Parte 2
Sobre los cielos nocturnos de Johto...
Encontrar a su colega del bajo mundo no fue nada difícil. Después de todo, este se hizo notar bastante bien cuando usó como blancos de práctica a los drones que J mandó a explorar el área general donde habían quedado a reunirse. Aparentemente, lo hizo por presumir y para llamar su atención.
A la cazadora no le hizo ninguna gracia, y le recriminó que reponer esos drones, pero el francotirador rápidamente le ofreció el esquema de los que él utilizaba. Mucho más eficientes, más pequeños y difíciles de ver, y sorprendentemente menos caros de mantener. Eso al menos sirvió para aplacar su ira, al menos de momento, pues había llegado la hora de discutir en detalle los términos de esa alianza temporal que iban a hacer con sus trabajos actuales.
- Impresionante. – dijo el Pride Sniper observando los videos de los hombres de J, luchando contra los dos vigilantes bloodliners, o más bien, cayendo como moscas ante ellos. – Me refiero a tus hombres, claro, que hayan durado todo eso.
- A ti tampoco te fue muy bien contra el otro en solitario, ¿o me equivoco? – replicó J fríamente.
- Me tomó por sorpresa, es todo. Ahora que sé de lo que son capaces, podemos prepararnos apropiadamente. – dijo el francotirador, sacando un disco USB e insertándolo en la consola. – Me tomé un poco la libertad de estudiar a nuestros adversarios. Te sorprendería lo fácil que es enfrentárseles si conoces sus debilidades.
- Pareces saber mucho sobre ellos. – dijo J. – Yo no los enfrento a menudo, y francamente prefiero mantenerlo así.
No estaba bromeando. Sus encuentros con bloodliners siempre habían hecho más que un mal sabor de boca. Enfrentarse a un Pokémon era una cosa, ya que era fácil imaginarse de lo que eran capaces. Pero un bloodliner... eso era distinto. Un humano con el poder de un Pokémon era antinatural, algo que no debería existir.
- Entre más conozcas a tu adversario, más recursos tendrás para usar en su contra. – dijo Pride. – Entre tu relato, y lo que he podido recopilar por mi cuenta, no será muy difícil encargarnos de estos sujetos. Ya tengo una idea de lo que son capaces.
Empezó por mostrarle un video tomado desde perspectiva de primera persona, gracias a la micro cámara de su máscara. Específicamente, su pelea contra el vigilante con complejo de Robin Hood por su elección de atuendo y armas. Durante esa pelea intentó dispararle con una de sus pistolas, y el arquero se escudó utilizando sus brazos. Normalmente habría pensado que era una decisión estúpida, de no ser porque sus extremidades adoptaron un revestimiento de energía metálica, y las balas rebotaron en ellos sin atravesarlos. La forma en como agitó los brazos después sugería que las había sentido y que hasta le dolieron, pero seguro no pasaría de más allá de lo que para un humano ordinario serían unos cuantos moratones.
- ¿Eso fue un Ala de Acero? – observó J. Había visto el movimiento suficientes veces para reconocerlo, y además se la había enseñado a su Salamence hacía muy poco, como contramedida para Pokémon de tipo Hada. El resplandor metálico era inconfundible.
- Y hay más. – prosiguió el francotirador. – Este sujeto tiene entrenamiento formal de combate, y sabe cómo combinarlo con sus poderes naturales. Nada más observa.
Para hacer claro su punto, continuó reproduciendo el video. Después de que las balas fallaron, claramente Pride Sniper había decidido enfrentarlo a corta distancia, usando sus cuchillos. El vigilante decidió recurrir a un par de bastones eskrima que tenía guardados entre las botas. Nada inusual al principio, hasta que de estos salieron unas cuchillas de energía verdes, y lo obligaron a retroceder para evitar que lo acuchillaran. En ese momento arrojó unas granadas de fuego y decidió escapar, siendo lo último que alcanzó a ver fue como el vigilante usaba su capa para cubrirse del estallido de fuego.
- Muy bien, aparte del obvio uso de lo que fue un ataque de Hoja Afilada con esos bastones, ¿qué más es lo que intentas mostrarme? – preguntó la cazadora.
- Creí que estaría claro. – dijo Pride. – Este sujeto no usa ese ridículo disfraz solo porque sí: es una marca de identidad, de lo que es capaz. Atraviesa las paredes y el suelo como si fuera un fantasma, y todos esos ataques los puede aprender la línea evolutiva del inicial tipo Hierba de Alola. Y está además su reacción al fuego, que es una de las debilidades naturales de la hierba.
J le echó una mirada al francotirador. Rápidamente captó el mensaje: básicamente era que el bloodliner tenía las mismas fortalezas y debilidades que el Pokémon al que estaba asociado. De ser ese el caso, ya se le ocurría cómo lidiar con los otros dos a los que se habían enfrentado sus hombres capturados. Ahora era tiempo de mostrarlos.
- Si tu suposición es correcta, creo que es obvio cómo lidiar con estos dos. – dijo ella. – El sujeto con cabeza de fósforo solo genera fuego, así que un buen ataque de agua, o un viento fuerte que le sople mientras está en el aire deberían bastar para ponerlo fuera de combate. Y además de la debilidad obvia de un tipo Eléctrico, la mejor manera de lidiar con un velocista es hacer que deje de correr.
- Qué bueno que estamos en la misma página. – asintió el francotirador. – Creo que me agradará trabajar contigo.
- Aún sigo sin entender por qué quieres acudir a mí. Digo, no es que no aprecie algo de asistencia cuando la necesito, pero...
- Siempre es bueno tener a alguien que te cuide las espaldas, y a quién cobrarle favores cuando lo necesites. – dijo Pride. – Llámalo un intercambio equivalente a nivel utilitario. Me ayudas, yo te ayudo. Me traicionas, te mato. Así de simple.
J sonrió de lado. Esa era una mentalidad con la que ella podía simpatizar, y de hecho podía ver que era práctico, al menos la parte de "cobrar los favores". Quizás no le resultaría del todo mal trabajar junto al Pride Sniper después de todo.
- Bien, ¿cuál es tu plan? – preguntó J.
- Luego de nuestros intentos fallidos, ellos saben que regresaremos. Nuestra ventaja, desde luego, es que ellos no saben que estaremos trabajando juntos, y será mejor mantenerlo así.
- Estoy de acuerdo. – asintió la cazadora. También ayudaría a que ella mantuviera su propia reputación. – Probablemente esperarán la oportunidad para sacar a Roberts y a sus Pokémon hacia una locación más segura. Nuestra mejor oportunidad es atraparlos mientras está viajando.
J presionó un botón para desplegar un mapa de toda la ciudad, con un punto rojo resaltando la residencia de Roberts, el lugar donde ella había atacado antes. Habían incrementado la seguridad alrededor de varias cuadras, lo que significaba que no era un buen momento para atacar todavía. J volvió a presionar el botón, generando varios caminos en diferentes direcciones desde la residencia, y dirigiéndose hacia las salidas de la ciudad.
- He mapeado casi todas las rutas posibles de escape que podrían intentar utilizar. Mi corazonada es que intentarán llegar a este helipuerto privado y sacar a Roberts fuera de la ciudad. Si no fuera porque necesito que sus Pokémon estén en perfectas condiciones, con gusto lo derribaría yo misma del cielo.
- Sin mencionar que eso me robaría mi récord perfecto de víctimas. – agregó Pride. – En ese caso, imagino que vamos a colocar emboscadas en tantas rutas como sea posible y esperar nuestras oportunidades, ¿me equivoco?
- Podríamos extrapolar las más probables, basándonos en accesibilidad y velocidad para llegar a su destino. – señaló J. – Así puedo enviar más hombres para lidiar con esos fenómenos cuando aparezcan. Todo lo que necesitan es el equipamiento apropiado para enfrentarlos.
- Y ahí es donde entro yo. Créeme, esos vigilantes no sabrán qué los golpeó.
La Cazadora y el Sniper rápidamente intercambiaron miradas. Extrañamente, no llevaban ni dos horas de conocerse en persona, y aun así parecían llevarse bastante bien. Para ser una alianza temporal, la estaba disfrutando.
Y eso no le gustaba ni un poco a J. Mejor terminar con este trabajo pronto para romperla e irse cada uno por su lado.
(--0--)
Mientras tanto, en la residencia de los Parker...
Tras los sucesos de la otra noche y compartir versiones de los acontecimientos, Parker acordó que Oliver y sus colegas vinieran a visitarlo en su casa para comenzar a discutir en detalle las acciones que tomarían.
Padre e hija habían llevado al trio a su viejo escondite subterráneo, la " Gligarcueva", como solían llamarla, para comenzar a hacer sus planes. Bastaba decir que todos los héroes de la generación presente se encontraban bastante emocionados de visitar el lugar, aunque lo expresaban de diferentes maneras.
Mientras su padre y Oliver tenían su charla de superhéroe mayor a superhéroe más joven, Latoya se había puesto a socializar un poco con los otros dos: Ronald "Ronnie" Storm, y Bartholomew J "Bart" West. O como ella los había apodado internamente: "el hombre en llamas" y el "velocista de relámpagos". A diferencia de Oliver, lo poco que sabía de los otros era lo que su padre había estado investigando sobre ellos cuando descubrió sus identidades secretas, así que no tenía idea de qué clase de personas eran o qué esperar.
No haría falta decir que ambos le dieron una... bastante profunda primera impresión.
- ¡Wow! Discúlpenme por la expresión, pero este lugar está de locos. – decía el velocista mientras corría de una esquina a la otra para ver de cerca todos los trofeos.
- ¡Cuidado con romper algo, Bartholomew! – le advirtió Latoya.
- ¡No me llames así! Puedes decirme Barty, Barry, o Bart, pero nunca por mi nombre completo. – dijo el aludido. – Como sea, ¡esto es un museo viviente de la historia de los superhéroes! ¡Ven a ver esto, Ronnie, el Gligarmóvil modelo MK-III, mi encarnación favorita! ¡Lo que daría por conducir uno de ellos!
- Y eso que corres más rápido que cualquiera de ellos. – replicó Ronnie cruzando los brazos.
- ¿Y eso qué? Tú puedes volar y aun así eres aficionado a los aviones, ¿o no?
Latoya vio que Ronald, o Ronnie, rodaba los ojos ante ese comentario. Parecía que los dos contrastaban mucho uno con el otro en personalidad: el velocista era hiperactivo, hablaba sin parar (a veces sin hacer pausas) y aparentemente era incapaz de permanecer en el mismo lugar por más de tres segundos. Por el otro, Ronnie mostraba un semblante mucho más calmado y trataba de mantener la compostura, aunque no era adverso a hacer bromas ocasionalmente. Parecía una persona totalmente distinta a como ella lo había visto en esos videos, prendido en llamas y como si siempre estuviese furioso.
- ¿Siempre es así? – le preguntó Latoya al vigilante con poderes pirokinéticos.
- Nah, solo cuando estamos fuera de servicio. Sabe ponerse serio cuando es necesario. – replicó Ronnie. – En fin, mientras tu padre y Oliver están ocupados, ¿hay algo para matar el tiempo? ¿Un curso de obstáculos o algo así?
- Papá tiene un área para prácticas de tiro, si está bien para ti. – dijo la chica.
- Eso servirá bien.
Latoya guio a Ronnie hasta un área bastante espaciosa de la cueva en el nivel inferior. Había una gran plataforma cuadrada, y cuatro disparadores colocados en las esquinas. Le indicó que se colocara al centro mientras ella encendía una consola y un tablero de puntuación aparecía en la pared detrás de ellos.
- Tienes veinte segundos de tiempo para destruir diez blancos que saldrán disparados desde direcciones aleatorias. – explicó Latoya. – Si dejas que pasen de largo el área, o te golpean, tendrás una penalización. ¿Estás listo?
- Comienza cuando quieras. – dijo Ronnie, haciendo aparecer una llama en su puño, y también en sus ojos.
Latoya presionó el botón para arrancar el simulador. Ronnie se puso en posición y apenas dos segundos iniciando salieron disparados un par de discos voladores hacia él. Agitando la mano arrojó una pequeña bola de fuego hacia el que le venía por el frente, y se giró para darle al siguiente.
La hija de Parker se quedó observando al vigilante pirokinético. Tuvo que admitir que le impresionó ver que tenía buena puntería, y uno tras otro fue derribando los blancos, aunque varios de ellos se fueron bastante rápido y casi se le escaparon. El tablero marcó: "10/10: Perfecto".
- Vaya, eso fue impresionante. – dijo Latoya, sin poder evitar aplaudir un poco. – Obviamente esto es más fácil para quienes tienen poderes. Aunque... podrías haber intentado usar menos de diez disparos.
- Pero... si hay diez blancos. – dijo Ronnie ladeando la cabeza con confusión.
- ¿Alguna vez has tratado de derribar más de un objetivo a la vez? – preguntó ella.
- Yo... supongo que no tengo que hacerlo a menudo. – admitió Ronnie.
Latoya rodó los ojos. Esa era una habilidad básica que había aprendido de leer los viejos diarios de héroe de su padre. Estos incluían cosas como el funcionamiento de sus artilugios, algunas técnicas de combate básicas y más, y se había puesto a leerlos en su tiempo libre. Se preguntaba también por qué su padre no los ponía bajo llave.
- Déjame enseñarte. Ven acá.
Ronnie se acercó a Latoya, que le mostró cómo operar la consola para activar el ejercicio. Primero, presionó el botón de reseteo para reiniciar el tablero, y luego el botón de inicio para ponerlo en marcha. Con todo explicado, ella cogió un guantelete y un cinturón lleno de Gligarangs y se puso en todo el centro del área de entrenamiento. Dándole a Ronnie un asentimiento le indicó que comenzara.
- ¿Lista? ¡Vamos!
Igual que antes, los discos voladores salieron disparados. A diferencia de Ronnie, ella se hizo a un lado y esperó a que los dos primeros discos se intersectaran en línea recta, antes de disparar un dardo del guantelete y atravesarlos ambos simultáneamente.
Para los dos siguientes, cogió uno de los Gligarangs de su cinturón y lo arrojó. El proyectil afilado golpeó el primero y describiendo un arco alcanzó también el segundo, mientras ella disparaba desde su guantelete un dardo hacia el quinto.
Esperando la siguiente oleada, cogió un par de Gligarangs más pequeños y los arrojó mientras dos discos más volaban sobre sus hombros, golpeándolos al mismo tiempo. Pero eso no fue nada comparado a la última oleada: esperó a que los tres últimos salieran disparados, y luego a que se intersectaran en todo el centro del área de entrenamiento, para dispararles un dardo desde el guantelete, atravesándolos a los tres.
El tablero volvió a iluminarse, pero esta vez mostrando un "10/10: ¡Excepcional!"
- *Silbido*, wow, ahora ESO sí fue impresionante. – dijo Ronnie. – Quizás debería intentarlo de ese modo alguna vez.
- No es tan difícil. – replicó Latoya, girando sobre su dedo un Gligarang hueco, que parecía casi una shuriken. – Además a veces podrías encontrarte rodeado, así que golpear a múltiples objetivos podría salvarte la vida.
Acto seguido sujetó de nuevo el proyectil y apuntó hacia una estalactita en el techo. El proyectil se clavó certero en ella. ¿Quién diría que tantos años de jugar a los dardos le habrían ayudado a desarrollar tan buena puntería?
- De nuevo. – continuó, bajando la voz mientras cogía otro Gligarang antes de lanzarlo. – Cuando tienes poderes, es menos probable que estés en peligro, y más bien ser tú mismo el peligro.
- No puedo evitar preguntarme, pero... ¿tienes algo en contra de los bloodliners, nuestros poderes o algo? – preguntó Ronnie. Latoya hizo una pausa, pensando en una respuesta apropiada.
- No es que tenga nada en contra de los bloodliners, es solo que no simpatizo con la gente en posiciones de poder que potencialmente podrían hacer lo que quisieran. Especialmente cuando la gente normal como yo no es capaz de hacer nada al respecto.
- ¿Crees que nosotros intentaríamos lastimar a las personas?
- El fuego es un elemento que puede ser tanto una fuente de vida como de destrucción. Ustedes tal vez estén entre los buenos, pero no pueden negar que hay muchos que están dispuestos a usar sus habilidades para cometer crímenes.
Y ella lo sabía muy bien: su padre había peleado contra varios de ellos en su tiempo. Especialmente con aquella mujer terrorífica, cuyo nombre prefería no pronunciar en voz alta por las memorias que le traía. Ella solo lo había escuchado una vez, y había decidido no pronunciarlo por respeto a él.
Sus pensamientos sobre bloodliners y los días de gloria de Gligarman se vieron interrumpidos por un destello eléctrico que se le acercó rápidamente.
- Bien, creo que ya terminé el recorrido. – dijo Bart, regresando con Latoya y Ronnie. – ¿Crees que el jefe ya haya terminado de conversar con el señor Parker?
- Me imagino que sí, a estas alturas. – replicó Latoya. – Vamos a ver.
...
Entretanto, Oliver y Parker se encontraban revisando datos en la supercomputadora de la Gligarcueva. Habían estado revisando todas las grabaciones de seguridad del intento de asesinato a Roberts, y a su vez el veterano compartía la información que tenía sobre el asesino contra el cual se estaban enfrentando.
- Su verdadero nombre es desconocido, y a lo largo de su carrera parece ir intercambiando de alias para que sea mucho más difícil rastrearlo. – explicaba Parker. – Su modus operandi está muy bien definido: siempre una bala limpia recubierta con el alcaloide para darle muerte a su víctima, y eliminar cualquier rastro que pueda implicar a su cliente. A cambio, estos tienen que mantener la boca cerrada y nunca divulgar nada sobre él.
- ¿Alguno de sus clientes alguna vez fue descubierto? – preguntó Oliver.
- Según registros oficiales, solo se conocen a dos que amenazaron con exponer su identidad. – dijo Parker. – Fueron encontrados con heridas de bala y rastros del mismo alcaloide que usa con sus objetivos, además de un mensaje escrito que decía "Detesto a los traidores".
- Vaya sujeto. – dijo Oliver dando un respingo. Ciertamente sonaba como un sujeto que nadie querría de enemigo. – Bueno, al menos sabemos que este sujeto no se detendrá hasta que le ponga una bala en el cuerpo a Roberts. El personal de seguridad está haciendo planes para trasladarlos a él y a su familia a una casa segura, y seguramente volverá a intentarlo cuando estén movilizándose.
- Y ahí es donde entraremos nosotros. – dijo Parker. – Podemos ofrecerles apoyo y asegurarnos de que Roberts abandone la ciudad sano y salvo. Sin embargo, tenemos otro problema.
Oliver asintió, y de inmediato insertó un disco USB en la ranura para mostrar un video propio. Este mostraba la pelea (si se le pudiera llamar así) entre sus dos compañeros y los hombres que atacaron la residencia de Roberts aquella noche. No fueron problema para Ronnie y Bart, pero el que se hubiesen deshecho del personal de seguridad con tanta facilidad era alarmante.
- Por las declaraciones que dieron los de la policía, ya llevaban al menos un par de días rondando la cuadra y haciendo vigilancia antes de iniciar su ataque. – dijo Oliver. – Lo extraño fue que no estaban interesados en secuestrar a la señora Roberts, o robar objetos de valor. Supuestamente, lo que buscaban era robarse a la colección de Pokémon que tienen en ese lugar.
- ¿Descubriste algo más de ellos? – preguntó Parker.
- Los idiotas se negaron a hablar, pero entre los artefactos que les confiscamos rastreamos algunas pistas interesantes. – replicó Oliver. – No sé si conozca a esta mujer, la Cazadora Pokémon J.
Oliver clickeó un archivo para mostrar el perfil de dicha mujer. En ella había una foto de la mujer de pelo plateado con sus gafas puestas y otra sin ellas para revelar sus ojos azul hielo, que le daban un semblante muy apropiado para una criminal.
- Esta mujer tuvo mucho cuidado de borrar todo registro de su pasado. Lo único que se sabe es que trabaja como mercenaria que se dedica a robar Pokémon raros y valiosos para venderlos en el mercado negro. – explicó Oliver. – Ella no es como nuestro francotirador Pride Sniper: el daño colateral en humanos o material es irrelevante, pero siempre se asegura de que los Pokémon que se roba no sufran daño alguno para que le paguen bien.
- Tiene sentido. – asintió Parker. – Grandioso, así que tenemos a dos mercenarios psicópatas en diferentes frentes atacando al mismo objetivo.
- La única ventaja que tenemos es que no estén trabajando juntos. Ya de por sí es un fastidio tener que lidiar con uno solo de ellos.
Aunque hubiese ese resquicio, Parker decidió que no haría daño prepararse para ese escenario, hipotéticamente hablando. Por poco probable que fuese que estuviesen en contacto, si la posibilidad existía no se debía descartar. Eso muchas veces le había salvado la vida, tratar de estar uno o dos pasos por delante de sus oponentes.
- ¿Y bien? – les habló la voz de Ronnie. – ¿Terminaron de ver contra quienes nos enfrentamos?
- Sí, ya estamos listos. – dijo Oliver volteándose. – El siguiente paso es decidir lo que vamos a hacer. ¿Señor Parker?
- Por ahora, solo nos resta esperar. – dijo el veterano. – Mi vieja amiga de la fuerza policíaca dijo que se reuniría con nosotros para discutir los planes del traslado de Roberts a la casa segura. Nuestro trabajo será ofrecerles apoyo en caso de que sea necesario.
- ¿Cuándo haremos eso? – preguntó Bart con impaciencia. – No es que tenga prisa ni nada, pero quiero algo que hacer mientras tanto, y además...
- No tendrás que esperar mucho. – dijo Latoya, señalando hacia el monitor. – Miren eso.
El monitor que enfocaba la vista general de la ciudad estaba mostrando algo muy particular: una imagen circular, con una silueta de Gligar se proyectaba sobre el cielo nocturno. Parker sonrió: había dejado de ver eso en años, pero le recomendó a Gio reactivarla ahora que había dejado el retiro.
- ¡Genial! – sonrió Bart. – Quizás deberíamos conseguir una de esas.
- Bueno, no los dejemos esperando. – dijo Oliver. – A equiparse.
Mientras los Vigilantes Nocturnos iban por su equipamiento de héroes, Latoya se puso junto a uno de los contenedores, específicamente el que llevaba el traje de Gligarman original. Se quedó viéndolo de pies a cabeza, y exhaló un suspiro.
- ¿Pasa algo malo? – le preguntó Parker, ya con su traje completo. Contrastaba enormemente con el original, pues tenía una armadura más pesada y era mucho más oscuro.
- Nada, solo que... quisiera poder estar allá afuera ayudándote.
- No estaré solo. Oliver y los otros me cuidarán las espaldas. – aseguró Parker con una sonrisa.
- Aun así, no me siento bien quedándome aquí mientras tú arriesgas la vida allá afuera. ¿Hay algo que pueda hacer? – preguntó ella. Parker se rascó la barbilla, pensativo.
- En realidad... sí creo que hay algo con lo que nos podrías ayudar.
(--0--)
Sobre las azoteas de la ciudad...
Gio Jenny se sentía bastante extraña de volver a estar en ese lugar, parada junto a la Gligar-Señal. Más le sorprendía que después de tanto tiempo de tenerla guardada en el depósito todavía funcionara. Sin embargo, de algo estaba segura: su viejo amigo siempre acudiría sin falta una vez que proyectase la luz en el cielo nocturno.
Dicho eso, se sorprendió un poco cuando Gligarman le dijo que "traería algunos amigos". Si bien ya se imaginaba a quiénes se refería, verlo por sí misma lo hizo mucho más real. El primero en llegar fue Flamestorm, descendiendo lentamente para aterrizar sobre la azotea. Poco después lo siguió un relámpago que vino corriendo por la pared del edificio, deteniéndose junto a él.
- Para que conste, llegué primero. – dijo el pirokinético en tono ligeramente burlón.
- ¿Sí? Para que conste, le di cinco vueltas al perímetro antes de venir aquí, solo por precaución. – replicó el velocista.
La comisionada de la policía trató de no reírse. Aunque toleraba que anduviesen por las calles, nunca había trabajado con ellos, así que no tenía idea de cómo eran realmente. A los pocos segundos, se les unieron Decid-Arrow y Gligarman, usando sus pistolas de gancho para subir hasta la azotea. Gio miró el reloj de su muñeca antes de encararlos.
- Menos de quince minutos de respuesta, más pronto de lo que esperaba. – le dijo.
- Pensé que debíamos venir lo más pronto posible. – replicó Gligarman.
- Cuando dijo que tenía una amiga en la fuerza, no imaginé que fuese la comisionada en persona. – dijo el arquero.
- Hicimos un buen equipo durante sus días de gloria. – dijo Gio sonriendo. – Veo que decidiste modificar un poco tu viejo traje.
- Le hice algunas pequeñas mejoras. – admitió Gligarman. La veterana policía sonrió de nuevo, antes de adoptar una expresión seria.
- Por mucho que me gustaría hablar sobre nuestros viejos tiempos, ahora hay asuntos más importantes que atender. – Apagó la señal y cogió una tablet, comenzando a pasar archivos hasta encontrar el que estaba buscando. – Ahora mismo Roberts y su esposa se encuentran bajo vigilancia, pero los preparativos para su traslado estarán listos en menos de un par de horas. Para incrementar la seguridad, ambos irán en vehículos separados. Se reunirán de nuevo en el helipuerto para ser llevados a la casa segura.
- ¿Qué hay de la colección de Pokémon de Roberts? – preguntó Decid-Arrow.
- Hemos designado un tercer transporte para ellos específicamente. Un asistente del Profesor Elm ha ofrecido que los resguarden en su laboratorio hasta que las cosas se calmen.
- ¿Seguro que es una buena idea? – preguntó Flashstrika. – Sin ánimos de ofenderlo, ya saben lo distraído que es el Profesor Elm cuando se inmersa en su investigación más de la cuenta. Y está aquella vez cuando...
- Solo pasó una vez. – interrumpió Flamestorm. – Y estoy seguro que ya tiene suficiente gente para recordárselo.
- Si están preocupados, su asistente se ocupará de resguardar a los Pokémon. – dijo Gio. – No mencionemos ese incidente, ¿de acuerdo? Como sea, tendremos además tres transportes más para actuar como señuelo, pero todos igualmente irán escoltados como precaución. Llegando a los puntos intermedios fuera de la ciudad, cambiaremos de vehículos para continuar, y así despistar a los posibles atacantes.
- Y mientras tanto, nosotros ofreceremos apoyo adicional, ¿correcto? – preguntó Flamestorm.
- Correcto. – dijo Gio. – Con suerte, tal vez tener uno de ustedes cerca los disuada de intentar cualquier cosa, pero si no es el caso... tienen autorización de proceder como crean conveniente.
- Lo cual significa, si podemos, capturar a algunos de ellos para interrogarlos y tratar de averiguar quién los contrató para este trabajo. – dijo Decid-Arrow. – ¿Cuáles serán las rutas de los transportes?
Durante la siguiente media hora, la comisionada y los vigilantes discutieron lo que haría cada uno de ellos. En primer lugar, los transportes que llevaban a Roberts y a su mujer tenían prioridad y por ende al menos uno de ellos debería permanecer cerca como protección adicional. Gligarman y Decid-Arrow decidieron asumir estos roles.
Por su parte, Flamestorm y Flashstrika podían utilizar su capacidad de vuelo y supervelocidad respectivamente para cubrir el terreno y vigilar a los otros transportes, especialmente el que llevaba a los Pokémon por si apareciera la cazadora. Tanto mejor para ellos si llegaba, así tendrían una oportunidad de aprehenderla. Pero desde luego, la prioridad durante la misión era mantener a salvo a Roberts, y como objetivo secundario, atrapar al francotirador cuando volviera a atacar.
- Muy bien, está decidido. – concluyó finalmente Gio, y revisó su reloj. – Tenemos dos horas antes de la partida. Por favor colóquense en posición y prepárense para la operación.
- No se preocupe, Comisionada. Cuente con nosotros, atraparemos a esos pillos en un flash. – aseguró el velocista. – No sabrán ni qué los golpeó.
- Oye, que no se te olvide que el objetivo principal es proteger al señor Roberts. – replicó Flamestorm.
- Sí, pero arrestar a los malos sería un plus, ¿o no? ¿Para qué perder la oportunidad?
- Si podemos atraparlos lo haremos, pero Flamestorm tiene razón. – dijo Decid-Arrow. – Debemos estar enfocados en mantener a Roberts a salvo hasta que se complete el traslado. Pero mientras tanto... creo que la noche es joven. Podemos ir a dar una vuelta por la ciudad, por si hay algún criminal de poca monta rondando. ¿Nos acompaña, Gligarman?
- Adelántense. Los alcanzaré después.
- Como usted quiera. De acuerdo, Vigilantes Nocturnos, ¡en marcha!
Dicho esto, cada uno se marchó a su manera: Flamestorm salió disparado hacia el cielo dejando el rastro de fuego, Flashstrika echó a correr por las paredes del edificio y se echó a las calles dejando el rastro de rayos, y Decid-Arrow saltó desde la azotea extendiendo su capa como paracaídas antes de disparar el gancho de su ballesta y balancearse hacia el siguiente edificio. Con ello, Gligarman se quedó a solar con su vieja amiga, observando como la actual generación de justicieros salía hacia las calles a hacer su trabajo.
- Son un trío interesante. Es la primera vez que me acerco a ellos. – confesó la mujer policía.
- ¿En serio? – dijo Gligarman. – Conmigo siempre fuiste mucho más abierta.
- Era otra época, y yo era mucho más joven. – señaló Gio. – Además, no todos en el departamento los ven con buenos ojos. Los otros toleran su presencia mientras nos ayuden, pero nada más. Me costó mucho convencerlos de que aceptaran la ayuda adicional, aunque claramente la necesitamos.
- Estoy de acuerdo. – asintió Gligarman. – No creo poder manejar esto yo solo. Ya estoy demasiado viejo.
- ¿Alguna vez consideraste pasar la antorcha a alguien más? – preguntó Gio. Gligarman negó con la cabeza.
- No realmente. En ese entonces, no había nadie a quien confiarle el manto de Gligarman.
- ¿Y ahora?
Gligarman pensó un poco antes de responderle, respirando profundamente.
- Mi hija tal vez tenga algunos problemas con la actual generación de héroes, pero... sé que tiene su corazón en el lugar correcto. Pero no creo que todavía esté lista. Necesita saber en lo que se está metiendo.
Gligarman y Gio observaron hacia la ciudad, ambos en silencio por un momento. Su manto era algo importante para él, y tenía que estar seguro de dejarlo en buenas manos. Quizás su hija fuese la persona indicada para hacerlo, pero antes de eso, necesitaba arreglar algunos de esos problemas.
Específicamente, aprender a confiar en otros héroes, y juzgarlos por lo que eran en lugar de en lo que pudieran convertirse potencialmente.
- Antes de irme, tengo algo para ti. – Gligarman se llevó la mano hacia su cinturón, y sacó un par de tubos de cristal, llenos con un líquido azul claro. – Espero que no llegue a eso, pero si alguien llega a recibir una de las balas del Pride Sniper, esto ayudará a contrarrestar su alcaloide.
- Un paso adelante como siempre. – sonrió Gio. – De nuevo, no podría esperar menos del hombre que siempre llevaba un frasco con repelente para Sharpedo en su cinturón.
- Oye, nunca se sabe cuándo lo necesitarías. – se rio el vigilante. – Y por si se te olvidó, salvó nuestras vidas en aquella ocasión.
- Todavía estoy tratando de olvidarlo. – La mujer rodó los ojos, pero de todas maneras aceptó los tubos con el antídoto. – Como sea, no hará daño estar preparados. Me da gusto volver a trabajar contigo.
- Lo mismo digo, vieja amiga.
El vigilante y la comisionada se dieron un apretón de manos, felices de poder volver a hacer equipo después de tanto tiempo. En todo su historial juntos contribuyeron a ponerle fin a la era dorada del crimen, y ahora estaban decididos a impedir que esta fuese a resurgir. Aunque para eso, necesitarían la ayuda de la nueva generación. Ya ninguno de los dos era tan joven como antes.
...
Sobre uno de los tejados, Gligarman observaba la entrada de la residencia de la familia Roberts. Los autos escolta y los camiones blindados estaban comenzando a estacionarse frente al portón. Faltaban pocos minutos para comenzar la operación, en cuanto Roberts y su esposa aparecieran por el portón.
Si bien no era la primera vez que tomaba una misión como esta, de vigilar y proteger a alguien, se sentía mucho más tenso de lo que jamás había estado. No creía que pudiese enfrentar esto solo, así que contar con el apoyo de los Vigilantes Nocturnos sin duda era muy alentador.
Y además, tendría alguien más para ayudar a dirigir la misión. Su comunicador empezó a pitar y de inmediato presionó el botón para activarlo.
- Canal de comunicaciones abierto. – sonó la voz de Latoya. – ¿Están todos en línea?
- Aquí Decid-Arrow, en posición.
- Habla Flamestorm, todo bien desde aquí arriba.
- Flashstrika, listo para correr cuando digan.
- Gligarman, todo está bien aquí. ¿Tienes señal visual, Watchcave?
- Tenemos que hablar de los nombres después. Pero sí, la tengo. Wow, cuando me dijiste que querías mostrarme el mundo a través de los ojos de un superhéroe, no esperaba que fuese así.
- Suenas algo emocionada ahora mismo. – intervino Flashstrika.
- Quizás solo un poco. – admitió Latoya. – Aun así, confío en que puedo mantenerme lo bastante seria para esto. Después de todo, se supone que sea sus ojos en el cielo, ¿verdad?
- Correcto. – dijo Gligarman. – Y nuestras vidas podrían depender de ello.
A Latoya le habría gustado estar afuera para ayudarles de alguna manera, pero su padre no sentía que estuviera lista todavía para salir a campo abierto. Así que le sugirió actuar como control de misión y dirigirlos desde la cueva desde enfrente de la supercomputadora. Resultaba conveniente que la interfaz era muy similar a la de la compañía de su padre, así que no tardó en acostumbrarse.
Aparte de los monitores que mostraban el punto de vista de cada uno de ellos, contaba también con un mapa satelital de la ciudad. Su rol durante la misión sería utilizarlo como alerta temprana para estar listos cuando sus enemigos hicieran su movimiento.
- Una cosa más. Decid-Arrow, ¿están seguros de poder manejar esto ustedes solos? – preguntó Latoya. – Quiero decir, no haría daño tener algunos Pokémon como apoyo adicional.
Gligarman tuvo que admitir que era un punto válido. En su mayor parte, los Vigilantes Nocturnos usualmente dependían de sus habilidades y equipamiento, y jamás habían sido vistos usando Pokémon propios durante sus operaciones.
- No hay de qué preocuparse. – replicó el arquero. – Si llegara a eso, estaremos listos.
- Si tú lo dices. – dijo Latoya. – Como sea, enfoquémonos en la tarea a la mano.
- Entendido, Watchcave. Contamos contigo. Estén preparados todos, ya va a comenzar. – declaró Gligarman, observando hacia el portón mientras este se abría.
Escoltados por sus guardaespaldas, Roberts y su esposa cruzaron las puertas de su propiedad, y se dirigieron cada uno hacia un transporte separado. Al mismo tiempo, la colección de Pokémon de Roberts, que aunque normalmente ya no iban dentro de sus Pokébolas, habían sido colocados en ellas para ser transportados dentro de uno de los camiones blindados. En algunos de ellos habían colocado Pokébolas vacías para actuar como señuelos, aunque Gio ya le había informado a Gligarman cuál de todos llevaría a los verdaderos.
Había un total de dos señuelos para cada uno de los tres transportes que llevarían a Roberts, a su esposa y a sus Pokémon. Mientras Gligarman y Decid-Arrow se mantenían cerca de ellos para vigilarlos, Flamestorm vigilaría por amenazas desde el cielo, y Flashstrika se ocuparía de hacer reconocimiento del terreno y despejar el camino de obstáculos si fuese necesario.
- Comienza el juego, compañeros. – anunció Gligarman.
Los transportes echaron a andar escoltados por las patrullas de policía. Empezaron andando por la amplia calle principal antes de empezar a tomar las rutas alternas poco a poco. Las calles habían sido despejadas para facilitar la marcha, y la policía había bloqueado varias rutas para evitar problemas de tráfico, aunque la mayoría de la ciudad estaría durmiendo.
Gligarman cogió su pistola gancho y se balanceó hacia el siguiente edificio. Encima de él, Gligar también volaba para cuidarle las espaldas mientras mantenía la vista sobre el vehículo que transportaba a Roberts. Desde el otro lado de la calle, Decid-Arrow hacía lo propio hasta perderse de vista detrás de un tejado.
- Calle principal despejada. – dijo Flashstrika, y Gligarman alcanzó a ver el destello eléctrico pasando por delante de los vehículos y luego moviéndose rápidamente por detrás antes de volver a ponerse delante.
Después de un rato, los vehículos rompieron filas y comenzaron a tomar las rutas alternas. Hasta ese momento no había contratiempos, más allá de los ocasionales conductores o peatones que se acercaban a curiosear y entorpecían el paso, aunque rápidamente se apartaban o eran apartados sin muchas dificultades por el velocista.
Gligarman quería alegrarse por esto, pero por experiencia sabía que la tranquilidad siempre era solo preludio a una tormenta, y que en cualquier momento sus enemigos harían su movimiento. La pregunta sería cómo, y cuándo.
Y la respuesta a ello les llegó al cabo de media hora.
...
Desde el cielo, Flamestorm veía que las cosas lucían bien abajo, pero no podía dormirse en sus laureles. Cualquiera con algunos años en el negocio de los héroes podría sentirlo, algo grande llegaría algo en cualquier momento.
- Flamestorm, tienes algo acercándose desde el norte de la ciudad. – avisó la voz de Latoya, por el canal de comunicaciones. El vigilante pirokinético miró hacia dicha dirección al instante.
- No veo nada, ¿estás segura?
- Cambia a visión térmica. – sugirió ella. – Algo se acerca, y es muy grande.
Flamestorm presionó un botón en su máscara, y se activaron unas lentes especiales. Donde antes no había nada, una enorme masa, casi del tamaño de un avión de lujo o más grande, apareció. El vigilante se aproximó mientras cargaba una bola de fuego en sus manos.
Una vez que se puso a distancia mínima, arrojó la bola, que explotó contra una pared invisible. Lo que fuera que hubiese detrás de ella, se volvió visible por unos segundos en una barrera translúcida de color arcoíris. El vigilante volador inmediatamente volvió a tocar su comunicador.
- Tenías razón, deben estar usando algún tipo de tecnología de camuflaje. – le dijo. – Mira el tamaño de esa cosa.
- Deja de hablar y concéntrate. Tal vez puedan ocultarse a simple vista, pero nuestro satélite puede detectar las emisiones de energía de sus motores. – replicó Latoya. – Justo a tiempo, ahora comienza el espectáculo.
Como si fuese una señal de haber sido descubiertos, una compuerta se abrió bajo la aeronave invisible, desplegando varios vehículos de seis ruedas hacia las calles abajo. Sus motores rugieron y comenzaron a dirigirse hacia los transportes. No había forma de que Flamestorm pudiera seguirlos a todos a la vez.
- Chicos, creo que les viene en camino algo de compañía. – les dijo. – Intentaré hacer salir a los que pilotean esa nave.
Preparándose para la batalla inminente, Flamestorm hizo arder sus ojos con furia. Lo que fuera que le tomara, tenía que acabar con el enemigo que estuviese dentro de ella.
...
Abajo en las calles, Flashstrika continuaba corriendo a toda velocidad por todos lados, revisando que los transportes que se suponía que debía proteger, tanto los señuelos como los reales, continuaran su avance como estaba planeado. Más específicamente, había enfocado su atención en el camión blindado que llevaba la colección de Pokémon, y todo iba bien, hasta que un pitido en su comunicador rompió la relativa tranquilidad.
- Flashstrika, la nave enemiga ha desplegado vehículos terrestres en las calles. – dijo Latoya. – Dos de ellos se aproximan a tu posición e interceptarán a los camiones blindados en menos de dos minutos.
- No si yo los intercepto en menos de un minuto. – replicó el velocista.
- Tienes confianza en tu tiempo de respuesta, ¿eh? – replicó Latoya. – Sigue adelante y da la vuelta en la intersección de Keystone y la 14. Deberías ser capaz de verlos.
- Entendido. ¡Es la hora del Flash!
El velocista se fue a la carga y corrió en la dirección mencionada. Haciendo un giro casi perfecto de 90° en la intersección, divisó los vehículos. Sin duda que serían los criminales, después de todo, los civiles normales no utilizarían vehículos negros de seis ruedas el doble de grandes que una RV, y con lanzadores de misiles montados en el techo.
Dichos lanzadores dispararon cada uno un proyectil directo hacia él. Para ojos normales, podrían haber venido demasiado rápido, pero para él, venían en cámara lenta, como todo lo demás a su alrededor cuando activaba su supervelocidad. El relámpago viviente corrió de frente, interceptando el primer proyectil en el aire, y girándolo alrededor para que cambiara de dirección y golpeara el otro. Luego enfocó su atención en los dos vehículos que venían directo hacia él.
- ¿Quieren jugar tiro al blanco? – les dijo al detenerse por un par de segundos, antes de volver a empezar a correr.
Al hacerlo, dejó atrás un doppelganger de sí mismo, y luego otro, y otro, y muchos más. Los vehículos continuaron disparando misiles, y cuando eso no resultó, decidieron optar por tratar de arrollarlo directamente. Mala suerte para ellos, todo lo que hicieron fue dispersar sus copias de espejismo, y uno de ellos terminó golpeando un hidrante, salpicando agua por toda la calle.
- ¡Veamos si les gusta esto! – dijo mientras alzaba ambas manos para cargar electricidad, y luego golpeando con ellas el suelo mojado. El agua aceleró la descarga y electrificó los vehículos, causando que sus motores hicieran corto y se detuvieran en seco.
Poco después, los vehículos abrieron sus compuertas y los secuaces salieron, todos ellos cargando Super y Ultra Bolas, que rápidamente apuntaron hacia el velocista.
- En serio, ¿por qué no nos saltamos las formalidades y pasamos directo a la parte en que me dedico a patear sus traseros?
- ¡Atrápenlo! – gritó uno de ellos, arrojando dos Super Bolas que revelaron un par de Glalies. – ¡Congélenlo ahora!
Las caras de hielo cargaron un ataque doble de Rayos de Hielo, que rápidamente dispararon hacia Flashstrika. El velocista creyó que podría esquivar los ataques rápidamente con solo correr, pero para su sorpresa, no estaban apuntándole a él: le estaban apuntando al suelo para recubrirlo en una capa de hielo, y apenas puso un pie en ella...
- ¡WHOAAAAAAAAHHH!
Corriendo tan rápido como iba, no pudo frenar a tiempo y terminó patinando sobre el camino resbaloso, hasta que se tropezó y rodó unos pocos metros. Mientras intentaba ponerse de pie de nuevo, otro par de Rayos de Hielo le congeló la parte inferior del cuerpo y le impidió salir corriendo. Los secuaces se le acercaron y trató de enviarles una descarga con las manos, solo para que uno de ellos sacara lo que parecía un plato satelital portátil para absorber el ataque.
- Mala suerte, chico veloz. – dijo el rufián. – No podrás correr por un largo rato, y tus ataques eléctricos no te harán mucho bien con este bebé aquí. Y estamos listos por si tus amiguitos deciden venir y ayudarte. No que lo vayan a hacer de todos modos.
- Así que planearon con anticipación, ¿eh? – sonrió Flashstrika. – Bueno, les daré algo de crédito, pero son unos idiotas si creen que vine aquí sin algo de apoyo adicional. – Presionó un botón en su guantelete, y una Ultra Bola oculta salió de él, abriéndola al instante. – ¡Saluden a mi amigo aquí!
- ¡Electivire! – exclamó el Pokémon, y en el medio del shock de los criminales, Flashstrika estiró una mano, arrojándole un ataque eléctrico a su compañero.
- ¡Un pequeño regalo, colega!
- ¡VIRE!
Aunque no los pudiera atacar directamente, podía darle un incremento de velocidad a Electivire. Ya cargado, el Pokémon Eléctrico enfocó su atención en los secuaces, y más específicamente en los dos Glalies que los encaraban. Lanzándose con una literal velocidad de rayo, Electivire cargó contra el más cercano para darle un bien dirigido golpe de Demolición justo en medio de los ojos, haciéndolo volar por lo menos a dos cuadras de distancia. El otro trató de disparar un Rayo de Hielo, solo para sufrir el mismo destino en la dirección opuesta de la calle.
- ¡Solo es un Pokémon, atrápenlo!
Todo mundo empezó a arrojar Pokébolas, y de ellas salieron varios Pokémon claramente elegidos para contrarrestar a los de tipo Eléctrico: dos Rhydons, tres Onix e incluso un Steelix. Los Rhydons hicieron estampida contra Electivire para embestirlo con sus cuernos, pero el Pokémon Eléctrico esquivó al primero, y agarró al segundo por la cola para estamparlo contra el otro.
Los Onix trataron de atacarlo con unas rondas de Explosión de Rocas y Cañón Destello, y Electivire contraatacó cubriéndose con un revestimiento amarillo. Con el poder del Super Imán, aunado al incremento de velocidad de antes, se movió en zigzag alrededor de la lluvia de rocas y rayos de plata, y se impulsó en el aire hasta ponerse al nivel visual del Steelix. Luego levantó ambas manos sobre su cabeza, listo para dejarse caer con un golpe de martillo.
- ¡ELEC!
El golpe en la cabeza de Steelix hizo eco por toda la cuadra cercana, y la serpiente de metal se tambaleó un poco hacia atrás, dándole a Electivire la oportunidad de ir por sus primos menores. Mientras los criminales caían en desorden ante el alboroto de Electivire, volvieron su atención hacia Flashstrika, que ya había decidido como liberarse de esa situación tan helada.
- ¡EEAAAAARRRGHHH! – Un estallido de llamas salió del cuerpo del velocista, haciendo trizas el hielo que lo rodeaba. – Uff, odio tener que hacer eso, pero esto es una emergencia.
- Flashstrika, ¿te encuentras bien? – dijo la voz de Latoya por el canal.
- Sí, todo bien. – replicó el velocista, con un tono menos alegre de lo usual. – Parece que estos sujetos no eran tan tontos como creíamos.
- Le diré a los demás que tengan cuidado. Mantén la guardia alta, y aunque suene extraño, intenta no apresurar demasiado las cosas, ¿quieres?
- Lo primero puedo hacerlo. Lo segundo no puedo prometerlo. – El velocista apagó el comunicador, y luego miró a su Electivire, que intentaba electrocutar a tantos de los secuaces como fuera posible al tiempo que les daba algunos puñetazos a sus Pokémon.
Flashstrika rápidamente se colocó detrás del sujeto que sujetaba el succionador eléctrico y lo golpeó por detrás del cuello. Lo agarró por detrás para que no se estrellara contra el suelo, pero apenas soltó el dispositivo, el velocista alzó la pierna y esta brilló de blanco, antes de ejecutar un poderoso ataque de Pisotón para destrozarlo, dejándolo inútil y sin que fuese ya una amenaza.
- ¡¿Crees que es el único que tenemos?! – dijo otro secuaz sacando un segundo dispositivo. Dos más hicieron lo propio, y le apuntaron con ellos.
- Bueno, ¿cuánto poder pueden absorber esos juguetitos suyos? – preguntó el velocista con una sonrisa arrogante. – ¡Vamos a averiguarlo!
Con esas palabras, Flashstrika comenzó a correr en círculos, creando un anillo eléctrico para atrapar a los secuaces mientras les arrojaba rayos. A su vez, estos le apuntaron con sus armas para absorber los choques uno tras otro, igual que antes. Sin embargo, en menos de un minuto, uno de los dispositivos empezó a echar chispas, y el portador ensanchó los ojos mientras se ponía crítico.
Finalmente, tras absorber demasiados voltios, se sobrecargó y explotó en la mano del sujeto, haciéndolo caer hacia atrás, y causando que los otros dos se distrajeran momentáneamente. Flashstrika tomó la oportunidad y los embistió por detrás, cogiendo ambos dispositivos y destruyéndolos de un Pisotón igual que el primero. Electivire acabó con el último par de Rhydons con un golpe de Demolición a sus estómagos, y rápidamente se unió a su amo.
- Creo que les podemos dejar estos sujetos a la policía. Veamos si los demás necesitan ayuda. ¿Crees que puedas seguirme el paso?
- ¡Vire! – Electivire asintió y extendió su mano hacia el frente.
Velocista y Pokémon rápidamente enviaron cada uno una descarga eléctrica. El intercambio los supercargó a ambos y sin perder tiempo echaron a correr por las calles.
Si estos sujetos estaban preparados para él, seguramente habrían hecho lo mismo con los otros, y podrían tener serios problemas.
...
En otra parte, Decid-Arrow acababa de divisar dos vehículos de seis ruedas aproximándose a uno de los transportes, específicamente el que llevaba a la esposa de Roberts. Presionó el botón de su guantelete para desplegar su arco, y sacando una punta de flecha de su cinturón de utilidades, esperó a que se pusieran a rango de tiro.
- Objetivo en la mira. – dijo mientras apuntaba.
Creando una flecha de Puntada Sombría y alineándola con la punta en el arco, esperó a que los vehículos se acercaran lo suficiente. Luego de medir la distancia disparó la flecha, impactando al más cercano en el parabrisas, y segundos después la punta de la flecha explotó creando una espesa cortina de humo. El vehículo se fue fuera de control y se estrelló contra un poste de teléfono, mientras el otro se veía forzado a frenar y cesar la persecución, permitiendo que el transporte escapara a salvo. Y justo entonces, sonó el pitido del canal de comunicaciones.
- Decid-Arrow, ¿puedes oírme?
- Aquí Decid-Arrow, ¿qué sucede, Watchcave?
- Estoy detectando hostiles acercándose desde Starling y la 39. Se dirigen hacia el transporte que lleva a los Pokémon.
- ¿No puede alguien más encargarse de eso? – preguntó el arquero. – Antes tengo que asegurarme que estos sujetos no vayan tras la señora Roberts.
- Lo tengo cubierto, jefe. – replicó la voz de Flashstrika. – ¡Estaré allí antes de que ninguno de ustedes pueda decir "Flashpoint"!
- Flashpoint. – dijo Latoya con tono burlón, causando que todos se quedaran en silencio unos segundos. – ¿Qué? Lo estaba probando.
- Watchcave, no arruines su diversión. – dijo Decid-Arrow rodando los ojos. – Hablamos luego, tengo que lidiar con nuestros amigos aquí.
El vehículo abrió su puerta frontal, dejando salir a sus ocupantes. Eran cuatro, dos con Pokébolas en sus manos y los otros dos con bazucas.
- ¡Cómete esto, fenómeno! – dijo el primero jalando el gatillo.
Un cohete en llamas salió disparado hacia él. El arquero entrecerró los ojos y rápidamente desapareció bajo la tierra. El cohete impactó en el pavimento y estalló, mientras los cuatro rufianes tomaban posiciones por toda la cuadra para intentar anticipar por donde saldría para atacarlos.
- ¡Alerta todos, seguro tratará de atacarlos por detrás! – gritó otros, arrojando sus dos Pokébolas al aire y dejando salir un par de Kangaskhans.
- ¡A ver qué le parece esto! – Su amigo cercano arrojó las dos suyas, revelando a un par de Houndooms, con aspecto violento y hambriento que empezaron a gruñir con rabia. – Tranquilos, sean buenos que pronto tendrán su bocadillo bien rostizado. Ahora, olfateen y saquen de su escondite a ese fenómeno fantasma.
Los perros furiosos se calmaron un poco y empezaron a olfatear el aire. Mirando alrededor y tras un rato, gruñeron y ladraron mientras veían una sombra al otro lado de la calle materializándose en una figura humana encapotada.
- ¡FUEGO!
Los Houndooms dispararon sendos Lanzallamas contra el arquero, cuya reacción inmediata fue escudarse detrás de su capa hasta que pararon. Una vez que terminaron, agarró sus bastones eskrima y se lanzó a pelear cuerpo a cuerpo.
- ¡Usen sus dientes, Colmillo de Fuego!
Los perros negros le saltaron encima, con sus dientes prendidos en llamas y listos para morderlo. Decid-Arrow se agachó bajo el primero y azotó al segundo en el cuello, alejándolo, mientras las dos Kangaskhans trataban de flanquearlo.
- Tendrán que hacerlo mejor que eso. – les dijo.
- Oh, claro que lo haremos. ¡Kangaskhan!
- ¡Kanga!
Los gritos al unísono de las dos Kangaskhan alertaron al arquero de los ataques que venían, mientras la primera preparaba un Mega Puño. Inmediatamente se volvió intangible y dejó que el ataque lo atravesara mientras canalizaba unas Hojas Afiladas por los bastones, dando un tajo doble por todo el pecho. Miró por encima del hombro y vio a la otra viniéndole por detrás con el mismo ataque, y estuvo a punto de hacer lo mismo...
- ¡Umph! – Pero el puñetazo le conectó, y bien duro.
Decid-Arrow salió volando y se estrelló contra un edificio cercano. Los rufianes sonrieron con satisfacción mientras el arquero trataba de ponerse de pie, pero claramente ese puñetazo le había dolido. El primer Houndoom rápidamente cogió la oportunidad para saltarle encima con otro Colmillo de Fuego, mordiéndolo en el brazo.
- ¡Argh! ¡Suelta! ¡Mi! ¡Brazo! – gritó mientras lo golpeaba con el bastón. Aun con los refuerzos del traje y la capa a prueba de fuego, todavía podía sentir los colmillos y el calor. El perro finalmente lo soltó, pero la Kangaskhan vino otra vez, esta vez con ambos puños brillando intensamente.
- ¡Kanga! ¡Kanga!
Un Doble Golpe, y Decid-Arrow apenas logró reforzar sus brazos usando Ala de Acero para cubrirse. Aunque evitó recibir mucho daño, no pudo evitar que el ataque lo sacara a volar por los aires de nuevo.
- ¿Cómo diablos...? Ya veo, esa Kangaskhan posee Intrépido, ¿no?
- ¿Sorprendido? – preguntó el rufián que comandaba a dicha Kangaskhan con arrogancia. – Te tardaste en averiguarlo.
Muy inteligente; de manera intencional trajeron a cada Kangaskhan con habilidades diferentes para despistarlo, y funcionó. Aunque no estaba herido de gravedad, la espalda y los brazos todavía le dolían por los golpes, y obviamente le tomaría un rato recuperarse para volver a pelear a su máximo.
- Ahora, quédate quieto y haremos esto tan indoloro como sea posible. ¡Lanzallamas!
Los Houndooms rápidamente regresaron y empezaron a disparar su fuego. Decid-Arrow trató de cubrirse bajo su capa, pero una mancha púrpura veloz voló frente a él, colocándose en el camino del ataque.
- ¡Gligar!
Un tornado de arena envolvió a ambos Houndooms, cortando sus Lanzallamas y enviándolos por los aires dando vueltas, y Decid-Arrow vio al escorpión púrpura flotando enfrente de él, mientras continuaba enviando la ráfaga de arena.
- ¡Maldita sea! ¡Cúbranse todos! ¡Ack!
En el medio de la Tormenta de Arena, una sombra púrpura más grande les cayó encima a los rufianes y les apagó las luces, mientras Gligar se deshacía rápidamente de los Pokémon, tomando ventaja de su Velo de Arena para atacarlos por sorpresa antes que supieran qué los golpeó. Una vez que la tormenta cesó, Gligarman se encontraba frente a él, y Gligar se posó en su hombro mientras se acercaba.
- ¿Estás bien, chico?
- Todavía me duele la espalda, pero al menos no me rompí nada. – replicó Decid-Arrow. – Gracias igualmente por la ayuda.
Gligarman estuvo a punto de decir otra cosa, pero su comunicador empezó a pitar.
- Habla Gligarman, dime que tienes buenas noticias.
- Ya quisiera. El enemigo se está esparciendo por toda la ciudad para cubrir las rutas de escape posibles. Flashstrika está tratando de atraer su atención, pero ni siquiera él puede estar en todos lados a la vez, y Flamestorm está ocupado tratando de sacar a los que están en la nave grande.
- Vamos para allá. – dijo Gligarman antes de apagarlo. – Parece que las cosas se están complicando. Estos sujetos no son unos simplones si se prepararon para ustedes tres.
- Pero no para enfrentarlo a usted. – agregó Decid-Arrow. – Estos locos claramente querían contrarrestar mis habilidades, pero tal vez con usted tengamos una ventaja.
Gligarman asintió. Ambos héroes rápidamente dispararon sus ganchos hacia el edificio más cercano, subiéndose a la azotea y listos para continuar con su misión. La amenaza era más grande de lo esperado y estarían mejor trabajando juntos en vez de por separado.
...
Lo que fuera de lo que estuviese hecho el escudo de la nave, algo era seguro: no podría penetrarlo solo con ataques de fuego.
Flamestorm había intentado lanzar chorros normales y bolas de fuego explosivas, pero no lograba hacer mella en la aeronave. A falta de mejores opciones, comenzó a buscar algún ángulo mal defendido que pudiese atacar, pero su búsqueda, primero inútil, pronto se volvió peligrosa cuando la aeronave desplegó armamento, incluyendo cañones Vulcan y lanzamisiles para intentar derribarlo. Había logrado esquivar los proyectiles, pero eso le dificultaba la tarea.
Después de un rato, alcanzó a ver que en la parte superior se empezaba a abrir una compuerta, y algo empezaba a emerger de ella. O mejor dicho, alguien: una figura femenina, de pelo plateado con unas gafas y una gabardina bastante oscura que se movía de manera dramática con el aire, comenzó a volar hacia él a lomos de un Salamence cuyas faces abiertas empezaban a cargar una energía de color naranja, poniéndolo sobre aviso.
- Por fin decidió salir. – murmuró entrecerrando los ojos preparándose para evadir.
El Híperrayo le pasó por debajo cuando se elevó con una explosión desde los pies, y de inmediato él contraatacó lanzando una ráfaga de fuego desde sus manos. La mujer se agachó para evadirlo, y apuntó hacia el frente. Al instante las alas de Salamence se cubrieron en energía metálica y se lanzó contra él, forzándolo a esquivar esta vez descendiendo para ponérsele por detrás. El Salamence se giró al instante junto con él su jinete, que comenzó a hablarle de inmediato con una voz gélida.
- Tal como lo esperaba. – le dijo. – Tú y tus amigos tenían que aparecerse para estropear mis planes. Tendré que lidiar con ustedes yo misma.
- ¿La Cazadora J, asumo? Lo siento, pero eso no va a pasar. – dijo Flamestorm, activando las llamaradas en sus ojos para efecto intimidatorio. J ni siquiera se inmutó ante el gesto.
- Vamos a mostrarle lo que es verdadero poder de fuego. – ordenó.
Salamence abrió sus quijadas y lanzó un chorro de fuego. Esta vez Flamestorm no se molestó en esquivar, sino que simplemente puso las manos al frente, y antes de que el chorro de llamas lo alcanzara se detuvo bruscamente, empezando a concentrarse en una bola, y comprimiéndola hasta que Salamence cesó el ataque.
- ¡Creo que esto es tuyo!
Flamestorm arrojó la bola de regreso. Instintivamente Salamence se colocó en posición defensiva y cerró sus alas mientras volvía a utilizar Ala de Acero para protegerse a sí mismo y a su ama. La esfera impactó con fuerza y el estallido resultante forzó al Pokémon a retroceder, y a su jinete a agacharse y sujetarse con fuerza para evitar caer. No podía verle los ojos, pero la boca empezó a enseñar los dientes en un claro gesto de rabia. Una vez que se estabilizó, la cazadora levantó el brazo y presionó un botón en el guantelete que llevaba.
- Es hora de aumentar el nivel de juego.
Flamestorm no quiso averiguar qué quiso decir con eso y de inmediato se propulsó hacia adelante con la intención de derribarla de su montura. Salamence viró hacia un lado para esquivar la arremetida y tomó distancia para otro ataque, esta vez lanzando una llamarada azul draconiana. Flamestorm puso sus dos manos al frente para lanzar dos chorros de fuego propios, logrando igualarse en potencia con el Pulso Dragón de Salamence y resistirlo hasta que finalmente se detuvo.
- Tendrás que hacerlo mejor que eso. – le dijo a la cazadora.
- Lo mismo te digo yo. – dijo mientras pulsaba de nuevo el guantelete.
Flamestorm se preguntó qué estaría tramando, pero decidió no esperar para averiguarlo y volvió a la carga intentando tirarla de Salamence. La mujer estiró la mano y apuntó con su guantelete disparando una esfera luminosa que el vigilante pirokinético esquivó rápidamente. Salamence volvió a ponerse en posición defensiva y colocó el Ala de Acero como escudo para que Flamestorm se estrellara de frente, y de un aletazo lo empujó a distancia segura.
El héroe de fuego se estabilizó rápidamente y se dispuso a lanzarse de nuevo a la carga, pero el comunicador empezó a sonarle. De inmediato tuvo que contestar.
- ¡Flamestorm, hay múltiples contactos acercándose hacia ti de varias direcciones!
- ¿Qué dices?
Mirando a su alrededor, se percató de que varios drones empezaban a volar y se venían acercando a él. El más cercano disparó un chorro de agua de alta presión, y tuvo que irse hacia atrás para evadirlo. Sin embargo, un segundo chorro le vino por la izquierda y le mojó los pies, causando que perdiera altitud.
- ¡DIABLOS! – gritó.
Volando en círculos, y tratando de cubrirlo por todos los lados, otros drones comenzaron a dispararle esferas eléctricas. Flamestorm logró esquivar unas cuantas, pero finalmente una que le llegó por debajo le acertó, paralizándolo en el aire. Acto seguido, la Cazadora J se acercó con su Salamence, y apuntándole con su guantelete le sonrió de manera maligna.
- Con esto no me causarás problemas. – dijo antes de dispararle.
Lo siguiente que supo fue que un proyectil salió disparado desde el guantelete de J, y tras un destello blanco, todo se volvió oscuridad. Se encontró incapaz de moverse, pero supo que no estaba muerto, pues aún tenía conciencia de sí mismo, y además, todavía podía escuchar la voz de Latoya por el comunicador.
- ¿Flamestorm, qué sucede? ¡Flamestorm, responde! ¡Detecto que estás cayendo!
Y efectivamente, lo que fuera que le lanzó, le detuvo de emitir su fuego por un momento, y sentía que caía hacia un vacío, cada vez más rápido. A pesar de ser un bloodliner, caer de una altura como la que estaba podría tener consecuencias fatales.
- "Tengo que soltarme de esto... si no lo hago voy a..."
Empezó a concentrar toda su energía. Su habilidad le permitía generar fuego desde cualquier parte del cuerpo, pero era más sencillo hacerlo desde lugares específicos donde pudiera concentrarlo, como los brazos, piernas o por la boca. Generarlo desde todos los poros del cuerpo a la vez era más difícil, aunque no imposible. Tenía que hacerlo ahora, su vida dependía de ello.
- ¡GRAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!
Como si indujese un millón de mini-volcanes a hacer erupción, Flamestorm contuvo el poder acumulado solo por unos segundos, y lo liberó todo de un solo golpe. Las explosiones simultáneas por todo su cuerpo se fundieron en una sola, lo bastante fuerte para romper el material en que estaba envuelto y haciendo volar los pedazos fuera de él, permitiéndole moverse de nuevo. A pesar de estar un poco mareado, en cuando sintió que recuperaba el aire soltó chorros de fuego por los pies y manos para elevarse de nuevo. Sin embargo, se vio forzado a aterrizar en la azotea más cercana, ya que ejecutar ese movimiento le hizo quedar algo desorientado por toda la energía que utilizó.
- ¿Flamestorm, sigues allí? Responde si puedes oírme.
- Sigo aquí... no te preocupes. – respondió el vigilante. – Los drones de esa mujer me paralizaron, y luego me disparó algo extraño. No podía moverme, y tuve que hacer una supernova para liberarme.
- ¿Supernova? ¿Qué quieres decir con...? – Latoya parecía lista para preguntar, pero rápidamente cambió de parecer. – Olvídalo, déjame verificar algo... sí, ya lo tengo. Aparentemente usa una especie de material expansivo para capturar a los Pokémon que roba. Así los deja intactos, pero al mismo tiempo les impide escapar.
- Entonces, ¿utilizó eso conmigo?
- Es posible. Detecto que su señal se está escapando, pero aún puedes seguirla. Y si puedes, intenta recoger un fragmento del material con el cual te atrapó, podría ser útil para analizarlo después.
Flamestorm miró a su alrededor. Los trozos de lo que fuese con que J lo atrapó habían quedado esparcidos por todo el lugar, pero afortunadamente consiguió recoger uno que había caído muy cerca de donde aterrizó. Después de sentirse de nuevo en condiciones de volar, salió disparado a perseguir a la cazadora.
No sería difícil adivinar hacia dónde se dirigiría después de todo.
...
Los transportes de Roberts y su esposa llegaron sanos y salvos al punto de reunión para hacer el cambio de vehículos. Gligarman y Decid-Arrow se dedicaron a escanear el perímetro, con sus armas listas para disparar en cualquier momento. No detectaban actividad hostil, pero ambos sabían que este sería el punto más vulnerable del viaje.
- Mantén los ojos abiertos, chico. – dijo Gligarman.
- Lo sé. – replicó el arquero. – Si hay un momento en el cual Pride Sniper podría atacar, es ahora.
Y con toda certeza, el canal de comunicaciones de los héroes comenzó a resonar, mientras ambos permanecían alerta ante cualquier eventualidad. Gligarman contestó de inmediato, y la voz de Latoya comenzó a sonar con un sentido de urgencia.
- Estoy detectando señales de vida en algunas de las azoteas lejanas.
- ¿Cuántos hay exactamente? – preguntó Gligarman. La voz de Latoya tardó unos segundos en responder, posiblemente tratando de triangular las posiciones exactas.
- Hay tres de ellos, en teoría, todas son buenas posiciones para un francotirador. Aunque necesitaría de un rifle de muy largo alcance para poder alcanzarlo, no podemos descartarlo.
- Tendremos que ir por uno cada uno. – dijo Decid-Arrow. – ¿Alguien puede encargarse del tercero?
- Sigo persiguiendo a la Cazadora J, lo siento. – intervino la voz de Flamestorm.
- ¡Déjamelo a mí, lo tengo cubierto, jefe! – salió después la de Flashstrika.
- De acuerdo, Flamestorm, mantén la persecución y no pierdas de vista al objetivo. El resto diríjanse a las locaciones que les estoy transmitiendo ahora. No tenemos tiempo que perder.
Recibiendo sus destinos, los héroes comenzaron a movilizarse. Gligarman envió primero a Gligar volando hacia el edificio como medida preventiva, antes de echar una última mirada hacia Roberts y su esposa mientras estos se bajaban del transporte y comenzaban a moverse hacia el segundo vehículo. Hecho esto, disparó su gancho y se balanceó en esa dirección, listo para entrar en acción.
En cuestión de segundos, comenzó a mirar alrededor. Al principio no lo vio bien debido a estar oculto entre las sombras, pero el destello de las municiones siendo cargadas en el arma y luego colocar la lente de la mira sobre ella le hizo darse cuenta.
- Oh, no, no lo harás. – dijo mientras sacaba un Gligarang explosivo y se lo arrojaba.
El proyectil afilado voló certero por el aire y se clavó en la mira del arma. El pitido alertó al francotirador apenas lo suficiente para que la soltara antes de la detonación, pero el rifle quedó totalmente inservible y tuvo que cubrirse de las esquirlas. Gligar y Gligarman aterrizaron al instante, poniéndose en guardia.
- Vaya, vaya. No es exactamente el héroe disfrazado que estábamos esperando. – dijo el francotirador, equipado con el mismo traje que durante el último encuentro.
- ¿"Estábamos"? – preguntó Gligarman. Eso era extraño, se suponía que el Pride Sniper trabajaba solo, así que debió haber dicho "estaba".
- Ups, creo que no debí decir eso. – replicó el sujeto, sacando un cuchillo de la bota y tomando una Pokébola del cinturón.
Gligarman se preparó para atacar, aunque no pudo sacarse de la cabeza ese pequeño desliz. Al decir "estábamos", parecía implicar que todos los ataques que habían ocurrido antes habían sido coordinados. Por lo visto la suposición que tuvo antes de la posibilidad de que estuviesen trabajando juntos no estaba tan mal fundada después de todo, y acababa de dispararse por el cielo.
Y algo más todavía más extraño; ¿era solo idea suya, o el sujeto con el que estaba peleando tenía hombros más anchos que como lo recordaba de la noche pasada?
El francotirador soltó la Pokébola, y dejó salir a un Pokémon bípedo con aspecto reptiliano, de color marrón oscuro con rayas negras, que rugió un "¡Krookodile!" y con un chasquido de los dedos de su entrenador, este alargó sus garras y se lanzó a acuchillarlos. Gligar inmediatamente reaccionó disparándole estrellas veloces desde la cola, pero este las acuchilló sin problemas y avanzó indetenible para darle un doble tajo al escorpión y sacándolo a volar.
- ¡Gligar! – exclamó Gligarman, por un momento distrayendo su atención de su adversario, que lo pateó en el estómago y casi le clava el cuchillo encima.
Sin embargo, el vigilante veterano interceptó el ataque agarrándole la muñeca y lanzó al sujeto por encima de su hombro hábilmente, estampándolo de espaldas en el suelo. De inmediato se puso de pie y se lanzó a la carga de nuevo, lanzando un puñetazo tras otro. Gligarman los esquivó, y mientras lo hacía se percató de algo más: los golpes eran bastante más torpes y menos coordinados que durante el breve enfrentamiento que habían tenido la otra noche.
- "Este sujeto... no es el mismo de la última vez." – pensó, esquivando un gancho de izquierda para luego atraparlo del brazo, y torciéndoselo hasta que sonó un *crack*.
- ¡ARGH! – exclamó el sujeto.
Gligarman le dio un pisotón en la espalda para someterlo, y agarrándole el otro brazo, inmediatamente cogió unas esposas para sujetarle las manos. Aún en medio del forcejeo y pese a su constitución, no fue muy difícil ponerlo bajo control. Un golpe ligero a la nuca y había quedado fuera del juego.
Al mismo tiempo, el Krookodile había empezado a bombardear a Gligar con una ráfaga de Filo de Roca. Los peñascos filosos hacían mella en el cuerpo del escorpión, que mientras tanto trataba de zigzaguear para buscar una forma de entrar y atacar a su adversario usando Ala de Acero, solo para recibir una cuchillada que lo aturdió, y luego le cerró su enorme quijada alrededor de la cola.
- ¡GAAAAAAAAAAARRR! – exclamó Gligar, mientras Krookodile lo zarandeaba de un lado al otro sin soltarlo.
- ¡Suéltalo! – gritó Gligarman, saltándole al cuello a la bestia y apuñalándolo con un Gligarang para forzarlo a abrir las quijadas.
- ¡KROOKO!
Con un fuerte rugido, Krookodile empezó a sacudirse violentamente intentando quitarse a Gligarman de encima. En cuanto soltó a Gligar, el escorpión se echó a volar para ponerse a salvo, y empezó a arrojarle Picotazos Venenosos a la cara. El reptil se sacudía y golpeaba violentamente el suelo con la cola dejando grietas.
Finalmente, cuando Gligarman se cansó de jugar a las luchas, aguantó la respiración y presionó un botón en la muñeca de su guantelete, y de sus dedos índices salieron disparados unos chorros de gas que le dieron en toda la cara al Krookodile. El Pokémon intentó resistirse al principio, pero eventualmente el gas que inhaló hizo que le pesaran los párpados y poco a poco empezara a dejar de forcejear.
- Kro... ko... – alcanzó a decir antes de desmayarse pesadamente.
Gligarman se le bajó de la espalda y verificó que se hubiera quedado bien dormido para que no causara problemas. Cogió la Pokébola de la cual salió y presionó el botón de retorno, asegurándose de que no causara problemas por un rato. Luego se volvió hacia su compañero, que aterrizó cansado en el suelo.
- ¿Te encuentras bien?
Gligar tenía algunas marcas de cortes por las garras y las pedradas del Filo de Roca, además de las marcas de mordida en la cola, pero no parecía demasiado lastimado, y le respondió a su entrenador con lo más cercano a un pulgar arriba.
- De acuerdo, descansa un momento, ahora hay algo más que me preocupa.
Gligarman dirigió la mirada hacia el francotirador caído, volteándolo para sacarle la máscara, sin embargo, dudó un momento antes de activar su visor para reconocimiento facial.
- ¿Gligarman, qué sucede? – preguntó Latoya por el canal de comunicaciones.
- Es solo un presentimiento, pero... algo me dice que este no es el hombre que buscamos. – le dijo. – Fue demasiado fácil someterlo en una pelea cuerpo a cuerpo.
- ¿Crees que sea un señuelo? – preguntó Latoya. En ese momento las voces de Decid-Arrow y Flashstrika también entraron al canal de comunicación.
- No hay error. Aquí había otro, y aunque tenía equipamiento para enfrentarme no fue rival para mí. – dijo el arquero. – El sujeto de la otra noche era un mejor peleador.
- Quisiera decir que este debe ser el verdadero, pero también cayó demasiado fácil. – dijo el velocista. - ¡No me sirvió ni de calentamiento!
Los héroes permanecieron en silencio, pensando en qué hacer ahora. El que hubiera señuelos del Pride Sniper, y las palabras que se le salieron al que peleó con Gligarman le daban un sentido de alarma. Todavía no estaban a salvo. Roberts no estaba a salvo de ninguna manera.
- Escuchen, tendremos que mantener nuestra atención en Roberts el resto del viaje. – declaró Gligarman. – Flamestorm, si puedes atrapar a la cazadora, mejor para nosotros, pero en cuanto puedas necesitaremos tu apoyo. Decid-Arrow y Flashstrika, síganme, nos mantendremos cerca del transporte hasta que llegue al helipuerto.
- Entendido. – replicaron los tres Vigilantes Nocturnos al unísono, antes de apagar el comunicador por el momento.
Con el tiempo encima, Gligarman le dio a su compañero una medicina de su cinturón para reponerse un poco del último altercado y tener más energía. El veterano héroe enmascarado presentía que no habían pasado lo peor de esa noche, y que las cosas pronto iban a ponerse color de hormiga en cualquier momento.
...
Flamestorm se sorprendió de ver lo rápida que había sido la cazadora para huir de él en ese breve período que se distrajo tras recibir su ataque.
Para cuando logró llegar al transporte que llevaba a los Pokémon de Roberts, este estaba volcado sobre el pavimento, y los oficiales de seguridad yacían heridos por todas partes. Evidentemente intentaron defenderse lo mejor posible, pero no pudieron contra esa mujer. Entretanto, los secuaces arrojaban las Pokébolas de los contenedores blindados para sacar a los Pokémon de Roberts, y la cazadora les disparaba con su guantelete, convirtiéndolos en estatuas de color opaco.
- Así que eso fue lo que me hizo a mí. – murmuró el vigilante pirokinético. – No dejaré que te salgas con la tuya.
Prendiéndose en llamas todo el cuerpo, descendió como un meteoro rojo hacia los criminales. Al aterrizar, expandió un gran anillo de fuego a su alrededor para forzar a los criminales a ponerse a cubierto. Inmediatamente centró su atención en la cazadora, que levantó la mano para darle órdenes a sus secuaces.
- Lleven la carga a la nave. Yo me encargaré de este sujeto personalmente. – declaró, ajustándose su guantelete mientras introducía un cartucho en él.
- ¡No van a escapar! – declaró Flamestorm, lanzándose hacia los que corrían hacia su vehículo de seis ruedas con las estatuas vivientes.
J le apuntó con su guantelete, y anticipándose, Flamestorm viró hacia un lado para evadir el proyectil, creyendo que otra vez intentaría petrificarlo como hizo antes. Sin embargo, el proyectil que le disparó, pese a que no le dio directamente, explotó cerca de él liberando lo que pareció ser un enorme salpicón de un gas frío, que se sintió como si lo rociaran con un extintor de incendios.
- ¿Pero qué...? ¡ACK! – . Su fuego se extinguió por momentos haciendo que se desplomara de cara en el pavimento. Lo siguiente que supo fue que Salamence se le echó encima con todo el cuerpo. Apenas alcanzó a reaccionar para apartar la cabeza cuando trató de cerrarle las quijadas encima.
- No podrás encenderte por un buen rato. – dijo J chasqueando los dedos.
- ¡RRAAAARRRWWRRRR! – rugió Salamence preparándose para abrir la boca y soltarle un Híperrayo a quemarropa.
Flamestorm instintivamente cogió las mandíbulas de la bestia con ambas manos, cerrándolas apenas vio el asomo de energía empezando a cargarse, interrumpiéndole su ataque antes que lo lanzara, al tiempo que trataba de volver a invocar sus llamas. Lo que fuera que le arrojaron le impedía encender sus llamas con suficiente fuerza, sin importar por donde intentara arrojarlas.
- Diablos... – murmuró apretando los ojos, mientras intentaba mantener a raya las quijadas del dragón.
Se estaba quedando sin opciones, excepto una. Concentrando toda su energía, apretó los párpados, conteniendo todo el calor que pudo en su cabeza, para luego soltarlo de un solo golpe. O más bien... de un solo rayo.
- ¡QUÍTATE DE ENCIMA! – gritó.
Sintió como sus ojos volvían a prenderse en llamas, pero ardiendo con mucha más fuerza que antes. Esa no era una de las miradas que usaba para efecto intimidatorio: era una de sus armas más mortales. Así como podía lanzar fuego por cualquier parte del cuerpo, ya fuesen las manos, pies o por la tradicional boca, había descubierto que los ojos eran un punto de concentración bastante importante. Le permitían enfocar el calor en un punto cerrado, disparándolo más bien como un rayo láser super caliente. O "visión calorífica", como le llamarían algunos en los cómics.
Deliberadamente evitó apuntarle a la cara o al torso, eligiendo una de sus alas. El rayo de calor fue tan intenso que atravesó el ala del dragón, que rugió de furia y dolor, y en ese segundo que soltó su chillido, Flamestorm pudo salirse de su predicamento y volver a ponerse de pie, encarando a la cazadora, que había perdido su sangre fría y ahora se había puesto muchísimo más agitada.
- Vas a pagar por eso. – dijo arrojando dos Pokébolas más, dejando salir a un Drapion y un Ariados de aspecto feroz y furioso.
La araña empezó disparándole chorros de hilo pegajoso que se vio forzado a esquivar saltando y rodando en el suelo, hasta que uno de ellos logró darle en las piernas y hacerlo caer pegado al suelo. El escorpión trató de venírsele encima con las tenazas y la cola brillando de un púrpura tóxico, pero le disuadió de hacerlo lanzándole otro rayo de calor directo por donde iba a pasar, haciéndolo retroceder.
No le gustaba tener que usar esos rayos. Eran difíciles de controlar y podían ser potencialmente mortales, y lo dejaban drenado y desorientado al consumir mucha de su energía para un solo disparo.
Los tres Pokémon permanecieron estáticos, al igual que su ama, en alerta ante el posible ataque del vigilante pirokinético, pero este también se mantenía dudando. ¿Debía intentar volver a encenderse?
- ¡Están cargados, señora J! – dijo uno de los secuaces.
- ¡Llévenlos de regreso a la nave! ¡Es hora de retirarnos! – dijo la cazadora. – Pero por si las dudas...
La mujer presionó un botón en su guantelete. Un estallido sonó en el aire, y un objeto no identificado salió disparado hacia la ciudad como una especie de meteoro. Flamestorm no pudo evitar preguntarse qué estaría tramando, pero J no hizo ningún movimiento por querer ocultarlo. Parecía que quería que él lo viera.
- Si yo fuera tú me daría prisa. Esa bomba sónica que acabamos de lanzar puede demoler todo en un radio de tres cuadras.
- ¿Qué dijiste? – preguntó el vigilante.
- Aún si puedes volar, yo diría que tienes unos cinco minutos para ir y desactivarla. Si es que descubres como hacerlo. ¿Qué harás? – preguntó la mujer sonriendo arrogante.
Flamestorm apretó los dientes. El efecto del gas que le arrojaron parecía haberse ido, y otra vez pudo lanzar fuego por las manos y pies, pero muy a su pesar, no podía dirigirlo hacia la criminal que tenía enfrente. Si era cierto, y habían lanzado una bomba... estaba muy cerca de un área residencial.
La decisión era muy obvia. Sin más opciones, se empezó a propulsar lejos de allí, en dirección hacia el área donde la bomba había caído. Y entretanto, J recuperó a su Drapion y Ariados y se alejó volando sobre su Salamence, mientras el vehículo que transportaba a los Pokémon petrificados aceleraba a todo lo que daba.
- Flamestorm, ¡¿qué estás haciendo?! – preguntó Latoya
- Ya la escuchaste. – replicó el vigilante. – Arrojó una bomba a un distrito residencial, muchas personas morirán si estalla.
- ¡Pero se nos va a escapar! ¡No puedes dejarla ir! ¡Enviaré a Flashstrika por ella!
- ¡No hay tiempo! ¡Ni siquiera él podrá correr tan rápido para ponerla a distancia segura! ¡Yo tendré que hacerlo volando!
Pese a las quejas de Latoya, Flamestorm prosiguió su camino. Aunque el punto secundario de esta misión fuese tratar de atrapar a los criminales, si había civiles en peligro las prioridades cambiaban. Muy inteligente esa mujer J; sabía que pondrían como prioridad mantener a los civiles a salvo antes que intentar atraparla.
...
En paralelo con la confrontación entre J y Flamestorm, los otros dos Vigilantes Nocturnos y Gligarman continuaron con su labor de escoltar el transporte de Roberts hasta el helipuerto.
El resto del trayecto no estuvo exento de problemas, pero el velocista pudo alertarlos de manera temprana para despejar la ruta y que los dos transportes que llevaban al político y a su mujer llegaran sanos y salvos.
Sin embargo, todavía faltaba el que llevaba a los Pokémon, y por lo que habían recibido por radio, dos de los transportes señuelo habían sido interceptados por los agresores. Había bastantes heridos, aunque afortunadamente, no había bajas que lamentar.
Mientras Flashstrika chequeaba el perímetro para estar seguro de que no hubiese más posibles emboscadas en espera, Gligarman y Decid-Arrow se acercaron a Roberts y su esposa. Mejor no dejarlos fuera de vista hasta que hubiesen abordado el helicóptero para abandonar la ciudad.
- ¿Seguro que se encuentra bien, señor Roberts? – preguntó Gligarman.
- Estoy todavía en una pieza, es lo que importa. – dijo el hombre. – Pero el transporte con mis Pokémon todavía no llega, ¿creen que...?
- No tiene que preocuparse. – dijo Decid-Arrow. – Si algo sucede, Flamestorm podrá encargarse de ello. Por ahora, es mejor que usted y su esposa aborden el helicóptero.
El político asintió, y poniéndose en manos de sus guardaespaldas, se dirigió rápidamente hacia el helicóptero junto con su esposa. Los justicieros enmascarados se quedaron con la vista fija en ellos. Hasta que ese vehículo no despegara, no habría terminado su misión.
- Esto no estuvo nada fácil. – comentó el arquero. – No había sudado con sujetos como estos en mucho tiempo. Se prepararon bien para nosotros.
- Les daría algo de crédito, si no fuesen criminales. – dijo Gligarman. – Ahora más que nunca me alegra de haber acudido a ustedes. Yo no hubiese podido proteger a Roberts solo, ni siquiera en mis mejores días.
- Oiga, no se infravalore. – dijo Decid-Arrow. – Además, usted nos puso un paso por delante para anticiparnos a todo lo que pudiera suceder. Su experiencia fue más importante en este caso.
Gligarman quiso sonreír con gratitud. Le halagaba que el héroe más joven apreciara su ayuda tanto como él lo hacía con la de ellos. Podrían tener algunas diferencias de estilos y métodos para combatir el crimen, pero al menos compartían sus ideales, y se respetaban entre ellos por eso.
- Misión cumplida. – dijo Decid-Arrow, observando con satisfacción hacia el helicóptero, mientras Roberts y su mujer se disponían a abordarlo. Pronto estarían rumbo hacia la casa de seguridad...
*¡BANG!*
- ¡KELLEN!
O eso fue lo que pensaron. El grito de la esposa de Roberts que siguió al disparo alcanzó a oírse incluso con el ruido de las aspas giratorias, poniendo a todo mundo en alerta. Gligarman sintió que la sangre se le helaba, y por espacio de un segundo fue como si el mundo entero se congelara a su alrededor, mientras intentaba asimilar lo que acababa de suceder.
*¡BANG! ¡BANG!*
Dos disparos más resonaron, y hubo una explosión de humo cerca del helicóptero. Tras unos ruidos de golpes, este despegó y comenzó a alejarse rápidamente. Solo fue en ese momento que los dos vigilantes finalmente salieron de su estupor y acudieron a ver lo que sucedía, mientras el personal de seguridad sacaba sus armas y comenzaban a dispararle al helicóptero, para lo que les serviría.
- ¡Cariño! – gritaba la mujer, sujetando con fuerza a su marido. Habría recibido dos disparos en el torso y uno en la parte superior del brazo derecho. Los dos en el torso habían penetrado el chaleco de Kevlar que llevaba puesto.
- Fue... el... piloto... – dijo Roberts débilmente.
- No... ¿cómo pudo pasar esto? – preguntó Gligarman.
Fue entonces que lo entendió. No podía creerlo: todo el tiempo, pensó que estarían un paso por delante, cuando en realidad, el enemigo estaba dos pasos por delante de ellos.
Después de todo, casi nadie excepto el personal de seguridad sabía dónde sería ese lugar.
- ¡Tenemos que llevarlo al hospital! – gritaban los guardaespaldas. – ¡Llévenlo al auto!
- ¡No hay tiempo! – exclamó Flashstrika, llegando literalmente como un relámpago. – ¡Yo lo llevaré! ¡Ustedes atrapen al sujeto! – agregó señalando al helicóptero.
- ¡Aguarda! – lo detuvo Gligarman, sacándose unos tubos de su cinturón y entregándoselos. – ¡Asegúrate que le administren esto! ¡Dile a los médicos que se lo inyecten!
- ¡Entiendo! – replicó el velocista, arrojando una Pokébola después. – ¡Electivire, ayúdalos aquí, haz lo que te digan!
El Pokémon eléctrico asintió, mientras el velocista levantaba con mucho cuidado al político desangrado en sus brazos. Sus ojos echaron chispas e inmediatamente echó a correr tan rápido como podía para volver a la ciudad, perdiéndose en su rastro eléctrico en cuestión de segundos.
- ¡No dejaré que escape! – exclamó a su vez Decid-Arrow, corriendo tras el helicóptero junto con Gligarman.
El arquero inmediatamente desplegó su arco. Apuntando con cuidado, materializó una flecha de Puntada Sombría, que salió disparada dejando una estela púrpura que atravesó la cola del helicóptero. Inmediatamente disparó otra para intersectarla con la sombra que estaba en el suelo, y luego otras dos más, tan rápido como podía. Como si fuesen cables, las líneas de energía espectral le impidieron al vehículo seguir escapándose, tensándose contra la sombra en el suelo mientras este intentaba elevarse.
- ¡Deprisa, no podré mantenerlo mucho tiempo! – exclamó el arquero. Gligarman captó el mensaje y se volvió hacia Electivire.
- ¿Puedes darme un aventón hasta allá?
- ¡VIRE! – exclamó el Pokémon, y sujetó al héroe por detrás de las axilas, empezando a resplandecer con un contorno amarillo, y empezando a levitar.
Gligar a su vez trató de adelantarse volando, pero el viento que generaban las aspas le dificultó la labor, aunque afortunadamente su entrenador con ayuda de Electivire pudo acercarse y saltar hacia el helicóptero. Sin perder tiempo, se dirigió hacia la cabina.
El piloto, que estaba inusualmente cubierto y armado hasta los dientes evidentemente para ocultar su identidad, lo recibió de un puñetazo en la cara, pero él se anticipó y se lo devolvió de la misma forma.
- ¡Debo decir, no me esperaba verte a ti de todas las personas! – exclamó con todas sus fuerzas, para hacerse oír entre el ruido del helicóptero. – ¡Creí que te habías retirado!
- ¡Salí del retiro! – exclamó Gligarman, apretando el puño para tratar de atacar.
En un espacio tan pequeño, y además en una situación tan precaria, era muy difícil pelear. El helicóptero apenas se mantenía suspendido en el aire por los cables improvisados. Por desgracia, el piloto, que Gligarman estaba ahora seguro de que era el verdadero Pride Sniper, estaba tomando ventaja de ello para mantener al vigilante a raya.
Poniéndolo contra el panel de control, el criminal golpeó a Gligarman en la cara y lo aturdió, usando esos segundos para escaparse de él, preparándose para saltar fuera del vehículo. Gligarman oyó una Pokébola abrirse, y por la esquina del ojo vio como la silueta salía volando en la espalda de lo que parecía una mantarraya gigantesca, que escapó por los pelos de unos rayos lanzados por Electivire.
- ¡Ve, no dejes que escape! – le ordenó a Gligar, y el escorpión inmediatamente se echó a volar tras él. Luego se volvió hacia Electivire que seguía flotando cerca de ellos. – ¡Y tú, ayúdame aquí!
Finalmente los cables de Puntada Sombría que sujetaban el helicóptero cedieron, y justo después que Gligarman saltó fuera de él, ya sin piloto que lo volara este se precipitó hacia el suelo dando vueltas y se estrelló violentamente. Electivire lo atrapó, y todavía con el efecto de Super Imán activo, se disparó a perseguirlo antes de que se escapara.
- ¡Watchcave, tenemos problemas aquí! – le dijo por el canal de comunicaciones a Latoya.
- Sí, ya me di cuenta. – replicó ella. – Lamentablemente tenemos problemas por ambos frentes. Flamestorm ahora está con algo igual de serio.
- ¿Igual de serio? ¡A Roberts acaban de dispararle! ¿Qué puede ser más serio que eso?
Y como respondiendo a su pregunta, a poca distancia de donde estaba vio una bola de fuego que se elevaba a toda velocidad alejándose desde la ciudad. Unos segundos más tarde, hubo un estallido ensordecedor, enviando una onda expansiva que sacudió el aire a su alrededor, casi haciendo que se cayera de la espalda de Electivire.
- ¡¿Qué diablos fue eso?!
Esta historia continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro