9. Noticias por compartir.
Regresar al Pokégremio, fue tan extenuante como llegar a cada una de las montañas donde se refugiaban las aves legendarias y esperaban la llegada de otros Pokémon.
Algunos decían que retar a una batalla a un Pokémon legendario, era un gran logro que muy pocos se planteaban y que, aquellos que se decidían a llevarlo a cabo, resultaban derrotados o, en muy pocos casos, las aves se compadecían de sus retadores; justamente tal y como ocurrió con Kirlia y sus amigas; sin embargo, ahora tenían una gran anécdota por contar.
Tardaron un par de días en llegar, tuvieron que hacer paradas para resguardarse del clima y, sobre todo, para reponer energías, pues al regreso, varios Pokémon salvajes intercedieron en su camino.
Una vez llegaron, fueron recibidas con un barullo de aplausos y felicitaciones, los más negativos daban por perdidas a las exploradoras; pero, al verlas sanas y salvas, las malas teorías se esfumaron en un santiamén.
—Yo no estaba asustado —indicó el Gran Bluff—. De hecho, yo también conocí a las aves legendarias.
—¿En serio? —preguntó Chatot, quien no podía creer dichas palabras—. ¿Pero por qué nunca lo mencionó?
—No soy arrogante —contesto Wigglytuff—. No me gusta presumir. —Y se retiró, de vuelta a su oficina—. Es maravilloso tenerlas de vuelta —dijo en la distancia.
—¡Necesitamos todos los detalles, sí, señor! —canturreó Corphish.
—Lo haremos en la cena —dijo Gothorita.
—Cuando estemos todos, sobre todo el sabio anciano —agregó Tsareena.
—¿Acaso tú eres...? —preguntó Slakoth, un explorador que formaba parte del gremio.
—Sí, ¡ha evolucionado en medio de la batalla! —exclamó Kirlia, antes de que su amiga contestara.
—Eso hice —aclaró Tsareena, con una sonrisa.
—Ooohhh —se escuchó en forma de coro por parte de varios Pokémon.
—Bueno, bueno, basta de cuchicheos —dijo Chatot y en su semblante se observaba un tono de amargura—, vuelvan a sus tareas.
Los Pokémon que rodeaban al grupo de exploradoras, se dispersaron, sabían que en la hora de la cena sabrían todos los detalles y pormenores de aquella gran aventura.
* * *
Y así fue, Kirlia y sus amigos contaron todos los detalles de cada batalla, desde su llegada al Volcán Magma hasta la helada batalla en el Pico Helado. No omitieron ningún punto y todos escuchaban y miraban admirados, con un brillo en los ojos que reflejaba los deseos de vivir una experiencia similar, pero de la que, muy pocos, podrían llevar a cabo y contarlo a viva voz como lo estaban haciendo las exploradoras.
En los ojos del sabio anciano Torkoal, también había un brillo en su semblante, como si él hubiese vivido esa aventura en carne propia.
—¿Qué opina usted? —preguntó uno de los Pokémon que estaba junto a él.
—Es admirable —contestó—. Me siento orgulloso y me llena de alegría saber las aventuras que cada día viven los exploradores y exploradoras de este gremio, soy testigo de múltiples hazañas de mi gran amigo Bluff y de otros miembros, tanto veteranos como principiantes. —Comió un par de bayas que tenía frente a él y retomó su exposición, no sin cerciorarse que todos los presentes le escuchaban atentamente—. Cada exploración es una experiencia única que debe ser guardada en la mente y en el corazón con recelo, son situaciones que algunos no pueden vivir, o, que algunos viven y no pueden repetir, solo hubo un Pokémon legendario que conocí, pero eso será una historia para otro día.
—¡Oh, no! —exclamaron muchos Pokémon, formando un coro de inconformismo.
—Será para otra ocasión, como ha dicho nuestro amigo Torkoal —anunció Chatot—, él debe descansar y ustedes también, terminen de cenar y a la cama, mañana será un nuevo día lleno de misiones por cumplir.
Los aludidos siguieron comiendo, aquellos que habían terminado, se retiraron del gran comedor, tal y como Chatot había mencionado. Era un montón de emociones que debía procesarse con lentitud, como cuando saboreas un helado y disfrutas su sabor.
* * *
Aquella mañana, el Gran Bluff insistió en que Kirlia y sus amigas, debían tomar un descanso, se habían sometido a una misión extenuante y un poco de reposo no les sentaba mal.
Gothorita optó por dormir más de lo que se permitía regularmente, sabía que tener una oportunidad como esas, no era de todos los días. Kirlia se escabulló como a veces lo hacía, sin explicación alguna, aunque su temor acrecentaba conforme pasaban los días, ¿sus amigas descubrirían su romance secreto? A veces poco le importaba, otras veces, era un manojo de nervios; aquella mañana, era una mezcla de ambos, pero optaba por no darle mayor trascendencia, si se enteraban, no tenía otra opción que confesar.
Tsareena se despertó bastante animada, poco a poco los lugareños la identificaban como la vieja y tierna Steenee que sonreía con cada paso que daba, esa parte de ternura la conservaba, pero con la evolución un aire de grandeza se cernía sobre ella, un aura imponente que nunca antes había tenido. Con todo ello, recordó que no había visitado a sus padres desde hacía varios días, por lo que aprovechó el día de descanso para darles una visita sorpresa.
Por lo general, siempre mandaba un mensaje a sus padres para avisarles que estaría de visita, pero esta vez quería darles una sorpresa, de ahí que no comunicara su llegada como en ocasiones anteriores.
La cabaña de sus padres se encontraba muy cerca del rancho de Arcanine, un joven Pokémon granjero de la región que se dedicaba a la cría de otros Pokémon y, tras varios metros de caminata, finalmente llegó.
Tocó la puerta para anunciarse y, tras unos segundos de espera, un imponente Shiftry apareció ante ella.
—Hola, buenos días —saludó Tsareena, tan pronto se abrió la puerta.
—Ese brillo particular en tus ojos se me hace familiar —contestó Shiftry.
—¡Papá! —exclamó Tsareena—. Soy tu hija, he evolucionado.
—Reconozco a mi retoño así haya evolucionado —respondió el aludido y envolvió a su hija en un abrazo—. ¡Cariño, nuestra hija está de visita y viene con una enorme sorpresa! —gritó mientras ingresaba a la cabaña.
Una Tsareena con un par de arrugar en sus mejillas se aproximó y sonrió al ver a su esposa junto a una Pokémon de su misma especie.
—¡Te ves preciosa, hija! —chilló la madre de Tsareena.
—Está tan preciosa como su madre —agregó Shiftry.
—Ay, solo lo dices porque está aquí nuestra hija —se quejó la mujer.
—Bueno, bueno, no quiero que discutan por halagos —soltó Tsareena—, vengo a contarles todas las aventuras que he vivido los últimos días.
—Quiero todos los detalles de cómo evolucionaste y todas esas aventuras que has realizado siendo exploradora —indicó Shiftry.
—Claro, papá, por eso mismo vine.
Tsareena fue conducida por su madre hasta la sala de estar de la vivienda y sentía que ver a sus padres era lo que necesitaba para seguir sus labores como exploradora, ver a sus seres queridos siempre es una señal de alegría que inunda el corazón, verlos tan felices, envolvía su ser de éxtasis.
—Estoy preparando un zumo delicioso y hemos recogido un par de bayas esta mañana —habló su madre—. ¿Gustas un poco?
—¡Por supuesto! —contestó Tsareena, bastante sonriente.
—Bien, comienza a hablar —dijo su padre, mientras se sentaba frente a ella.
Su madre pronto llegó con un zumo y un par de bayas. Se sentó junto a su esposo y escuchó atentamente lo que la chica tenía por contar.
—Todo comenzó con una anécdota del sabio anciano del Pokégremio, nos habló sobre Pokémon legendarios...
Las palabras de Tsareena estaban cargadas de emoción, sus padres escuchaban atentos y por su mente pasó una frase que escuchó en una de sus misiones: no hay mejor lugar que el hogar.
¿Qué tal están de hype? El mío está por las nubes escribiendo esta historia, los capítulos que vienen están cargados de emoción y estoy muy feliz por poder compartirlos con ustedes.
Gracias por leer y nos vemos en el próximo capítulo.
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