17. Confrontación.
El ambiente se tornó pesado, la tensión se podía sentir con cada paso que daban; sumado al silencio que se prolongaba en el tiempo.
—¿Se puede saber qué te pasa? —preguntó Kirlia, tan pronto llegaron a la sede del gremio.
Tsareena volteó a mirarla y manifestó que no tenía nada.
—Hablo contigo, Gothorita —habló una vez más.
—Yo... Te vi el otro día en el café Spinda —confesó Gothorita y, ante la sorpresa de las dos presentes, continuó hablando antes de recibir réplica—. Estabas con un Scrafty.
—Es un amigo —contestó Kirlia rápidamente.
—Los vi de una forma muy cariñosa y..., ¿por qué lo ocultabas?
—No he ocultado nada —le confrontó la aludida.
—¡Deja de mentir! ¿Esa es la razón por la que te escabulles siempre?
Un nudo en la garganta se formó en Kirlia, una parte de ella creía que podía salirse con la suya, la otra sabía que algo así pasaría en cualquier momento, si hubiese sido más valiente, hubiese confesado lo que ocurría; sin embargo, no lo hizo por ese temor constante de ser juzgada, es bien sabido que muchos juzgan sin conocer la verdad y esa fue la razón para sus salidas repentinas; Gothorita tenía razón.
—Sí —respondió Kirlia—. Me veía a escondidas con él, porque me gusta, nos gustamos y..., no sabía cómo decirlo sin que me juzgaran, muchos creen que Scrafty es un bandido, un chico malo, pero no lo es y yo lo quiero por cómo se comporta cuando está conmigo, porque me ha demostrado ser más de lo que los lugareños hablan. Sí, se ve rudo, pero no es un tipo malo y no me ha hecho ningún daño.
—¿Tanto te costaba decirlo? —le siguió riñendo Gothorita—. ¿Quiénes crees que somos?
—Todo el mundo espera que salga con un Gallade, alguien de mi misma especie —confesó con sus ojos a punto de ser un torrente de lágrimas—, hasta mis padres pensaron eso, pero ellos ya lo saben, ellos debían saberlo antes que cualquiera.
Aquella respuesta dejó a Gothorita sin palabras. Tsareena se mantuvo serena, a unos cuantos metros de distancia, escuchando atentamente, sin intervenir.
—A mí realmente no me importa a quien le entregues tu corazón —confesó, tras su silencio—. Mientras seas feliz, no importa nada más; además, sé que eres lo bastante fuerte y astuto para no dejarte lastimar, y..., si lo elegiste es por algo que solo tú sabes.
—Gracias —respondió Kirlia, con una sonrisa distante que estaba impregnada de cierto aire de nostalgia.
—Pudiste haberlo dicho... —insistió Gothorita.
—Y tú deberías dejar de estar a la defensiva —le interrumpió Tsareena.
—Y si algo le ocurriera, ¿qué le dirías a sus padres? ¿Qué le dirías al Gran Bluff?
—¡No pasó nada! —chilló Kirlia, ante la actitud de su amiga y todas las palabras que decía—. Y no va a pasar nada, confío en él y sé que nunca me traicionaría.
—Yo lo sé —dijo Tsareena—. Te has ausentado por meses, con distintas excusas, aunque a veces las repetías, pero..., si pudiste mantener ese secreto tanto tiempo y no ha pasado nada, estoy segura que serás muy feliz con él y espero conocerlo.
Las palabras de su amiga eran reconfortantes; no obstante, Gothorita a veces optaba por esa actitud de madre de familia. Sí, era gratificante tener alguien que te cuide y que desee lo mejor para ti, pero en ese preciso instante, la actitud que tenía era de alguien sobreprotector y que, a la vez, reflejaba desconfianza.
El lugar se tornó de un silencio que se prolongaba conforme pasaba el tiempo.
—Debo irme —habló Tsareena—. Veré a Grovyle, me ha invitado a dar un paseo, baja un poco las barreras, ¿de acuerdo? —dijo en dirección a Gothorita.
—¡Ahora soy la mala del paseo! —se quejó.
—No —dijo Kirlia—. Simplemente estás siendo reticente.
Gothorita soltó un bufido y para ese instante Tsareena ya no estaba.
—Solo me preocupo por ti, eso hacen los amigos —respondió y se alejó de Kirlia.
—Los amigos no cuestionan tus acciones —contraatacó y se acercó a ella—, sí, está bien que te preocupes, pero ya he dado las razones por las que no he dicho nada y, aun así, sigues mostrando una actitud que no te corresponde, ¿te molesta que alguien más me quiera?
—Me molesta que alguien te quiera —confesó Gothorita y suspiró—. Me molestó que hayas tenido ese secreto, aun sabiendo que podías decirlo en cualquier momento. Pero, el ver a Tsareena con Grovyle y que tú confieses que eres feliz con Scrafty... —Dejó sus palabras suspendidas en el aire por un instante y Kirlia no la interrumpió, sabía que estaba en medio de una gran confesión y era mejor darle el tiempo suficiente para soltarlo todo—. Eso me molesta más, siento que nunca podré tener eso, tengo el amor de mis padres, de mis amigos y de muchos del Pokégremio, pero ese tipo de amor..., ese es diferente y siento que jamás podré tenerlo..., por mi forma de ser, la actitud que a veces tomo ante los halagos, ¿recuerdas lo que sucedió con Corphish?
—Tal vez a Corphish le gustas —respondió Kirlia y soltó una risa nerviosa—, o, tal vez, solo te vea como una amiga, no lo sabemos. Debes dejar esa actitud o algún día resultarás herida y no hablo de algo físico, sino que tu corazón puede resultar herido y el día en que suceda...
—Lo sé, lo sé muy bien y estoy trabajando en eso, pero es difícil...
—¿Entonces estamos bien? ¿No te molesta que salga con Scrafty?
—No, simplemente era envidia, ¿de acuerdo?
Gothorita extendió sus brazos y Kirlia se acercó a ella. Se envolvieron en un abrazo cálido, había sido un momento de confesiones, pero que no se sabía con certeza cuándo volvería a repetirse. Era un grupo de amigas que confiaba una a la otra y que se cuidaban día a día; aunque la actitud de Gothorita no era la más adecuada, tenía una razón detrás de todo ello.
—Estoy segura que si bajas las defensas como ha dicho Tsareena, encontrarás un chico al que le encantarás —confesó Kirlia—, y eso no es todo en la vida, pero resulta ser un lindo complemento para el día a día.
—Gracias —respondió Gothorita—, y también espero conocerlo.
—Bueno, ahora solo debo decirle que la relación ya no es un secreto, seguro se pondrá feliz.
Gothorita sonrió y su amiga le devolvió la sonrisa.
—¿Qué te parece si revisamos el tablón de anuncios? —preguntó.
Kirlia asintió.
Se sentía bien liberarse, decir aquello que tenías ganas de soltar y se sentía bien saber lo que pasaba con sus amigas, aunque resultaba un tanto abrumador que se supiera en una situación tan tensa como la que acababan de pasar, de cualquier forma, aquella intensa charla reforzaría su lazo como grandes amigas.
No puedo con tanto drama, ¿y ustedes?
Pero realmente era necesario hacer el cierre de esta mini-subtrama, se vienen más cositas y casi nos acercamos al clímax de la historia, aunque aún falta un par de capítulos para eso. Como sea, espero disfrutando la historia porque yo estoy amando escribirla.
Nos vemos en el próximo capítulo.
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