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27. Reviviendo la leyenda.

Como era de esperarse, aquellas ruinas estaban desiertas, no había señal de vida Pokémon en aquella zona, excepto por Yveltal que parecía no percatarse de nada y solo se mantenía absorbiendo energía.

—Regresar por el desierto no es buena opción —indicó Grovyle, una vez inspeccionaron todo el lugar—. Enfrentarlo, tampoco.

—Pero tenemos otra alternativa —dijo Kirlia—. Miren.

Ella señaló hacia el cielo y vieron como las aves legendarias provenientes de la región de Kanto se aproximaban hacia ellos, surcaban el cielo dejando un haz de luz a su paso, dándoles un aire de superioridad, además, era un panorama hermoso.

—¡Qué bueno encontrarlos! —dijo Articuno, el ave de hielo, al momento de aterrizar.

—La situación va empeorando —agregó Zapdos—. Solo falta Villa Resplandor y este desierto para que sean consumidos por completo.

—También —añadió Moltres—, hemos descubierto que los Pokémon se han visto afectados por este fenómeno.

—Sabíamos que todo esto fue ocasionado por un poderoso Pokémon, pero desconocíamos de quién se trataba, hasta ahora —habló Articuno, nuevamente—. Hemos venido por ustedes, en el Pokégremio del Gran Bluff les espera una información bastante útil.

—De acuerdo, es hora de irnos —indicó Scrafty.

Él, junto a Kirlia, subieron sobre Moltres. Grovyle y Tsareena subieron sobre Articuno; por otro lado, Gothorita, subió sobre Zapdos.

Así, las tres aves y los exploradores regresaron a Villa Resplandor, lugar donde se ubicaba el Pokégremio de Wigglytuff y todos los comercios cercanos al mismo. En la distancia, se veía como ese manto de oscuridad o, mejor dicho, el conjunto de nubes grisáceas se aproximaba hacia ellos y ese paisaje desolador.

Desde el cielo se veía el triste panorama que se iba extendiendo por toda la región, el grupo de exploradores, junto con las aves legendarias y los Pokémon de Villa Resplandor y del desierto, eran los últimos en presenciar dicho espectáculo, y solo sería cuestión de tiempo para que todos se viesen sumergidos en tal catástrofe; parecía ser el fin de la vida como la conocían.

En cuestión de minutos, llegaron al Pokégremio y fueron recibidos por el líder Wigglytuff, Chatot, el sabio anciano y los demás exploradores, así como Spinda, los hermanos Kecleon y todos los Pokémon que trabajaban o vivían cerca, pues en ese momento era el lugar más seguro. 

—Hemos comprobado que Yveltal está en La Cumbre drenando la energía de la región —dijo Kirlia a su llegada.

—Así es como sucede —indicó Torkoal—, la leyenda cuenta que Yveltal absorbe energía de todo ser vivo para luego desatar todo su poder hasta convertirse en crisálida... 

—Pero debe existir una solución —le interrumpió Gothorita.

—La hay —respondió Grovyle.

—¿Sí? —preguntaron varios al unísono.

—Un Pokémon tan fuerte como él —contestó Grovyle—, solo que no recuerdo su nombre.

—Xerneas —contestó el sabio anciano—. El Pokémon Creación. Esta historia ya la había contado en alguna oportunidad, pero la repito para aquellos que no se la saben. Cuenta la leyenda que, cuando este ser siente que el fin está cerca, despierta de su sueño, hace brillar sus cuernos y libera toda su energía que ha acumulado con el tiempo, surgiendo así un vasto bosque a su paso y compartiendo su poder con todos los seres vivos que se crucen en el camino; cuando esto ocurre, todos los Pokémon sienten un torrente de energía y vitalidad recorrer su cuerpo; luego, se esconde en el lugar más recóndito del planeta para recargar energías hasta un próximo encuentro con su eterno rival Yveltal, es decir, lo que el destruye, Xerneas lo vuelve a su estado natural.

—Pero, ¿dónde podemos encontrarlo? —preguntó Tsareena.

El anciano guardó silencio, como si estuviese encontrando la respuesta en lo profundo de su mente. Todos los Pokémon se mantuvieron expectantes y no se atrevieron a interrumpirlo siquiera un segundo, simplemente se limitaron a esperar, aún cuando el tiempo parecía no estar de su lado. Cada minuto contaba. 

—No estoy muy seguro —contestó tras un instante—, pero probablemente hallen la respuesta en lo profundo del Bosque de los Ecos.

—¿Hemos ido hasta allí? —preguntó Kirlia.

—No lo hemos hecho —contestó Gothorita.

—Ese parece ser un buen punto de partida —indicó Grovyle—, aunque no es nada seguro que allá le encontremos y cada minuto cuenta.

—No perdemos nada con intentarlo —se unió Tsareena, quien mostraba gran madurez ante la situación y dentro de sí sentía que tanto ella como sus amigas tenían una gran responsabilidad encima para devolverle la vida a la región.

—Aún hay algo más y ustedes lo saben —habló Torkoal—. Aparte de ellos, existe un Pokémon llamado, el Pokémon Equilibrio, es conocido bajo el nombre de Zygarde y es el encargado de vigilar la vida en el mundo, se dice que, cuando surge una amenaza en el ecosistema, él aparece y revela su verdadero poder para retornar todo a la normalidad.

»Este Pokémon está compuesto de células y núcleos. Los primeros, son muy numerosos y no tienen autonomía, se rigen por los núcleos, estos, son el cerebro de Zygarde, tienen voluntad propia y pueden actuar por sí solos. La leyenda también menciona que cada uno de esos elementos que lo componen se encuentran repartidos por toda la región, observando y monitorizando el ecosistema y cuando surge el peligro se unen para desatar ese poder secreto.

»No me sorprendería que ahora se encuentre en camino a desatar su poder hacia Yveltal. Él es el único Pokémon que puede enfrentarse al Pokémon destrucción y mantenerlo a raya con este asunto.

Torkoal carraspeó un poco y luego guardó silencio.

—¿Por qué cree que en el bosque que ha mencionado se encuentra Xerneas? —preguntó Scrafty.

—Ja, ja —contestó el anciano—, siempre habrá alguien que es escéptico, comprendo cuando la actitud que alguien toma tratándose de leyendas que han pasado de boca en boca a través de la historia...

—Pero detrás de cada leyenda hay algo de verdad —le retó Scrafty.

Torkoal no dejaba de sonreír, era un ser tan tranquilo y puro al que era muy extraño verlo enfadado, aun cuando retaban sus conocimientos y que, en cada oportunidad buscaban dejarle claro que sus conocimientos y experiencias no estaban tallados en piedra y que alguna vez podría equivocarse; sin embargo, nunca había pasado eso, pero había cierta posibilidad de que, por primera vez, no acertara a sus aseveraciones.

—En lo profundo del Bosque de los Ecos hay una cueva —habló Torkoal—, si Xerneas se encuentra ahí, no se verá afectado por la absorción de Yveltal, de cualquier forma, ambos son rivales y su batalla es una realidad.

—De acuerdo —dijo Grovyle—, no podemos perder más tiempo.

—Nosotros nos quedaremos cuidando el gremio y los Pokémon que hay dentro —indicó Zapdos, el Pókemon eléctrico.

—¡Vayan, vayan, no hay tiempo que perder! —exclamó el anciano.

—Buena suerte, exploradores —expresó Wiggytuff, quien se había mantenido en silencio, pero escuchando atentamente con su característica sonrisa.

—Haremos nuestro mejor esfuerzo, jefe —contestó Gothorita.

El Gran Bluff no respondió nada de vuelta, solo se mantenía sonriendo mientras con una mano, se despedía del grupo. Luego, más Pokémon se unieron a la despedida. El destino estaba en manos de aquel grupo de exploradores y su compañero que era detective secreto y un antiguo explorador.

Cada vez estamos más cerca del final y no se imaginan lo emocionado que estoy.

Espero que estén disfrutando de esta historia y nos vemos en el próximo capítulo.

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