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30. El equilibrio.

El cuerpo de Zygarde se iluminó de verde y luego liberó una gran cantidad de energía en dirección a Yveltal.

—Nos veremos en cien años —habló Yveltal antes de verse cubierto por un denso brillo blanco.

El cuerpo de Xerneas se envolvió en una brillante luz, liberó todo su poder y, en un par de segundos, la naturaleza recobró su color. Los prados volvieron a ser verdes, los grandes árboles repletos de bayas retornaron a su verdor y el amarillo de la arena del desierto brilló como nunca antes, también, los Pokémon volvieron a la vida, incluyendo los exploradores que fueron convertidos en piedra.

—Gracias, exploradores, han hecho un magnífico trabajo —agregó Xerneas.

El poder de Zygarde también afectó a Xerneas, pero este sabía que era lo que debía ocurrir, lo más importante era frenar el poder de Yveltal y retornar todo a la normalidad.

Ante esto, ambos Pokémon desaparecieron.

—¿A dónde fueron? —preguntó Gothorita.

—Yveltal estará como una crisálida en una lejana cueva —contestó Zygarde—, Xerneas adoptará la forma de un árbol seco en un bosque en la lejanía de la región, eso sí, uno separado del otro.

Kirlia, Tsareena y Scrafty volvieron a la normalidad y se abrazaron con Gothorita y con Grovyle.

—Es maravilloso volver —dijo Kirlia.

—¿Se acabó? —preguntó Tsareena. 

—Así es —indicó Gothorita—. Todo ha vuelto a la normalidad.

—Y es hora de retirarme —expresó Zygarde.

Sus células y núcleos se desprendieron, poco a poco retornó a la forma de una serpiente y después la de un perro.

—Muchas gracias por la ayuda —dijo Gothorita.

—Ya pueden volver a casa —pidió Zygarde—, el mal ha desaparecido y el equilibrio del mundo es lo que ven ahora.

—Esperamos verte pronto y tener una batalla —habló Grovyle.

Zygarde asintió con su cabeza y salió corriendo rodeando La Cumbre y perderse tras los escombros de aquel lugar.

—Es hora de volver —dijo Tsareena—, y me alegra hacerlo con ustedes que son mis mejores amigas y contigo... —Miró a Grovyle, a quien, poco a poco, se le tornaron las mejillas sonrosadas—. Gracias por aceptar unirte y por toda tu ayuda.

—Pensé que dirías... —pronunció Grovyle con sus mejillas coloradas y luego carraspeó—. Olvídalo, fue un gusto ayudar, no solo lo hice por los Pokémon, sino por toda la región en la que vivimos.

—Y también es nuestro deber como exploradoras —agregó Kirlia.

—¡Volvamos al Pokégremio, estoy ansiosa por ver a todos! —exclamó Tsareena.

Caminando de vuelta por los distintos territorios que los separaban del gremio, pudieron presenciar de primera mano que la naturaleza nunca se había visto de un verde tan vivo, el sol también brillaba con más intensidad que nunca y eso generaba que sonrieran con cada paso que daban.

—Debo volver a casa —indicó Scrafty cundo llegaron frente a la taberna de Spinda.

—Muchas gracias por acompañarnos y por ayudar —respondió Kirlia, besó los labios del Pokémon y luego lo envolvió entre sus brazos.

Al principio lo tomó por sorpresa, pero después sonrió aunque ella no lo estuviera viendo y le devolvió el abrazo, cerrando los ojos y sin dejar sonreír.

—¿Te veré mañana? —preguntó Kirlia.

—Cada vez que quieras verme, ahí estaré —contestó Scrafty y acarició su mejilla.

Nuevamente lo abrazó y luego dejó que en la distancia su figura se perdiera.

También fue el turno de Grovyle, quien se detuvo frente a la tienda de los hermanos Kecleon y llegó a Tsareena con él para hablar lejos de su grupo de amigas.

—Ha sido un gran acierto conocerte —dijo Grovyle—, eres una chica fuerte y decidida y eso me vuelve loco —concluyó con una sonrisa de medio lado.

Tal vez lo había visto en ocasiones anteriores sonriendo, pero en esta oportunidad había una luz que desprendía que lo hacía ver adorable y muy dulce, la verdad es no podía resistir abalanzarse a su boca.

Y así lo hizo. Besó su boca con tanta intensidad que sintió su estómago retorcerse como cuando tenía dolor de panza, pero era algo totalmente diferente y que la hacía sentirse llena de alegría.

Al desprenderse de Grovyle, vio sus mejillas encendidas y eran de un rojo tan intenso que hizo sonreír a Tsareena.

—Tus mejillas... —comenzó a decir ella, pero no pudo continuar porque se le soltó la risa.

Grovyle carraspeó y bajó la cabeza, nunca se había sentido así en el pasado y aunque se avergonzaba de romper esa armadura que lo hacía ver como un tipo rudo, se mantuvo firme, aunque en silencio, pues no sabía cómo reaccionar.

—¿Quieres entrar? —preguntó Tsareena.

—¿No se necesita un tipo de clave o algo así para hacerlo? —contestó Grovyle.

—Yo me encargaré de que puedas pasar —dijo y apretó las mejillas del Pokémon, a quien nuevamente se le coloreaban—. Te ves muy adorable cuando te sonrojas.

—Yo... Ejem... Vamos.

Sin duda había quedado sin argumentos y eso poco le importaba a ella, lo adoraba a pesar de que ocultara ese lado dulce que sabía que tenía y se encargaría en el futuro de sacarlo a relucir.

—¡Bienvenidas de vuelta! —exclamó Wigglytuff—. Todos hablan de ustedes y la gran hazaña que han hecho.

—Las aves legendarias nos han ayudado —contestó Kirlia a su llegada al gremio.

—Y luego apareció Xerneas para enfrentar a Yveltal —agregó Tsareena—, pero eran demasiado fuertes y llegó Zygarde, ¡el Pokémon del equilibrio!

—Ja, ja, ja —sonrió el viejo Torkoal—, entonces la leyenda es real, después de todo, me hubiese encantado estar ahí.

—¡Fue increíble! —habló Gothorita con mucha emoción.

—Todos en el pueblo hablan de ustedes y no dejan de mencionar la gran aventura que enfrentaron —señaló Chatot, quien volaba de un lado a otro con mucho entusiasmo.

El alboroto se hizo presente en todos los exploradores y exploradoras que trabajan para el alegre Gran Bluff, hasta que alguien sugirió que debían hacer una fiesta de celebración.

—¿Y quién es el muchachón que te acompaña? —preguntó Wigglytuff, mirando a Tsareena.

—Es mi gran amigo Grovyle y se ofreció a ayudarnos —contestó—. Antes fue un explorador, pero ahora..., tiene otro tipo de trabajo; es bastante habilidoso y fuerte.

—¿No te gustaría volver a ser un explorador? —cuestionó el líder del gremio.

—Definitivamente no —contestó Grovyle—, es un gusto conocerlo y sé que su gremio de exploradores es bastante famoso, pero esos días ya pasaron y mis intereses ahora son otros.

—Oh —contestó con tristeza—, es una pena, un Pokémon como tú, sería un gran elemento para nosotros.

—No insistas, Gran Bluff —le persuadió Tsareena—. Es un Pokémon firme en sus decisiones.

—De acuerdo —dijo al fin—. No importa, Wigglytuff respeta las decisiones de cada quien, así que no insistiré, lo único que queda es preparar esa fiesta, la haremos en la plaza del pueblo.

Todos lucían bastante animados. Por un momento vieron el fin, pero al ver que el problema de la naturaleza tuvo una solución, no quedaba otro camino que seguir disfrutando de la vida y todas sus proezas que proporcionaba en el día a día.

Cada uno de los miembros del gremio del Gran Bluff se dirigieron a la plaza, en donde invitaron a todos los habitantes de la Villa para que celebraran juntos que no fue el fin del mundo y que, gracias a un trío de exploradoras y dos amigos de ellas, lograron interceder para que la naturaleza volviera a su estado natural.

Ya solo quedaba celebrar el éxito de la misión más grande que habían vivido Kirlia, Gothorita y Tsareena, el cual no habían podido cumplir sin la ayuda de Scrafty y Grovyle y, por supuesto, del gran empeño que puso cada una para no dejarse derrotar, a pesar de todos los contratiempos que surgieron. Además, sabían claramente que muchas aventuras más vendrían en un futuro próximo.

FIN

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