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Parte 1: Derrota y recuperación


Región de Kanto...

La batalla había alcanzado un punto culminante. Paul tenía activos a cuatro de sus Pokémon, mientras que a Gary solo le quedaban tres y uno de ellos había quedado en condición crítica. Para empeorar, acababa de sacar a un Pokémon de fuera de Kanto, algo impensable a menos que hubiera tenido acceso a la Zona Safari de alguna manera. Había negado haber hecho Intercambio Milagroso, y a pesar de Gary pensaba que era un patán, no veía razón para creer que estuviera mintiendo.

Aun así, el nieto del Profesor Oak no iba a dejarse amilanar tan fácilmente. La batalla apenas comenzaba, y si Ash había podido hacer recuperaciones milagrosas cuando todo estaba en su contra, ¿quién decía que él no podía hacer lo mismo?

- ¡Tangrowth, empieza con Día Soleado!

Al instante, Tangrowth disparó una bola de fuego al aire que estalló en un mini-sol artificial bañando todo el campo. Además de aprovechar la habilidad de Tangrowth, en caso de tener que traer de vuelta a Arcanine esto le daría algo de poder a sus ataques de fuego para compensar. Aunque por otro lado si sacaba a Blastoise, eso le dificultaría las cosas.

- Seviper, Mirada de Serpiente. – ordenó Paul secamente.

Los ojos del Pokémon serpiente comenzaron a brillar intensamente con una luz multicolor, que también rodeó brevemente al Tangrowth de Gary. Afortunadamente, dicho resplandor se disipó apenas apareció.

- ¡Ja, ¿pensaste que nos ibas a paralizar?! ¡Piénsalo de nuevo! ¡Tangrowth, usa Lazo de Hierba!

Tangrowth alargó dos de sus "brazos" de lianas y los clavó con fuerza en el suelo. Una ola de líneas luminosas verdes se movió rápidamente bajo la tierra para emerger debajo de Seviper, en forma de varias enredaderas que le amarraron todo el cuerpo, restringiendo sus movimientos.

- ¡Ahora, dispara Poder Ancestral! – ordenó de inmediato Gary, y al instante Tangrowth comenzó a cargar una esfera de energía plateada frente de sí mismo.

- Seviper, prepara Danza de Espadas. – ordenó Paul, sin inmutarse.

Aun estando restringida, Seviper pudo alzar la punta de su cola, que brilló brevemente con una luz azul mientras hacía una especie de floritura como si fuese una espada. Gary no supo cuál sería su intención con eso, pero de todas maneras no iba a poder esquivar.

Cuando el ataque estaba a punto de terminar su carga, Gary alcanzó a oír un chasquido de dedos del lado de Paul, y el resplandor azul de la cola de Seviper cambió a púrpura, alertándole de un ataque de Cola Venenosa. Tangrowth disparó, y la esfera de Poder Ancestral se encontró de frente con una cola que la desvió hacia un lado del campo, haciendo que estallara sin causarle daños a Seviper, que aprovechó además de agitarla para cortar las enredaderas que la sujetaban.

- ¡Sigue disparando, Tangrowth, Poder Ancestral a fuego rápido!

La intención de Gary era lanzar tantos ataques de estos como fuera posible, ya que incluso si no acertaban, habría una posibilidad de activar el efecto de incremento. Paul había estado usando poder abrumador para vencerlo, y al parecer su única oportunidad de darle la vuelta era responder con un poder igual o superior.

Paul dijo algo que Gary no alcanzó a escuchar bien, al tiempo que chasqueaba de nuevo sus dedos. A estas alturas ya era evidente que no era casualidad; lo hacía para darles señales ocultas a sus Pokémon de tomar determinadas acciones y mantenerlos a ellos dudando.

Muy inteligente, lo admitía. Los dejaba preguntándose qué harían a continuación.

La respuesta vino pronto: en cuanto Tangrowth disparó otra esfera de energía contra Seviper, la serpiente simplemente se deslizó hacia un lado con gran agilidad, al tiempo que agitaba su cola de nuevo con el resplandor azul de Danza de Espadas para incrementar su poder ofensivo. El Poder Ancestral impactó a un lado sin causarle daños, pero Tangrowth continuó disparando una esfera tras otra. El lado positivo fue que, tal como Gary esperaba, en un par de ocasiones se activó el efecto de incremento de poder en el Pokémon de Hierba, y serviría para acumular.

Seviper siguió desplazándose de lado a lado esquivando los disparos, hasta que se colocó en posición para un ataque a corta distancia, dando un tajo ascendente de Cola Venenosa que hizo bastante daño, haciendo retroceder a Tangrowth y dejando un profundo corte, aparte de hacer caer varios trozos de lana cercenados por el campo.

- ¡Usa Síntesis!

Gary vio con satisfacción cómo Tangrowth comenzaba a emitir un resplandor verde, regenerando el daño de ese último ataque, y potenciado aún más por el Día Soleado que todavía seguía activo. Entre eso y el poder acumulado del efecto de Poder Ancestral, si lograba acertarle un golpe a Seviper todavía tendría una oportunidad.

Paul por su parte, no se veía ni remotamente impresionado de lo que acababa de ver; más bien solo parecía estar ligeramente molesto. Pero luego, extrañamente, su expresión mutó en algo que parecía... ¿una sonrisa?

- Ya entiendo; sé lo que intentas. Crees que puedes igualarnos en poder si resistes lo suficiente, ¿no es así?

- ¿Cómo dices? – jadeó Gary. ¿Se había dado cuenta?

- Qué predecible. Bueno, si estás tan seguro, adelante, sigue con tu estrategia.

Gary apretó los dientes, y le ordenó a Tangrowth volver a usar Lazo de Hierba para restringir a Seviper. La serpiente astutamente retrocedió donde iban a salir las enredaderas, y preventivamente dio un tajo de Cola Venenosa para cortarlas antes que la amarraran. Desesperado, Gary volvió a hacer que atacara con Poder Ancestral, que de nuevo Seviper esquivó fácilmente, aunque nuevamente se activó el efecto de incremento.

La secuencia se repitió por un minuto o algo así, hasta que Paul finalmente decidió dar la orden que sellaría el asalto.

- Usa Castigo, y acaba con ese Tangrowth de una vez.

- ¡¿Castigo?! – exclamó Gary, sabiendo lo que eso significaba por haber hecho su tarea.

Castigo, un ataque de tipo Oscuro cuyo poder aumentaba en base a cada incremento de atributos usado por el oponente, apilándolos individualmente. El Poder Ancestral incrementaba tanto ataque físico como especial, así como también ambas defensas y la velocidad.

- "Oh, diablos, esto va a doler de los mil demonios."

Lo que siguió fue una ráfaga de tajos y estocadas de energía oscura por parte de Seviper, que se movía con gran velocidad (y elegancia, si Gary se permitía usar esa palabra). Tangrowth chilló con cada corte mientras trozos de sus lianas salían volando cortados por todo el campo y se secaban.

Tras dos agonizantes minutos, el manojo de lianas viviente se desparramó inerte sobre el campo.

- ¡Tangrowth ya no puede pelear! – declaró Don George.

Gary apenas lo podía creer. Esa Seviper había derrotado a Tangrowth sin recibir un solo rasguño, y ahora eso lo dejaba con solo dos Pokémon en juego.

- Patético. – dijo Paul. – Todo el poder del mundo no sirve de nada si ni siquiera eres capaz de acertar tus ataques. Aunque debo admitir que resististe unos minutos más de lo que predije.

- ¡Cállate! – exclamó Gary. – ¡Este duelo todavía no termina, no hables como si ya hubieras ganado!

- Solo decía. – dijo Paul, encogiéndose de hombros.

Gary se palpó las dos Pokébolas que aún le quedaban. Arcanine estaba en condición crítica y sacarlo en ese momento contra un Pokémon completamente sano era un suicidio por donde se lo mirara. Blastoise era su Pokémon más fuerte, ¿pero sería suficiente para vencer a todo el equipo restante de Paul?

En un momento de claridad, Gary se dio cuenta que tenía que aceptar la realidad. Aún a toda su capacidad Blastoise no iba a poder enfrentarse a todo el equipo de Paul solo. Y un Arcanine envenenado difícilmente le podría anotar alguna victoria, independientemente de a quién se enfrentase.

Si no había posibilidades de ganar el encuentro, por lo menos tenía que llevarse a uno o dos de los Pokémon de Paul consigo. Tirar la toalla ahora sería peor que perder recibiendo una paliza.

Mirando la luz solar todavía activa, tomó su decisión.

- ¡Arcanine, resiste solo un poco más, por favor!

Lanzando la Pokébola de nuevo, el canino de fuego reapareció en el campo, todavía con ese tinte púrpura producto del envenenamiento. Odiaba hacerlo, pero en esta situación parecía más sensato reservar a Blastoise para el último. En realidad, no había opciones buenas en este caso.

Paul por su parte, miró brevemente a Arcanine antes de levantar su propia Pokébola.

- Seviper, regresa.

Gary oyó que la serpiente siseaba enojada antes de ser devuelta a su Pokébola, y Paul tomaba otra. Por fin terminó revelando a su sexto Pokémon.

- ¡Fearow!

Un gran pájaro de pico largo que se veía bastante feroz, aunque Gary conocía la naturaleza de la especie lo suficiente. Se imaginó que Paul querría asegurarse que cada uno de los miembros de su equipo saldría a combatir al menos una vez en este encuentro.

Apenas Don George les dio la señal de iniciar, los dos entrenadores dieron su orden simultáneamente.

- ¡Rueda de Fuego!

- Movimiento Espejo.

Arcanine fue el primero en lanzarse a la carga, envuelto en llamas contra Fearow, que simplemente se elevó para esquivar el ataque. Acto seguido, una imagen fantasmal de Arcanine apareció frente al ave y de inmediato esta se envolvió en llamas para atacar al cánido.

Gary sonrió: esto le jugaría a favor. Arcanine se quedó firme dónde estaba y recibió el impacto, que en vez de hacerle daño, lo que hizo fue darle poder, evidenciado por el aura roja que lo envolvió tras tragarse las llamas copiadas de Fearow.

- ¡Oh Dios mío, como que, ese fue un error! ¡Ese Arcanine, hello, tenía Absorción de Fuego!

Había estado muy callado el Pokédex de Paul todo el rato, pero le dio algo de satisfacción a Gary verlo molestarse de que le dijeran lo obvio. Pero no tanto como lo iba a estar ahora.

- ¡Arcanine, Velocidad Extrema!

- ¡Fearow, usa Doble Equipo y As Aéreo!

Arcanine estuvo a punto de salir disparado contra Fearow, pero el pájaro inmediatamente comenzó a multiplicarse, dejando sus copias por todo el lugar, haciendo que el cánido de fuego fallara en su arremetida y dejándolo abierto para un contragolpe con As Aéreo por detrás. El veneno también hizo su efecto, debilitándolo todavía más.

- ¡Arcanine, dispara Furia Dragón hasta que encuentres al verdadero!

Arcanine rugió y comenzó a lanzar bolas de fuego draconiano una tras otra hacia los Fearows, disipando las copias una tras otra. Cada vez que uno de los clones desaparecía, la frustración de Gary aumentaba, pues estaban corriendo contra el tiempo. Cada segundo desperdiciado era uno más cerca de que Arcanine sucumbiera al veneno.

Y a juzgar por el hecho de que Paul simplemente se cruzó de brazos, era evidente que solo estaban haciendo tiempo para que el veneno hiciera su efecto. Por eso no se molestaban ni siquiera en atacar; no había necesidad de hacerlo.

- "Vamos, Arcanine, acierta al menos un golpe." – pensó.

La batalla se estaba tornando cada vez más humillante. Había iniciado con intención de ganar, solo para que su oponente ganase una ventaja rápida, y derrotase a sus Pokémon recibiendo poco o nada de daño y anticipándose a lo que él trataba de hacer. A la mitad, aceptó la posibilidad de ser derrotado pero que aún tenía oportunidad de darle la vuelta, solo para perder de nuevo, y bajar sus expectativas a no dejar que su oponente se fuera limpio.

¿Qué haría Ash en esta situación? ¿Se rendiría a la desesperación, o seguiría luchando a pesar de todo? ¿Seguiría creyendo en sí mismo y dándolo todo incluso aunque tuviera que enfrentar una derrota aplastante?

Por estar divagando en sus pensamientos la batalla continuó de igual forma; Arcanine disparando tratando de encontrar a Fearow solo para fallar, y el veneno haciendo su efecto cada cierto tiempo. Ya no parecía que pudiera mantenerse por más de un minuto o dos.

- Ya fue suficiente. Fearow, termina esto usando Taladrador.

- ¡Fearow! – El pájaro graznó estridentemente, antes de plegar sus alas y lanzarse en picada dando vueltas como un taladro vivo.

- ¡Arcanine, no te rindas, usa Rueda de Fuego! – exclamó Gary.

En un movimiento desesperado, Arcanine reunió las pocas fuerzas que le quedaban, y se lanzó envuelto en llamas, chocando de frente contra Fearow. El choque quedó en el aire durante un par de segundos antes de que las energías opuestas explotaran y ambos Pokémon salieran despedidos en direcciones opuestas.

El resultado fue muy evidente: Fearow quedó algo chamuscado tras el impacto, pero fuera de eso no se veía grave. Arcanine apenas pudo ponerse de pie una última vez, solo para que el veneno actuase de nuevo y terminara desplomándose finalmente.

- ¡Arcanine ya no puede continuar! – declaró Don George.

Esto no podía estar sucediendo. Estaba totalmente contra las cuerdas. Ni siquiera sus derrotas contra Red habían sido así de humillantes, y eso que le caía mal porque no había podido ganarle ni un solo encuentro, pero al menos no había dejado que se fuese limpio.

¿Cómo podía estar perdiendo de esta manera? ¿En serio la diferencia de fuerza entre ambos era tan enorme? ¿En qué momento se había quedado tan atrás?

- ¿Qué esperas? – dijo Paul, sacándolo de su ensimismamiento. – Saca a tu último Pokémon para que podamos terminar con esto. A menos que prefieras ahorrarte más humillación.

Gary gruñó de nuevo, pero ya no le quedaba más opción. La derrota era inminente, eso era innegable, pero no le iba a dar a Paul la satisfacción. Él era Gary Oak, y los Oak jamás abandonaban aquello a lo que se proponían.

Con determinación, cogió su última Pokébola, apretándola con fuerza.

- Cuento contigo, compañero. – dijo dándole un beso de buena suerte a la Pokébola. – ¡Blastoise, ve!

Con eso, su Pokémon inicial, su compañero más confiable y fuerte, hizo acto de presencia, apuntando con sus cañones de agua hacia Fearow. Paul, por su parte, nuevamente alzó la Pokébola y retornó a Fearow para hacer una substitución. Por alguna razón, Gary tuvo el presentimiento de que sabía por quién lo iba a reemplazar.

Y su sospecha se vio confirmada cuando el Torterra de Paul reapareció en el campo. Alcanzó a ver que ambas tortugas se lanzaban miradas desafiantes una a la otra, posiblemente recordando que habían sido aliados recientemente, y ahora eran oponentes. A Gary le dio la impresión de que Torterra sonreía extrañamente mientras que Blastoise gruñía de rabia. Se daba una idea de lo que intentaban decirse uno al otro; aunque ambos habían perdido, Blastoise fue el primero en caer y Torterra resistió hasta el final por sí solo.

- ¡Blastoise, usa Rayo de Hielo! – exclamó Gary. Mejor ir con todo de una sola vez.

Blastoise apuntó con sus cañones y disparó un par de rayos congeladores hacia Torterra. Paul nuevamente no vocalizó su orden, optando por hacer un par de chasquidos de dedo, y Torterra respondió pisoteando el suelo y levantando un muro de pilares de roca, que recibieron el ataque en su lugar. Tuvo que admitir que era una buena defensa.

- Bomba Semilla.

- ¡Onda Certera!

El tono de ambas órdenes no pudo ser más diferente; mientras Paul sonaba tranquilo y mantenía la compostura, Gary gritaba a todo pulmón y desesperado. Su único consuelo fue que las esferas de Onda Certera hicieron pedazos la Bomba Semilla, enviando los fragmentos a volar por los aires, y alcanzaron a golpear a Torterra, pero no pareció causarle más que una ligera molestia.

- Usa Maldición. – ordenó Paul.

- ¡Rodea y usa Rayo de Hielo! – exclamó Gary.

Mientras Torterra usaba Maldición para darse un incremento de poder, Blastoise se movió alrededor del muro de piedra que había dejado antes. Tenía que tomar cualquier oportunidad de acertar un golpe, y de inmediato apuntó con los cañones para lanzar de nuevo los rayos congeladores. La tortuga terrestre pareció resentirse ante el ataque cuando este le congeló su costado, pero igualmente lo aguantó.

- Terremoto.

Ante la orden de Paul, Torterra alzó sus patas delanteras y dando un fuerte pisotón envió un fuerte temblor que sacudió todo el campo e incluso resonó en las vigas del techo. Gary agitó los brazos tratando de estabilizarse mientras que Paul ni siquiera se inmutaba.

Entretanto, en el campo Blastoise se vio forzado a interrumpir su ataque, y le dio tiempo a Torterra de girarse para encararlo de nuevo.

- Bomba Semilla.

- ¡Onda Certera!

Igual que antes, los orbes amarillos de Blastoise colisionaron con la bomba verde de Torterra. Pero esta vez el segundo ataque fue el que dominó, y con un chasquido de sus dedos continuó bombardeando a Blastoise con un disparo tras otro haciéndolo retroceder.

- ¡Blastoise, usa Terremoto! ¡No, mejor Escaldar! ¡No, mejor... ay, ya no sé qué hacer!

Gary se llevó las manos a la cabeza, tratando de pensar. Blastoise estaba recibiendo los disparos de Torterra y a él no se le ocurría nada. En medio de la confusión alcanzó a ver que Blastoise lanzaba un par de chorros de agua caliente que hicieron poco menos que incomodar a Torterra, mientras la tortuga terrestre seguía dando un paso y un disparo al frente cada vez, haciendo que Blastoise retrocediera más y más.

- Diablos... ¿qué se supone que debo hacer?

El campo retumbaba con cada paso que daba Torterra, y con Gary demasiado desorientado para dar órdenes coherentes, Paul tomó la oportunidad de ordenar otro ataque de Filo de Roca. Torterra envió una línea de pilares de piedra afilada a ras del suelo que al emerger sacaron volando a Blastoise, haciendo que cayera sobre su caparazón. Mientras la tortuga acuática luchaba por enderezarse, Torterra avanzó con calma hasta ponerse encima de él.

Y con una sola palabra, todo habría terminado.

- Terremoto.

Dando el que probablemente fue el pisotón más duro en todo el encuentro, pero esta vez sobre el propio Blastoise en lugar del suelo, el sacudón en el campo no fue tan fuerte como la vez anterior. No obstante, Gary sabía que para Blastoise debía haber sido mucho peor, habiendo recibido todo el impacto de ese ataque en todo el cuerpo.

Y con toda certeza, una vez que dejó de temblar, Blastoise también dejó de sacudirse sobre su caparazón, y no se movió más. El encuentro había terminado.

- ¡Blastoise ya no puede continuar! ¡El ganador de este encuentro es Paul!

Gary se había quedado tieso. Ni siquiera levantó la Pokébola para retornar a su Blastoise, mientras que Paul si lo hizo con Torterra. A la vez que el tablero que mostraba los equipos de ambos se apagaba, el entrenador de Sinnoh atravesó el campo sin prisa ni dirigirle la mirada, deteniéndose únicamente luego de pasar al lado de él.

- Qué patético. ¿Es que ni siquiera le enseñaste nuevos ataques desde el torneo? No nos serviste ni para el calentamiento. Si este es tu mejor equipo, tendrás suerte si sobrevives dos rondas en la Liga Índigo.

Las palabras le cayeron como un balde de agua helada. Y lo que peor sentaba era que, en el fondo, Gary sabía que Paul tenía razón.

Todo lo que se había esforzado, lo duro que había trabajado, ¿había sido por nada? ¿Realmente estaba tan debajo de Paul, y posiblemente por debajo de Ash y Red? ¿No había nada que pudiera hacer para estar a su nivel?

- Esto no puede... no puede quedarse así... – dijo cayendo de rodillas y apretando los puños. – ¡Maldición!

No le importaba que lo vieran como un berrinchudo o si les daba vergüenza ajena, pero en ese momento necesitaba descargar su frustración y rabia de alguna manera. Y mejor hacerlo con el suelo que con otra persona. Así que se dedicó a golpear el suelo hasta que le dolieran las manos.

Después de todo, eso no era nada comparado con el dolor que tenía adentro, de no haber podido hacer que ese pesado se tragara sus palabras.

Tras un minuto, finalmente se puso de pie y tomó un profundo respiro. Gary Oak no era ningún mal perdedor. Había perdido de manera legítima y eso no lo podía negar. Lo que importaba era recomponerse de nuevo después de las derrotas. Y el primer paso de eso era llevar a sus Pokémon a recibir tratamiento, como haría cualquier buen entrenador, y especialmente tras una derrota tan aplastante.

Sin decir ni una palabra más, abandonó el Club de Batallas, y se dirigió al Centro Pokémon a la vuelta de la esquina.

...

Aquella noche, tras haber dejado a sus Pokémon con la Enfermera Joy, Gary ni siquiera tenía apetito para cenar. Se conformó con algunos bocadillos que le quedaban de reserva, y tras acabárselos, se fue al dormitorio. Sin embargo, no se fue a dormir de inmediato; simplemente se había quedado sentado en la cama, apoyando la cabeza entre las manos.

- Maldición... ¿cómo pude perder de ese modo?

Cuando creía que estaba recuperando su confianza, luego de haber completado aquel desafío (que no fue nada fácil), de nuevo se topó con una valla altísima. A lo largo del torneo de Fuchsia, ver la diferencia de habilidades entre él y Paul le provocó sentimientos encontrados. Una parte de él odiaba su mala actitud con todas sus fuerzas. La otra se alegraba de tenerlo como aliado (a falta de mejor palabra, porque "compañeros" no eran de ninguna manera), y viendo como resultaron las cosas, no estaba tan fuera de lugar.

Y efectivamente, si Paul era una valla alta durante el torneo, lo estaba todavía más cuando se enfrentaron. No podía creer que la brecha hubiese aumentado en tan poco tiempo. A pesar de que él, Gary, había trabajado duro y sin descanso, sus resultados en esa batalla indicaban que Paul seguía en otra liga comparado con él.

En ese momento recordó las palabras de Erika, la líder de Celadon. A pesar de que logró vencerla, no había olvidado la amarga sensación de haber estado así de cerca de perder. La victoria fue totalmente incierta hasta el final, y algunos podrían haberlo achacado a un golpe de suerte. Pero ella dijo que una victoria seguía siendo una victoria, y lo mismo con las derrotas. Según ella, al final lo que importaba era el resultado, ¿verdad?

Quizás, aunque había un poco más detrás de todo eso. Las derrotas invariablemente dolían, seguro, pero no era tan malo perder contra un oponente en un encuentro cerrado, comparado con uno que barría el piso totalmente contigo. Y encima de todo, te restregaba en la cara lo malo que eras, para echar más sal en la herida. Algunos usarían esa furia y el deseo de venganza como impulso para esforzarse más, pero en ese momento, Gary no se sentía con fuerzas para hacerlo.

- ¿Qué haría el abuelo en este momento? ¿Qué haría Ash? – preguntó mientras se dejaba caer desparramado sobre su almohada.

En ese instante, escuchó un pitido en su mesita de noche, y vio una luz que parpadeaba. Sabía que se trataba de su Pokédex, así que de inmediato alargó la mano para recogerlo y lo abrió. Apenas lo hizo, este encendió su pantalla:

- Accediendo a grabaciones de emergencia, variable Gary. Escaneando archivos... archivo número 13 encontrado. Iniciar reproducción.

Gary arqueó una ceja al escuchar eso, pero al instante, se abrió un reproductor que él no sabía que existía entre las aplicaciones de su dispositivo, y se sorprendió aún más al reconocer la voz que comenzó a hablarle.

- Hola, Gary. Tal vez te sorprendas de escuchar esto, el primero de varios mensajes que te he dejado. Como estoy seguro que lo habrás descubierto, los Pokédexes tienen una amplia gama de aplicaciones especiales para ayudarte a lo largo de tu viaje como entrenador. Puede que estés viendo este mensaje cuando seas mayor y estés casado, o quizás incluso cuando estés esperando a tu primer hijo. Quizás nunca lo oigas, pero no hará daño estar preparados.

Era la voz del Profesor Oak. Un mensaje pregrabado, y aparentemente programado para activarse en determinado momento. ¿Acaso su abuelo sabía de su predicamento, y se había preparado para ello? El dispositivo hizo una pausa momentáneamente, y entonces la voz del Oak mayor comenzó a hablar de nuevo, en un tono mucho más serio que antes.

- Gary, la vida no es solo victorias y triunfos, también es derrotas y fracasos. He podido seguir tu crecimiento casi desde tu nacimiento, y sé que siempre fuiste muy bueno en todo lo que hacías. Eso me enorgullecía, pero al mismo tiempo, me preocupaba que eso te convirtiera en una persona creída y arrogante, que piensa que es mejor que todos. De nuevo, hemos tenido al menos uno de esos por generación en nuestra familia, así que supongo que tú serías al que le tocaría.

»Como sea, estoy seguro que haber recibido una dura derrota que te ha hecho sentir tan mal que quieres encerrarte en un cuarto para nunca más volver a salir, debe haber sido un golpe muy duro, pero quizás haya sido necesario, para que aprendas una lección de humildad. Por dura que sea, una derrota no es el fin del mundo, y tienes que volver a levantarte, en lugar de lamentarte por ello.

Gary sonrió de lado. Era fácil decir eso, cuando no eras tú el que la había sufrido. No obstante, por duras que fuesen las palabras de su abuelo, no había un ápice de mentira en ellas. Todo era cierto.

- Todos tenemos talentos para diferentes cosas, pero hasta el talento tiene su límite. Nunca des por sentado de que eres el mejor en algo, ya que siempre habrá alguien allá afuera que esté a tu nivel o que incluso te supere. Encontrarás obstáculos que no podrás superar por ti solo, no importa cuánto lo intentes. Te lo digo por experiencia: el mayor logro de mi vida no fue solo mío, sino de muchas personas que estuvieron allí para apoyarme durante el camino, así que se los debo. Si llegas a un punto muerto donde no puedes superar algo, no temas pedirles a otros que te ayuden. Especialmente si tienen más experiencia o habilidad que tú. Siempre es importante aprender de otros.

El mensaje terminó, y Gary se quedó pensando en las palabras de su abuelo. Particularmente las partes de "no temas pedir ayuda" y "aprender de otros". ¿Era eso lo que necesitaba? ¿Buscar a otros para que le ayudasen a sortear estas dificultades?

Siempre había podido arreglárselas bien por sí solo, por eso casi nunca necesitó pedirle ayuda a nadie (y cuando lo hacía, solo acudía a personas cercanas como su hermana o su abuelo). No sabía si era por orgullo, o por vergüenza, pero siempre había preferido hacer todo por sí mismo. Y eso, de alguna manera, había aumentado bastante su ego.

Ahora estaba en un agujero y parecía haber tocado fondo. El dicho decía que cuando estabas en lo más bajo, lo único que quedaba era subir, pero no sentía que podía hacerlo por sí solo. Odiaba admitirlo, pero... sí necesitaba de alguien que lo ayudara a salir.

- Buscar a alguien... ¿pero quién estaría dispuesto a ayudar a alguien como yo?

Tendría que ser alguien con más experiencia que él, alguien que supiera cómo se sentía en ese momento, pero lo más importante, alguien que fuera más fuerte que él, para que pudiera mostrarle el camino y ayudarlo a superarse a sí mismo, y encontrar lo que le faltaba para estar al nivel de Paul, o superarlo si era posible.

Y entonces, la imagen de cierto entrenador mayor devenido escritor y con barba, y sin bigote de escritor, le vino a la mente.

Se había dicho a sí mismo que no iba a regresar allí, no porque el hombre le desagradara ni mucho menos, sino porque su encuentro con él le tocó muchas sensibilidades que ni siquiera sabía que tenía. Le dejó muchas interrogantes que simplemente dejó de lado por no darles importancia, pero que ahora, estaba empezando a ver con mayor claridad.

En resumen, no quería volver a verlo porque eso lastimaba su orgullo. Pero según el dicho, entre mayor es el orgullo, peor es la caída, y acababa de aprender esa lección por la mala, así que aferrarse a él no tenía sentido.

- Ah, qué diablos. – dijo mientras agarraba la almohada y empezaba a estrujarla. – En este momento no me queda a nadie más a quién acudir.

Tragarse el orgullo no iba a ser fácil, pero en ese momento parecía la única forma de salir de ese agujero. Después de todo, esta derrota no le iba a hacer cejar en su empeño de llegar a la cima.

Ya había terminado de soltar su rabia y de sentir lástima por sí mismo. Ahora, era tiempo de hacer algo para arreglar lo que estaba mal, incluyéndose él mismo.

(--0--)

Ruta 13 de Kanto, algún tiempo después...

Gary había dejado de contar los días desde que llegó a la residencia de la familia Snagem. Simplemente había venido y tras pedir el entrenamiento, lo aceptó sin rechistar, por más duro que fuese.

De hecho, quería pasar todo el tiempo posible entrenando, deteniéndose únicamente para comer y para dormir, al grado que tanto Casey como su esposa Gabriela habían escrito un pequeño horario de lo que harían y cómo alternarían sus sesiones.

En la mañana, el Arcanine de Gary estaba practicando un nuevo movimiento, con el Pangoro de Casey Snagem como su tutor. Ambos estaban de pie sobre un amplio terreno, uno al lado del otro mientras Gary observaba expectante. Esperaba que este fuese el bueno, el que buscaban para romper el límite de cuatro.

Aunque primero, tenían que asegurarse de poder ejecutarlo bien.

- Observa bien cómo lo hacemos. ¡Pangoro, Excavar!

- ¡Pango!

El gigantesco panda alzó sus brazos por encima de su cabeza, antes de pegar un enorme salto y empezar a girar sobre sí mismo vertiginosamente. Apuntando con las manos se torció hacia el suelo y se convirtió en un gigantesco taladro viviente, hundiéndose bajo la tierra.

Pasó más o menos un minuto antes de que volviera a salir, a buena distancia de donde se había enterrado.

- Vaya, no lo hace nada mal. – comentó Gary. – Se mueve muy rápido para tener ese tamaño.

- Usar Excavar con todo el cuerpo puede ser muy útil. No solo para escapar y golpear, sino también para repeler algunos ataques. – dijo Casey. – Sirve muy bien como contramedida para Trampa de Rocas.

- ¿Habla de usar los giros para repeler las rocas antes de que lo golpeen? – preguntó Gary.

- Así es. La Trampa de Rocas tarda de dos a tres segundos en activarse, así que girando antes puedes repeler los proyectiles. No la elimina, pero por lo menos reduce el daño.

Gary asintió. Si lo hubiera sabido antes, tal vez le habría podido ser útil como alternativa en la batalla contra Paul, en lugar de concentrarse en eliminarla. Aunque igual dudaba que hubiese hecho alguna diferencia significativa, mucho menos para ganar.

- ¡Muy bien, Arcanine, haz como Pangoro y usa Excavar!

- ¡Rawr! – Arcanine se encogió sobre sus patas y saltó en el aire antes de empezar a dar vueltas sobre sí mismo, para convertirse en un taladro viviente igual que Pangoro.

Lamentablemente, no alcanzó la velocidad necesaria para poder enterrarse y simplemente se estrelló en el suelo. El cánido de fuego quedó algo aturdido, pero volvió a ponerse de pie y tras sacudir su cabeza y quejarse un poco miró a su entrenador. Gary suspiró; no esperaba tener éxito a la primera, pero tampoco le parecía gracioso verlo tener una caída tan aparatosa.

Snagem le puso la mano en el hombro. – Lo lograrán con práctica. Vamos, inténtenlo de nuevo.

Gary asintió, y volvió a ordenarle a Arcanine intentar el ataque. Y otra vez, y otra vez, pero no lograban que les saliera bien. Arcanine siempre chocaba y rodaba sobre el suelo, a lo mucho levantando algunas nubes de polvo al estrellarse, pero sin lograr enterrarse por completo como lo hizo Pangoro.

Lo más cercano a lo que llegaron fue en su último intento, cuando Arcanine logró enterrar la mitad del cuerpo, pero quedó atascado con las patas traseras al aire, empezando a gruñir pidiendo que lo sacaran, y Pangoro lo hizo jalándolo de la cola (algo que no le agradó en absoluto).

Así transcurrió el entrenamiento de la mañana, que era para aprender nuevos movimientos. Y el de la tarde, que consistía en las batallas, no iba mucho mejor realmente.

Aquel día, el combate era del Blastoise de Gary contra el Avalugg de la señora Snagem. El inicial de tipo Agua, estando atrapado en una especie de jaula de Tumba de Rocas al tiempo que le llovía un Granizo implacable, poco podía hacer. Sus intentos de destruir al Pokémon de Hielo usando disparos de Onda Certera no sirvieron de mucho, pues a esa distancia y en esa situación se le dificultaba apuntarle bien, y si acaso lograba acertar algún golpe, regeneraba el daño constantemente bajo la granizada.

- ¡Avalugg, termina con Golpe de Cuerpo!

El témpano viviente se encogió sobre sus patas antes de dar un enorme salto encima de Blastoise. Aunque este trató de apuntar con sus cañones, la mole de hielo le cayó encima con todo su peso con un gran estruendo, haciendo pedazos su prisión de piedra. Tras eso, la granizada finalmente amainó, permitiéndoles ver el resultado.

- Perdimos. Otra vez. – dijo Gary, claramente decepcionado.

- Lograron resistir veinte minutos. – dijo Gabriela. – Eso fue el doble de la última vez. Además, sus ataques están causando más daño, significa que están mejorando.

- No lo suficiente. – dijo el adolescente castaño. – El poder de los ataques no servirá de nada si no podemos darle al enemigo.

- Ya trabajaremos en eso. – La mujer recogió a su Avalugg, para que Gary pudiese hacer lo propio con su Blastoise. – Por ahora, ya es un poco tarde y deberíamos cenar. ¿Nos acompañarás?

Gary suspiró. No era como que tuviese otra opción, aunque admitiéndolo, se sentía un poco culpable de que gastasen comida y habitación en él desde que llegó. Le habían asegurado que no era un problema, ya que siempre tenían bastante debido a su numerosa familia, pero aun así, ya sentía que era bastante con que lo ayudasen a entrenar.

...

Mientras aguardaba a que se cocinara la cena, Gary se había sentado en uno de los sillones, viendo las noticias online. Un titular atrajo su atención: la líder del Gimnasio Saffron había sido arrestada luego de que aparentemente un retador de alguna manera logró salir con una medalla.

Su abuelo le había advertido que se mantuviera lejos de ese gimnasio, ya que una medalla no valía jugarse la vida de ese modo. Había que ser o muy valiente o muy loco para ir, y muy habilidoso o muy afortunado (o ambas cosas) para salir vivo y con una medalla encima.

- Quienquiera que haya sido, tiene mi respeto por ello. – murmuró.

Dejando esos titulares de lado, Gary volvió a echar un vistazo a la sala, concretamente a las fotografías en la pared donde se mostraba al joven Casey Snagem a lo largo de su carrera como entrenador. Su mirada se detuvo en aquella donde se daba la mano con su rival en la Liga Sinnoh, y fue entonces que Gary se fijó en algo que no notó la primera vez que estuvo en esta casa.

Viéndolo de perfil, parecía una versión un poco mayor de Paul, con el pelo algo más largo y amarrado en una coleta, pero de un tono similar. Casi podría parecer su hermano mayor.

- ¿Viendo las fotografías? – preguntó la voz de la señora Snagem, interrumpiendo su tren de pensamiento.

- Algo así. – replicó el chico. – Es que el de esa foto... me recordó a alguien.

- Ah, ¿te refieres a Reggie? Fue el rival de mi marido durante la Liga Sinnoh. Gran entrenador y con pésima actitud, eso nunca es una buena combinación. A Casey lo sacaba de quicio cuando se conocieron.

- Vaya, hasta en eso se le parece. – comentó Gary.

- ¿Por casualidad hablas del rival que te apaleó? – preguntó la mujer.

Gary volteó a verla algo sorprendido. ¿Cómo era que esta mujer y su marido eran capaces de dar en el blanco tan fácilmente? ¿O acaso era tan fácil de leer que lo tenía escrito en la cara?

En vista de que no tenía sentido mentirle, asintió.

- Sí, cualquiera que se vuelva entrenador tarde o temprano tiene que toparse con alguien que se convierte en su rival. Algunos son amigables, otros no tanto, pero todos siempre nos dejan algo.

- En mi caso, solo me han dejado frustraciones, y preguntas de cómo los venceré la próxima vez. – dijo Gary.

- ¿Quieres hablar al respecto? Sé que ya le contaste un poco a mi marido, pero me gustaría también escucharlo de ti.

El tono maternal de la mujer movió algo dentro del entrenador de Pueblo Paleta. Sonaba genuinamente preocupada, y por alguna razón le recordó a su hermana mayor. Ya que sus padres murieron cuando él era muy pequeño y apenas los recordaba, ella fue quien ocupó ese vacío durante su niñez, y era a quien solía acudir cuando tenía problemas y su abuelo no estaba disponible.

- Bueno, si hablamos de rivales, creo que tengo tres, aunque no podrían ser más diferentes entre sí. Uno es un amigo de la infancia, su nombre es Ash Ketchum. Es muy hablador y siempre está lleno de energía, y cuando éramos niños, yo solía estar por encima de él en todo lo que hacíamos. Bueno, excepto en comer; no sé cómo es capaz de comer tanto así de rápido, y no engordar. Una vez me ganó en un concurso donde se comió más del doble de lo que yo antes de colapsar.

La mujer se rio, seguramente de imaginar eso, pero con un asentimiento le indicó que continuara.

- Como sea, el hecho era que competíamos en casi todo, y cuando decidimos volvernos entrenadores, digamos que yo le llevaba la ventaja. Poco antes de iniciar nuestro viaje, él me dijo que esperaba que pudiéramos enfrentarnos como iguales. En ese momento yo no le di tanta importancia, pero cuando nos enfrentamos por primera vez... me derrotó completamente.

Era un poco dudoso si considerar eso una derrota limpia. Después de todo, había sido un combate de dos contra dos, pero Ash y Red evidentemente lo reconocieron como el más débil en su equipo, y por eso concentraron sus ataques en Blastoise para eliminarlo primero. Ese hecho no cambiaba.

- Fue un golpe bastante duro. – prosiguió. – No lo sé, de alguna manera siempre pensé que estaba por encima de él, y de pronto un día, ¡BAM!, me vence en aquello que mejor se me da.

- Nunca debes dar por sentado que eres mejor que nadie. – dijo la señora Snagem con seriedad. – Hay quienes tardan más en desarrollar sus habilidades, o encuentran otro camino diferente para hacerlo, pero todos progresamos a un ritmo distinto.

Gary se puso a pensar en esto. La mujer acababa de parafrasear lo que le había dicho el mensaje pregrabado a su abuelo, pero ahora había sondeado un poco más profundo. Él entrenaba constantemente, pero había hecho su viaje solo. Por su parte, Ash se había hecho de un pequeño grupo de amigas. Al principio él habría pensado que quizás solo fuesen admiradoras suyas que lo seguían solo para animarlo, pero su opinión cambió durante el Torneo de Fuchsia.

Esas dos llamadas Misty e Iris estuvieron a casi nada de ganarles, y él solo pudo darle la vuelta al encuentro gracias a un increíble golpe de suerte (quizás su único mérito en ese torneo, asegurarles a Paul y a sí mismo el pase a la final).

El punto era, si Ash las tenía como compañeras de entrenamiento regulares, no era extraño que se hubiese vuelto tan bueno en tan poco tiempo. En cuanto a esa chica callada cuyo nombre aún no sabía, a ella no la había visto pelear, pero si era igual de buena que Misty e Iris, con más razón todavía.

- Sí, Ash tiene con quien entrenar regularmente. Quizás yo también deba buscar a alguien así. – admitió Gary. – Lo más cercano que tengo es a ese sujeto Red, y siempre que nos encontramos, me sentía más como su saco de golpear personal. Fue el que me infligió mi primera derrota, por cierto.

- Ese siempre es un golpe duro para cualquier entrenador. – dijo la mujer. – Lo importante es reponerse de ella y volver a levantarnos para una eventual revancha.

- Ja, usted lo dice muy fácil. – dijo Gary. – Ya me he enfrentado contra él varias veces, y nunca le he podido ganar. No todas fueron palizas aplastantes, pero al final eso no cambia que siempre pierdo contra él. Ahora mi esperanza es enfrentarlo en la Liga para poder vencerlo allá.

Desde luego, no olvidaba las palabras de Casey, que todo podría pasar y tal vez no llegasen a enfrentarse. Aun así, el recuerdo de sus enfrentamientos con Red, particularmente del primero que tuvieron, seguía fresco en su mente, y todavía albergaba la esperanza de una revancha.

...

En ese momento, Gary creía haberse encontrado a otro entrenador al cual iba a derrotar con mucha facilidad. Era un novato, pero no muchos tenían como ventaja contar con Samuel Oak como abuelo, para aprender sobre los Pokémon incluso desde antes de obtener su licencia de entrenador.

El chico frente a él era alto, pálido y de cabello oscuro. Su semblante inexpresivo lo hacía ver algo tenebroso, pero Gary no se dejaba intimidar por eso. Simplemente, cruzaron miradas y como dictaba la tradición, eso indicaba que ambos tenían que enfrentarse.

- ¡Rattata, ve! – ordenó Gary lanzando su Pokébola. El ratón púrpura apareció frente a él chasqueando sus dientes y listo para atacar.

Su oponente, por su parte, miró al Pikachu que estaba en su hombro y con una cabezada le indicó que saltara al frente. Sería una batalla de roedores entonces. Bien para él.

- Impactrueno. – ordenó Red secamente, y el Pikachu comenzó a cargar sus sacos eléctricos al instante.

- ¡Esquiva y usa de Foco de Energía!

Rattata salió hacia atrás esquivando el rayo disparado por Pikachu, y encogiéndose sobre sus patas delanteras comenzó a brillar con una luz azul mientras fijaba la mirada en su contrincante.

- ¡Ahora, Híper Colmillo!

Saltando con las quijadas bien abiertas, Rattata buscó clavarle sus brillantes incisivos Pikachu, que saltó hacia atrás para evadir la mordida. Aun tras fallar el primer intento Rattata volvió a intentarlo de nuevo, dos y tres veces más.

Y al esquivar la tercera, Rattata fue a clavarle los dientes a un árbol cercano, quedándose atascado en él.

- ¡Ataque Rápido! – ordenó Red.

Pikachu se alejó para tomar impulso, y mientras Rattata luchaba por soltarse del árbol, el ratón eléctrico lo embistió por un lado, haciéndolo volar. Bueno, al menos eso lo desatascó, tenía que aprovecharlo para iniciar su contraataque.

- ¡Usa Ataque Rápido tú también!

Los dos roedores se lanzaron uno contra el otro, chocándose de frente repetidas veces, mientras cada uno dejaba una estela blanca tras de sí. El patrón se repitió varias veces y parecían estar bastante igualados entre sí, hasta que ambos saltaron para golpearse en el aire.

Al hacer contacto, ambos cayeron hacia atrás, y al ponerse de pie, el Rattata de Gary se resintió mientras echaba chispas. Eso, sin embargo, les beneficiaba a ellos; acababa de activar la habilidad de Rattata.

- ¡Eso es! ¡Rattata, usa Híper Colmillo de nuevo!

- ¡Impactrueno!

Ambos dieron sus órdenes casi simultáneamente. Rattata se lanzó de nuevo a hincarle los dientes a Pikachu, que cargó sus sacos eléctricos listo para lanzarle otra descarga. El roedor de tipo Normal fue más rápido y logró asestarle la mordida en la panza a su adversario, pero este pudo replicar soltándole la descarga a quemarropa para vengarse, así que ninguno de los dos salió limpio de la contienda.

La descarga de Pikachu soltó chispas que alcanzaron varios de los árboles cercanos, dejando varias marcas de quemaduras eléctricas en ellos. Al soltarse los dos habían quedado bastante dañados, así que el próximo golpe certero podría ser decisivo.

- ¡Ponte detrás de él con Ataque Rápido, y luego usa Híper Colmillo! – ordenó Gary.

- ¡Escapa con tu propio Ataque Rápido!

Rattata se desplazó velozmente usando Ataque Rápido y se dispuso a clavarle sus incisivos en la espalda a Pikachu. Esta vez, sin embargo, el roedor eléctrico se anticipó y saltó fuera del camino logrando alejarse lo suficiente.

- ¡Que no escape, ve tras él! – gritó Gary, muy confiado.

Sin embargo, esta vez la suerte le jugó en contra: la parálisis que antes había beneficiado aumentando el poder de Rattata, ahora hizo que frenase sus movimientos en seco a mitad de la carrera, dándole tiempo a Pikachu para escapar y tomar distancia.

- ¡Puño Trueno!

Gary vio cómo el Pikachu de Red se golpeaba sus patas delanteras antes de sujetarse una con la otra mientras acumulaba electricidad en ella. Acto seguido echó a correr mientras arrastraba la pata cargada de electricidad por el suelo, dejando una pequeña trinchera a su paso, asestándole a Rattata un uppercut que hizo saltar rayos al aire que seguramente se podrían ver de lejos.

Rattata se fue de espaldas y quedó inmóvil mientras todavía echaba chispas tras ese último ataque. Aunque no hubiese réferi para declararlo, claramente estaba derrotado.

- ¡Regresa! – declaró Gary, levantando la Pokébola para retornarlo. Sopesando sus opciones, tomó la de su inicial.

Aunque fuese un tipo Agua, tenía algo para contrarrestar la debilidad a la electricidad, y era el Pokémon más fuerte que tenía. Era mejor que fuese con todo sin contenerse. Con eso en mente, le dio un beso a la Pokébola para buena suerte y la arrojó.

- ¡Ve por ellos, Squirtle!

La pequeña tortuga apareció en el campo. El Pikachu parecía estar listo para enfrentarlo, pero Red pareció juzgar momentáneamente antes de decirle quedamente que retrocediera. El ratón amarillo miró momentáneamente a su entrenador antes de obedecer. Red cogió una Pokébola propia antes de enviar a...

- ¡Charmander!

¿Un Charmander? Bueno, tanto mejor para ellos, ahora tendrían ventaja. De ser ese el caso, por cortesía podía dejarle el primer movimiento.

- Usa Ascuas. – ordenó Red, y de inmediato Charmander aspiró profundo antes de lanzar una ráfaga de chispas de fuego hacia la tortuga.

- ¡Refugio! – exclamó Gary.

Squirtle se retrajo dentro de su caparazón, mientras el ataque de Ascuas rebotaba encima causando poco menos que chispazos menores pero sin inmutarlo. Se mantuvieron resistiendo hasta que finalmente Charmander se quedó sin aliento y pudieron iniciar su contraataque.

- ¡Burbujas!

- ¡Charmander, esquiva y contraataca de nuevo con Ascuas!

Squirtle comenzó a disparar chorros de espuma uno tras otro. Charmander se movió bastante rápido para esquivar los dos primeros, y el tercero lo contrarrestó con su propio ataque, causando una bola de vapor en medio del campo.

Al ver que los ataques a distancia estaban en punto muerto, era hora de pasar a los físicos.

- ¡Mordida!

- ¡Arañazo!

Los dos Pokémon se lanzaron de frente, Squirtle con la boca abierta enseñando unos dientes afilados, y Charmander alzando una mano extendiendo sus garras. La tortuga fue más rápida y le mordió el cuello a la lagartija, echándosele encima y obligándolo a forcejear para poder sacudírselo de encima.

- ¡Burbujas de nuevo, vamos! – exclamó Gary.

Squirtle comenzó a disparar más chorros de agua espumosa uno tras otro. El Charmander simplemente los esquivó sin mucho problema, realmente se movía bastante rápido sobre sus pies. Pero si lograba acertarle al menos un golpe directo, eso le dificultaría.

Desafortunadamente, no eran los únicos con trucos bajo la manga.

- Pantalla de Humo. – ordenó Red.

El Charmander abrió su quijada para dejar salir una enorme bocanada de humo negro que rápidamente envolvió todo el campo y los hizo toser. Gary tuvo que agitar la mano tratando de apartarla para ver lo que estaba sucediendo.

- ¡Squirtle, escapa bajo tierra, usa Excavar!

Ese ataque que le había enseñado para contrarrestar a Pokémon Eléctricos, ahora podía servirle para escapar del humo. Sería solo cuestión de esperar a que el humo se disipara lo suficiente para volver a atacar.

Una vez que la visibilidad se aclaró, tanto Red como Charmander miraban muy alertas a todos lados, esperando a que Squirtle saliera de debajo de la tierra. Segundos después, unas grietas aparecieron a los pies del lagarto naranja, que al mirar abajo recibió un uppercut en la quijada que lo derribó hacia atrás.

- ¡Muy bien! – gritó Gary, apretando los puños. – ¡Usa Burbujas de nuevo!

- ¡A un lado! – replicó Red. – ¡Rodéalo y usa Ascuas!

Charmander milagrosamente logró rodarse a un lado para esquivar el chorro de Burbujas. Acto seguido echó a correr alrededor de Squirtle antes de abrir la boca y lanzar de nuevo las chispas de fuego, esta vez apuntándole a la cara para interrumpir su ataque.

- ¡Squirtle, resiste allí, usa Refugio! – exclamó Gary.

- ¡Charmander, Furia Dragón!

¡¿Qué había dicho, Furia Dragón?! Oh no, eso no sonaba nada bien.

Charmander aspiró y en su boca se formó una bola de fuego azul verdoso draconiano, antes de soltarla con un gruñido furioso. Squirtle, todavía en su caparazón que ya mostraba más quemaduras por efecto del Ascuas, no pudo hacer nada para evadir la explosión, que lo hizo volar por los aires como un platillo fuera de control.

- ¡Squirtle, no! – gritó Gary.

- ¡Furia Dragón de nuevo!

Capitalizando en el impulso, Red hizo que Charmander lanzara una segunda ráfaga de energía draconiana contra Squirtle, que fue a estrellarse contra un árbol, espantando a unos cuantos Pidgeys que estaban en él y haciéndolos huir.

Cuando corrió a recogerlo, la tortuga había sacado nuevamente sus extremidades y cabeza del caparazón, pero estas estaban chamuscadas tras ese último ataque. Claramente ya no estaba en condiciones de continuar peleando.

Su oponente recogió a su Charmander y se fue sin decir ni una sola palabra más, dejando a Gary a solas con su Squirtle derrotado, y preguntándose cómo pudo haber perdido de esa manera.

...

Al terminar de relatar la batalla, la señora Snagem parecía pensativa. Seguramente necesitaba terminar de asimilar todo antes de emitir su propio juicio.

- A juzgar por lo que dices, la victoria podría haber sido de cualquiera de los dos. Estaban bastante igualados. – le dijo.

- Sí, pero eso fue solo la primera vez. – dijo Gary. – Las siguientes veces parecía vencerme con mayor facilidad. Como si supiera lo que iba a hacer antes de que lo hiciera.

- Cuando combates contra un mismo oponente más de una vez, aprendes de él. – replicó la mujer. – Descifras patrones, predices sus movimientos y sabes qué esperar, ese tipo de cosas. Es bastante normal.

- Hmm... supongo que tiene razón.

Con todo, a pesar de que le resultaban amargas sus derrotas contra Red, Gary no lo despreciaba. Seguro, tal vez no lo felicitaba o le daba las gracias abiertamente por una buena batalla (eso era más algo de Ash), pero al menos no lo veía por encima del hombro y lo llamaba "patético" como lo hacía Paul.

Los comentarios de burla y superioridad en esos encuentros usualmente venían era de Yellow, no del propio Red. En ese sentido se podía decir que había cierto grado de respeto entre ambos. No le agradaba, pero tampoco era que lo odiase ni mucho menos.

- ¿Qué hay sobre tu otro rival? – preguntó la señora reabriendo la conversación. – El chico que decías que era tu amigo.

- ¿Qué pasa con él? – preguntó Gary.

- Normalmente, uno no se hace rival de alguien que considera su amigo, a menos que haya algún detonante. – dijo la mujer. – Lo digo por experiencia. Cuando era joven, tuve una gran amiga, y éramos muy cercanas, casi como hermanas. Ella me defendía de las niñas que se metían conmigo, y me animaba para que tuviese más confianza en mí misma.

- ¿Y qué sucedió?

La mujer se rio con algo de amargura antes de suspirar.

- Algo realmente tonto. Nos enamoramos del mismo muchacho, este chico alto, moreno, frío y serio. Ya sabes, el estereotipo del chico malo popular entre las jovencitas. Cuando lo supe, declaré que las dos seríamos rivales, y empezamos a competir y a picarnos por cualquier cosa, y nuestra amistad se fue a pique. Para lo que nos sirvió, pues el chico no estaba interesado en ninguna de nosotras. De hecho, pensaba que éramos unas idiotas, y creo que tenía razón.

- ¿Y alguna vez se reconciliaron?

- Siento decir que no. – replicó la mujer. – Yo me mudé a otra región y con los años perdimos el contacto. Nunca supe qué fue de ella, pero lamenté nunca haber podido pedirle perdón por haber sido tan estúpida.

»Es decir, no es malo competir, que te impulses a ser mejor, pero cuando lo haces por algo tan trivial, y sacrificas una amistad por ello... en serio, no vale la pena.

Gary se puso a pensar en ello. Pensándolo bien, ¿en qué momento había comenzado a competir contra Ash? Recordaba que se conocieron en la guardería, y se hicieron buenos amigos, y en la escuela primaria fueron una excelente batería en el equipo de béisbol (siendo él el cátcher). Al menos hasta que...

Hasta aquel día, que Ash mencionó de pasada que le gustaba la hermana mayor de Gary. No era el único: muchos niños de su edad adoraban a Daisy por ser una chica amable, bonita y talentosa, pero el que su mejor amigo dijera eso... detonó algo en el joven Gary.

...

- Repite lo que acabas de decir.

Acababan de salir de su último partido de la pequeña liga, tras haber lanzado un juego perfecto sin hit ni carreras. Parecía que nada podría haber arruinado esa victoria. Hasta que...

- Dije que me gusta Daisy. – respondió Ash. – Y cuando sea mayor quiero pedirle que sea mi novia.

- No, eso no puede ser. – espetó Gary. – No lo voy a aceptar, jamás.

- ¿Por qué? Pensé que éramos amigos. Los mejores amigos.

- Exacto, somos amigos. – puntualizó Gary. – Pero si te pones de novio con mi hermana, entonces algún día se casarán, y seremos familia. Eso sería demasiado raro, ¿no lo crees?

- Lo dices como si fuera algo malo. A mí no me molestaría que fuéramos familia, ya que yo no tengo hermanos.

Gary gruñó por dentro. Admitiéndolo, siempre había querido tener un hermanito de su edad con quien jugar, y de alguna manera había sentido que Ash podía llenar ese vacío. Claro que cada uno tenía su propia familia, pero pasaban el tiempo suficiente casi como para considerarse miembros honorarios de alguna manera.

Pero su hermana, su hermana Daisy, todos los niños de su edad decían estar enamorados de ella, y lo hostigaban por eso. Ash era uno de los pocos que no lo estaba, o al menos Gary creía que no lo estaba, y era una de las razones por las que él le caía bien.

- Si quieres salir con mi hermana, vas a tener que vencerme primero. – declaró Gary firmemente.

- ¿Vencerte? ¿Vencerte en qué?

- En todo. Tendrás que ser mejor atleta, mejor estudiante, mejor entrenador que yo. No le voy a entregar a mi hermana a alguien que está por debajo de mí. – dijo el nieto de Oak con aire de suficiencia.

- Oye, eso no es justo. Siempre eres el primero de la clase en todo. – protestó Ash.

- Pues mala suerte para ti. Si no puedes probarte a ti mismo, vete despidiendo de esa idea.

Gary vio que Ash gruñía, se quitaba su guante de béisbol y se lo tiraba. ¿Estaba haciendo eso de tirar un guante para declarar un duelo?

- ¡Te lo voy a demostrar! ¡Llegaré a ser mejor que tú, y demostraré que puedo salir con Daisy! ¡Ya lo verás!

...

Por supuesto, todo el asunto de Daisy terminó mayormente olvidado, cuando Ash creció lo suficiente para entender que Daisy era muy mayor para él, pero la rivalidad entre ambos continuó casi que por inercia. Gary le ganaba a Ash en casi todo, y con el tiempo, empezó a disfrutarlo más y más.

Cada vez que vencía a Ash, sentía un extraño placer, como si ser mejor que él lo hiciera sentirse fuerte, importante, y le divertía ver a Ash persiguiéndolo y tratando de alcanzarlo. En las pocas ocasiones en que Ash lograba igualarlo o superarlo obviamente no perdía la oportunidad de restregárselo en el rostro y celebrarlo. Gary solo encontraba la manera de restarles importancia, diciendo que no contaban o que realmente no valía para ganarle en eso, y luego recordarle que él siempre le ganaba en todo lo demás.

En retrospectiva, realmente le parecía estúpido haber actuado de esa manera.

- Creo que yo también me puse así con Ash. Empezamos a ser rivales por una razón realmente tonta, aunque después lo olvidamos. – dijo Gary, riéndose ligeramente. – La verdad, creo que competir contra él me ayudó a ganar más confianza en mí mismo.

- Eso es bueno. – dijo la señora Snagem. – Competir con alguien es una buena forma de motivarte para mejorarte a ti mismo. Aunque eso también tiene sus problemas.

- ¿A qué se refiere? – preguntó Gary.

- Si obtienes tu seguridad del hecho de que eres mejor que los demás, ¿qué sucede cuando llega alguien mejor que tú? – preguntó la mujer. – Eso es inevitable; puede que seas el mejor en tu vecindario, o en tu ciudad, pero cuando sales de esa zona de comodidad, tarde o temprano te topas con alguien más fuerte, con más experiencia o habilidades que tú no tienes. Y de la misma forma, no hay que ver a otros por encima del hombro solo porque los hayas vencido una, dos, o incluso varias veces, porque nunca se sabe cuándo podrían dar vuelta a las tablas.

Gary se puso a pensar en ello. No lo negaba, detestaba cómo Paul lo había menospreciado desde que se conocieron, y cómo se burló de él después de derrotarlo de esa manera tan humillante. Pero pensándolo bien, él había hecho lo mismo muchas veces con Ash, quizás no tan extremo, pero siempre regodeándose por haberle ganado y recordarle quién de los dos era el mejor.

- Ahora que me lo dice... me siento algo hipócrita. Aquí estoy, deprimido porque un sujeto me derrotó y me humilló, cuando yo le hice lo mismo a alguien que una vez fue mi amigo.

- No te sientas mal, nadie aprende en cabeza ajena. – aseguró la mujer. – Lo importante es que te des cuenta de ello. Y si te hace sentir mejor, muchas veces la gente que pone mal a otros o se burla de ellos, lo hace para cubrir sus propias inseguridades.

- ¿Cómo así? – preguntó Gary.

- Cuando conocí a mi marido, su rival de turno constantemente lo humillaba y siempre se lo hacía saber recordándole lo débil que era cada vez que lo vencía. La verdad, me caía bastante mal ese sujeto, pero al conocerlo más a fondo, me di cuenta que bajo esa actitud de superioridad escondía un enorme complejo de no querer ser visto como alguien débil. Hay gente que pone mal a otros para sentirse mejor consigo misma, como si disminuir a los demás los hiciera más fuertes a ellos.

Disminuir a los demás... ¿era eso lo que hacía Paul? ¿Era eso lo que Gary había hecho antes con Ash, ponerlo mal para sentirse bien consigo mismo? Visto de esa forma, sus actitudes infantiles que desencadenaron la rivalidad entre ambos ya no parecían tan divertidas de recordar. Especialmente ya que por lo general, él no lo hacía con nadie más, solo con Ash, pero Paul parecía más del tipo que lo haría con cualquiera a quien viese como un inferior, simplemente era un patán con todos.

Al menos, Gary sintió que eso tenía que cambiar.

- ¡Estoy de vuelta! – sonó de pronto la voz de Casey en la puerta. – Oh, ¿estoy oliendo lo que creo que estoy oliendo?

- Llegas justo a tiempo, amor, estaba preparando la cena para todos. ¿Quieres llamar a las niñas?

...

La cena transcurrió de manera normal. Las hijas de Casey Snagem preferían pasar su tiempo afuera y solo venían a casa para las horas de la comida, así que Gary no interactuaba mucho con ellas. De hecho, apenas si se habría aprendido los nombres de cada una, y aunque a ninguna parecía incomodarle su presencia, tampoco era que activamente estuviesen intentando hacer amistad con él ni mucho menos.

Gary esperó a que se hubiesen retirado tanto Gabriela como sus hijas antes de acercarse a Casey, ofreciendo quedarse con él a lavar los platos para ayudarle. Había algo más que necesitaba saber.

- Oiga, señor Snagem.

- ¿Sí?

- Su esposa me contó un poco sobre su rivalidad con ese sujeto llamado Reggie. – le dijo. – Quería preguntarle... ¿cómo hizo para derrotarlo por fin?

Casey arqueó una ceja, parecía confuso por la pregunta. Quizás no la había formulado bien.

- No hablo de las estrategias, ni los Pokémon que usó, ni sus planes, sino más bien... ah, ¿cómo decirlo con palabras? Apuesto a que mi abuelo sabría darle un nombre. Lo que quiero decir es...

Se llevó una mano a la cara tratando de pensar. Sabía lo que era, lo tenía en la punta de la lengua, pero no sabía cómo expresarlo.

- No sé si sea lo que estás buscando, pero creo que la razón por la que pude derrotar a Reggie en ese momento, fue porque dejé de compararme con él. – dijo Casey.

Gary levantó la mirada con atención. No dijo nada, pero eso parecía ir por la línea de lo que quería oír. Con eso en mente, asintió para que el hombre continuase.

- A raíz de que Reggie casi siempre me vencía, hubo veces en que traté de imitarlo, usar sus métodos de entrenamiento para ver si lograba ser tan fuerte como él. Y creo que mi motivación para vencerlo me hizo a veces actuar de formas que no iban conmigo.

»Pero no siempre me sirvió. Tuve que aprender de la manera difícil que él era él, y yo era yo, y eso no iba a cambiar. Lo que funciona para uno no siempre funciona para todos. Y lo más importante, dejé de pensar en que quería vencerlo a él, y me concentré solo en superarme a mí mismo.

- ¿Usted mismo?

- Sí. Me di cuenta que compararme con los demás nunca era una buena forma de evaluar mi desempeño, porque sin importar lo que pase siempre habrá gente que es mejor que tú. En lugar de eso, me concentré en ir más allá de mis propios logros, de ser un mejor entrenador de lo que fui antes. Y al no estar obsesionado con vencer a Reggie, eso me ayudó a mantener la cabeza fría durante nuestro encuentro, y ganarle.

Ser mejor hoy de lo que fue ayer. Si se comparaba a sí mismo con el Gary que salió de Pueblo Paleta seis meses atrás, no cabía duda que habría mejorado notablemente. Pensar en ello le hacía sentirse bien. Incluso aunque todavía tuviese en su memoria sus derrotas a manos de Ash y Red. Su confianza se sentía renovarse al pensar en el camino que había recorrido.

No obstante... Paul era una historia diferente. Todavía quería vencerlo, hacerle tragar sus palabras y que se retractase de haberlo llamado patético. Deshacerse de ese deseo no iba a ser tan sencillo, y quizás, no se podría liberar de él hasta al menos anotarse una victoria contra el chico de Sinnoh.

- "Mejor no pensar en eso mientras lavo los trastes." – pensó. Cierto, eso no parecía una buena idea. Terminaba arriesgándose a romper alguno y no querría tener que pagarles eso a sus anfitriones con todo lo que estaban haciendo por él.

(--0--)

Al anochecer...

No había mucho en la mente de Gary, excepto el entrenamiento del día siguiente. Hasta que no encontrase la forma de superar al Avalugg de la señora Snagem no pasarían al siguiente nivel, pero sinceramente no se le ocurría nada. Ni siquiera su Pokémon más fuerte había sido capaz de dañarlo lo suficientemente rápido como para contrarrestar su regeneración constante, y al mismo tiempo sus ataques tanto físicos como especiales resultaban muy dolorosos.

Similar a los Pokémon de Paul, que generalmente aguantaban el castigo y eran capaces de infligir bastante a cambio. Así era como abrumaba a sus oponentes. Pero el matrimonio Snagem insistía en que ningún Pokémon, por fuerte o habilidoso que fuese, era invencible. Era solo cuestión de encontrar alguna manera de explotar sus vulnerabilidades, que no siempre eran evidentes a primera vista.

Cogiendo su Pokédex y abriendo el programa de teléfono, por un momento pensó en enviar un mensaje a su abuelo para pedirle algún consejo, pero de inmediato lo desechó. Le había dicho que no sabría de él por un tiempo y sentía que todavía no estaba para hablar con él. Gary había dependido mucho de él en sus días de estudiante y poco antes de iniciar su viaje, pero ahora quería valerse por sí solo.

No obstante, sentía que necesitaba algún consejo de alguien mayor, alguien que tuviese experiencia, quizás no tanta como los Snagem, pero sí la suficiente, y que fuese más cercano a él. Pero si no quería depender de su abuelo, entonces...

- Un momento... ¡eso es! ¿Cómo no lo pensé?

Bajó por la lista de contactos a la letra D, y presionó el de "Daisy Oak". Cuando su abuelo no estaba disponible, su hermana sí lo estaba.

Esperó a que sonara el tono, hasta que finalmente le contestó una voz algo somnolienta del otro lado.

- ¿Buenas noches?

- Hola, hermana. ¿Te desperté?

- ¡Oh, Gary, qué sorpresa! – La voz de Daisy pareció despertarse al instante. – Sí, bueno, estaba a punto de irme a dormir, pero hacía mucho que no hablábamos. Me da gusto oír tu voz.

- Sí, perdón por no llamar más a menudo. – dijo Gary. – Necesitaba hablar con alguien de la familia, y que no fuese el abuelo. ¿Tienes unos minutos?

- Seguro, hermanito. ¿De qué quieres hablar?

Gary aspiró profundamente. Se sentía más seguro hablando con su hermana, ya que sabía que ella no le tendría lástima ni se burlaría de él, y prometió que no se lo diría a nadie más cuando él se lo pidió.

Tras presumir un poco de sus logros hasta ese momento (los cuales ella de hecho había seguido bastante cerca por televisión, junto con los de Ash), finalmente pudo contarle lo que lo venía afligiendo casi desde que comenzó su viaje Pokémon, y lo frustrado que se sentía por no poder vencer a quienes consideraba sus rivales.

La hermana mayor escuchó atentamente, y cuando al fin tuvo su oportunidad de responder, tenía bastante que decirle. Empezando por...

- Ja, me parece que te advertí que no debías menospreciar a Ash una o dos veces, ¿no? – le dijo divertida, haciéndole rodar los ojos.

- No te burles. Eso fue duro de tragar, ¿sabes?

- Lo siento. – replicó Daisy. – Pero en serio, creo que te preocupas demasiado. Es bastante normal lo que estás pasando, les ocurre a casi todos los entrenadores novatos. Cuando empiezan a ganar, el éxito se les sube a la cabeza, y cuando pierden, se deprimen. Hay excepciones a la regla, por supuesto, pero uno madura con la experiencia. No te queda sino dar lo mejor de ti.

- Ese es el problema. – dijo Gary. – Lo mejor de mí parece no ser suficiente, sin importar cuánto me esfuerce.

- Insisto, sigues siendo un novato, así que tienes mucho espacio para mejorar. – respondió Daisy. – Aunque hayas estudiado con el abuelo, hay cosas que no se aprenden de los libros, sino de la experiencia personal. Y si se trata de vencer a tus rivales, hay más de una forma de hacerlo.

- Es lo que me han dicho constantemente. – dijo Gary.

- ¿Pero lo estás aplicando bien? – preguntó Daisy. – Mira, en los Concursos Pokémon, se supone que la belleza y elegancia de los Pokémon son más importantes que la fuerza, pero eso no la descarta totalmente como una estrategia válida para ganar.

- ¿A dónde quieres llegar?

- Mira, a las malas aprendí que hay más de un camino a la victoria. Si tu oponente es más fuerte, tú debes ser más rápido. Si es más rápido, debes ser más listo. Y si es más listo que tú, intenta usar tácticas poco ortodoxas o inesperadas, por locas que parezcan. No hay una sola forma correcta: hay entrenadores que se enfocan en un aspecto específico como la fuerza o la velocidad, otros entrenan equilibrándolos y están los que piensan fuera de la caja. A veces mezclar un poco de todo también es válido.

Gary se hizo una imagen mental. Si se clasificase a sí mismo y a sus rivales entre los entrenadores que mencionó Daisy, Paul sería del primer tipo (enfocado en el poder), él y Red estaban en el segundo, y Ash era del tercero. Cada uno hacía las cosas a su manera, como mejor se le acomodase.

- Pero lo más importante, es no arrastrar tus derrotas. No te diré que no te enojes o te deprimas por ellas, eso nos pasa a todos de vez en cuando. Pero en lugar de lamentarte, ponte a pensar en qué fue lo que hiciste mal para no cometer los mismos errores. Si sigues haciendo lo mismo de siempre, obtendrás los mismos resultados de siempre. Y lo mismo aplica en las batallas: si no pudiste vencer a tu oponente de una forma, inténtalo de otra la próxima vez.

- Intentarlo de otra forma. – Gary comenzó a pensar, no solo en sus derrotas contra sus rivales, sino en el entrenamiento que estaba haciendo con el Avalugg de la señora Snagem.

A veces, enfrentar poder con poder no sería la respuesta, si él no tenía la fuerza para equiparar a su oponente en ese aspecto. O enfrentar al enemigo en su propio terreno.

Si no podías vencer al enemigo en su propio juego, podías obligarlo a jugar el tuyo.

- Obligarlo a... sí, ¡eso es! – dijo al golpearlo la realización. – ¿Cómo pude ser tan tonto? Todo este tiempo he estado tratando de vencerlos en su propio juego, y eso obviamente no da resultado. Lo que debo hacer es buscar la manera de que ellos bailen a mi tonada.

- Bueno, esa es una manera de verlo. – dijo Daisy. – De hecho, te recuerdo que a mí me ganó mi primera victoria en el gran festival, cuando usé los ataques de mi oponente a mi favor.

- Tendré que ver el video de nuevo para recordármelo. – comentó él.

Quizás podría intentar esa estrategia alguna vez. Usar la fuerza del oponente en su contra... parecía una forma muy poética de vencerlos en una revancha. Y se sentiría muy satisfactorio, darles una cucharada de su propia medicina.

- Entonces, ¿ya te sientes mejor?

- La verdad sí. Muchas gracias, hermana, de verdad necesitaba esta charla.

- Oh, no te preocupes. Me alegro de haber ayudado a mi hermanito. Y oye, estaré fuera de Kanto para cuando inicie la competencia de la Liga Índigo, pero te estaré apoyando desde aquí, tanto a ti como a Ash.

- A mí más, ¿verdad? Somos familia después de todo.

- Jaja, obviamente. – rio Daisy. – Bueno, nos veremos pronto. Buena suerte, y adiós.

Y con eso, la llamada llegó a su final. Después de hablar con su hermana, Gary sintió que los ánimos empezaban a regresarle, junto con la inspiración para lograr su revancha contra sus rivales.

- Ya estuvo, mañana comienza el verdadero entrenamiento. – dijo mientras apagaba la luz del cuarto y se metía en su cama. – Empezando por derrotar a ese témpano de hielo viviente.

La inspiración que obtuvo con Daisy también le dio una idea de cómo derrotar al Avalugg de la señora Snagem. Parecía un escudo prácticamente irrompible, pero ningún escudo podía proteger contra todos los ataques. Siempre estaban los que podían quebrarlo, o sortearlo de alguna manera.

Pero para eso, necesitaría primero pedirle un favor al señor Snagem. Con suerte, no se negaría.

(--0--)

Unos días de entrenamiento después...

No fue tarea sencilla, pero Gary le pidió a los Snagem cambiar el entrenamiento para enfocarse en algo más, aunque sin dejar de lado el objetivo a corto plazo.

Las palabras de Paul sobre todavía tener los mismos movimientos, combinados con el consejo de Daisy sobre no hacer lo mismo de siempre, le hicieron percatarse de algo. Blastoise era su Pokémon más fuerte, sí, pero tenía una debilidad tan obvia que ni siquiera la había notado: dependía totalmente de sus ataques de largo alcance, y no tenía ningún movimiento de combate a corta distancia. Y lo otro, aún no había sido capaz de romper el límite de los cuatro movimientos. Ambas cosas tenían que cambiar.

No fue tarea sencilla; aunque Casey accedió a su petición sin poner objeciones, el entrenamiento fue duro. En un día y medio, Blastoise logró aprender Puño Incremento haciendo sesiones de sparring con el Pangoro de Casey, pero eso fue a costa de perder Onda Certera (Gary no estuvo muy feliz por perderla, pero considerando lo poco útil que le había sido últimamente, tampoco se entristeció mucho). El matrimonio le aconsejó intentar aprender un ataque que no solapara tipos con ninguno de los actuales, y tras dos días más, finalmente logró que Blastoise agregase Golpe de Cabeza a su arsenal, sin perder ninguno de sus movimientos anteriores.

Otra vez se encontraban frente a frente, Gary con Blastoise, y la señora Snagem con su Avalugg. Esta vez, Casey se encontraba entre ambos, observando atentamente en espera de que comenzara el combate.

- Es hora de poner lo aprendido a prueba. – declaró Gabriela. – ¿Estás listo, muchacho?

- Tanto como podría estarlo. – respondió Gary, tratando de sonar confiado sin parecer arrogante.

- ¡Avalugg, empieza con Granizo!

Igual que en todos sus encuentros hasta ahora, el tiro de inicio era siempre invocar una granizada, para aprovechar la habilidad regenerativa de Avalugg. No obstante, esa era la única similitud; a partir del segundo movimiento, tomarían una ruta completamente diferente. Esta vez, en lugar de atacar decidieron quedarse esperando a que ellos hicieran el primer movimiento.

- ¡Blastoise, Escaldar! – ordenó Gary finalmente, y Blastoise apuntó con sus cañones al témpano viviente.

La señora Snagem, por su parte, también dio su propia orden en ese mismo instante.

- ¡Girobola!

Blastoise disparó sus dos chorros de agua hirviendo tan fuerte como podía, mientras que Avalugg saltaba sobre el aire y comenzaba a girar como un trompo envuelto en un aura metálica. El movimiento giratorio repelió fácilmente el agua, y tuvo el efecto además de levantar una espesa nube de vapor, de la cual a los pocos segundos Avalugg salió disparado como platillo volador para golpear a Blastoise, haciéndolo retroceder.

Gary tomó nota: los movimientos giratorios muchas veces podían ser muy útiles para repeler ataques enemigos y a la vez responder con uno propio. Ahora que Blastoise había finalmente roto el límite de movimientos, pensó quizás en enseñarle Giro Rápido o la misma Girobola para dicho propósito.

Había visto a Ash hacerlo en varios de sus videos de batalla, y le era muy efectivo. ¿Cómo lo llamaba, Contraescudo?

- ¡Tumba de Rocas!

- ¡Terremoto!

Los dos Pokémon levantaron un pie antes de dar un fuerte pisotón al suelo. Afortunadamente para Gary, Blastoise fue un poco más rápido, y el temblor que provocó sacudió a Avalugg antes que pudiese completar su propio ataque, dándoles una abertura para comenzar a presionar.

- ¡Escaldar de nuevo, vamos!

Blastoise disparó de nuevo el ataque de agua hirviendo, y esta vez Avalugg lo recibió en su totalidad, sin poder ponerse a girar para repelerlo. La nube de vapor esta vez fue mucho más gruesa, y Gary supo que tenía que aprovechar la oportunidad.

- ¡Acércate y usa Puño Incremento!

- ¡Avalugg, dispara Lanza de Hielo! ¡No podemos dejar que se acerque! – exclamó la señora Snagem.

Avalugg se inclinó hacia adelante y sobre su cuerpo se formaron varios picos de hielo, que salieron disparados hacia Blastoise como misiles. La tortuga tuvo que detener su avance y usar los brazos para cubrirse el rostro, con la energía del ataque que antes iba a utilizar siendo desperdiciada, y el daño que le había hecho Avalugg antes ya comenzaba a desaparecer bajo el granizo.

- ¡Eso no nos detendrá! – exclamó Gary. – ¡Blastoise, ábrete paso entre esos picos con Puño Incremento!

Incluso mientras era golpeado tanto por los picos de hielo como por la granizada, Blastoise volvió a encender el Puño Incremento, esta vez en ambas manos, y comenzó a avanzar de nuevo, dando un paso y un golpe a la vez, e ignorando las esquirlas de hielo que salían fragmentadas con cada impacto.

Gary pudo ver que la expresión de la mujer gradualmente se tornaba más alarmada a medida que Blastoise se acercaba a su Pokémon, y finalmente, una vez que estuvo a tiro, echó atrás su puño derecho, con la energía de color naranja a toda su capacidad, para propinarle un gancho con todas sus fuerzas, enviándolo a patinar varios metros hacia atrás.

El ruido del cuerpo de Avalugg agrietándose violentamente le envió un escalofrío por toda la espina, pero este se disipó rápidamente al ver el resultado. Una grieta como esa tardaría mucho en repararse incluso con su habilidad.

- ¡Eso es, Blastoise! – celebró Gary. – ¡Unos cuantos más como esos y lo tendremos en la bolsa!

- Asumiendo que te lo permitamos. – replicó Gabriela, recuperando su aplomo. – ¡Avalugg, atrápalo en una Tumba de Rocas!

Esta vez, Avalugg sí fue capaz de dar el pisotón en el suelo, y comenzar a levantar los trozos de roca para tratar de encerrar a Blastoise e inmovilizarlo. Habiendo sufrido esto ya anteriormente, Gary ahora estaba preparado, pero no iba a intentar escapar.

No todavía, al menos.

- ¡Golpe de Cabeza!

Mientras se formaba alrededor de Blastoise la jaula de piedra, la tortuga se retrajo defensivamente dentro de su caparazón. Pero apenas unos segundos después que quedó encerrado totalmente, un pequeño resplandor blanco se filtró entre los agujeros, y con un fuerte estallido de energía, la jaula explotó, al tiempo que un enorme misil viviente salía disparado hacia Avalugg.

- ¡Blastoise!

El témpano viviente se mantuvo firme, pero el quejido que emitió dejó claro que sintió ese golpe. A su vez, Gary vio que la señora Snagem lo miraba sorprendida, pero después sonrió en señal de respeto. Él solo pudo devolverle el gesto de la única manera que sabía: aprovechando la oportunidad.

- Ahora Blastoise, ¡Puño Incremento, y sin parar! – gritó el nieto de Oak. – ¡Dale directo en la grieta más grande!

El Golpe de Cabeza tenía un doble propósito: liberar a Blastoise una vez que quedase atrapado dentro de la Tumba de Rocas, y luego lanzarse para ponerse a tiro con Avalugg. Ahora, era tiempo de darle la paliza de su vida, y como la grieta del último que le dio todavía no se había reparado, esta vez ni sus capacidades regeneradoras iban a salvarlo.

- ¡Blast, blast, blast, blast, blast!

Con un par de puños brillando con energía naranja, Blastoise comenzó a darle golpe, tras golpe, tras golpe a Avalugg, que solamente intentaba retroceder. Al golpear de manera continua, cada impacto le iba a doler más que el anterior. La grieta de antes ahora comenzaba a agrandarse más y más rápido de lo que la granizada podía curarla, y aunque resistió durante varios minutos, el incesante asalto de Blastoise eventualmente casi lo redujo a una pila de cubitos de hielo.

Blastoise también respiraba a grandes bocanadas una vez que apagó sus puños y dejó de golpear, pero como Avalugg no se movía, el resultado estaba cantado, incluso antes de que Casey y su mujer se acercaran a verificarlo para confirmar.

- Hmm... bueno, es oficial, el muchacho lo logró. – declaró Casey. – Buen trabajo, Gary, al fin superaste esta etapa del entrenamiento.

- Lo hice... ¿lo hice? Sí... ¡sí, lo hicimos, Blastoise! ¡Lo logramos! – exclamó el nieto de Oak, lanzándose a abrazar a su inicial. – ¡Al fin derrotamos a ese cubo de hielo gigante!

- Y más pronto de lo que pensé. – admitió Gabriela, regresando a su Pokémon. – Estás progresando a buen ritmo. Y eso significa...

- Que tenemos que aumentar nuestro juego. – completó su marido. – Es hora de pasar al siguiente nivel.

- ¡Pues adelante! ¡Venga lo que venga, estamos listos para ello!

- Whoa, no tan deprisa, muchacho. – dijo Casey. – Ya casi es mediodía, ¿qué tal si mejor tomamos un descanso para almorzar primero?

Gary estuvo a punto de decir que eso podría esperar, pero su estómago terminó respondiendo por él, haciéndolo sonrojar mientras los Snagem sonreían divertidos.

- Supongo que el almuerzo no estaría mal. – admitió.

Quizás no fuese un comelón profesional como Ash, pero él también necesitaba reponer sus energías. Un descanso para almorzar no le quitaría el impulso que había ganado al dar este gran paso en su entrenamiento.

...

El día terminó mejor de lo que Gary podría haber esperado. En vista de los resultados con Blastoise, el matrimonio Snagem decidió que el siguiente paso del entrenamiento sería que más de sus Pokémon lograsen romper el límite de los movimientos. Al haberlo logrado una vez, tenía suficiente confianza en que podría volver a hacerlo sin mucha dificultad.

Sin embargo, no todo el entrenamiento iba a ser físico. Después de la cena, el chico de Pueblo Paleta se quedó un rato en la biblioteca de la sala, hojeando uno de los libros de Casey. Meses atrás, eso le habría parecido impensable, pero siendo que se tragó su orgullo para venir a pedirle ayuda para entrenar, supuso que no haría ningún daño ver lo que tenía para ofrecer en ese departamento.

Y sorprendentemente, encontró las lecturas bastante entretenidas.

- ¿Aún lo estás leyendo?

La voz lo sacó de sus pensamientos. Al ver el reloj detrás del señor Snagem, se dio cuenta que ya pasaban de las nueve de la noche. Estaba tan inmerso en las páginas que no se había dado cuenta de que se estaba haciendo muy tarde.

- Deberías descansar por hoy, mañana tendremos mucho entrenamiento por delante. – le dijo Casey. Sonaba algo serio, aunque no como un regaño.

- Perdón, creo que me distraje con esto. – admitió Gary, marcando la página antes de meterlo en el librero. – Es un buen cambio de paso.

- Tengo algunas copias de sobra, si te gustaría llevártelas cuando te vayas. – sonrió Casey.

- Nah, está bien. – Gary se encogió de hombros. – Puedo permitirme comprarlos en digital. Ocupan menos espacio en una mochila de viaje, usted sabe.

Casey pareció aceptar su razón, por lo que de inmediato cambió el tema.

- Estoy muy complacido con tu progreso hasta ahora. Estás mejorando a buen ritmo y pareces mucho más animado que cuando llegaste. ¿Puedo asumir que ya encontraste lo que te faltaba?

- Eso creo. – asintió Gary. – Es extraño, pero... parecía tan obvio que no me di cuenta. Todo este tiempo llevaba haciendo lo mismo de siempre, quizás porque me daba resultados, pero al momento de la verdad, eso no era suficiente. Y aun así seguía intentándolo, haciendo lo mismo y esperando otro resultado. Qué tonto fui, ¿no?

- No te sientas tan mal por ello. Todos hemos tenido una etapa así, y me incluyo. – aseguró el entrenador mayor. – No solo se trata de lo que haces, sino de cómo lo haces. A veces solo hay que cambiar un poco, no es necesario un giro completo de 180° para corregir el rumbo.

- Ahora lo sé. Es como dijo mi hermana; si tu oponente es más fuerte, sé más rápido. Si él es más rápido, sé más listo, cosas así. Y usted en su libro lo dice: todos podemos ser los mejores en algo en algún momento, pero nadie será siempre el mejor en todo.

Casey sonrió, probablemente se sintió halagado de que citara eso. Pero efectivamente, pensar que siempre sería el mejor en todo (o al menos, en casi todo) fue la receta perfecta para todos sus tropiezos, y aunque le costara reconocerlo, se merecía todas las derrotas que sufrió.

- Pero saber que no soy el mejor será mi incentivo para superarme. – dijo apretando su puño con determinación. – No pienso quedarme atrás.

- Ese es el espíritu, muchacho. Ahora ve y descansa, necesitarás la energía para el entrenamiento de mañana.

Gary asintió y tras darle las gracias de nuevo a su mentor, se dirigió a la habitación de huéspedes. Aunque la rabia y la frustración por las derrotas sufridas (especialmente contra Paul) no se irían por completo, ahora que las aceptaba no eran tan molestas como antes. Eran parte de él, y las usaría como incentivo para ser mejor.

- "Seré mejor un día a la vez. Mañana seré mejor de lo que soy hoy, y pasado mañana todavía más."

Ese sería el primer paso para mejorarse como entrenador, y lograr su revancha contra sus rivales en la Liga Índigo. Solo le quedaba esperar que la suerte estuviese de su lado y le permitiera enfrentárseles. Quedar en una posición superior a ellos no valdría de mucho si no tenía la oportunidad de mostrarles su valía de primera mano.

Y si solo enfrentaba a uno, el que más querría derrotar sin duda sería Paul.

Esta historia continuará...

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