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Parte 1

Región de Johto...

- En otras noticias, las autoridades todavía desconocen el paradero del señor del crimen Falcone Xicato. Xicato, quién fuera desenmascarado hace un año como el líder de la mayor operación de tráfico de armas en la historia de la región Johto, fue visto por última vez tras huir de su residencia en Ciudad Goldenrod al escapar de la policía cuando estos intentaron arrestarlo, hiriendo a dos oficiales durante la confrontación. Poco después de esto, su exesposa e hija también desaparecieron de su hogar y se cree que podría haberlas tomado como rehenes...

El susodicho señor del crimen, un hombre de unos cuarenta y tantos años de rostro duro y pelo veteado de canas, ataviado en un típico traje de tres piezas gris oscuro, se encontraba en un hangar a la espera de la avioneta que lo sacaría de la ciudad. Cansado de ver ese mismo reportaje una y otra vez, apagó el televisor. No necesitaba el recordatorio de que por culpa de cierto vigilante de disfraz ridículo, sus operaciones mayores habían quedado expuestas y la mayor parte de sus activos estaban congelados. Su única opción ahora era escapar de las fronteras de Johto, pero no iba a irse sin su mayor tesoro no monetario.

- Ya casi es la hora. – dijo mirando su reloj. – Solo un poco más, cariño, y podremos largarnos de aquí.

- No iremos contigo a ninguna parte. – replicó una mujer pelirroja, que junto con su hija de dieciséis años estaban atadas de manos a una columna. Hacía rato que habían dejado de forcejear, al ver que era inútil. – ¿Cuándo vas a entender que no queremos tener nada que ver contigo?

- ¿Así me agradeces todo lo que hice por ustedes? – dijo Falcone. – Te recuerdo que todo lo que tienen ahora, la casa, el auto, todo el dinero, fue solo gracias a mí.

- Dirás a tus negocios sucios. – replicó la hija. – ¿Alguna vez ganaste un centavo honradamente en toda tu vida?

Falcone no se dignó responder. Podría haber sido el líder de un imperio criminal, pero algo era seguro: amaba a su esposa e hija, y le dolió en el alma cuando Verónica descubrió lo que hacía e inmediatamente le solicitó el divorcio y la custodia total de la hija de ambos, Victoria. ¿Por qué no entendían que todo lo que hacía era por ellas, para que nunca les faltara nada?

- Señor, acabamos de recibir contacto por radio. La avioneta llegará en cinco minutos. – lo llamó uno de sus guardaespaldas.

- Grandioso. Empaquen todo, esta noche nos iremos de aquí. Unas vacaciones permanentes en Isla Pummelo es justo lo que necesita la familia en este momento.

...

En el techo del hangar, una figura en las sombras escuchaba atentamente a través de un micrófono en su guantelete conectado a los auriculares de su máscara. Cinco minutos, tenía que actuar rápido para evitar que escapara.

Había un cabo suelto que se le había escapado a su investigación. Había podido congelar todos los activos al exponer las operaciones de Falcone en tráfico de armas, a excepción de una cosa: tenía una cuenta hecha con sus primeros ahorros en Isla Pummelo, viniendo de sus pocos negocios legítimos. Quizás no tanto como para dirigir un imperio criminal que ya estaba muerto, pero sí para irlo reconstruyendo de las cenizas poco a poco si dejaba que se fuera. No podía dejarlo escapar y que después reviviera su imperio desde las cenizas.

- No escaparás, Falcone, y menos te llevarás a dos mujeres inocentes contigo. Esta noche enfrentarás a la justicia de una forma u otra.

Equipado con la versión más actualizada de su traje, bien podría haberse renombrado como "Gliscorman" por los tonos púrpura oscuro y rojo que llevaba. Pero para Parker, el nombre de Gligarman siempre sería sinónimo de su identidad heroica. De nuevo, los cambios en el traje eran más que puramente estéticos: a su avanzada edad sus reflejos y condición física empezaban a decaer, así que para compensar, estaba más reforzado contra los disparos, contaba con varias armas ocultas y estaba equipado con servomotores en las articulaciones que potenciaban su fuerza física enormemente. Había reemplazado también su vieja capa por un par de alas retráctiles bajo los brazos, que fácilmente podían funcionar como paracaídas improvisado si era necesario.

El traje había sido útil para poner fuera de combate a los guardias que vigilaban la puerta trasera del hangar, así pudo subirse a la azotea y escuchar a través del cristal. Esa noche estaba nublado así que no había luz de la luna que delatara su presencia. Ya había activado un transmisor unos minutos antes para enviar una señal de radio al departamento de policía. Lo único que tenía que hacer era impedir que Falcone se marchara hasta que llegaran sus amigos en la fuerza.

- ¿Gligar? – preguntó su compañero posado sobre su hombro.

- Sí, Gligar. Distráelos un poco y prepara mi gran entrada. – dijo mientras sacaba de su cinturón un pequeño cortador para vidrios.

Con mucho cuidado, cortó una sección de la ventana, solo lo suficiente grande para que Gligar pudiese pasar por ella. El escorpión volador se deslizó por ahí y se escondió entre las vigas del techo a esperar por su momento. Entretanto, nuestro héroe se dirigió hacia el otro lado. Con Gligar atacándolos desde arriba, él les cortaría la retirada por la entrada principal.

...

De vuelta en el interior, los guardaespaldas de Falcone se encontraban ocupados apilando algunas cajas. Estas eran un último regalo de su jefe por su fiel servicio durante tanto tiempo, y recompensa por ayudarlo a escaparse del largo brazo de la ley.

- Eso es todo. Con esto no tendrán que trabajar por al menos por unos cuatro o cinco años. Podrán arreglárselas sin mí.

- Vamos a extrañarlo, señor. – dijo el secuaz aceptando la última caja. En eso empezaron a sonar los motores de la avioneta que venía acercándose. – Bueno, su vuelo ya está aquí. Que usted y su familia tengan un buen viaje.

El hombre asintió en gesto de agradecimiento, y les indicó a sus otros guardaespaldas que desataran a su exmujer y a su hija. Las dos lo miraron con desprecio, pero con las armas apuntándoles no podían hacer nada. Por supuesto él no tenía intención alguna de lastimarlas, pero ellas no necesitaban saber eso, al menos hasta que salieran de las fronteras de Johto. Nada los detendría, ni siquiera ese sujeto...

- ¡GLIGAR!

Una ráfaga de agujas comenzó a caer encima de Falcone y sus secuaces, que empezaron a echarse a cubierto. El propio Falcone sacó el arma que llevaba entre la chaqueta, y para su disgusto, vio al Pokémon escorpión volador flotando encima de él. Dondequiera que fuese ese Gligar, Gligarman nunca estaba lejos.

- Debí imaginarlo. – dijo secamente, y de inmediato jaló el gatillo.

El Gligar esquivó el disparo con un veloz descenso y maniobró usando Doble Equipo para despistar a todos los sujetos, que echaron mano de sus ametralladoras para disparar. Con los múltiples clones por todo el lugar no pasó mucho antes que se les vaciaran todas las municiones en vano, y el propio Falcone fue derribado por un Ataque Rápido directo al estómago. Varios de los secuaces agarraron algunas Pokébolas y las arrojaron, soltando varios Raticates y Golbats para atacar al elusivo Gligar.

- Urgh... – gruñó Falcone intentando volver a levantarse, y vio la refriega mientras todos intentaban atrapar a Gligar, pero uno a uno los Pokémon caían de un solo golpe. – ¡Tú, ve por los demás hombres, rápido!

El sujeto que recibió la orden inmediatamente corrió hacia la entrada. Tenían más hombres vigilando el perímetro solo en caso de que la policía o Gligarman llegaran para causar problemas. Podrían superarlo con sus números fácilmente.

O eso creía, hasta que una figura alada le cayó encima apenas puso un pie afuera, dejándolo inconsciente.

- ¡Alto ahí, basura criminal! – les dijo levantándose, estirando los brazos y levantando la pierna. – ¡Me temo que su vuelo acaba de ser cancelado!

Los criminales le echaron una mirada, divididos entre fastidio de que hubiera venido a interferir con sus planes, y vergüenza ajena de que siguiera haciendo esa ridícula pose. Uno de ellos le echó un vistazo a su traje, notando que se veía diferente de sus anteriores encuentros.

- Sembra che il tipo abbia aggiornato il suo ridicolo costume da Halloween. – murmuró en su lenguaje nativo, causando que los otros re rieran por lo bajo. Gligarman no pareció divertido.

- È una tuta da combattimento, e non è ridicola, idioti.

Las risas cesaron, y Gligarman tomó una postura mucho más seria. Una vez que recargaron sus armas, concentraron sus disparos en el justiciero disfrazado mientras dejaban salir a sus Pokémon para encargarse de Gligar, que fácilmente los derribó con sus señuelos de Doble Equipo y un combo de Ataques Rápidos y estrellas de Rapidez.

Gligarman agitó la mano y arrojó una serie de proyectiles afilados. Tres de ellos se clavaron en las manos de los secuaces y explotaron, quitándoselas de las manos y haciéndolos gruñir de dolor. El justiciero cogió la oportunidad para saltarles encima, y rápidamente se deshizo de ellos con unos pocos puñetazos directo a sus rostros, mientras los otros trataban de rodearlos y Falcone trataba de salir huyendo.

- ¡Atrápenlo, imbéciles! ¡Es un solo sujeto de traje ridículo!

Mientras noqueaba a un par de secuaces, Gligarman internamente deseó que no se burlaran de sus trajes. Claro, era cierto que había empezado con uno brillante y colorido antes de cambiar por otros diseños, y establecerse con el actual que era más oscuro, pero eso era para que los niños no le tuvieran miedo. Quería que lo vieran como un símbolo de esperanza, no de miedo, salvo para los criminales, por supuesto.

Luego de despachar al último, corrió hacia las dos mujeres, y se sacó otro Gligarang para cortarles las cuerdas.

- No tengan pánico, las liberaré ahora mismo.

- ¡Cuidado! – gritó la hija mirando detrás de él.

Se dio la vuelta justo a tiempo para ver a uno de los secuaces de Falcone directo a la parte inferior de la cara, la única parte donde su máscara no lo protegía. Pero antes de poder levantarse, una pesada bota le pisó con fuerza en la rodilla izquierda, causando que gritara al sentir un breve pero doloroso "crack" en ella.

- Por lo visto te volviste blando con tu edad de oro. – dijo el rufián tronándose los nudillos. – Es por culpa de tipos como tú que los tipos como yo tenemos una vida tan difícil.

- Pues lo siento mucho. – replicó Gligarman, logrando volver a ponerse de pie, soportando el dolor de la rodilla. El sujeto trató de lanzársele encima, pero los puños se encontraron con las placas reforzadas de sus guanteletes, y un gancho derecho a la cara bastó para dejarlo fuera de combate. – Ahora, ¿dónde está mi querido amigo Falcone?

- ¡Se está escapando! – señaló la mujer hacia arriba.

Gligarman se volvió para ver que Falcone estaba subiendo por la escalera de mano hacia el techo del hangar. Sería inútil de todas maneras ya que la policía llegaría en cualquier segundo, pero presintió que no debería dejarlo fuera de su vista. Entretanto, Gligar terminó de derribar al último Golbat del grupo y vino a posarse de nuevo en el hombro de su entrenador.

- Llévalas afuera y asegúrate que permanezcan a salvo. Yo me encargaré de Falcone. – les dijo.

- ¡Gligar! – Gligar asintió, y se alejó volando con Victoria y Veronica corriendo detrás de él. Gligarman entretanto cogió su pistola de gancho y la disparó hacia el techo para seguir al criminal que escapaba.

Una vez afuera, rápidamente quedó claro que la policía llegaría en breve: las sirenas resonaban y las luces rojas y azules se podían ver en la distancia. Vio a Gligar guiando a las mujeres mientras escapaban hacia la carretera cercana, pero no podía distraerse. Su prioridad era aprehender a Falcone y ponerle fin a su carrera de una vez por todas.

Tan pronto como Falcone lo vio intentó dispararle, pero un solo y certero Gligarang bastó para hacer caer el arma fuera de la azotea. En su desesperación, el antiguo señor del crimen trató de lanzarse contra el justiciero, lanzando puñetazo tras puñetazo, solo para que estos fueran bloqueados o esquivados, y luego Falcone recibió uno solo en la quijada que casi lo tiró. Gligarman se aseguró de contenerse lo suficiente: una caída como esa fácilmente podría matarlo.

Abajo, las luces rojas y azules iluminaban la escena, y los oficiales de policía se bajaron de sus patrullas mientras comenzaban a capturar a los hombres de Falcone. Encima de ellos, un helicóptero descendió e iluminó a Falcone con su luz de búsqueda, cegándolo por un momento. La avioneta había logrado aterrizar a salvo en la pista, pero otro helicóptero se aseguraría de que no volvería a despegar.

- ¡Falcone Xicato! ¡Lo tenemos completamente rodeado! – gritó el piloto por los altavoces. – ¡Ríndete ahora!

- Es el final de la línea, Falcone. – dijo Gligarman. – Entrégate; no hagas esto más difícil de lo que tiene que ser.

- ¡Nunca! – gritó el gángster. – ¡De ninguna manera me pondrán tras las rejas!

- No tienes opción. Ya lo perdiste todo. Lo único que te queda es enfrentar a la justicia por tus crímenes.

- Solo tienes razón a medias. – dijo Falcone. – Lo he perdido casi todo. A mi esposa, a mi hija, mi dinero, y mi exitoso imperio. Todo por culpa tuya.

El gángster hizo una pausa para mirar a su alrededor. Los únicos ruidos que se oían eran las aspas del helicóptero y las sirenas de las patrullas de policía. Miró entonces al héroe disfrazado, que permaneció en guardia por si intentaba algo raro.

- Pero hay una cosa que no pienso entregar. Mi libertad. – Dio un paso atrás, y para el horror de Gligarman, abrió sus brazos.

- Espera... no estarás pensando en...

- Estaba esperando coger un vuelo hacia la libertad esta noche. – dijo Falcone sonriendo malignamente. – Creo que solo tendré que hacerlo de la otra manera. Primero muerto antes de pudrirme en prisión.

- ¡NO! ¡NO HAGAS ESO! – gritó Gligarman estirando la mano. Tenía que detenerlo.

- Addio... Gligarman.

El justiciero trató de correr tan rápido como pudo para detener a su enemigo, pero su rodilla lastimada le mandó una descarga de dolor por toda la pierna que lo forzó a detenerse y a cerrar los ojos de golpe. Al abrirlos otra vez, Falcone ya no estaba a la vista, y unos segundos después, oyó el golpe abajo.

Conmocionado y sin habla, el justiciero caminó lentamente hacia el borde de la azotea, y armándose de valor, echó una mirada. Falcone se quedó allí, inmóvil, desparramado sobre el asfalto, mientras los oficiales comenzaban a reunirse a su alrededor para verificarlo. Gligarman vio como uno de ellos se le acercaba con cautela y le chequeaba el pulso, y negó con la cabeza para confirmarlo. Lo había hecho. De verdad lo había hecho, y Gligarman no había podido detenerlo.

...

Unos minutos después, todos los malhechores habían sido aprehendidos, y la policía había acordonado el área alrededor del cadáver de Falcone y el avión que planeaba usar para su escape. Gligarman había tomado un momento para descansar, y su amiga en la fuerza amablemente se tomó unos minutos para vendarle su rodilla lastimada.

- ¿Cómo te sientes?

- Viviré. Gracias, Gio. – le respondió.

Su nombre completo era Giordanna Jenny, pero él a menudo la llamaba simplemente "Gio" como signo de su confianza y amistad. Los dos habían trabajado juntos durante años, desde que ella era una simple detective hasta que se convirtió en la comisionada de la policía local, y era una de las pocas personas que conocían su identidad secreta.

- Cuando dije que quería que atrapáramos a Falcone a cualquier costo, no me refería a que fuera de este modo. – dijo con tristeza. – Ahora nunca enfrentará a la justicia por sus crímenes.

- Lo siento. – se disculpó Gligarman. Gio le dio una mirada confusa.

- ¿Por qué? No es culpa tuya que haya saltado de la azotea hacia su muerte.

- Debí detenerlo. - dijo Gligarman. – Si tan solo hubiera.

- Hey. – lo interrumpió Gio. – No te eches la culpa de nada. Además, gracias a ti y a tu Gligar su exesposa e hija están a salvo en nuestra custodia. Eso es razón suficiente para alegrarse. Vete a casa a descansar, nos encargaremos del resto.

Gligarman suspiró, pero imaginó que no le quedaba más nada. Por fortuna, todavía podía manejar su Gligarcicleta de regreso a casa, y una vez que Gligar volvió a pararse en su hombro, cogió la carretera. De un modo u otro, su trabajo había terminado.

...

Parker no se molestó en irse a la cama aquella noche. Pasó el tiempo en su escondite, bunker, o simplemente "Gligarcueva", como la llamó al descubrirla por primera vez.

El lugar había servido una multitud de propuestos: era su base de operaciones, taller privado para trabajar en nuevos proyectos, lugar de entrenamiento, o simplemente donde iba cuando necesitaba tiempo para estar solo. También era un lugar de historia: había unos cuantos trofeos de sus aventuras pasadas (o "recuerdos" como los llamaba en sus primeros días), y varios de sus viejos disfraces y artilugios. Recordaba con especial cariño el primero de ellos, aun cuando algunos se burlaban de él por llevar esos calzones azules por afuera.

Décadas atrás, había sido simplemente un humilde fabricante de juguetes que quería promocionar su mercancía, así que creó el personaje de Gligarman como un truco publicitario. Y entonces un día, detuvo a un ladrón de bolsos cuando se escapaba, y los niños le preguntaron inocentemente si era un superhéroe. De algún modo esas palabras le llegaron y así nació el verdadero Gligarman. Le hizo maravillas para su negocio: en menos de diez años su pequeña tienda había crecido hasta convertirse en la mayor fábrica de juguetes de la región Johto, pero nada podría compararse con la emoción y satisfacción que sentía por luchar contra el crimen y proteger a los inocentes. Ese parecía su verdadero llamado.

Tristemente, mientras veía el maniquí que contenía su último traje, los recuerdos del que consideraba su mayor fracaso regresaron a su mente. Aquella noche fatídica, cuando se hizo una promesa a sí mismo, una que no pudo mantener al permitir que Falcone se suicidara.

- ¿Gligar? – preguntó su compañero mientras volvía a posarse en su hombro.

- Estoy bien. Es solo que... me pregunto si ya estaré demasiado viejo para esto. – le dijo.

- Gar.

No importaba lo que había dicho su vieja amiga Gio. Aquella noche hacía tantos años, aquella mujer, criminal como había sido, murió porque él se había quedado demasiado en shock para actuar. En su defensa, sin embargo, cualquiera se habría sentido perturbado por ver un montón de niños asesinando tan brutalmente a su propia madre, y con tanto deleite de paso. Podía verlo en sus ojos: habían estado esperando el momento, y tomaron la oportunidad para deshacerse de ella.

Desde entonces, se había prometido a sí mismo que nunca más dejaría que nadie, ni siquiera un criminal, muriera frente a sus ojos. Tenía la determinación de llevar a Falcone ante la justicia para ser juzgado por sus crímenes. Pero Falcone estaba muerto, porque era demasiado viejo, demasiado lento para alcanzarlo y evitar que se matara.

- No... ya no puedo seguir haciendo esto. – dijo colocando una mano sobre el vidrio que lo separaba de su traje.

Aun sin la rodilla lastimada, y con su nuevo exotraje, no podría luchar como en sus mejores días. No podía soportar el pensamiento de que alguien muriera por culpa suya, sin importar si se trataba de un criminal, o peor, de un inocente. Ya no estaba hecho para seguir luchando contra criminales. Tal vez era hora de tomar su otro llamado, de ser un fabricante de juguetes, y hombre de familia.

Parker caminó escaleras arriba, todavía cojeando ligeramente mientras subía, y se detuvo frente al interruptor. Recordó sus aventuras por última vez, mirando sus viejos trofeos. El sombrero volador con ala afilada que casi le cortó la cabeza una vez, la moneda gigante a la cual lo amarraron y lo lanzaron por el aire, el Tyrantrum mecánico gigante (que seguía sin tener idea de cómo lo metió en ese lugar), todos buenos recuerdos. Le entristecía no poder pasarle a nadie su legado heroico, pero tenía que aceptar la realidad. Sus días como Gligarman habían llegado a su final.

- Se acabó.

Y así, apagó las luces de la Gligarcueva para no volver a encenderlas, y cerró las puertas para no volver a abrirlas.

(--0--)

Varios años después...

Los viejos hábitos difícilmente mueren, y en el caso de Parker, el impulso de combatir contra el crimen había sido uno que se negaba a irse por completo. Aunque ya no estuviera en condiciones de pelear contra los criminales directamente, todavía había seguido apoyando a la policía como informante anónimo y usando su extensiva red de información para proveerles siempre que necesitaran de una mano.

Incluso cuando no hubiese casos de resolver, Parker disfrutaba de jugar al detective solo para pasar el tiempo. Incluso después de tanto tiempo de haberse retirado, de algún modo su influencia se había extendido bastante en Johto y más allá. En la última década le sorprendió ver un surgimiento de otros héroes en disfraces, como Blaziken Mask en Kalos, o el Poderoso Accelguardián en Unova, que continuaban con su tradición de luchar contra el crimen. Sin embargo, con la reciente ola de crímenes en Johto surgió una particular oposición, en la forma de un trío de héroes que eran mucho más que disfraces y juguetes caros.

- ¿Otra vez en eso, papá? – escuchó la voz de su hija Latoya, que le traía la bandeja del desayuno. Estaba tan enfrascado trabajando en su computadora que tardó un poco en darse cuenta.

- Hay que matar el tiempo de alguna forma, ¿no lo crees? – preguntó Parker, mientras su hija le colocaba la bandeja en la mesa.

- A veces me cuesta entenderte. ¿Cuál es tu obsesión con esos vigilantes enmascarados?

- Son mucho más que vigilantes, hija. Esos hombres son verdaderos héroes. Como yo solía serlo.

Latoya era prácticamente la viva imagen de su madre cuando se conocieron. Eran casi idénticas en todo: El mismo pelo rojo-púrpura levantado hacia arriba por los lados, los mismos ojos, y hasta la misma estatura que tenía a su edad. Pero había algo que las distinguía: Latoya era un poco más escéptica y cínica respecto a algunas cosas.

- Son bloodliners. La verdad es que me cuesta creer que utilicen esas habilidades si no es para obtener algo a cambio. Quiero decir, ¿quién nos dice de qué otras cosas son capaces?

- Bueno, tal vez no pensarás lo mismo cuando veas quiénes se ocultan bajo las máscaras.

Parker volvió su atención a la computadora, y abrió en una carpeta tres archivos muy específicos. Cada uno tenía una etiqueta particular: Decid-Arrow, Flashstrika y Flamestorm, conocidos colectivamente como los Vigilantes Nocturnos, que eran los nombres que la comunidad había dado a ese trío de vigilantes en los últimos años, y ellos mismos parecieron adoptarlos de buen grado. Parker abrió el primer archivo y comenzó a desplegar una especie de expediente. Encima de todo había una fotografía de un hombre con pelo rubio, ojos verdes y una ligera barba de candado. Latoya comenzó a leerlo en voz alta.

- Oliver Hawke, edad 32, heredero de Industrias Hawkes y presidente de la junta directiva de la empresa desde que falleció su padre. – dijo Latoya. – ¿Estás diciéndome que él es uno de ellos?

- Velo por ti misma. – dijo su padre. – El padre de Oliver y yo fuimos buenos amigos hasta que él falleció, así que conozco bien al muchacho. Y mira esto.

Reprodujo un video donde aparecía Decid-Arrow, completo con su traje con la máscara de Decidueye y la capa con capucha verde oscuro, desplegándose para sacar un arco retráctil de su guantelete y disparar una flecha de Puntada Sombría.

- Oliver fue el capitán del club de arquería en sus días de escuela, así que no sería muy difícil deducir de dónde sacó esa puntería y manejo supremo del arco.

Latoya no dijo nada, sino que continuó observando el expediente, con la hoja de vida de Oliver y algunos de los videos donde aparecía bajo su supuesto disfraz otras habilidades como desaparecer atravesando el suelo o las paredes, u otros ataques como Tornado de Hojas. Ocho años antes, Oliver había sufrido un naufragio en su yate privado y había sido considerado muerto en el mar, pero regresó a la civilización sano y salvo, a tiempo para asumir la presidencia de la compañía cuando su padre falleció pocos meses después.

- Siguiente. – pidió Latoya. Su padre clickeó en el archivo etiquetado como Flashstrika. En pantalla apareció un sujeto de cabello castaño rojizo, unos cuantos años más joven que Oliver y con una expresión bastante más jovial, resaltada por sus ojos ambarinos. – Bartholomew J. West, edad 27. Hasta hacía unos años fue un rescatista del departamento de bomberos en Nimbasa, hasta que en un incidente durante una tormenta eléctrica fue golpeado por un rayo. Aunque sobrevivió al rayo y a la caída, estuvo en coma durante nueve meses, hasta que desapareció misteriosamente del hospital donde estaba internado.

- Y aquí viene lo interesante. – dijo Parker, pasando videos uno tras otro del velocista en el traje negro con rayas blancas en forma de relámpago. – Testigos oculares el día que desapareció dicen que justo en aquel momento hubo un enorme bajón de electricidad, y hay quienes afirman haber visto un relámpago moverse en la oscuridad a gran velocidad. ¿Te parece familiar?

Obviamente se refería al rastro eléctrico que dejaba al desplazarse. El hecho de que la descripción coincidiera con tanta precisión al incidente de la desaparición del hospital no podía ser casualidad. De nuevo las piezas encajaban perfectamente.

- Veamos el último. – dijo Latoya, y su padre abrió el tercer expediente, etiquetado como Flamestorm. Esta vez apareció en pantalla un hombre de edad entre los otros dos, de pelo castaño oscuro tirando a negro y ojos azules, y en los videos aparecía como un sujeto de traje rojo y amarillo lanzando fuego desde el cielo. – Ronald Storm, edad 29, anteriormente un ingeniero estructural. Estuvo involucrado en el incidente de la antigua planta termoeléctrica que explotó hace ocho años, se dice que se las arregló para contener él mismo la explosión lo suficiente para que los trabajadores escaparan a salvo, pero nadie supo cómo lo hizo, o cómo salió de allí, de paso.

- La respuesta está en esta foto. – dijo Parker. La foto en cuestión era del incidente tomada por un aficionado a la distancia en el momento que ocurrió la explosión. Parker hizo zoom hacia la esquina superior derecha, donde se podía ver, casi imperceptible a vista normal, un pequeño hilillo de fuego que salía volando fuera de la planta, alejándose hacia el cielo.

- Déjame adivinar, ¿esa pequeña línea de fuego es él escapando de la explosión?

- ¿Se te ocurre alguna otra cosa? – preguntó su padre.

Efectivamente, los videos mostraban al vigilante llamado Flamestorm capaz de disparar fuego por cualquier parte del cuerpo, y lo más común era verlo lanzándolo por las manos y pies a modo de propulsores para mantenerse en el aire. Eso explicaría cómo fue que logró escapar de la explosión de la planta aquella noche.

Los tres tenían algo en común: estuvieron involucrados en incidentes que los hicieron desaparecer de la vista pública por varios años, hasta que volvieron a reaparecer casi al mismo tiempo, poco después los Vigilantes Nocturnos, como los habían llamado colectivamente por operar exclusivamente durante la noche, empezaron sus actividades. Además, los dos últimos, Bartholomew y Ronald, eran empleados de Industrias Hawke, aparentemente por petición de Oliver cuando se vieron incapaces de volver a sus antiguos trabajos.

- Bien, esto es interesante y todo, pero no sé qué planeas hacer con toda esta información. – dijo Latoya. – ¿Cuál es el punto de investigarlos para descubrir sus identidades secretas?

- No estoy seguro. – admitió Parker. – Llámalo un presentimiento. Tengo la sensación de que algo grande está por ocurrir, y que de alguna manera ellos van a estar involucrados.

Los tiempos estaban cambiando, y continuarían haciéndolo. El mayor de los cambios era por supuesto el surgimiento de tantos bloodliners, humanos con poderes y habilidades como las de los Pokémon. En su tiempo, hacía cuarenta años hombres como él y Samuel Oak habían logrado hacer que el mundo entrara en una nueva era, y por lo visto se estaban aproximando a otro punto álgido que sería crucial para el cambio. ¿Sería una nueva era de heroísmo, o quizás un resurgimiento de criminales como nunca antes? Eso era lo que le preocupaba, la pregunta que deseaba responder.

- Tendrás tiempo de pensar en eso más tarde. Recuerda que tenemos una fiesta a la cual asistir. – dijo Latoya. – ¿Quieres que vaya a recoger tu traje?

- No, está bien. – replicó Parker tomando un sorbo de su café. – Yo mismo lo haré más tarde.

Por supuesto, no podía olvidarse de los planes de aquella noche. El político Kellen Roberts iba a hacer un evento de caridad, y él iba a ser un patrocinador importante para su campaña en las próximas elecciones para senadores.

(--0--)

Aquella noche...

Asistir a eventos de caridad no era nada nuevo para los Parker, aunque con los años, se les hacía muy difícil tener que codearse con los tipos presumidos de la alta sociedad. De hecho, muchos únicamente participaban solo por mantener sus reputaciones o imágenes, no porque realmente estuviesen interesados en ayudar a los necesitados.

Por supuesto, la excepción prueba la regla. Una de las razones de apoyar las políticas de Roberts eran por su postura de ayudar a progresar a las clases bajas, pero más que regalar beneficios buscaba incorporarlos a la fuerza de trabajo y aprovechar sus talentos para que pudiesen ayudarse a sí mismos, y además contribuir a la economía general.

Sin embargo, aquella noche estaba poco interesado en eso en particular. Su meta principal era poder acercarse al hijo de su viejo amigo y poder conversar, de héroe a héroe, por decirlo de alguna manera, aunque entre tanta gente iba a ser un poco difícil abordarlo en un sitio donde no los fueran a molestar o a escuchar. Latoya se ofreció a ir a buscarlo por él, y mientras tanto, se había quedado junto a la mesa tomando un trago.

- Buenas noches, señor Parker. Me alegra que haya venido.

Y qué sorpresa, el anfitrión en persona venía para saludarlo. Kellen Edward Roberts era un hombre en sus cuarenta, aunque quienes lo vieran a primera vista podrían creer que era al menos una década más joven, de pelo castaño oscuro y que usaba gafas cuadradas gruesas. Aquella noche iba con un esmoquin negro con corbata blanca, y una flor de lis en la solapa.

- Buenas noches, señor Roberts. – dijo Parker, estrechando la mano del político. – ¿O debería llamarlo futuro Senador Roberts?

- Aun es algo pronto para eso. – replicó Roberts con una sonrisa. – Espero que usted y su hija estén disfrutando de la fiesta. Y hablando de ella, ¿dónde se encuentra?

- Buscando a alguien más entre los invitados, con quien necesitamos hablar. – dijo Parker, sin entrar en mucho detalle. – Por cierto, ¿cómo va su campaña?

- Ha habido algunos contratiempos, pero en general hemos recibido bastante apoyo para mis propuestas. – dijo Roberts. – Claro que no todos están felices por ello.

- Déjeme adivinar, ¿Swietenia otra vez? – preguntó Parker, y Roberts asintió.

- Ese sujeto siempre ha sido muy desagradable con quienes está en desacuerdo. Ya es bastante malo que nuestra región tenga la reputación que tiene por culpa de unos cuantos como él, y no hablemos de quienes venimos de Pueblo Azalea. Quiero decir, no todos somos unos fanáticos religiosos adoradores de Slowpokes, ¿o sí?

Parker asintió estando de acuerdo. Pueblo Azalea se había hecho de cierta infamia debido a incidentes desagradables donde los peatones que accidentalmente tropezaran, pisaran o de cualquier manera tocaran la cola de un Slowpoke eran perseguidos hasta que lograban salir de los límites del pueblo o si eran alcanzados, les caían a golpes. Hubo uno en particular donde se les fue la mano y golpearon tan fuerte a un hombre que tuvo que ser trasladado al hospital por politraumatismos en la cabeza, y lamentablemente murió a las pocas horas de haber ingresado. Todo porque su hija accidentalmente pisó la cola de un Slowpoke tratando de salvar una carriola de bebé de ser arrollada por el tráfico.

Tras ese incidente, Parker colaboró con Roberts en un proyecto para trasladar a los Slowpokes que andaban por las calles de Azalea a una reserva donde pudieran vivir sin ser molestados por los humanos y evitar futuros incidentes como ese. La medida había funcionado bien, aunque ahora había otros problemas que surgían, y Swietenia y muchos de sus seguidores no ayudaban en nada.

- Escuché que está tratando de aprobar leyes anti-bloodliners. – dijo Parker para romper el silencio. – ¿Qué le parece eso?

- Swietenia simplemente le tiene miedo a lo que no entiende, y en vez de esforzarse por ver las cosas desde el otro lado prefiere erradicar de raíz lo que no le guste. Como los bloodliners, los vigilantes, y los especialmente vigilantes bloodliners.

- Creo que se enfoca más en lo que podrían hacer más que en lo que han hecho. – asintió Parker. – ¿Y qué postura tiene usted ante ellos?

- Usted ya debería saberlo. – sonrió Roberts. – Yo iba a bordo de ese tren cuando esos agentes del Equipo Rocket intentaron descarrilarlo. Les debo mi vida; no estaría hoy aquí de no ser por ellos. Y no soy solo yo, han salvado a muchas otras vidas todos estos años. No sería un buen gesto de gratitud permitir que se aprueben leyes contra ellos cuando le prestan un gran servicio a la comunidad.

A pesar de hacerse de muchos enemigos por ser un poco más liberal, lo cierto era que el político originario de Pueblo Azalea era mucho más abierto a buscar nuevas posibilidades y tratar de ver todas las perspectivas, sin detenerse a juzgar a la gente bajo sus propios criterios y suposiciones parciales. Por eso había ganado tanta aceptación durante los últimos meses, y seguiría creciendo.

- Señor Roberts. – vino de repente uno del personal del evento. – El podio ya está listo para su discurso.

- Gracias. Bueno, debo retirarme. Un placer conversar con usted, señor Parker.

- El placer fue todo mío.

Mientras Roberts se marchaba con el asistente, Parker fue por otro trago mientras escudriñaba los alrededores del salón, hasta que Latoya finalmente regresó unos minutos después.

- ¿Lo encontraste?

- Sí, pero... creo que ahora mismo tiene las manos llenas. – dijo señalando por encima de su hombro.

Parker miró por detrás de su hija. En efecto, allí se encontraba Oliver Hawke ataviado con su traje, y rodeado de un cuarteto de atractivas mujeres con quienes parecía estar intercambiando tragos y palabras, y estas simplemente se reían de sus bromas.

El viejo superhéroe retirado no pudo evitar reírse ligeramente. Otra tendencia común de los héroes enmascarados era que usualmente tenían que proyectar dos imágenes distintas cuando estaban dentro y fuera del disfraz para proteger su identidad secreta. En su caso, durante su tiempo, él era un fabricante de juguetes profesional y serio aunque afable durante el día, y durante la noche, como Gligarman, sacaba un poco más a relucir su sentido del humor, como una forma de provocar a los criminales y humillarlos una vez que los capturaba. Oliver, por otro lado, prefería el enfoque de "playboy millonario durante el día, y justiciero intimidatorio durante la noche".

- Bueno, creo que será mejor abordarlo después del evento. Gracias, linda. – dijo Parker.

Padre e hija se quedaron en silencio por un largo rato, hasta que anunciaron por los altoparlantes que el anfitrión de la fiesta estaba a punto de dar su discurso. Toda la gente comenzó a aglomerarse frente al podio en el centro del salón, y el aspirante a senador se colocó en posición, antes de aclararse la garganta y comenzar a dirigirse a ellos.

- Buenas noches, damas y caballeros. Es un placer ver a tantos de ustedes esta noche, en este evento que he organizado. También, aprovecharé de dar las gracias a quienes han ofrecido su apoyo durante mi campaña para senador.

Roberts dirigió una mirada hacia donde se encontraba Parker, que le sonrió y asintió para que continuase con su discurso.

- Pero hoy no deseo hablar de mi campaña política. Como todos saben, el propósito de este evento es la recaudación de fondos para la nueva extensión de la Academia para Entrenadores de Goldenrod. Habiendo sido yo mismo un entrenador durante mi juventud, deseo apoyar a la nueva generación para que tengan una oportunidad de perseguir sus sueños...

Parker y todo el resto de la multitud continuaron escuchando atentamente el discurso de Roberts. Si había otra cosa que lo caracterizaba, era también su gran afinidad por los Pokémon. En su juventud fue un entrenador excepcional, y su equipo era bastante famoso en Johto por haber ganado varias Conferencias de la Liga, tanto dentro como fuera de Johto. Aunque ya estaban retirados, seguían siendo leyendas vivientes para muchos, y una fuente de inspiración para la joven y emergente generación de nuevos entrenadores.

No obstante, Parker por experiencia sabía que incluso durante momentos de tranquilidad no era conveniente bajar la guardia, y aunque tenía su atención en el anfitrión, sus ojos y oídos permanecían alertas ante cualquier movimiento o actividad que pudiese considerarse fuera de lo usual. Como por ejemplo, cuando uno de los presentes se quitó las gafas para limpiarlas, y luego sospechosamente las colocó en una posición que reflejaba la luz de la lámpara que colgaba del techo encima de él.

Instintivamente, los ojos de Parker escudriñaron todo el salón. El lugar era amplio y despejado, con poco o ningún lugar para ocultarse de la vista... salvo quizás los balcones que había en el piso superior. De modo que no fue una sorpresa cuando en uno de ellos, divisó un pequeño resplandor que le era demasiado familiar.

El resplandor de un arma de fuego a punto de ser disparada.

- ¡CUIDADO ARRIBA! – gritó señalando hacia el balcón, interrumpiendo el discurso.

La atención de todos los presentes se desvió hacia ese lugar, apenas con un segundo de anticipación antes de que el proyectil saliera disparado, directo hacia donde estaba Roberts. La bala le hizo impacto en el pecho y todo mundo comenzó a gritar de horror mientras lo veían caer junto a su podio. El personal de seguridad inmediatamente se movió y sacaron sus armas, pero el francotirador había desaparecido del balcón mientras se formaba un revuelo entre toda la gente, la mayoría tratando de huir hacia la salida más cercana, mientras los pocos que se quedaban cogían sus teléfonos para llamar a la policía.

Parker y su hija por su parte se quedaron tratando de ayudar a evacuar a los que se quedaron paralizados por el susto, aunque el padre alcanzó a ver que Oliver aprovechaba el caos para desaparecerse de la escena una vez que creyó que nadie lo veía. Y al decir "desaparecer", quería decir "desaparecer atravesando una pared". Por fortuna, nadie más se percató de ello, así que Parker fue de inmediato a acercársele para chequearlo.

- ¡Señor Roberts! – le llamó, mientras los miembros de seguridad trataban de mantenerlo lejos.

- Ugh... está bien... – El aludido empezó a moverse, frotándose en el lugar donde le habían disparado, abriéndose el traje para revelar un chaleco antibalas. – Me va a doler mañana.

- Qué alivio. – preguntó Parker. – Ese francotirador... ¿cómo rayos entró aquí?

- Eso es irrelevante. – dijo el guardaespaldas. – Lo importante ahora es que el área no es segura, señor, tenemos que sacarlo de aquí.

Mientras el guardaespaldas ayudaba a Roberts a levantarse, Parker miró a su alrededor. Misteriosamente, el sujeto que había hecho aquel gesto con las gafas había desaparecido. De alguna manera, no sabía cómo, presentía que eso había sido una señal para el francotirador, decirle cuándo podía dar su golpe, así que estaba planeado.

Y sus sospechas se acrecentaron más cuando en vez de salir por la puerta delantera, el guardaespaldas se llevó a Roberts hacia la salida trasera del salón. A primera instancia podía parecer una opción sensata: una ruta para escapar lejos de la vista, pero también, era un lugar donde se podría tender una emboscada.

Movido por una chispa de su instinto, Parker inmediatamente echó a correr detrás de ellos.

- ¡Papá! ¡¿A dónde vas?! ¡Papá! – oyó gritar a Latoya, pero no la escuchó. Tenía que ir y hacer algo, fuese lo que fuese. El impulso de jugar al héroe había vuelto, no podía quedarse con los brazos cruzados.

Después de correr por algunos pasillos, consiguió darles alcance a Roberts y sus guardaespaldas, siguiéndolos a distancia segura para que no se percataran de su presencia. Sin embargo, se detuvo bruscamente al escuchar otros dos disparos, y un intercambio de golpes. Cuando se atrevió a espiar, alcanzó a ver a los guardaespaldas de Roberts en el suelo, con solo él y el perpetrador de pie.

Dicho perpetrador llevaba un traje armado hasta los dientes, hecho de cuero negro con algunas placas protectoras azul oscuro en el pecho, hombros, guantes y botas. A la espalda llevaba colgando un rifle de francotirador, aparte de llevar varias pistolas de mano y cuchillos por todas partes. Roberts se encontraba de espaldas e inmóvil, pero por lo que podía oírle, parecía intentar mostrarse desafiante ante su agresor.

- Ingenioso, señor Roberts. Si no fuera porque apuntar hacia la cabeza no es tan fácil como la gente cree. No me esperaba que fuese a llevar un chaleco antibalas como protección.

- Ya veo que no es una exageración que me recomienden usarlo. – replicó Roberts. – ¿Quién eres, y por qué vienes tras de mí?

- Solo soy un profesional. – replicó el francotirador. – No lo tome como algo personal, esto solo es un trabajo.

Parker vio como el sujeto desenfundaba de su cinturón una pistola de mano y por poco sucumbe al impulso de saltarle encima y proteger a Roberts, pero alguien se le adelantó: una sombra verde y encapotada atravesó el techo y aterrizó detrás del agresor. Sin decir palabra lo agarró por los hombros y lo lanzó al otro lado del corredor. En ese momento Parker salió de su escondite, encontrándose con el arquero fantasma en persona, Decid-Arrow, y un Roberts que todavía estaba en shock por lo que sucedía y no terminaba de asimilarlo.

- ¡Yo me haré cargo, váyanse! – les gritó Decid-Arrow.

- ¡Acompáñeme, señor Roberts! – exclamó Parker, corriendo en la dirección opuesta con el político, aunque no sin echar una última mirada para ver cómo el vigilante encapotado se enfrentaba al francotirador.

A falta de una mejor alternativa, Parker se llevó a Roberts por una salida de incendios, siempre alerta por si había alguien esperando para emboscarlos otra vez. Por fortuna, llegaron sanos y salvos al estacionamiento, y sin perder tiempo se dirigieron al auto de Parker, donde Latoya ya los esperaba al volante, furiosa pero más preocupada que otra cosa.

- ¡¿Dónde diablos estabas, papá?! – exclamó la chica abriéndoles la puerta.

- ¡Te lo contaré después, acelera y vámonos! – exclamó el padre. – ¡A la estación de policía, pero ya!

La chica aún tenía mucho qué protestar, pero obedeció, y puso en marcha el auto para salir de ahí. Para entonces por fortuna el estacionamiento estaba mayormente despejado y pudieron salir rápidamente.

Mientras se alejaban del salón de fiestas, Parker observó el edificio. Si Decid-Arrow no hubiese llegado en aquel momento, ahora Roberts estaría muerto. Él mismo estaba allí, pero no había podido hacer nada. Ya no era Gligarman, después de todo, y de todas maneras, ¿qué podría haber hecho contra ese francotirador armado hasta los dientes?

...

Dentro de la seguridad de la estación de policía, lo primero que Roberts pidió fue algo de agua helada para calmarse los nervios, y algo para llamar a casa, ya que su teléfono había sido atravesado por la bala que el francotirador le había disparado. Parker le prestó su propio teléfono celular, y lo había estado usando durante la pasada media hora para hablar con su esposa; oír su voz parecía tranquilizarlo después de semejante odisea.

- Pase lo que pase, mantén los ojos abiertos. Volveré tan pronto como pueda, así que no te quedes despierta esperándome, ¿está bien? Te amo, buenas noches, cariño.

- ¿Todo está bien? – preguntó Parker.

- Sí, gracias a Arceus. – asintió Roberts. – Aparentemente el personal de seguridad vio a unos hombres de negro paseándose por la cuadra, pero no se acercaron de más. Le dije que se quede en la cámara segura por si las dudas.

- No puedo creerlo. – dijo Latoya. – ¿Quién era ese sujeto?

- Un asesino a sueldo, probablemente. – replicó Parker. – Dijo algo de que esto "era un trabajo", ¿no?

- Así es. – asintió Roberts. – ¿Debería sentirme halagado? Es la primera vez que envían a alguien a matarme.

- Señor Roberts, esto no es para bromear. – lo regañó Latoya.

- Lo siento. Es solo que... no sé qué pensar de todo esto. – El político exhaló con resignación.

- Señor Roberts. – lo llamó la Jenny estacionada. – Estamos listos para tomar su declaración. También necesitaremos que nos deje su teléfono y el chaleco como evidencia.

- Claro. – dijo Roberts antes de volverse hacia los Parker. – Volveré en cuanto termine con eso, ¿de acuerdo?

Padre e hija asintieron, y el político se dirigió a la sala de interrogatorios. Por el momento, no les quedaba nada que hacer sino esperar hasta que los llamaran para tomar su turno. Latoya se agarró su abrigo y suspiró con pesadez.

- Bien... hombres de negro rondando por la residencia de los Roberts, y la misma noche lo ataca un asesino. ¿Coincidencia?

- No lo creo. – Parker negó con la cabeza. – Por lo que sabemos, podrían haberlo estado esperando para emboscarlo, en caso de que el atentado en la fiesta fallara.

- Mucho pedir por una noche para relajarnos, ¿no?

Parker le echó una mirada a su hija, y luego miró hacia la puerta de la sala de interrogatorios. Con todo lo sucedido esa noche pasaría un buen tiempo antes que pudieran ir a casa. La policía tenía muchas preguntas que hacerle a Roberts, y sin duda también tendrían su ración para Parker.

Algo estaba sucediendo en su ciudad, podía sentirlo. Ese sexto sentido de superhéroe le decía que algo grande se aproximaba, y no le gustaba eso: nunca auguraba nada bueno.

(--0--)

Un par de noches más tarde...

- En las noticias de esta noche, el evento de caridad organizado por el político de Azalea Kellen Roberts se vio arruinado por lo que claramente fue un intento de asesinato. Roberts se ha rehusado a dar declaraciones por el momento, aunque hay rumores de que podría tratarse de un atentado por parte de uno de sus rivales políticos para sacarlo de su campaña en las futuras elecciones para senador que se realizarán en los próximos seis meses.

- No pienso señalar a nadie. – declaró Roberts. – Independientemente de quién haya contratado a ese asesino, o las razones, serán traídos ante la justicia. Eso es todo.

- A pesar de lo sucedido, Roberts ha anunciado que el evento continuará esta noche como fue planeado, con un incremento de seguridad y una mayor presencia policíaca. También se ha incrementado la seguridad en su residencia luego de que testigos oculares reportaran haber visto a hombres vestidos de negro rondando el área de manera sospechosa. Las autoridades están...

Parker apagó el televisor. No necesitaba ver el resto del reportaje: después de todo él mismo había estado ahí para verlo. Y después de semejante noche, no pudo pegar los párpados.

Tenía muchas razones para estar intranquilo. Primero, el ataque de ese sujeto le impidió haberse aproximado a Oliver para hablar sobre su secreto, y aunque no hubo víctimas fatales durante el ataque, varios del personal de seguridad resultaron heridos y hospitalizados. Más todavía, dudaba que el perpetrador se diera por vencido tan fácilmente, pues según reportaban había desaparecido de la escena poco después de su confrontación con el vigilante enmascarado.

Y aquí estaba él, frente a su computadora y sin poder hacer absolutamente nada. Odiaba sentirse tan impotente. Podría haber asistido a la continuación del evento de caridad, pero no se sentía de humor para fiestas en ese momento.

Sin embargo, tuvo poco tiempo para sentirse de esa manera, y como si sus plegarias fuesen escuchadas, en aquel instante le llegó la alerta de la videollamada en el monitor. Inmediatamente clickeó en el icono, y en pantalla apareció nada más y nada menos que su vieja amiga de la fuerza policíaca.

- Hola, Gio, gusto en saludarte. – le dijo sonriendo.

- Lo mismo digo. Quisiera que pudiéramos hablar en mejores circunstancias, pero después de lo de la otra noche...

- Lo sé. Si hay algo en lo que puedo ayudarte, no tienes más que pedírmelo.

- Gracias. – respondió la Jenny de avanzada edad. – A decir verdad, necesito pedirte un favor. Los forenses han estado investigando la escena del crimen, y encontraron algo que me intriga.

- ¿De qué se trata? – preguntó Parker interesado.

- Revisando la bala que encontramos en el chaleco de Roberts, descubrimos en ella un alcaloide cuya composición no figura en nuestra base de datos, y pensé que...

- No digas más. – la interrumpió Parker. – ¿Tienes el análisis?

- Te estoy transfiriendo mi copia de los resultados ahora mismo. – replicó Gio. – Lo que me intriga es que no la encontramos en ninguna otra de las balas que se dispararon esa noche, solo en esa.

El archivo tardó unos quince segundos en transferirse, y Parker colocó el cursor en él para ver el alcaloide... y su cara palideció del shock.

- Esto es...

- ¿Lo reconoces? – preguntó Gio.

- Es la firma de identidad del asesino internacional conocido como "Pride Sniper". – dijo Parker en voz baja.

- Espera un minuto... ¿no es el asesino a sueldo más buscado por Interpol? – preguntó Gio, alarmada ante semejante pensamiento.

- En efecto. – asintió Parker. – Este alcaloide es un elemento que utiliza específicamente en las balas destinadas a su objetivo, así aunque la herida no sea fatal, garantiza que matará a la víctima por envenenamiento en unas pocas horas. En todas sus víctimas confirmadas se encontraron rastros de él, ya que así es como se adjudica sus muertes.

- No puedo creerlo, ¿alguien realmente contrató a ese asesino de todas las personas para que mate a Roberts?

Parker adoptó una expresión sombría: podría listar al menos a diez personas que querrían la cabeza de Roberts. La mayoría de sus programas implementaron medidas para abandonar viejas tradiciones que a su juicio estaban muy obsoletas y eran absurdas. Si bien los cambios habían resultado bien a la larga, a corto plazo causaban mucho descontento, especialmente entre sus opositores. El superhéroe retirado no podía señalar a nadie, pero tenía una buena idea de quién podría estar a la cabeza de dicha lista.

- ¿Qué vamos a hacer? – preguntó Gio. – Ese asesino siempre se asegura de atar todos los cabos sueltos para impedir que descubran a sus clientes, y nunca ha fallado en eliminar a un objetivo por lo que he escuchado.

- Pues tendremos que hacer que este sea su primer fallo. – dijo Parker. – Parece que mi corazonada resultó ser cierta. Algo grande está por suceder, y todo indica que Roberts estará en el centro.

Se quedó en silencio un rato antes de continuar. El fabricante de juguetes involuntariamente miró hacia la entrada secreta a su antiguo escondite, la que había tenido cerrada, y luego se volvió hacia su vieja amiga.

- Gio, tendré que pedirte que mantengas esto en secreto. Si llega a salir a la luz, ese asesino podría recurrir a métodos mucho más peligrosos para lograr su objetivo, y poco le importará el daño colateral. Y atraparlo no servirá de nada si no averiguamos quién lo contrató.

- Parker... conozco esa mirada tuya, ¿no estarás pensando en...?

Parker no respondió. Llevaba sintiendo ese llamado algo de tiempo, pero no le había puesto mucha atención hasta ahora. De hecho, su motivación de querer aproximarse al hijo de su amigo fallecido tenía que ver con ello, pero ahora... si esto era mucho más grande, la nueva generación de héroes disfrazados podría beneficiarse de su experiencia y experticia.

- ¿Confías en mí? – No era tanto una pregunta sino más bien una afirmación.

- Confiaré en tu juicio, pero mantenme informada. – preguntó la anciana policía. – Sabes que detesto quedarme sin saber lo que sucede.

- No te preocupes. Si queremos atrapar a este sujeto, presiento que necesitaremos toda la ayuda que podamos conseguir. Hablaremos luego.

Y terminó la llamada, para dirigirse hacia la vieja entrada. Latoya no volvería por un tiempo, así que se imaginó que no se daría cuenta si salía a dar una caminata nocturna.

Si no pudo aproximarse a Oliver durante la fiesta, había otra forma de hacerlo. Y entre más pronto lo hiciera, mejor.

(--0--)

Más tarde...

Latoya había ofrecido asistir al evento de Roberts por los dos, así que no volvería a casa esa noche. Eso era bueno, así no vería que él planeaba cambiar su esmoquin por su viejo exotraje antes de volver a salir de las calles.

Saltar de tejado en tejado ya no le era tan fácil como antes, y tenía que apoyarse mucho más en sus alas planeadoras y su pistola de gancho para poder desplazarse por la ciudad. Dicho eso, se le hizo bastante nostálgico de las primeras noches que hizo sus patrullas, cuando era un superhéroe novato y estaba tratando de aprender a balancearse entre los edificios, imitando los cómics de "El Asombroso Spinarak-Man". Qué tiempos aquellos.

Parker rápidamente se sacudió esos pensamientos. Tenía que enfocarse en lo importante. En los últimos años, aunque los señores del crimen organizado eran menores en número, los que lograban hacerse de una tajada del territorio eran más peligrosos que los de su tiempo, y los rateros de poca monta ocasionalmente aprovechaban la oscuridad de la noche para hacer sus "compras de última hora". Aquella noche no parecía haber ninguno por la zona.

- ¡Gligar! – vino volando su compañero., aterrizando sobre su mano.

- ¿Nada en este distrito? Bueno, supongo que tendremos que ir al siguiente...

Y justo cuando estaba por disparar su pistola, un sonido de vidrios rompiéndose bruscamente y una alarma antirrobos llamó su atención. Enfocando el visor de su máscara, hizo zoom hacia donde escuchó, y alcanzó a ver una tienda de abarrotes que acababa de ser embestida por un auto, y varios de sus ocupantes empezaban a salir, todos cubiertos con máscaras de esquiadores.

- Bueno, supongo que atrapar a unos cuantos rateros esta noche no hará daño. – dijo mientras cogía un par de Gligarangs, listo para bajar y darles una lección.

Sin embargo, antes de poder saltar fuera de la azotea, un destello morado atravesó la escena en diagonal, directo hacia donde estaban los asaltantes cuando estos empezaban a sacar su botín para meterlo a la maletera del auto. El que iba con la registradora recibió el flechazo y cayó al suelo, así que Gligarman volteó a ver por la dirección donde vino el disparo, divisando a la silueta enmascarada en otra azotea preparando otra flecha.

El conductor del auto rápidamente pisó el acelerador a fondo y echó a andar el vehículo, incluso bajo las quejas de los otros dos rufianes, y sabiamente emprendió la retirada antes de que Decid-Arrow lo alcanzara. Eso le facilitaba las cosas. Parker no dudaba que el arquero podría manejar a esos sujetos, pero tal vez podría darle una mano, y eso le daría la oportunidad perfecta de conversar cara a cara.

- Adelántate, yo te alcanzo luego. – pidió Gligarman.

Gligar asintió y despegó, echándose a volar detrás del auto mientras este escapaba. El veterano superhéroe echó mano de su pistola de gancho y apuntando hacia el edificio se balanceó para interceptarlo.

El vehículo en su huida se metió por un callejón estrecho y raspó por un lado una de las paredes, pero siguió adelante derribando los botes de basura y ahuyentando a los Pokémon callejeros que buscaban comida en ellos para evitar ser arrollados.

El paseo les llegó a su fin abruptamente cuando Gligar se plantó en el parabrisas, y el conductor por el pánico perdió el control y al frenar bruscamente el vehículo se volcó, forzando a Gligar a salir volando cuando el auto se fue dando vueltas por el callejón hasta caer de cabeza. Al cabo de unos segundos, el conductor salió de él con dificultad en medio de los vidrios rotos, pero mayormente ileso, según parecía.

- Ugh... – murmuró, y mientras se ponía de pie, una figura con capa aterrizó frente a él y lo agarró del cogote. – ¡Hey, suéltame, suéltame o te voy a...!

Un ligero golpe por detrás de la nuca lo silenció de sus gritos y pataleos, y se quedó colgando de la mano de Gligarman. Un par de minutos después, entró en escena atravesando los muros Decid-Arrow, que se detuvo bruscamente al verlos. Aunque Parker no podía verlo a través de la máscara, tenía el presentimiento de que el arquero estaba sorprendido de verlo.

- Espero que no te moleste. – dijo Gligarman, mostrando al criminal. – Pasaba por aquí, y creí que podrías usar algo de ayuda.

- Lo aprecio. – replicó el arquero con gratitud. – ¿No estabas retirado?

- Las cosas han cambiado. – Dejó al criminal en el suelo y sacó un par de esposas para dejárselo listo a la policía. Hecho esto, se volvió hacia Decid-Arrow otra vez. – Necesitamos hablar.

...

Unos minutos después, la policía había cercado el área alrededor de la tienda y se encontraban llevándose al grupo de rateros. Entretanto, los dos vigilantes encapotados se habían retirado hacia una azotea despejada, lejos de los ojos y oídos de cualquiera.

- Creo que es mejor ir directo al punto. – dijo Gligarman. – Para empezar, sé quién eres... Oliver.

Decid-Arrow retrocedió ligeramente ante la mención de ese nombre. Era de esperarse: sin duda lo último que querría sería que alguien supiera quién se ocultaba detrás de la máscara. Intentando tranquilizarlo, Gligarman sonrió debajo de la suya, y sin preocupación alguna se la levantó a la vez que desactivaba el modulador de voz, como un gesto de que podía confiar en él.

- Quería hablar contigo respecto a esto durante la fiesta, pero ambos sabemos lo que ocurrió. – prosiguió. – No te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo.

- ¿Cómo lo descubrió? – preguntó el arquero, bajándose la capucha y quitándose su propia máscara para revelar el rostro de Oliver Hawke debajo de ella. – Hacía todo lo posible por evitar que me asociaran con los Vigilantes Nocturnos.

- Y lo hacías bien, lo reconozco. – dijo Parker. – Pero yo empecé en el negocio de la lucha contra el crimen desde antes de que tú nacieras, y sé los pasos que hay que tomar para cubrir tu rastro. Además, esto es mucho más sencillo para nosotros los multimillonarios con juguetes caros, ¿no es así?

- Supongo que tiene razón. – dijo Oliver, mientras ambos volvían a ponerse las máscaras. – Bueno, ¿sobre qué quería hablar conmigo? No creo que haya decidido volver a ponerse su disfraz después de tanto tiempo para ir a alguna fiesta.

- En efecto. Últimamente con las cosas que han estado sucediendo, no puedo evitar pensar que algo grande está por ocurrir. Y lo que pasó anoche me hizo confirmar mis sospechas.

Decid-Arrow ladeó la cabeza ligeramente, así que Gligarman tomó un profundo respiro antes de proceder a explicarle. Esto iba a tomar tiempo.

- Una de mis amigas en la fuerza policíaca me pidió investigar extraoficialmente una de las balas que se recogieron en el lugar. Para resumir... la pista nos lleva a un infame asesino internacional. Dime, ¿has escuchado del asesino conocido como "Pride Sniper"?

- No mucho. Solo que dicen que es el más efectivo y despiadado que hay, y que nunca falla en sus objetivos. – dijo el arquero. – ¿Fue el sujeto con el que peleé la otra noche?

- Así es. Imagino que estarás de acuerdo en que no era un matón del tres al cuarto. Ese sujeto es un profesional.

- No es broma. – dijo Decid-Arrow. – Menos mal que mi capa es resistente al fuego, o esas granadas me habrían dejado marcas.

- Con lo que ha estado sucediendo, creo que tu equipo y yo podríamos ayudarnos mutuamente en esto. – dijo Gligarman. – ¿Crees que tal vez podríamos reunirnos todos? Así podré contarles todo lo que sé de una vez.

Antes que Decid-Arrow pudiese responderle, sonó un pitido en el oído del arquero, y este presionó para activar la señal de comunicaciones.

- Aquí Decid-Arrow, ¿qué sucede? – preguntó. Gligarman se quedó esperando hasta que le respondieron. – De acuerdo, voy en camino enseguida. Cambio y fuera.

- ¿Algún problema? – preguntó Gligarman.

- Parece que hubo un ataque a la propiedad de Roberts, pero mis compañeros ya tienen todo bajo control. Si quiere acompañarme, podrá contarnos a todos de una vez. Y creo que estarán felices de conocerlo en persona. Usted fue una... gran inspiración para nosotros, ¿sabe?

Gligarman sonrió: le halagaba saber que la nueva generación de héroes se hubiese inspirado en él. Sin decir palabra, simplemente cogió su pistola de gancho e hizo un gesto que claramente decía "vámonos ya". Decid-Arrow presionó un botón en su guantelete derecho, sacando una mini-ballesta sobre su antebrazo. Ambos dispararon sus ganchos con cable hacia el edificio más cercano, y se balancearon camino hacia el otro extremo de la ciudad

Un formidable equipo estaba a punto de formarse muy pronto.

(--0--)

Entretanto, en las afueras de la ciudad...

Si quieres algo bien hecho, tienes que hacerlo tú mismo, o así iba el refrán. La pregunta era, ¿cómo hacer algo tú mismo cuando tenías como obstáculo un par de fenómenos con superpoderes?

Su cliente la había contratado para robar los Pokémon pertenecientes a la colección del político Kellen Roberts. Por sí mismos valían millones, pues tenían un historial de haber ganado varias conferencias de la Liga Pokémon. Para qué los querría, eso era poco relevante, lo que importaba era la suma que le habían prometido por ellos. Un trabajo fácil por una buena suma, o eso parecía al principio.

- Debí pedir que agregaran otros tres dígitos a la cifra. Si hubiera sabido que tendría que lidiar con esos fenómenos...

Su tiempo fuera de Johto para estar fuera del territorio del Equipo Rocket le había llevado a perderse algunas de las novedades, como la que estaba viendo ahora en su monitor. Su plan era muy simple: invadir la propiedad del político mientras este estaba fuera asistiendo a un evento. El personal se seguridad no fue pieza para sus hombres, pero cuando aparecieron esos dos, todo se fue a pique.

A primera vista parecían solo un par de sujetos con disfraces ridículos: uno de traje rojo y amarillo con guantes y botas con diseño de fuego, y con el pelo literalmente prendido en llamas, y el otro de traje negro con rayas blancas echando chispas. El hombre en llamas volaba por los aires y lanzaba chorros de fuego y esferas explosivas, y el otro corría literalmente como un rayo dejando un rastro de electricidad. A pesar de estar solos, lograron reducir a sus hombres en cuestión de segundos, dejándolos listos para la policía. Por supuesto, ella sabía que no hablarían, y si llegaban a sentir la tentación... siempre estaba su seguro.

- Señora, tenemos una llamada entrante en el canal restringido. – dijo su oficial de comunicaciones.

- Más vale que sea importante. – dijo J. – Pásalo a visual.

El oficial de comunicaciones comenzó a teclear, y al cabo de unos segundos abrió el canal. El monitor principal frente a J se encendió, mostrando a su interlocutor. Un hombre en apariencia de unos cuarenta y tantos, pelo castaño oscuro y con unas gafas oscuras muy similares a las de ella le devolvió la mirada, con una enigmática sonrisa.

- Saludos, Cazadora Pokémon J. Un placer por fin conocerte.

- Ahórrate los halagos. Dime quién eres y qué quieres al contactarme.

- En orden, soy un profesional de los negocios en el bajo mundo, al igual que tú. En cuanto a lo que quiero, te estoy contactando para una pequeña propuesta de negocios que podría beneficiarnos a ambos.

- Explícate. – dijo fríamente la cazadora. No tenía tiempo de andarse con rodeos. – Y no has respondido a mi primera pregunta, ¿QUIÉN eres tú?

- Tengo muchos nombres, pero mi pseudónimo durante el trabajo es simplemente Pride Sniper. – dijo mientras se quitaba las gafas, revelando un par de ojos rojizos. – Quizás hayas escuchado sobre mí.

J no respondió, pero efectivamente, sí había escuchado sobre él. Nadie sabía su verdadero nombre, pero se decía que era uno de los mejores, si no el mejor, asesino a suelo que había en el bajo mundo. Igual que ella, trabajaba por dinero, pero mantenía un cierto nivel de confianza con sus clientes, siempre cumpliendo con su parte del trato y asegurándose de que sus clientes nunca se vieran implicados en sus asesinatos.

- Estoy al tanto de que recientemente intentaste robar la colección de Pokémon del político Kellen Roberts, ¿correcto? – prosiguió el sujeto. – Bueno, eso quiere decir que nuestros objetivos están relacionados. Verás, sucede que a él es mi objetivo actual, y siempre cumplo con mis contratos.

- ¿Y eso cómo me concierne? – dijo J. – Dijiste que tenías una propuesta de negocios.

- Por lo que pude averiguar, tuviste problemas con los vigilantes locales, al igual que yo. Con ellos interfiriendo de por medio podría ser difícil lograr nuestros objetivos. Así que mi propuesta es, que formemos una alianza temporal. Podría proveerte de tecnología para que dejen de ser un problema. Además, con Roberts fuera del camino, robar a sus Pokémon sería mucho más fácil para ti.

- Tentador. – admitió la cazadora. – ¿Pero por qué acudir a mí? Un profesional como tú debería ser capaz de manejar algo como eso por sí mismo.

- Podría, sí, pero no sería la forma más eficiente. – dijo Pride Sniper. – Juntos podemos cubrir más terreno, y ayudarnos uno al otro desviando la atención de nuestros adversarios. No me malentiendas; esto no es más que un simple trabajo, y no pienso pedirte más de lo que podrías hacer. El equipamiento para enfrentar bloodliners corre por mi cuenta, por supuesto.

- ¿Asumo que habrás tenido tus encuentros con esos fenómenos? – replicó J, un poco menos fría ahora que había escuchado la oferta.

- Una o dos veces. – dijo él. – ¿Qué me dices? ¿Tenemos un trato?

J sonrió de lado. Ella no era de las que les gustaba trabajar con otros "colegas", pero en vista de las circunstancias, por lo visto tendría que hacer una excepción. Dicho eso, para tratarse de un asesino con reputación de máxima eficiencia y frialdad, resultó ser bastante educado y convincente con su oferta. Un hombre digno de su respeto, y con el que no le gustaría cruzarse en bandos opuestos.

- Preferiría sellarlo con un acuerdo en persona, si no te molesta. – dijo la cazadora finalmente.

- Como quieras. Búscame en las afueras al norte de la ciudad. Te será fácil ubicarme si sabes dónde buscar. Hasta entonces.

Y dicho eso, cortó la comunicación. Las facciones de J volvieron a tensarse ligeramente. Era muy extraño encontrarse con otro profesional del bajo mundo, y más todavía colaborar con él. Si bien tenía sus reservas, lo cierto era que Pride Sniper, por toda su reputación como un asesino profesional, frío y despiadado, también se decía en sus círculos que era alguien que valoraba la confianza y siempre cumplía con su palabra a cabalidad. Se decía que únicamente quienes se atrevían a traicionarlo terminaban mal.

Difícil elección. Por un lado, apreciaría la ayuda de quitarse a uno o dos de esos vigilantes de encima para cumplir con su trabajo. Por el otro, tendría que confiar en él, y ella no podía confiar en nadie que no estuviese bajo su mando. Eso significaba ser vulnerable a potenciales traiciones.

Sopesando sus opciones, decidió que el riesgo podría valer la pena, desde un punto de vista utilitario. Todo lo que tenía que hacer era asegurarse de no darle a Pride Sniper una razón para venir tras ella. Los rumores en el bajo mundo decían que las cosas siempre les iban muy mal a quienes lo traicionaban, pero mientras mantuvieras tu parte del trato, estarías a salvo de su ira.

- Pongan en marcha los motores. Es hora de reagruparnos y trazar un nuevo plan.

Los motores de la nave rugieron para ponerse en marcha, y puso rumbo hacia el punto de reunión acordado. Más le valía que estas negociaciones merecieran la pena.

Esta historia continuará...

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