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28. El Bosque de los Ecos.

Kirlia y los demás caminaron en lo que alguna vez fue el colorido Bosque de los Ecos, seguidos por la sugerencia del viejo Torkoal. Cada uno de ellos, llevaba en sí un deseo inmenso de que los rumores fuesen ciertos y pudiesen encontrar a Xerneas al final de la ruta.

Los árboles que, en su momento, estuvieron repletos de bayas, aún lo seguían siendo solo que, en ese preciso instante, se dibujaban en un tono gris casi blanquecino. No había viento, ni sol, solo el conjunto de nubes que se extendía por toda la región, como si estuviese a punto de llegar una gran tormenta.

El destino está en nuestras manos —dijo Scrafty—, quien lo diría.

—Eso quiere decir que, si fracasamos, será el fin de todo lo que conocemos —se quejó Gothorita—. Obviamente no quiero ser pesimista, pero el panorama es bastante...

Y dejó sus palabras en el aire, no necesitaban una palabra para describir lo terrible de la situación, sobre todo, porque no sabían con certeza que Xerneas se encontraba al final del bosque.

—Complejo, la situación es bastante difícil —agregó Scrafty.

En medio de su trayecto, vieron a un grupo de Mankeys, como si estuviesen tallados en piedra, pero había una pizca de vida en su ser, aunque no podían expresarlo de alguna forma, solo bastaba con mirar para darse cuenta de la magnitud del problema y lo difusa que se veía una solución.

—No hay que pensar de esa forma —expresó Grovyle—, solo debemos dar lo mejor de nosotros y confiar en lo dicho por el Torkoal.

—El sabio anciano nunca se ha equivocado —expresó Kirlia—. Que sea viejo no lo hace loco, ni ignorante, todo lo que nos comparte hace parte de su experiencia y de sus buenos días como explorador.

—Nunca dije lo contrario —refutó el investigador privado—, en fin, ya se alcanza a vislumbrar el final del bosque.

Más adelante, encontraron una pareja de Slakoth que, al igual que los demás Pokémon, también se vieron afectados por el poder de Yveltal.

Antes de salir del bosque, también vieron a unos pequeños Whismur, se decía que su canto y alboroto era lo que le daba el nombre al Bosque de los Ecos, sin embargo, no había forma de comprobarlo, todo parecía sin vida y falto de color.

—Sea verdad o no, debemos descubrirlo —dijo Tsareena, y los demás parecían de acuerdo en sus palabras.

Tal y como fue mencionado por el sabio anciano, al final del bosque había una cueva, cubierta de hojas y unas cuantas ramas que le daban un aire de ser un lugar que tenía bastante años, pero a pesar del tiempo, se conservaba muy bien. Y, a diferencia del resto, este mantenía su tono verdoso, dando a entender que no se veía afectado por el poder de Yveltal.

De la cueva salía un Pokémon enorme: de patas negras con una raya azul en su centro, cuello y cabeza de azul rey y una gran cornamenta del mismo tono, que le daba un aire de ser cuernos hechos con hielo. Era de un aspecto, no solo majestuoso, sino que infundía poder, como si se encontraran frente a una figura de la realeza.

Poco a poco las rayas de sus patas, cambiaron a un tono amarillo pálido y sus cuernos se tornaron tornasolados, refulgían color y se veía mucho más poderoso e imponente. El Pokémon soltó un rugido y luego centró su atención en el grupo de exploradores.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó el Pokémon.

—Yo soy Kirlia —indicó la líder del grupo—. Ellos son Tsareena, Gothorita, Scrafty y Grovyle.

—¿Y por qué están aquí? —cuestionó una vez más—. El mundo está necesitando mi ayuda, el mal se cierne sobre la región y solo yo puedo retrotraer todo a su estado natural.

—Somos exploradoras —contestó Gothorita—, él también. —Señaló a Scrafty y luego a Grovyle—. Él es un investigador.

—¿Tú eres Xerneas? —preguntó Tsareena—. ¿El Pokémon Creación?

—Sí —contestó el aludido Pokémon—. Ahora, fuera de mi camino, a menos que quieran poner a prueba su valía.

—Solo queremos ayudar —enfatizó Scrafty—. Es parte de nuestro trabajo.

—Si su deseo es ayudar, tendrán que mostrarme su verdadero poder —indicó Xerneas.

Un campo de niebla se disipó alrededor de la cueva. Luego abrió su boca y un rayo de tonos rosados y azules se proyectó en dirección al grupo de exploradores. Cada uno previó el ataque y, con ese movimiento, se dieron cuenta que una batalla estaba por comenzar.

Todos intercambian una imagen, la cual era una señal de que atacarían al mismo tiempo. Las exploradoras lo usaron en el pasado y estaban seguras de que, para mostrar su valía, como había pedido el Pokémon legendario, debían trabajar en equipo para mostrar buenos resultados.

Xerneas iluminó sus cuernos y con un movimiento de drenacuerno, se dirigió hasta el grupo de exploradores, tomando a algunos por sorpresa y recibiendo el impacto del ataque. Como era de esperarse, su fuerza no era comparable con la de ellos, pero si las chicas pudieron luchar contra aquellas aves, podrían darle una lección de humildad a su rival.

Kirlia se repusó del ataque y usó doble equipo para rodear a Xerneas y crear así una especie de distracción, para luego disponerse a usar hoja mágica. Tsareena alcanzó a esquivar el ataque y luego se acercó el enorme Pokémon y usó Danza Caos; al mismo tiempo, Gothorita creó una esfera violeta en medio de sus manos, se trataba de un psicorrayo que lanzaría; Scrafty, iluminó su cabeza, estaba dispuesto a dar el Cabezazo Zen más fuerte que haya impactado nunca y, Grovyle, por otro lado, quien también había recibido el ataque de su rival, corrió en dirección del Pokémon para atacarlo con bomba semilla.

Xerneas no se resistió, comparado en tamaño, no había forma de esquivarlos y sonrió ante el poder de cada uno. Luego, aquella risa se convirtió en una carcajada.

—¿Qué es lo divertido? —preguntó Grovyle, quien lucía enfadado.

—No soy un Pokémon busca problemas —respondió Xerneas—, solo algo intimidante, pero ustedes son un grupo de fuertes Pokémon y estoy completamente seguro que han recorrido un largo camino para intentar remediar el caos que ha desatado Yveltal, así que no perdamos tiempo y vamos a salvar el mundo.

Todos intercambiaron una mirada, si esa había sido una broma por parte de Xerneas, había sido la peor que habían recibido en la historia. Tsareena dejó escapar un par de lágrimas, al igual que Kirlia, los demás rieron ante las palabras del enorme Pokémon.

Con un pisotón, Xerneas puso en funcionamiento su movimiento geocontrol y volvió el Bosque de los Ecos a su estado natural. Los frondosos árboles repletos de bayas habían retornado a su vivo color, el verde de los prados brillaba como nunca antes y los Pokémon brincaban y bailaban celebrando el poder que se había desatado.

—¡En marcha! —expresó Xerneas.

Los demás asintieron, rodearon la cueva donde Xerneas se había mantenido oculto y se dirigieron en dirección a La Cumbre, lugar donde, sin duda, encontrarían a Yveltal. 

Hola, gracias por seguir de cerca esta historia. 

Como dijo Luisito Comunica: ya viene lo chido. Así es, señoras, señores, señoritos y señoritas, la batalla entre Xerneas e Yveltal, y un pequeño plot twist al final del siguiente capítulo. 

Solo quedan dos capítulos para concluir esta historia: ¡AAAAAAHHHHHH!

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