada rápida, pudo ver que todos los Pokémon del cazador furtivo se encontraban ocupados enfrentando a los suyos: Gyarados atrayendo los ataques eléctricos de Zebstrika para alejarlos de ella y del resto; Poliwrath esquivando las estocadas de Escavalier y tratando de acertarle con sus puños; Starmie esquivando las cuchillas de viento que lanzaba Braviary, y tratando de usar sus poderes psíquicos para derribarlo con las rocas de sus ataques anteriores, Wingull todavía intercambiando picotazos y aletazos con Mandibuzz, y Squirtle y Wartortle manteniendo la atención de Tyranitar en ellos. Entretanto, Psyduck finalmente había escapado de su jaula de rocas para seguir corriendo, solo dejando de hacerlo cuando se le ocurrió cavar un hoyo en el suelo, llenarlo de agua y meter su trasero en él para apagarse su cola quemada, sintiendo un gran alivio.

De cualquier manera, eso la dejaba libre para hacerle frente al mercenario personalmente, y ahora que no tenía razón para seguir ocultando sus poderes, era tiempo de ponerlos a uso. Estiró la mano para crear una esfera de agua y se la arrojó. Dirk se agachó para evitarla, y sacó un enorme cuchillo de la bota intentando intimidarla.

- Aléjate. – le murmuró.

- Como quieras. – Misty saltó ligeramente hacia atrás, y esta vez creó con ambas manos otro Torbellino, un poco más grande que el anterior. Dirk trató de salir huyendo, pero el remolino de agua lo atrapó y lo puso a dar vueltas, antes de lanzarlo contra una de las palmeras cercanas.

Con él fuera del camino, podía concentrarse en lo otro que realmente importaba: en rescatar a Blastoise y a los otros, así que sin tardanza, se dirigió hacia el trailer volcado y las jaulas.

- ¿Estás bien?

- [¿Quién eres?] – preguntó la gran tortuga.

- Wartortle nos trajo para ayudar. – dijo Misty, señalando a la tortuga que todavía estaba peleando con Tyranitar. – Todo estará bien. Ahora...

La jaula no tenía cerraduras visibles que se pudieran abrir, y cuando tocó los barrotes, se dio cuenta de que eran de metal sólido, demasiado duros para doblarlos o romperlos a pura fuerza. Si Gyarados no estuviese ocupado tratando de retener a Zebstrika, quizás con Cola de Hierro las pudiese romper.

Por la esquina del ojo, la pelirroja vio que las cosas tampoco iban totalmente a su favor. Braviary consiguió acertar un Tajo Aéreo que le dio directo a la gema de Starmie, e hizo que la estrella marina se desplomara en el suelo. Acto seguido, voló hacia donde estaban Wingull y Braviary, alertando a esta última con un graznido antes de lanzar una Tumba de Rocas, que cayó sobre la gaviota atrapándole una de sus alas.

Los dos pájaros continuaron bombardeando de piedras a sus Pokémon, empezando por rodear a Poliwrath para restringirlo usando Tumba de Rocas. Aunque logró romperlas con sus puños, Mandibuzz y Braviary se le fueron encima con un asalto de Ases Aéreos continuos, y lo dejaron presa fácil para una Bola de Energía de Escavalier. Gyarados estaba muy ocupado con Zebstrika, obligándolo a que lo atacase a él para tratar de drenarle las baterías. Si pudiera liberar a Blastoise y a los otros de las jaulas, podrían tal vez...

Mirando hacia donde estaba Dirk, se fijó en el cinturón que llevaba. Con mucho cuidado y para que no despertara, se puso a registrarlo en busca de algo, y dio con un dispositivo que tenía aspecto de una especie de control remoto, con un par de botones verde y rojo.

- ¿Qué hará esto? – se preguntó. Por una corazonada, presionó el verde, y los barrotes de la jaula de Blastoise se bajaron. Inmediatamente, la chica apuntó el aparato hacia las otras, y efectivamente, hicieron lo mismo. Los collares que llevaban también se abrieron y cayeron.

- [¡Somos libres, somos libres!] – Los Squirtles y Wartortles comenzaron a salir de sus encierros, y aquellos que no estaban demasiado heridos inmediatamente se lanzaron a hacerles montón a los Pokémon que atacaban a sus salvadores, rápidamente empezando a cambiar el curso de la batalla.

En aquel instante, sonó una fuerte explosión que sacudió toda el área. Misty se preguntó qué podría haber sido, aunque tuvo el presentimiento de que tal vez Anabel e Iris tuvieron algo que ver en ello, ya que venía desde el otro lado de la isla. Pero ahora, las cosas comenzaban a ir a su favor, mientras Blastoise y los suyos se sumaban a la refriega para superar a sus captores con los números.

Y por alguna razón, Psyduck parecía haberse esfumado de la batalla. Como si le sorprendiera mucho, pero de nuevo, conociéndolo solo estaba esperando el momento para hacerse útil.

La pelirroja se quedó observando el resto de la pelea en curso. Los Pokémon de Dirk eran fuertes y eran bastante capaces en batallas uno a uno, pero con los números ahora se emparejaba la situación. Unos pocos Squirtles agarraron los brazos de lanza de Escavalier y los clavaron a la fuerza en el suelo, dejándolo abierto para que un Puño Dinámico de Poliwrath lo dejase frío, mientras un grupo de Wartortles empezó a rociar a Mandibuzz y Braviary con ataques de agua. Irónicamente, el segundo logró esquivar a pesar de ser el blanco más grande, pero el buitre no tuvo tanta suerte, y en cuanto las alas se le hicieron demasiado pesadas con el agua para sostenerla en el aire, las tortugas le saltaron en la espalda y empezaron a pisotearla furiosamente hasta que dejó de moverse.

Blastoise, por su parte, enfocó su atención en Zebstrika, que parecía estarle ganando terreno a Gyarados. Sus cañones empezaron a brillar con una luz plateada metálica, y de ellos disparó un par de rayos de energía que convergieron en uno solo para un poderoso ataque, que la cebra no vio venir hasta que fue demasiado tarde, y se la llevó atravesando una roca cercana.

- Cañón Destello, ataque de tipo Acero con el efecto adicional de bajar las defensas especiales del oponente. – intervino la voz del Monodex.

- Gracias. – replicó Misty rodando los ojos. No que se quejara de saber el ataque que acababa de ser usado, de todos modos.

En cuanto la cebra se recuperó del ataque imprevisto, trató de echarle una descarga eléctrica a Blastoise. Este en respuesta levantó un escudo de Protección que mantuvo hasta que dejó de enviar electricidad. Cansado por haber peleado contra Gyarados, Zebstrika se encontró imposibilitado de hacer nada cuando el monstruo marino enrolló la cola alrededor de su cuerpo y empezó a ejercer presión. Trató de luchar, pero eventualmente el aire le falló y se dejó caer.

- [¡Ya lo tenía donde lo quería!] – se quejó Gyarados.

- [Lo sé. Solo estaba dándole lo que se merecía por lo que le hizo a los míos.] – replicó Blastoise calmado.

Por la esquina del ojo, Misty vio que el Squirtle de Ash y Wartortle lo estaban haciendo bien contra Tyranitar. De hecho, por lo que alcanzaba a escuchar, le estaban gritando burlas como "¡Demasiado lento!" "¡Fallaste!" y similares para que sus ataques se volvieran más y más torpes. En un arranque de furia, el Tyranitar comenzó a disparar Lanzallamas descontrolados, que por esquivarlos golpearon varios de los árboles caídos cerca de ellos. Estos se prendieron en llamas, y rápidamente comenzaron a propagarse alrededor de ellos.

- ¡No! – exclamó la pelirroja.

- Urgh... – En ese momento Dirk empezaba a recuperar la conciencia, y se encontró rápidamente con la visión de un infierno en llamas. – ¡Qué diablos!

El fuego continuaba propagándose, y los Pokémon entraron en un desorden total. Aquellos que podían lanzar ataques de agua inmediatamente empezaron a hacerlo tratando de contenerlo, pero apenas pudieron controlar un poco el área cercana para evitar ser abrasados. ¿Qué pasaría si se propagaba al resto de la isla? Dudaba que pudieran detenerlo.

- ¡Dirk! – se oyeron más voces, y un trío de más contrabandistas se vino acercando, pero se detuvieron al ver al Gyarados, al igual que al Blastoise y todas las demás tortugas, que no lucían nada contentos de verlos.

- ¡¿Qué sucede?! – exclamó el mercenario. – ¡¿No les dije que cuidaran el submarino?!

- ¡Nuestro submarino explotó! ¡Un par de niñas entrometidas lo invadió, y se llevaron a todos los que habíamos capturado!

- ¡¿Qué dicen?! – jadeó Dirk incrédulo, y miró fijamente a Misty que sonreía. Ahora eso confirmaba sus sospechas sobre la explosión que escuchó antes.

- Oh, ¿les mencioné que teníamos más amigos?

- Maldición. – El mercenario miró a su alrededor, y cogió las Pokébolas para regresar a todos sus Pokémon, caídos o no, a excepción de uno. – ¡Braviary, nos vamos de aquí!

- ¡Brav! – graznó el águila y se posó frente a su amo para que este se montara en su espalda, para incredulidad tanto de Misty como de los otros contrabandistas.

- ¡¿Oye, a dónde crees que vas?!

- Lo siento, pero no me quedaré varado en esta isla de ninguna manera. ¡Arréglenselas como puedan! – dijo el mercenario mientras su águila empezaba a aletear y se alejaba volando.

- ¡Maldito traidor, no puedes dejarnos aquí! – exclamó uno de los rufianes.

- ¡Te pagamos por ayudarnos! – gritó el segundo, sacudiendo un puño furioso.

- ¡Regresa, asqueroso hijo de...¡

En medio de las protestas de los sujetos, Misty no supo ni qué pensar. Por fortuna para ellos, Psyduck salió al paso y usando sus poderes psíquicos los levantó y los estrelló unos contra otros para que se callaran, dejándolos tendidos sobre la tierra.

- [*Fiu*, ya no puedo más...] – murmuró dejándose caer de sentón y perdiendo el aura psíquica.

- Gracias. – le dijo Misty. Quizás la volviera loca, pero sin duda sabía cómo ayudar cuando era necesario.

- [Alguien tenía que cerrarles la boca.] – dijo el pato amarillo.

En ese momento sonó el bolsillo de Misty, y la chica sacó el Monodex. Presionando el botón para contestar, se lo puso junto al oído.

- ¿Qué pasa?

- ¿Está todo bien? Ya terminamos aquí. – Era la voz de Ash.

- Uno de los sujetos escapó volando, pero estamos bien aquí también. Ya tengo a Blastoise, los saqué a él y a los otros de las jaulas.

- Anabel e Iris deberían ir por ustedes pronto, y luego nos teletransportaremos fuera de la isla. – dijo Ash.

- ¿Qué haremos con los contrabandistas? – preguntó la pelirroja.

- No hay de qué preocuparse. Envié un aviso a la policía de Cinnabar y a la guardia costera para que vengan a la isla. Deberían estar aquí en dos horas a lo sumo.

Misty se alegró de oír eso de parte del Pokédex. Por muy criminales que fuesen, la idea de dejarlos allí varados era demasiado cruel, hasta para ellos. Mejor dejar que enfrentasen a la justicia por sus acciones.

Solo le quedaba una preocupación: el que se escapó, Dirk, la había visto usar sus poderes de Bloodliner. ¿Volverían a verlo? ¿Regresaría para vengarse?

- No hay tiempo para pensar en ello. – dijo finalmente. – Hay algo más importante ahora.

Misty decidió olvidarse de sus propias preocupaciones de momento, y enfocarse en chequear a Blastoise y a los otros. Luego de eso, esperarían a los otros para escapar de la isla antes de que las autoridades llegaran.

Aunque mientras lo hacía, no pudo evitar ver a su alrededor. Fue una lástima que en medio de todo lo sucedido, ese paraíso tropical hubiese quedado totalmente deshecho por la batalla.

(--0--)

De vuelta en la playa de Cinnabar...

Con el peligro ya conjurado, el grupo de entrenadores y sus Pokémon se encontraban frente a una multitud de Pokémon tortugas que los miraban expectantes. Las miradas variaban desde gratitud, timidez, y algunos que parecían querer decir algo, pero no estaban seguros de qué exactamente.

Blastoise, ya libre de cualquier grillete o collar que los contrabandistas le habían puesto, había pasado la pasada media hora asegurándose que nadie se hubiera quedado atrás en la isla, mientras Ash y Anabel sanaban a los que habían salido heridos durante el altercado. Misty aguardaba expectante, hasta que Blastoise se volteó a verla.

- Y bien... ¿todos están aquí, no falta nadie?

- [Sí.] – asintió Blastoise. – [Todos estamos a salvo. Tú y tus amigos tienen toda nuestra gratitud.]

- Grandioso. Entonces... ¿qué haremos ahora?

Blastoise y los suyos miraron hacia la distancia, en la dirección donde estaba su isla. Aunque los habían salvado de ser capturados, su hogar estaba devastado, y evidentemente ya no tenían otro lugar a donde ir.

Misty se quedó mirándolos a todos. Considerando que había sido decisión suya que ella y los otros fueran a la isla para ayudarles, ahora se sentía en la obligación de llevar eso hasta el final. Y en aquel momento parecía haber solo una alternativa.

- Oye, Ash. – dijo volviéndose hacia el chico. – ¿Crees que en el rancho del Profesor Oak haya espacio para todos ellos?

- Siempre hay lugar para todos. Los nuevos Pokémon siempre son bienvenidos. – replicó el chico. Blastoise se volteó a verlos.

- [¿De qué están hablando?] – les preguntó. Misty quiso contestarles, pero el Squirtle de Ash se le adelantó.

- [Ya que no pudimos salvar su hogar, ¿por qué no vienen con nosotros? Un buen amigo nuestro tiene un lugar, y podemos vivir allí tranquilos y hacer lo que nos guste. A cambio le ayudamos con su investigación, y tenemos muchos amigos por allá. Nunca te aburres.]

- [¿En serio? ¿Hay buenos lugares para nadar?] – preguntó el Wartortle que los trajo.

- [Claro que sí, amigo.] – aseguró Squirtle. – [No es una isla tropical, pero es lo segundo mejor muy de cerca. Les gustará allá, créeme.]

Los Pokémon tortugas empezaron a murmurar entre ellos. Algunos parecían escépticos, pero poco a poco parecían irse convenciendo. Una buena parte parecían entusiasmados con la idea de conocer el mundo más allá de la isla, y otros simplemente se resignaron ante la idea de que ninguno de ellos tenía otro lugar a donde ir, sin ninguna otra isla cerca donde pudiesen habitar.

- Si me permiten decirles algo. – dijo Misty. – Sé que no debería pedirles nada, pero... si quisieran venir conmigo, les prometo que los cuidaré, y los ayudaré a ser más fuertes. A cambio... ustedes me podrían ayudar a cumplir mi sueño de ser una gran Maestra de Pokémon de Agua.

Los murmullos de los Pokémon tortugas se reanudaron nuevamente. Poco a poco empezaron a silenciarse, aunque Misty alcanzaba a entender vagamente que no parecían adversos a la idea, aunque finalmente se silenciaron, y observaron a su gran líder. Por lo visto la decisión final descansaría en él.

- [¿Usted qué dice, Rey?] – preguntó Wartortle. – [¿Deberíamos ir con ella?]

Blastoise miró a Wartortle, y luego volteó a ver a Misty.

- [No hemos tenido mucho contacto con humanos, y nunca había escuchado de uno que fuese capaz de utilizar poderes y habilidades como nosotros. Puedo ver que hay algo especial en ti. Me siento... intrigado.] – Blastoise dio un paso al frente y miró a los ojos a Misty. – [No quiero dejar mi vida en manos de un humano tan fácilmente. Quisiera probar tu fuerza primero.]

- ¿Probar mi fuerza? ¿Quieres decir que quieres luchar contra mí?

- [¡Hey, aguántate ahí!] – intervino Gyarados, deslizándose hacia adelante y empujando suave pero firmemente a Blastoise lejos de Misty. – [Si quieres pelear contra mi entrenadora, ¡tendrás que pasar por mí primero!]

- Gyarados, ¿qué estás...?

- [Mira, cerebro de concha, mi entrenadora te está ofreciendo una oportunidad única, serías un idiota si la dejas pasar.]

Varios de los Squirtles y Wartortles se enojaron porque Gyarados llamara de ese modo a su Rey, pero la tortuga gigante les hizo un gesto para que se callaran. Al parecer no se ofendió nada por esas palabras.

- [Así que estás dispuesto a pelear por tu entrenadora. ¿Asumo que estarás dispuesto a probar tu fuerza contra la mía personalmente?]

- [¡Ja! Acertaste, cabeza de caparazón. Vamos a pelear tú y yo, uno a uno, aquí y ahora. Si puedo vencerte, tú y tus amigos vendrán con Misty. Si tú ganas, haz lo que quieras, así de simple.]

- Gyarados, no pongas palabras en mi boca, no deberíamos...

- [Ah vamos, Misty.] –– interrumpió Gyarados. – [Yo sé que sí quieres, y tú sabes que quieres. Este sujeto y sus amigos solo necesitan que los convenzan, y yo lo haré si hace falta.]

La pelirroja se quedó en shock cuando Blastoise volvió a mirarla. Por muy tentador que fuera tener a un Pokémon tan poderoso bajo su mando (y por extensión a todos los Squirtles y Wartortles presentes), tampoco era que quisiera obligarlos a venir con ella si no querían. Observó a sus amigos como preguntándoles qué hacer, pero sus únicas respuestas fueron encogerse de hombros. Miró el reloj en su Monodex: el último ferry que salía de Cinnabar zarparía en más o menos hora y media. Si tenían que pelear, tendrían que resolverlo rápido para no perder el barco.

Por lo que pareció una eternidad, Blastoise y Gyarados se miraron fijamente a los ojos. Misty pudo ver que la serpiente marina estaba que rugía por otra batalla, mientras que la expresión de Blastoise permanecía indescifrable. ¿Estaba considerando la oferta? ¿La rechazaría por completo?

El resto de los Wartortles y Squirtles parecía listo para apoyarlo si elegía pelear, pero después de unos segundos, el concurso de miradas terminó cuando Blastoise relajó su postura.

- [No hay necesidad de pelear. Me han convencido.]

Sus palabras dejaron a todos sin habla. Las quijadas de los Wartortles y Squirtles presentes cayeron casi hasta el suelo, pero nadie estaba en mayor shock que Gyarados, excepto tal vez Misty. ¿Se estaba rindiendo sin siquiera pelear?

- [¿Eh? Espera, ¿qué estás diciendo? ¡Si ni siquiera hemos comenzado!]

- [Lo veo en tus ojos.] – dijo Blastoise. – [Tienes un deseo de pelear por tu entrenadora, porque la respetas y la aprecias. Harías lo que fuera por ella... igual que yo por mi familia aquí.]

Blastoise miró a sus súbditos Wartortles y Squirtles, y luego al confuso Gyarados. Luego miró a una igualmente confusa Misty, pero la pelirroja se alegró de que no tenían que darle una paliza para que viniera con ellos. Se imaginó que ya habría recibido suficiente por aquel día. La gran tortuga caminó hacia la pelirroja y le extendió la mano.

- [Me sentiré honrado de prestarte mi fuerza. Dejo mi vida y las de los míos en tus manos.]

Todos los demás Wartortles y Squirtles asintieron, y algunos alzaron sus puños mientras gritaban. Misty no supo qué hacer excepto sonreírles y devolverle a Blastoise el apretón. No había necesidad de decirse palabras, ahora solo quedaba una cosa por hacer.

- Bueno, creo que es tiempo de que conozcan su nuevo hogar. – dijo Misty revisando su mochila, y luego haciendo un conteo estimado de cabezas entre las tortugas. – Aunque creo que no tengo suficientes Pokébolas aquí para todos.

- Veintinueve Squirtles, diecisiete Wartortles y el Blastoise. Necesitarás un gran total de cuarenta y siete Pokébolas. – intervino la voz del Pokédex, adelantándose al conteo.

- Gracias. – dijo la pelirroja, medio agradecida, medio sarcástica, mientras sacaba una Bola de Red de su bolsa. – ¿Ash, si eres tan amable?

El pelinegro atrapó la Bola de Red y se colocó su guante H.O.P.E. Comenzó a producir réplicas una tras otra, mientras los Pokémon tortugas voluntariamente se formaban en fila para ser todos capturados. Algunos de ellos hasta pelearon por "saltarse la fila", tratando de ir primero.

Al último quedaron el Wartortle que vino a buscar su ayuda antes, y Blastoise. El primero intercambió unas palabras con el Squirtle de Ash antes de irse.

- [Gracias por tu ayuda, amigo.] – le dijo, dándole un pulgar arriba. – [Si alguna vez necesitas con quien entrenar, no tienes más que pedírmelo.]

- [Claro.] – replicó Squirtle devolviéndole el gesto. – [Saluden a mis otros amigos por allá, y traten de no meterse en problemas, ¿de acuerdo?]

El corazón de Misty se derritió un poco ante ese gesto, por lo visto los dos llegarían a llevarse muy bien. Habiendo terminado con eso, Wartortle tocó la penúltima Bola de Red y se dejó absorber para ser teletransportado al laboratorio de Oak. Ya solo quedaba Blastoise, que le echó una última mirada al horizonte antes de tomar la última Bola de Red. Intercambiando un movimiento de la cabeza con Misty, presionó el botón para dejarse capturar y se fue también. Con ello ya concluía su aventura por ese día.

- Bueno, ya terminamos aquí. – dijo Iris. – ¿Hay tiempo antes de que se vaya nuestro barco?

- Más que suficiente, y de hecho... – El estómago de Ash gruñó. – ¿Alguien quiere ir a comer algo antes de marcharnos?

Los gruñidos de los estómagos de todos lo confirmaron, y decidieron ir por algún bocadillo. Por suerte todavía tenían suficiente tiempo antes que el ferry zarpara, y todo ese ajetreo por salvar a los Pokémon tortugas ya les había abierto a todos el apetito.

(--0--)

Al atardecer...

El día tocaba a su fin, y el último ferry fuera de Isla Cinnabar ya se encontraba en mar abierto rumbo hacia su destino en Pueblo Paleta. Iris y Ash ya se habían retirado a sus camarotes después de cenar, y mientras tanto, Misty y Anabel habían salido para tomar algo de aire en la popa de la embarcación. La brisa marina se sentía muy agradable, y el espectáculo del sol poniente sobre el mar era digno de admirarse.

La pelirroja no podía dejar de pensar en esos eventos que acababan de suceder. Enfrentarse a ese cazador furtivo por ayudar a esos Pokémon, y ofrecerles un nuevo hogar luego de que el suyo quedó totalmente devastado. Claro, no le hacía ascos a la recompensa que recibió, pero por dentro se sentía un poco extraña.

- Estás feliz. – dijo de pronto Anabel.

- ¿Hmm? – Misty se volteó a verla. – ¿Por qué lo dices?

- Aparte de que puedo percibirlo, ahora mismo estás sonriendo. – replicó la telépata.

- No me había dado cuenta. – dijo Misty. – Pero supongo que lo estoy, aunque no estoy segura del por qué.

- Creo que yo lo sé. – sonrió Anabel. – Fue por haber ayudado a todos esos Pokémon.

Misty miró a su amiga algo confusa. Parecía muy obvio, pero había algo más aparte de eso, y eso era lo que la pelirroja no entendía.

- Mi tío me enseñó que a veces, cuando nos sentimos mal por cualquier razón, lo mejor que podemos hacer es hacerle un favor o ayudar a alguien más. ¿No has notado que cuando ayudas a alguien de corazón, eso te hace sentir muy bien?

- Ahora que lo dices... sí, es verdad. – admitió Misty. – Me siento bien por haberlos ayudado. Es decir, yo quise hacerlo, lo hice sin que nadie me lo pidiera, y me agradó hacerlo.

Misty miró hacia el mar, pensando en las palabras de Anabel. ¿Sería por eso que Ash ayudaba a personas desconocidas con sus problemas y de manera tan desinteresada? Él nunca buscaba beneficiarse ni nada. A veces aceptaba la recompensa, otras veces no.

Fuera como fuese, Misty tuvo que admitir que le agradaba esa sensación. Quizás no sería mala idea acostumbrarse un poco a ella.

- Aunque por otra parte... no puedo evitar preguntarme cómo haré para manejar a tantos Pokémon a la vez. – le dijo a Anabel.

- Bueno, tendrás que averiguarlo un día si quieres ser una buena líder de gimnasio, ¿o no?

- Sí, obviamente. Lástima que nunca tuve buenos ejemplos. – dijo pensando en sus hermanas.

Considerando que Ash ya había atrapado a varios grupos de Pokémon numerosos, quizás debería preguntarle un poco. Después de todo parecía manejarse bien con ellos, aunque pareciera tener predilección por algunos en particular para las batallas.

Bueno, tendría mucho tiempo para conversar con él de eso cuando estuvieran en Pueblo Paleta.

FIN.


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