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19. La boda Jellicent, parte 1.

En el mundo Pokémon, cuando dos criaturas, ya sean de la misma especie o diferente, sienten una profunda atracción, la relación se da de forma orgánica y se desenvuelve de la misma forma, hasta que se presenta el gran momento de la reproducción y se crea una familia.

No es usual que se desarrollen bodas o matrimonios entre los Pokémon, pues su atracción se da de forma natural y se preserva de la misma forma, con apoyo mutuo y el amor que florece entre las dos criaturas; sin embargo, algunos realizan este tipo de ceremonias para darle un carácter simbólico a la unión que entre ambos se da.

Tras la feroz tormenta, Kirlia y sus amigas llegaron a Costa Arenosa: la zona sur de la playa, en donde vivían diferentes especies Pokémon. Entre ellos, se encontraba una pareja de Jellicent, los cuales eran los causantes de la gran cantidad de criaturas que iban llegando poco a poco.

Era la boda de la señora y el señor Jellicent, quienes se habían reunido en la playa para celebrar el amor y la unión que han tenido desde hacía varios años; no obstante, aunque a muchos les pareció extraño que se hiciera ese tipo de ceremonia, algunos acudieron por el aprecio que le tenían a la pareja y, porque es algo que no se suele ver seguido.

Allí se encontraban los padres de Gothorita, quienes llegaron antes de que la tormenta se aproximara a la zona.

—Es un gusto verte, pequeña —indicó Alakazam, su papá.

—Han llegado muy rápido —respondió Gothorita—. ¿Se encuentran bien?

—Sí —respondió su mamá—. Fue una tormenta espantosa. Afortunadamente no duró mucho y, lo más importante, que se pudo llevar a cabo la boda.

Un Jellicent anciano, sería el encargado de oficiar la boda y no podía comenzar hasta que todos los invitados llegaran; era un hecho que aquella pareja contaba con muchos amigos y amigas.

Kirlia y Tsareena se presentaron formalmente con un apretón de manos, indicando que eran amigas de Gothorita y juntas formaban un grupo de exploración que trabajaban para el Gran Bluff, cuyo nombre era bastante famoso en cada rincón de la región.

—Yo también fui un explorador —indicó Alakazam—, pero trabajaba con otro grupo de exploradores, mucho antes de Wigglytuff se volviese tan conocido.

—Cuando era pequeña —habló Gothorita—, papá me contaba hazañas y aventuras que vivió siendo explorador, cada noche lo molestaba con que me contara un cuento antes de dormir.

Gothitelle soltó una risa nerviosa, le alegraba tener esos recuerdos de cuando su hija estaba en su etapa inicial y de aquellos momentos en los que todavía no salía del huevo.

—Son recuerdos hermosos —dijo ella.

—¿Dónde conociste a la señora Jellicent? —preguntó Gothorita, pues ante de llegar a Costa Arenosa, les había contado a sus amigas de dicho suceso.

—Somos amigas de toda la vida —contestó su mamá—, hablamos regularmente cuando vengo a la playa y, en ocasiones, ella y su esposo nos visitan en casa, pero, por lo general, somos nosotros los que venimos a visitarlos.

Alrededor del grupo, seguían llegando los invitados y la playa había sido decorada para la ocasión; algo muy sencillo, pero que creaba esa ilusión de estar en una celebración. Flores de múltiples colores, algunos corales, también coloridos y la alegría de los asistentes que esperaban a que comenzara el festejo.

—¡Por favor, reúnanse! —gritó el Jellicent anciano para captar la atención de los asistentes.

Muy pronto, la pareja anfitriona se situó frente al Jellicent que había hablado y alrededor de ellos, se comenzaban a acomodar todos los invitados e invitadas.

—¡Qué emoción! —chilló Tsareena—. Nunca he visto algo como esto.

Luego, el montón de murmullos cesaron y se creó el silencio.

—Saludos a todos —indicó el anciano—. Estamos aquí reunidos para ser testigos del gran amor que sienten el señor y señora Jellicent, el cual, quisieron darle un valor simbólico mediante esta hermosa ceremonia. Como ustedes saben, no es muy usual ver este tipo de situaciones, pero cuando se hacen, no queda más que contemplarlo y celebrar, y compartir la felicidad de la pareja...

La pareja de Jellicent prestaba atención de sus palabras y, de vez en cuando, miraban a alrededor para cerciorarse de que todos los invitados ya estuviesen presentes en la velada. Era cierto que venían Pokémon desde distintos lugares, pues alrededor de todo ello, se ponía vislumbrar la variedad de especies entre los asistentes.

Sin embargo, nuevamente la tormenta se hizo presente y eso causó congoja en gran parte de los invitados, sobre todo por aquellos que no podían tolerar la lluvia. Por parte de la pareja de Jellicent, no había problema, pues eran Pokémon de tipo agua, sin embargo, no tendría el mismo significado hacer la celebración sin invitados; después de todo, ambos tenían muchos amigos y amigas de diversos tipos.

—¿Qué haremos? —preguntó Jellicent hembra.

—Con tormenta, o no, debemos continuar —le contestó Jellicent macho.

—Pero nuestros invitados... —se quejó ella.

—Solo es lluvia, si esperamos un poco, podemos continuar con la ceremonia y realizar la celebración en la tienda de la Aldea Marítima.

Muchos de los invitados buscaron refugio, mientras otros pocos, estaban pendientes de que la celebración continuara. Era el caos reinando ante ellos y no tenían a la mano una solución a aquel clima que comenzó siendo soleado y después comenzó a enloquecer, presentando dos tormentas seguidas.

El grupo de exploradoras pensaron si aquella situación tenía que ver con el poder de Yveltal. Recordaron entonces aquella situación que ocurrió en el Bosque Helado, en donde ya se había presenciado su poder, ¿acaso estaba ocurriendo lo mismo en Costa Arenosa? No tenían respuesta a esa pregunta, pero estaban con la atención puesta en lo que sea que ocurriese después. 

—¿Qué pasará ahora? —preguntó Kirlia.

—No lo sé —contestó Tsareena—. La pareja de Jellicent están dispuestos a continuar con la ceremonia, pero algunos invitados ya no están y el que está oficiando la boda se ha detenido por no saber qué hacer.

—Tal vez es una señal —indicó Gothorita—. Seguramente ocurrirá lo mismo que en el Bosque Helado.

—Eso no lo sabemos —aseguró Kirlia—, tal vez, solo se trata de un mal día con un clima nada favorable, solo debemos esperar un poco.

Sin embargo, como si no hubiese sido suficiente, los problemas no cesaron, pues un grupo de malhechores irrumpieron en la celebración sin importar el mal clima.

Saluditos.

Espero que les haya gustado este corto capítulo.

¿Qué pasará con la boda? Lo averiguaremos en la próximo actualización.

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