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Villa Huérfana

Me desperté sobresaltada, con el corazón acelerado. Respiré entrecortadamente mientras observaba mi entorno y poco a poco me di cuenta de que estaba a salvo en mi habitación.

La luz del sol se filtraba por las ventanas, y supe que había dormido de más, otra vez.

Hace mucho que no me tocaba esta pesadilla, normalmente pasan 2 meses, pero esta vez solo paso uno...

Me parecía tan vívida, tan real, y sin embargo no podía entender su significado.

A lo que me refiero, es que estoy totalmente segura que nada como una lluvia sangrienta a sucedido. Y aún así, a mi mente le encanta repetir esta pesadilla.

Dejé de lado esos pensamientos por el momento, sin querer ahondar en las profundidades de mi subconsciente.

Balanceé las piernas sobre el lateral de la cama, me estiré y bostecé, con los restos del sueño aún aferrados a mis sentidos.

Sabía que no podía quedarme más tiempo en la habitación, no con el ajetreo del desayuno (o mejor dicho comida) a punto de empezar.

Salí al pasillo, las tablas del suelo crujiendo bajo mi peso mientras me dirigía al baño.

El pasillo estaba poco iluminado, las luces de las velas proyectaban un pálido resplandor que apenas iluminaba las desgastadas paredes.

Al llegar al cuarto de baño, empujé la puerta y me encontré con un olor húmedo y mohoso que impregnaba el aire.

El goteo del agua resonaba en el silencio y las gotas caían sobre las baldosas agrietadas.

Me acerqué a la hilera de duchas, cuyas paredes de azulejos estaban manchadas de moho y manchas de hongos, Rápidamente eligiendo una ducha limpia.

A pesar de que las condiciones no eran ideales, me recordé a mí misma que debía estar agradecida por tener acceso a agua limpia.

Cuando giré la llave y me metí bajo el chorro tibio, el agua cayó en cascada sobre mí, eliminando los restos de suciedad y de la pesadilla.

Al terminar de bañarme, salgo del baño lleno de vapor con una toalla envolviendo mi cuerpo. El aire fresco me abrazó mientras me dirigía hacia la fila de taquillas, cada una con una etiqueta. Encontré la mía y la abrí, mostrando mi ropa perfectamente doblada y un pequeño peine.

Con el pelo bien arreglado, me alisé las arrugas, me ajusté la camisa, la falda y me aseguré de que todo estuviera en su sitio.

Me echo un último vistazo en el espejo de la taquilla, la cierro y salgo del baño.

Bajé las escaleras, el sonido de mis pasos resonando en el pasillo lleno de trofeos. Algunos se otorgaban por categorías... malas, como "más comida desperdiciada en un sitio".

Después de lo que me pareció una eternidad, llegué al final de las escaleras y entré al comedor.

Yo nunca he ido a una escuela, pero creo que este comedor es del mismo tamaño del comedor de una.

La habitación bullía de energía mientras los niños más pequeños charlaban y reían en su propia mesita, en el rincón más alejado.

-Hola, Lyra! - exclamaron al unísono.

-Hey!

Entre la multitud, divisé a Liliana, mi mejor amiga del orfanato.

Su pelo negro trenzado y sus gafas acentuaban su aspecto estudioso (Aunque no hay mucho que estudiar en este orfanato). Llevaba una falda marrón y un vestido a juego.

-Hola, Lili!

-Hola, Lyra! - Me respondió con una sonrisa.

-Lyra, ven a recoger tu comida! - exclamó Martha, la cocinera, con voz impaciente.

-Ya voy! - respondí, levantándome apresuradamente de la mesa donde estaba sentada Liliana. - Guárdame sitio, - bromeé, con una sonrisa en la comisura de los labios.

-Siempre, Lyra.

Mientras avanzaba por el comedor, me movía entre las mesas y miraba las caras de los demás huérfanos. Las risas y el parloteo llenaban el ambiente, creando una atmósfera caótica, aunque cálida.

El aroma del cocinar de Martha, o la falta de ella, permanecía en el aire, entremezclándose con el ruido de los cubiertos y las conversaciones murmuradas.

Al llegar a la cocina, espere a que Martha sirviera mi ración. El olor de algo vagamente parecido a la comida flotaba en el aire, mezclado con el aroma del café recién hecho.

-Buenas tardes, Lyra, - saludó con cansancio, - otra vez dormiste de más?

-Tu que crees?

-Creo, que deberías dormir menos.

Típico de Martha...

Como pueden ver, Martha es la cocinera del orfanato, y me cae mal...

No es que la odie o nada parecido, pero a veces me gustaría que tuviera mas tacto con sus palabras.

-comételo todo, esta vez, - comentó mientras me daba un plato lleno de "comida" - por favor.

-No prometo nada.

Con el plato en la mano, volví a la mesa y me senté junto a Liliana.

Miré la masa poco apetitosa de color marrón en mi plato con disgusto. No quería comerla, pero tampoco quería mas regaños de Martha.

Liliana, sin embargo, parecía saborear cada bocado como si fuera un buffet exótico.

-Cómo se te ocurre masticar esa abominación? - Dije haciendo una mueca, incapaz de ocultar mi asco.

Las cejas de Liliana se fruncieron confundidas por un momento, pero entonces vio mi plato y tragó rápidamente su bocado, estallando en carcajadas.

-Si no pienso en el sabor, puedo comer cualquier cosa, - respondió con una sonrisa pícara.

-Incluso baba de caterpie?

Me miró un momento, asimilando la broma, antes de volver a reír.

-Sí, probablemente!

Antes de darme cuenta, ya había devorado la insípida comida y la había bajado con el insípido café.

Suspiré, y miré el reloj justo arriba del comedor. 2:25, supongo que si debería dormir menos.

-Bueno, supongo que me iré, - dije levantándome del asiento.

-Cuídate, Lyra! - me gritó Liliana.

-Es mi única responsabilidad, - le respondí sarcásticamente.

Cuando abrí la puerta principal de un empujón, la luz cegadora del sol inundó la habitación, abrumando momentáneamente mis sentidos.

Di un paso adelante, el calor abrasador del sol me golpeaba la cara. Me recordó que debía coger mi gorra, la que tenía el símbolo de la pokeball, pirata y desgastada.

Nostalgia inundo mi mente al ponérmela, aunque no podía recordar cómo la había adquirido en realidad. Yo jamás he ido a la tienda.

Con la gorra bien colocada, empujé la puerta principal del orfanato, otra vez, cuya valla de pinchos rodeaba el recinto como una fortaleza.

Los gruesos cimientos, de unos 30 cm (estaba aburrida un día y los medí), añadían un toque de intimidación innecesario. Por la noche, con sus inquietantes sombras, el orfanato parecía más una prisión.

Salí y observé los alrededores de la villa en la que he pasado toda mi vida.

Villa huérfana.

El nombre es muy apropiado, pues es un lugar que albergaba las esperanzas y los sueños de aquellos que, como yo, habían perdido a sus familias y encontraban consuelo entre estos muros.

Bueno, no creo que pueda decir "como yo", porque nunca conocí a mi familia.

Eh, regresemos a la Villa.

Sakura una vez me dijo que, en un pasado muy lejano, Villa huérfana no se llamaba... villa huérfana. Pero que debido a muchos huérfanos llegando a el orfanato medialuna, alcanzo su máxima capacidad, llevando al nuevo nombre de la villa.

Al oeste, se alzaba un grupo de casas descuidadas, cuyas fachadas decadentes y poco atractivas eran un crudo recordatorio de las penurias que asolaban esta comunidad.

Sé que sueno deprimente, pero es bastante difícil no serlo cuando todo lo que te rodea es mierda.

Junto a las casas en ruinas, se erigía un destartalado Centro Pokemon, que apenas lograba atender a los Pokemon de por aquí y a sus entrenadores.

No muy lejos del Centro Pokemon, una tienda luchaba por sobrevivir. Sus escaparates exhibían juguetes y baratijas desgastadas, cuyos colores se desvanecían con el tiempo.

En los últimos días se había empezado a construir un edificio de grandes dimensiones, cuyo propósito aún se desconocía.

Entrecerré los ojos, y me dirigí hacia el laboratorio.

Tenía mis sospechas sobre el lugar, una estratagema para atraer a los niños y convertirlos en entrenadores.

Aunque no es que pudiera culparles del todo, ya que las batallas Pokemon siempre conseguía captar mi atención.

Además, era donde yo trabajaba.

El trayecto hasta el laboratorio fue corto y en unos instantes llegué. El edificio se extendía ante mí y me recordaba a las pintorescas granjas de los dibujos animados.

En el exterior había un encantador jardín de flores, un mini estadio para batallas (a pesar de que a la profesora no le gustaban los combates) y una solitaria silla plegable.

Me acerqué a la puerta corredera, cuyo mecanismo se deslizó suavemente al abrirse.

Una refrescante ráfaga de aire fresco saludó mi rostro, aliviándome del sofocante calor. Me adapté al cambio de temperatura y entré en el interior híbrido del laboratorio y la sala de estar.

Sakura, la profesora de la villa, vivía en este lugar.

Numerosas estanterías adornaban las paredes, repletas de material de investigación y libros. Algunas estanterías estaban meticulosamente organizadas, mientras que otras estaban desordenadas y los libros caían en cascada de los lugares que les correspondían.

Una pequeña mesa con dos sillas ocupaba un rincón de la habitación, un lugar donde ella y yo compartíamos ocasionalmente el té. Era una situación poco habitual, pero a la que me había acostumbrado, aunque la comodidad era un bien escaso en aquel entorno tan peculiar.

-Hola, Lyra. ¿Cómo has estado? - sonó la voz de la profesora Bailey, rebosante de entusiasmo. - Vamos, entra!

-Estoy bien Sakura...

Su verdadero nombre es Bailey. yo la llamo Sakura de cariño, por su parecido con los árboles Sakura, su cabellera de color rosado.

La profesora Sakura es una persona extraordinaria, siempre deseosa de involucrarme en sus grandes teorías y descubrimientos, incluso cuando mi tarea es simplemente limpiar.

-Mira lo que descubrí, mira, mira!

A Bailey se le iluminaron los ojos de emoción cuando me presentó un peculiar gráfico. Me esforcé por encontrarle sentido, entrecerrando los ojos ante los intrincados detalles que bailaban sobre el papel.

-No puedo... No puedo verlo.

Bailey no tardó en darse cuenta de su descuido y apartó el gráfico de mi cara.

-Ah, lo siento!, - se disculpó, sin perder el entusiasmo. - Según este gráfico y la epigenética de los Pokemon, he hecho un descubrimiento asombroso. Los Pokemon pueden INVOLUCIÓNAR!

Levanté una ceja, picada por la curiosidad.

-Involución? Te refieres a volver a una forma anterior?

Bailey asintió con entusiasmo.

-Exacto. Imagínate todas las posibilidades!

-Cuál sería el propósito de que un Pokémon involucionara? En qué les, o nos, beneficiaría?

La expresión de Sakura se volvió pensativa.

-Uh... Aún estoy trabajando en ello, - admitió, y volvió a mirar el gráfico.

La profesora Sakura, aunque fuera extraordinaria, tenía tendencia a enfrascarse en temas carentes de sentido práctico.

Mientras Sakura profundizaba en sus pensamientos, yo aprovechaba para centrarme en mis propias tareas.

Como asistente, era mi responsabilidad mantener el laboratorio en orden. El desordenado espacio de trabajo reflejaba a menudo el caos que reinaba en la brillante mente de la profesora Sakura.

Empecé por reordenar cuidadosamente los libros caídos en las desordenadas estanterías, creando una sensación de orden en medio del caos intelectual. Mientras ordenaba la habitación de la profesora Sakura, no pude evitar fijarme en el delicado aroma a flores de cerezo que parecía seguirla allá donde iba.

Con la habitación de la profesora ya en orden, centré mi atención en el laboratorio. Recogiendo los papeles desechados y barriendo los escombros esparcidos, trabajé diligentemente para restaurar la condición prístina que era esencial para la investigación científica.

Mientras proseguía mis esfuerzos, tropecé con una puerta olvidada, oculta tras el desorden. Una mezcla de inquietud y curiosidad se apoderó de mí cuando la abrí con cautela y descubrí...

Que era el cuarto de baño...

Decidí centrarme en las tareas inmediatas y me puse a trabajar con determinación. Armada con una escoba y productos de limpieza, fregué la suciedad acumulada y devolví la vida a la habitación "olvidada".

Mientras terminaba mis tareas, las horas habían pasado inadvertidas.

La profesora Sakura había sucumbido al agotamiento, durmiendo sobre la mesa entre una colección de productos químicos líquidos y papeles esparcidos.

-Qué tienen que ver estos productos químicos con la epigenética - Susurré al acercarme - y la involución?

El tiempo que pasé como su ayudante me había proporcionado algunos conocimientos científicos (aunque la mayoría eran datos curiosos), la educación más completa que se podía adquirir por estos lares.

Intentando despertarla de su letargo, le sacudí suavemente el hombro.

-profesora. Es hora de ir a tu habitación.

Sus ojos se abrieron y parpadeó, momentáneamente desorientada.

-Qué...? No, no, no, no, - murmuró entre dientes, con la voz entrecortada. - Por favor, tenemos que tomar el té antes de que te vayas.

Suspiré, dividida entre cumplir su petición y garantizar su seguridad. Los despistes de la profesora la llevaban a menudo a olvidar su propio bienestar.

-Está bien, profesora, - acepte finalmente. - Podemos tomar un té rápido, pero luego nos vamos a la cama, ok?

Un destello de gratitud cruzó sus ojos somnolientos y asintió emocionadamente.

***

Cuando entré en la habitación de Liliana, me saludó con su típica sonrisa.

Ahora teníamos el lujo de disponer de la habitación para nosotras, ya que los otros niños habían optado por trasladarse. Eso nos permitía hablar libremente sin los oídos indiscretos de los demás.

-Cómo te fue? - preguntó Liliana con los ojos llenos de expectación.

-Igual que siempre, - respondí con una pizca de frustración. - Empiezo a pensar que Sakura ensucia todo a propósito.

Liliana rió entre dientes, comprendiendo mi enfado.

-No me extrañaría, - respondió, sacudiendo la cabeza. - A veces me pregunto si prefiere el caos.

Suspiré, dejándome caer en la cama junto a ella.

-Ciertamente lo parece...

Liliana se acomodó cómodamente en la cama, cruzando las piernas mientras entablábamos una conversación relajada.

-Así que, ¿ha pasado algo interesante durante tu turno de hoy? - preguntó, con los ojos brillantes de curiosidad.

Me eché hacia atrás, apoyándome en los brazos.

-Bueno, aparte de las tareas habituales de limpieza, he charlado con Sakura.

Liliana enarcó una ceja, claramente intrigada.

-Oh? De qué estuvisteis hablando esta vez?

-Nada demasiado útil, la verdad, me habló de su descubrimiento de una posible involución pokémon.

Los ojos de Liliana se abrieron de par en par con verdadero interés.

-Involución pokémon? Suena intrigante. Cuéntame más.

-Bueno... - Me incliné más cerca, bajando ligeramente la voz como si estuviera compartiendo un secreto. - Por lo que he averiguado durante mi turno, aún es un trabajo en curso, pero ella está convencida de que hay algo más.

Liliana se inclinó hacia mí, cautivada por la investigación carente de utilidad.

-Ella cree que los Pokémon pueden volver a sus formas anteriores, evolucionando a la inversa, - le expliqué. - Mencionó la epigenética y algunos datos intrigantes en una gráfica, pero las implicaciones prácticas aún no están claras.

-Es increíble, - susurró, con la voz llena de asombro.

-Tú crees? No encuentro nada útil sobre un pokémon regresando a una etapa anterior.

Liliana se detuvo un momento, considerando mis palabras. Se recostó contra el cabecero de la cama, con la mirada fija en un punto lejano mientras procesaba la información.

-Entiendo de dónde vienes, - comenzó Liliana, su voz pensativa. - Pero piénsalo. Y si la involución abriera nuevas vías de exploración? Y si permite a los Pokémon aprovechar habilidades olvidadas o recuperar conexiones perdidas con su estado natural?

Fruncí el ceño, intrigada por la perspectiva de Liliana. Tenía un don para ver las cosas desde un ángulo diferente, a menudo desafiando mis propias ideas preconcebidas.

-Supongo que podría haber un potencial oculto en la involución, - admití, con la curiosidad despertada. - Pero, ¿cómo funcionaría? No sería un paso atrás en el desarrollo de un Pokémon?

-Quizá no se trate de retroceder, sino de redescubrir y abrazar diferentes aspectos de la esencia de un Pokémon, - Liliana sonrió, con un brillo de emoción en los ojos.

-Ok, ok, tu ganas, - cedí con una sonrisa juguetona y rodando los ojos, - pero que quede claro, que no admitiré que es interesante en frente de Sakura.

Escuche una risita de Liliana antes de que desviará su mirada a mi cicatriz, una marca siempre presente en mi mano derecha.

-Te preocupas demasiado por esta cicatriz, - dije con desdén.

Aunque en el fondo, no podía evitar preguntarme por su origen, sobre todo teniendo en cuenta esa pesadilla.

Pero, aunque la cicatriz este en la misma mano que se quemó en el sueño, es solo una coincidencia.

Una muy bizarra coincidencia.

-Oye, uh, como van tus ahorros? - Preguntó Liliana, devolviendome al presente.

Mis ahorros... bueno, van más lentos de lo que me gustaría, pero estoy ahorrando lo suficiente para poder salir de aquí y empezar una nueva vida, cuan mas lejos de aquí, mejor.

Por lo que Sakura me ha dicho, existe un gran lugar llamado "Ciudad Epicua". Realmente no sé mucho al respecto, pero cualquier cosa es mejor que este agujero de mierda.

-Algún día juntare lo suficiente, - respondí, una mirada determinada cruzando mi rostro. - Encontraré una manera de hacer que suceda.

-Estoy segura de que lo lograrás, Lyra. Eres fuerte y valiente. Nada puede detenerte.

Sonreí agradecida por sus palabras, pero también sonreí por algo que ella no sabia.

No solo estoy planeando dejar este agujero de mierda, estoy planeando dejar este agujero de mierda con ella. Vivir juntas en paz, en un lugar no de mierda.

No le he dicho eso porque la conozco.

Si se me ocurriera decirle, se negaría rotundamente, es muy humilde. Así que juntare todo el dinero necesario, y me la llevaré a la fuerza! De ninguna manera la dejaré vivir aquí.

Justo cuando estaba a punto de responderle a Liliana, la puerta se abrió de golpe, interrumpiendo nuestra conversación.

Martha, la cocinera, estaba parada allí con una expresión sería en su rostro.

-Lyra, necesito hablar contigo. Es importante, - dijo secamente, su voz conteniendo su habitual tono gruñón.

Me indicó que la siguiera y, con pasos vacilantes, la seguí hasta la cocina, donde estoy muy segura que duerme.

Cuando entramos en la cocina, Martha me indicó que me sentara en la pequeña mesa de la esquina. Obedecí, mi corazón latiendo con anticipación.

Martha se apoyó contra la encimera, con los brazos cruzados, y clavó su mirada en mí.

-Necesito que vayas a la tienda y compres un garrafón de agua.

La orden de Martha me tomó por sorpresa. Comprar un garrafón de agua parecía una tarea bastante simple y mundana, pero su tono serio y su mirada penetrante sugerían que había algo más detrás de esa petición aparentemente trivial.

-Por qué lo haces sonar como algo super serio? - pregunté, tratando de entender la importancia de la tarea.

Martha suspiró, como si llevara una gran carga sobre sus hombros.

-No sé como, pero un Mercuryse llego a nuestros suministros de agua, y ahora están envenenados.

-Que?! Nuestra agua esta contaminada?!

-No toda exagerada, solo la del orfanato. - Explico un poco más calmada, pero aún manteniendo su tono gruñón. - Y por eso debes de ir a comprar un garrafón.

Un mercuryse se filtro en nuestra agua... Ni siquiera se que es un Mercuryse, pero asumiendo por el mundo en el que vivimos, ha de ser un pokemon extraño de esos.

-Porque debo de ir yo a la tienda? Acaso no eres tu la que se encarga de toda la comida y agua, "cocinera"

Martha arqueó una ceja, claramente ofendida por mi pregunta desafiante.

-Como ya has de saber, Villa huerfana es... Villa huérfana, - respondió con un tono de voz más gruñon que antes. - Y prefiero que sigamos teniendo una cocinera, a que te sigamos teniendo a ti.

Odio a esta mujer, demasiado.

-Bien, señora demasiado importante, dame el dinero y acabemos con esto.

Martha entrecerró los ojos ante mi comentario sarcástico, claramente sin gracia por mi actitud. Sin una palabra, metió la mano en su bolsillo y sacó unos cuantos billetes arrugados.

-Toma, - se quejó, empujando el dinero en mi mano. - Asegúrate de traer el cambio.

Le arrebaté el dinero. - No prometo nada, - repliqué, tomando un tono desafiante.

Con el dinero en mi mano, salí de la cocina del orfanato y me adentré en la fría y desolada noche.

Caminé por los polvorientos senderos que rodeaban Villa huerfana, manteniendo mi paso firme.

Mientras avanzaba por los solitarios caminos de tierra, el viento susurraba palabras ininteligibles a mi alrededor. El silencio de la noche era interrumpido solo por mis pasos y el eco de mis propios pensamientos.

Pronto llegué al centro del pueblo, donde se encontraba la pequeña poketienda, si, asi se llama.

La luz tenue que se filtraba por las ventanas me invitaba a adentrarme en su interior.

Al entrar, el sonido de la campanilla anunció mi llegada, y un cálido olor a pan recién horneado llenó el aire.

El dueño de la poketienda, un hombre de edad avanzada con una sonrisa amable, me recibió detrás del mostrador.

-Bienvenida, jovencita! ¿En qué puedo ayudarte? - preguntó con voz suave.

-Necesito comprar un garrafón de agua, - le respondí, mostrando el dinero que Martha me había dado.

El hombre asintió comprensivamente, tomó el dinero y desapareció detrás de una cortina que llevaba a la parte trasera de la tienda.

Mientras esperaba, mis ojos vagaron por los estantes llenos de objetos relacionados con Pokémon: Pociones, Bayas, variedad de juguetes, y lo que más capto mi atención, una pokeball descolorida.

Sus colores apagados y desgastados parecían contar una historia antigua. Extendí la mano y la tomé con cuidado, sintiendo su textura áspera bajo mis dedos.

-Es esta su pokeball, señor? - pregunté al hombre cuando regresó con el garrafón de agua.

El hombre sonrió con nostalgia al ver la pokeball en mis manos. - Ah, esa pokeball ha estado en la tienda durante años, - dijo con voz tranquila. - Pertenece a un tiempo pasado, a un entrenador que ya no está con nosotros.

Mis ojos se iluminaron de curiosidad mientras examinaba la pokeball con mayor atención.

El hombre notó mi interés y continuó con una expresión melancólica.

-Esa pokeball solía pertenecer a un entrenador muy querido en toda la region, talvez el mas honesto también. Era un hombre valiente y amable, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Pero un día, desapareció misteriosamente, dejando atrás esa pokeball.

Intrigada por la historia detrás de la desgastada pokebola, miré al anciano con anticipación.

-Por qué desapareció? Fue en una aventura épica o algo así?! - Exclame con un entusiasmo, del que luego me avergonze.

Los ojos del hombre se suavizaron, su mirada distante mientras ahondaba en los recuerdos. - Nadie lo sabe con certeza, - respondió, su voz teñida de tristeza. - Pero no hay que ser muy tonto para imaginar que pudo haberle pasado, no sería Piunem después de todo...

El tono sombrío en su voz me hizo fruncir el ceño. Sabía que vivíamos en una villa muy peligrosa, pero sus palabras insinuaban algo más oscuro.

-Qué quieres decir con eso? ¿Qué podría haberle sucedido?

El hombre suspiró y se acercó a mí, bajando la voz como si estuviera a punto de revelar un secreto.

-El carmesí viene para todos nosotros...

-Que--

-Puedes quedártela si quieres! - Me interrumpió, su voz inusualmente animada. - Ya no funciona, pero es algo bonita, no lo crees?

Mis pensamientos aún giraban en torno a sus palabras enigmáticas, pero decidí no presionarlo más por el momento.

Con una sonrisa agradecida, acepté la pokeball entre mis manos. Aunque no tuviera ninguna funcionalidad, había algo en su historia y su aspecto desgastado que me atraía.

-Gracias, señor. Es realmente bonita, - respondí sinceramente.

El hombre asintió con una sonrisa amable y me entregó el garrafón de agua.

-Ten cuidado con el camino de regreso, jovencita. - Me advirtió al verme salir de la tienda.

Mientras salía de la poketienda con el garrafón de agua en una mano y la pokeball descolorida en la otra, el aire fresco de la noche me envolvía, llevándome de regreso a la realidad de Villa Huérfana.

Decidida a regresar rápidamente al orfanato, apresuré el paso por los estrechos callejones.

Sin embargo, a medida que avanzaba, un sonido inquietante atrajo mi atención: voces masculinas que parecían estar discutiendo acaloradamente.

Curiosa, seguí el sonido hasta un callejón cercano. Lo que vi me dejó sin aliento y me obligó a detenerme en seco.

Si te estabas preguntando a que se refería Martha con "Villa huerfana es... Villa huérfana.", se refería a esto.

Tres hombres rodeaban a un joven indefenso, azotando y lanzándole insultos. El miedo y la impotencia se reflejaban en los ojos del chico mientras intentaba protegerse de los golpes.

-Crees que puedes meterte con nosotros y salir impune? Eres patético!, - uno de los hombres rugió, mientras lanzaba un puñetazo que alcanzó al chico en el estómago.

El impacto lo hizo doblarse de dolor, soltando un gemido de agonía.

El joven, apenas capaz de protegerse, se encogió en un intento desesperado de resistir los golpes y patadas que llovían sobre él.

Cada impacto resonaba en el callejón, mezclándose con sus quejidos agónicos.

El miedo se apoderó de mí mientras presenciaba la escena. Mi corazón latía desbocado y aunque mi instinto me gritaba que debía hacer algo, me paralicé.

Mis pensamientos se debatían entre el impulso de ayudar y el temor abrumador que me envolvía.

El pánico parecía apretar mi pecho, robándome la valentía que necesitaba para enfrentar a 3 hombres, que fácilmente podrían derrotar a una niña de 15 años.

Finalmente, después de un tiempo que pareció eterno, una ola de terror me empujó a tomar una decisión.

Con la cabeza llena de miedo, me alejé silenciosamente del callejón, temiendo las consecuencias de involucrarme.

Mis pasos eran rápidos pero silenciosos mientras escapaba de la escena, cada fibra de mi ser llena de angustia y culpa.

Las lágrimas amenazaban con emerger mientras me alejaba del callejón, sintiéndome impotente y culpable por no haber tenido el coraje de intervenir. Sabía que mi decisión no era valiente ni honorable, pero...

Tenía miedo.

Finalmente lejos de ese callejón, me permití soltar un suspiro de alivio, algo que termine reprochándome. Como me atrevo a sentirme aliviada después de abandonar a alguien indefenso?!

De repente, un grito gutural de pura agonía, resonó por toda la noche tensa.

El grito me atravesó como una daga, desgarrando mi conciencia y haciendo que mi corazón se hundiera en un abismo de remordimiento.

Me di la vuelta para ver el callejón, y desde muy lejos, pude ver un charco rojo que se extendía en el suelo.

El... el esta muerto, no es así?

No, está bien Lyra... no es como si hubieras podido evitar que algo así sucediera...

Pero aun así... no puedo evitar sentirme culpable por ello...

Si hubiera decidido ayudar, estaría tirada en mi propio charco rojo... no eres culpable.

Yo podría ser la próxima tirada ahí...

Lili podría ser la próxima tirada ahí...

No. Detente, Lyra. Siempre haces esto cada vez que sucede algo así.

No es tu culpa, no lo es.

Concéntrate en conseguir suficiente dinero y sal de aquí, para que tú y Lili no seáis los próximos tirados en un charco rojo.

Con la pokeball descolorida aún en mi mano, recordé las palabras del anciano de la poketienda.

-Me pregunto qué habría hecho ese entrenador en esta situación...

Dejé escapar un profundo suspiro, tratando de reprimir toda la culpa que sentía.

-Pachi!

Huh?

Miré hacia abajo y vi a un Pokémon. Una ardilla blanca de mofletes amarillos y una cola azulada. Su apariencia tierna y sus ojos preocupados me hicieron sentir un destello de calidez en medio de mi tormento emocional.

Creo recordar que se llamaba... Pachirisu talvez?

Me agaché y extendí la mano hacia pachirisu, acariciándolo suavemente en la cabeza.

-Hola amiguito... escuchaste mis pensamientos traumáticos y viniste a consolarme?

Al sentir el contacto reconfortante del Pachirisu, me permití sonreír ligeramente a pesar de la tristeza que me embargaba.

Observé cómo el Pachirisu se alejaba apresuradamente, moviendo sus patitas con energía y señalando hacia un camino cercano.

-Pachi, parisu!

Su expresión parecía urgente, como si estuviera tratando de comunicarme que era una emergencia.

Con determinación, comencé a seguir al Pokémon a pesar de mi cansancio.

Mis piernas se movían lo más rápido que podían, pero pronto me di cuenta de que mi energía estaba disminuyendo rápidamente.

-Espera... amiguito... oh mi Arceus, esto es muy cansado...

Trataba de mantenerme cerca del Pachirisu, siguiendo su ritmo apresurado, pero sentía cómo mi respiración se volvía agitada y mis piernas se volvían más pesadas a cada paso.

Mientras seguía al Pachirisu a través de la Villa, el Pokémon me llevó cada vez más cerca...

Al bosque...

Al bosque que rodeaba el pueblo.

Cuando finalmente llegamos al borde del bosque, un escalofrío recorrió mi espalda y me quedé paralizada ante la imponente vista de los árboles altos y frondosos que se extendían frente a mí.

Un miedo agonizante se apoderó de mí, haciendo que mis músculos se tensaran y mi corazón latiera con fuerza.

Traté de dar un paso adelante, de avanzar hacia el bosque, pero una fuerza invisible parecía sostenerme en su lugar.

-Pachi? - El pachirisu soltó un gemido interrogante, al verme paralizada.

Mis pies se sentían como si estuvieran pegados al suelo, y una voz susurrante en mi cabeza me advertía de los peligros que acechaban en ese lugar.

-P-por qué tengo t-tanto miedo?

Me invadió un escalofrío al recordar la pesadilla que había tenido tantas veces.

El cielo carmesí, las llamas ardientes, la lluvia de sangre y carne que caía sin piedad...

El bosque incendiado...

-E-es el mismo bosque?

Me quedé paralizada por un momento, incapaz de apartar la mirada del bosque y de las sombras que parecían acechar entre los árboles.

No, no puede ser el mismo, Lyra, es solo una pesadilla! No hay nada que temer, es solo una pesadilla, no es real. Solo una pesadilla, no pasó nada como eso, Lyra. Sólo una pesadilla, solo una pesadilla, solo una pesadilla, SOLO UNA PESADILLA!

Traté de repetir esas palabras en mi mente, convenciéndome de que todo era producto de mi imaginación. Sin embargo, el temor persistía, arraigado en lo más profundo de mi ser.

Mientras luchaba contra mi miedo paralizante, un Pokémon de pelaje blanco y un cuerno en forma de hoz emergió de entre los árboles.

Si no mal recuerdo, Sakura estaba estudiando uno de estos, Era un Absol creo, el Pokémon Desastre.

Sin embargo, en lugar de parecer amenazante, o un desastre, su presencia me transmitía una extraña sensación de calma, tranquilidad?

El Absol se interpuso entre mí y la ardilla, mirándome directamente a los ojos. Aunque no mostraba señales de agresividad, su postura protectora me hizo dudar de mis intenciones.

-No le iba a hacer nada, - susurré.

El absol movió suavemente su hocico hacia el bosque, como si estuviera invitando a la pequeña criatura a seguirlo.

Pachirisu, ahora menos asustado, pareció confiar en el Pokémon y se acercó a él.

El Absol se volvió hacia mí por un momento, como si reconociera mi presencia, y luego se adentró en el espeso bosque, seguido de cerca por la ardilla.

Observé su partida con curiosidad, sintiendo que había algo familiar en la forma en que el Absol se movía y en su expresión serena.

-Espero que al menos ese Pokémon la ayude, - murmure en voz baja.

Me quedé allí, sosteniendo la pokebola descolorida y el garrafón de agua, sintiendo un nudo en mi estómago. Me di cuenta de que, en medio de toda la agitación y el miedo, había olvidado el propósito principal de mi salida.

-OH MIERDA, EL AGUA! NECESITO VOLVER AL ORFANATO!

Dejando atrás el bosque y la escena que acababa de presenciar, emprendí una carrera desesperada de regreso a Villa Huérfana.

Mis piernas se movían con determinación mientras atravesaba los callejones estrechos y conocidos. Sentía el peso del garrafón de agua en mi mano y el latido acelerado de mi corazón.

Finalmente, llegué al orfanato y entré apresuradamente.

Al entrar, fui sorprendida por un abrazo afectuoso de Liliana. Martha, parada detrás de ella, cruzó los brazos y tenía una expresión cansada en su rostro.

-Lyra, me tenías muy preocupada -exclamó Liliana, con lágrimas en sus ojos.

Martha intervino, con un tono sarcástico en su voz. - Sí, no paraba de llorar cuando le dije a dónde te habías ido. "Pero cómo pudiste dejarla ir sola. Al menos dale un Pokémon. ¿Por qué no la acompañaste? Ñe ñe ñe." Gracias a ti, tuve que quedarme en la puerta con ella para evitar que saliera a buscarte.

Bajé la mirada, sintiéndome avergonzada. Aunque me alegraba ver a Liliana preocupada por mí, también me sentía incómoda con la atención extra que eso generaba.

-Lili, te preocupas demasiado, sueltame por favor, me estás avergonzando frente a mi rival jurada.

-Rival jurada? - Preguntó Martha, con una ceja enarcada con enojo.

Liliana soltó el abrazo y miró confundida a Martha.

-Es solo una broma, Martita. No te enojes. Verdad Lyra?

-No.

-Lyra!

-Cállense las dos! - Grito Martha con frustración, digna de mi rival jurada. - Lyra, pásame el maldito garrafon de agua, Mateo casi intenta tomar agua de la llave.

Mientras entre las dos cargabamos el garrafón hasta la cocina (De hecho, me sorprende lo poco que pesa), le susurré.

-Otra persona murió...

Martha se detuvo por un momento, mirándome con seriedad. Sus ojos se entrecerraron mientras procesaba mis palabras.

-Qué se le va a hacer... - Murmuro con un suspiro, - Solo agradece que no hayas sido tú.

Martha y yo depositamos el garrafón de agua en el suelo de la cocina.

Nos quedamos allí en silencio por un momento, esperando que sucediera algo, ¿supongo? Fue un silencio muy tenso, y necesitaba que de alguna manera terminara.

-Entonces... ¿puedo ir a dormir o algo así?

-Vete. - Martha respondió con un tono cortante, dándome a entender que no había más que hablar en ese momento.

Con un suspiro resignado, asentí silenciosamente y salí de la cocina.

Desde lo alto de las escaleras, Liliana me indicó que la siguiera con entusiasmo, sonreí con tristeza y comencé a acercarme a ella.

*BANG*

De repente, escuché un golpe fuerte detrás de mí. Dejé escapar un grito repentino, del cual me sentí avergonzada, y me giré detrás de mí.

Martha tenía su puño contra la mesa, con la cabeza baja.

-No puedo creer que esto suceda una y otra vez, - suspiró Martha, mirando fijamente la mesa. - Pase lo que pase, siempre es un ciclo de puta muerte... estoy cansada...

Si que es un ciclo de muerte... pero no podemos hacer nada al respecto.

Esa es la cruda verdad de villa huérfana.

Finalmente apartando la mirada, subo las escaleras.

***

"El carmesí viene para todos nosotros"

-UGH! NO PUEDO ENCONTRAR NADA!

Me encontré leyendo libros y libros de la librería interminable de Sakura. Pensé que ella tendría algo sobre "El carmesí", pero no logro encontrar nada relacionado a eso.

Aunque, para ser justos, ni siquiera sé qué se supone que debo estar buscando.

Es un pokemon? una persona? un lugar?

Decidí cambiar mi enfoque y comencé a buscar libros relacionados con la mitología de la región, pensando que podría haber referencias al "carmesí" en alguna leyenda local.

Después de un tiempo, encontré un libro titulado "Las leyendas perdidas de la región".

El libro abarcaba numerosas historias y mitos, desde antiguos héroes hasta pokemon míticos. Pasé las páginas rápidamente, buscando cualquier mención de "carmesí".

Finalmente, encontré un capítulo titulado "El carmesí: la muerte eterna".

No jodas Sherlock, la muerte es eterna?

Según el relato, el Carmesí era descrito como un Pokémon de apariencia imponente, con un pelaje rojo intenso y ojos brillantes como llamas...

Y eso era todo...

Todo lo que siguió a la apariencia del pokemon estaba en blanco. Ni un solo toque de tinta.

-Pero que demonios...?

Pasé a través de las páginas de nuevo, viendo si era alguien tratando de ocultar su rastro o algo así. Como en esas películas de aventuras.

Pero no, ningún indicio de páginas arrancadas. Estaba en blanco, inexistente.

Era como si la historia se hubiera detenido abruptamente, dejando un vacío en mi búsqueda.

Con frustración, cerré el libro y lo devolví a su lugar en la estantería. Parecía que encontrar respuestas sobre el Carmesí no sería tan fácil como espera--

-LYRA, VEN A VER, MIRA, MIRA!

Me sobresaltó un grito de Sakura desde el otro lado del laboratorio. Supongo que es esa hora del día otra vez.

Entré en la habitación, un mini laboratorio en el que se hacen experimentos, y encontré a Sakura frente a un pokemon pajaro, con una expresión emocionada en su rostro.

Me acerqué a Sakura con curiosidad, preguntándome qué había descubierto esta vez. Tenía un don en descubrir algo nuevo cada día, pero acaso este será algo realmente práctico?

-¿Qué pasa, Sakura? ¿Qué encontraste? - le pregunté mientras observaba al Pokémon pájaro que estaba frente a ella.

-Bueno, primero te presento a pajarito, el pidgey, será nuestro pequeño... experimento de hoy.

Me acerqué a Pajarito y extendí mi mano con cautela para acariciar su suave plumaje. El Pokémon parecía curioso pero un poco nervioso.

-Hola, Pajarito. Qué experimento estás realizando con él, Sakura?

-Prometo que esto no terminará con un cadáver carbonizado!

Pajarito miró a Sakura con una mirada aterrorizada, obviamente entendiendo lo que dijo.

-No te preocupes Pajarito, Tengo esto bajo control!

Mire a sakura con una mirada aterrorizada. Cuando Sakura tiene algo bajo control, significa todo lo contrario.

-Observa, esta es la piedra rapidez -exclamó Sakura, mostrándome una piedra gris de tamaño considerable con un símbolo de rayo tallado en ella.

Curiosa, le presté atención mientras explicaba su función.

-Acaso no te molesta que tu Pokémon evolucione en medio del combate?! -exclamó con entusiasmo, adoptando una voz de comentarista. - Acaso no te preocupa que tu Pokémon sea atacado mientras evoluciona?! ¡Pues no más preocupaciones, porque te presento la piedra rapidez!

Sakura volvió a su voz normal y continuó explicando.

-Presta atencion, mira lo que pasa cuando Pajarito evoluciona sujetando la piedra rapidez - explica mientras le coloca la piedra en la espalda - este caramelo raro debería hacer el truco...

Mientras Pajarito se tragaba el caramelo, pude notar cómo su cuerpo comenzaba a cambiar. En un parpadeo, evolucionó rápidamente hasta convertirse en un majestuoso Pidgeotto.

-Muy cool verdad! Por lo que he descubierto de la piedra, la energía contenida en ella acelera el proceso de evolución.

-Wow, eso es increíble! Pero... ¿de qué sirve? cómo podemos aprovecharla?

Sakura pareció sorprendida por mi pregunta y respondió con entusiasmo.

-Como qué para qué? evolucionan más rápido... imagina las posibilidades!

Fruncí el ceño, tratando de comprender el razonamiento detrás de su entusiasmo.

-Estoy imaginando, pero las posibilidades parecen muy específicas... Además, solo pueden evolucionar una o dos veces.

-PERO TAMBIEN PUEDEN INVOLUCIONAR, ASI QUE SI INVOLUCIONA, PODRA EVOLUCIONAR OTRA VEZ!

-PORQUE QUERRIA HACER ESO?!

Sakura se quedó en silencio por un momento, como si no hubiera considerado esa posibilidad.

-pfft, da igual, una chica sin estudios como tú no podría entender este descubrimiento revolucionario.

Decidí no discutir más, ya que terminaríamos en una discusión sin sentido. Así que mejor continué con mi trabajo, ya que hacía tiempo que había terminado mi descanso.

-espera por favor! - grito la profesora, casi llorando por alguna razón. - no te enojes, lo siento mucho!

-No estoy enojada...?

-no te preocupes, -Exclamó sin haberme escuchado, - te lo pagaré de algún modo!

La profesora buscó frenéticamente por todo el laboratorio, revisando cada rincón, desde su cuarto hasta debajo de las sillas y mesas. Miró dentro del refrigerador y también en el refrigerador del laboratorio, pero no encontró lo que buscaba.

La expresión de frustración en su rostro era evidente mientras continuaba su búsqueda exhaustiva.

Finalmente, su mirada se posó en la mesa del laboratorio, donde había tres pokeball en espera. Con una mezcla de esperanza y emoción, levantó las tres pokeball y las observó detenidamente.

-Lo tengo! -exclamó la profesora con entusiasmo, sosteniendo las pokeball en sus manos. Volvió su mirada hacia mí, con una sonrisa brillante. -Qué te parece si te doy un pokemon?

Quedé atónita ante su declaración. No podía creer lo que estaba escuchando.

De hecho, estaba pensando en comprar una pokebola y atrapar uno para mí, en defensa propia y eso. Pero todo esto es tan repentino.

-de verdad? -respondí con incredulidad, mi voz temblorosa de emoción.

Sakura sonrió ampliamente, colocando las pokebolas en su lugar, encima de una... bandeja de plata?!

-Claro, como profesora, científica y todo eso, el consejo pokemon, me ordenó dar algunos pokemon a los jóvenes, como tú! - Exclamó con emoción y dramatismo, - solo espera un par de horas, un chico también vendrá por uno.

-Un chico?

La mención de un chico que también vendría a recibir un Pokémon me hizo reflexionar sobre nuestras circunstancias. Al parecer, este chico no era un huérfano como nosotros y eso despertó cierta envidia en mí.

Traté de enfocarme en la oportunidad que se me presentaba. El hecho de recibir un Pokémon de la profesora era emocionante! Y una gran responsabilidad...

Además, para que usaría un pokemon en primer lugar?

Si, criatura mágica, wow y todo eso, pero un pokemon hará que el dinero aparezca de la nada?

Ok, probablemente exista uno que haga eso...

TOC TOC TOC... TOC TOC TOC...

El sonido de los golpes de la puerta que daba fuera al mini laboratorio me sorprendió, un poco. La profesora rápidamente me pidió que cuidara las pokebolas mientras ella iba a atender.

La puerta se abrió y entro el chico del cual la profesora había hablado.

Era de piel morena, vestía una chaqueta y unos pantalones de mezclilla, también llevaba una cachucha y por alguna razón, vestía chanclas. Su pelo era mayormente negro, con las puntas terminando en un azul marino.

-Lyra, conoce a Coly, tu nuevo compañero entrenador pokemon, yeeeeey!

El nombre de Coly me pareció gracioso, pero intenté contener la risa.

-COLY, ¿ACASO TIENES "COLYTIS"? ¡JAJAJAJAJA! - carcajeé sin poder evitarlo.

Coly pareció tomárselo con calma y respondió con seriedad.

-si, si tengo.

Mi risa se detuvo de inmediato, sintiéndome incómoda por el silencio que le siguió.

-B-bueno, Coly, siéntete como en casa, jeje... -dijo Sakura, intentando aliviar la tensión en el ambiente.

Coly observó sus alrededores y decidió sentarse en un sofá cercano. Siguiendo su ejemplo, me acomodé en una silla al lado del sofá.

-necesito que sea más dramático, espérenme un momento

Sakura se fue del cuarto, dejándome a solas con Coly y el silencio incomodo. Era evidente que ninguno de nosotros sabía cómo empezar la conversación.

-Oye... lamento burlarme de tu nombre, es que sonaba gracioso.

-No pasa nada, lo puedo entender.

-Si lo puedes entender, ¿por qué sigue habiendo un silencio incómodo?

Justo en ese momento, la profesora regresó, sosteniendo una mesa en ambas manos.

-¡He vuelto! -exclamó con entusiasmo mientras colocaba la mesa frente a nosotros. - Y me voy de nuevo!

Luego, se dirigió nuevamente hacia la otra habitación para buscar las pokebolas.

Me quedé junto a Coly, sintiendo que necesitaba hacer algo para aliviar la tensión. Decidí aprovechar la oportunidad para conocer un poco más a mi nuevo compañero

-Así que... umm, qué te trajo aquí?

-El odio y la sed de venganza.

Santo cielo. Este tipo es demasiado Edgy. Sakura, ayúdame por favor!

La profesora regresó al laboratorio, trayendo consigo las pokebolas y colocándolas nuevamente sobre la mesa.

-¡Aquí están!

La profesora nos miró con entusiasmo, notando la tensión en el ambiente.

-¡Bien, chicos! Ahora es el momento de que elijan sus Pokémon. Están preparados para el mejor momento de sus vidas?!

Coly y yo nos miramos, regresamos nuestra mirada a la profesora y asentimos.

-Pues prepárense para ser impresionados -exclamó la profesora mientras posaba.

La profesora extendió su mano hacia las pokebolas, mostrándolas una por una.

-¿Acaso escogerán a la valentía en cuerpo físico, quemando todo lo que está a su paso? ¡El gran Burnling!

De una de las pokebolas salió un pequeño duende anaranjado, portando un garrote (o es solo un palo de madera?) en su mano.

-Burnling! - El Pokémon gritó su nombre y su garrote se prendió en llamas, emitiendo un calor intenso.

-O tal vez prefieran a la roca viviente, portadora de un poder increíble. ¡El inmovible Ruckalife!

La siguiente pokebola liberó una roca con varios agujeros, de los cuales salían lianas. Apenas se podía notar una cara asomándose por uno de los agujeros. Parecía lento pero poderoso, dejándome impresionada por su apariencia imponente.

-Pero esperen, hay más. El último, pero no menos importante. Tal vez duerma mucho, pero es un compañero en el cual pueden confiar. Con sus garras, aniquilará a todo. ¡El gato acuoso Miwat!

La profesora lanzó la última pokebola y al abrirse... no salió nada.

-Ah... -murmuró la profesora, confundida por la ausencia del Pokémon

-Eso debería pasar? - preguntó Coly, visiblemente confundido.

-Es un Pokémon invisible! - exclamé emocionada.

-No lo es! - respondió Sakura con tono preocupado. -Esto no debería estar pasando...

La profesora frunció el ceño y se acercó a la pokebola vacía, examinándola detenidamente.

-Algo no está bien, - murmuró la profesora mientras intentaba encontrar una explicación. - No debería haber un Pokémon desaparecido en la selección... A menos que...

Los ojos de Sakura se abrieron con miedo, su expresión convirtiendose en una de extrema preocupación. La profesora miró a Coly y a mí, su rostro lleno de preocupación.

-Creo que acaban de secuestrar a Miwat...

-QUE?!

La profesora Sakura rápidamente se puso en acción, tomando su comunicador y contactando a las autoridades para reportar el incidente.

Sin embargo, no sé si eso funcionaría, ya que aquí son conocidos por ser corruptos. Que sorpresa no? Acaso existirá algo en Piunem que no sea malo?

-Buenas tardes, oficiales. Informo sobre el caso de un Pokémon perdido -dijo la profesora, tratando de mantener la calma, - Creo que fue en el Bosque Carmesí... sí, justo detrás del orfanato medialuna.

Bosque carmesí? Habla del bosque que rodea la villa?

Mientras la profesora hablaba, la puerta del laboratorio se abrió repentinamente. Era Coly, quien parecía decidido a irse.

-¡Hey! ¿A dónde vas? -exclamé, tratando de detenerlo.

Coly se detuvo por un momento y me miró con seriedad.

-Adonde crees, al Bosque Carmesí. Voy a intentar localizar a Miwat.

-Espera un momento... Yo... supongo que también iré.

Coly no cambió su expresión y pasó por el marco de la puerta sin decir una palabra.

-No hay tiempo que perder. -Dijo mientras comenzaba a correr.

-¡Espera! -grité, tratando de alcanzarlo.

Corrimos juntos, mirando a nuestro alrededor mientras nos dirigíamos hacia el bosque. Pasamos junto a la tienda Pokémon y el edificio en construcción, hasta que finalmente llegamos al orfanato Medialuna.

Coly se detuvo por un momento, mirando hacia el bosque carmesí.

-Arceus... Maldita sea... Trata de ir más... Lento... porfavor... - Dije mientras trataba de agarrar aire.

Y así como lo ves, Coly volvió a correr, esta vez directamente hacia el bosque. Seguí corriendo detrás de él, el bosque volviéndose más y más grande a medida que me acercaba.

Coly continuó corriendo sin detenerse, pero yo, de repente, me detuve en seco, incapaz de avanzar.

Algo dentro de mí me decía que no debería entrar, que lo que había soñado se volvería realidad. Pero, al mismo tiempo, sentía una urgencia en mi interior por seguir a Coly y ayudarlo a encontrar a Miwat.

Intenté convencerme a mí misma de que todo era solo un sueño, que el miedo era solo producto de mi imaginación. Pero las palabras resonaban vacías en mi mente, incapaces de disipar la sensación de peligro que me rodeaba.

¿Qué pasa si realmente sucedió? ¿Qué pasa si la lluvia de sangre realmente sucedió?

Alcancé mis bolsillos y recogí la pokebola descolorida ante mi mirada, recordando la historia de ese valiente y fuerte entrenador...

Giré mi muñequa al revés, revelando la cicatriz de quemadura, su causa... el bosque incendiado, las llamas encandescentes, la lluvia de sangre, la muerte...

A quien engaño... no soy valiente, sobre todo fuerte...

-Lo siento, Coly, voy a regresar...

THUMP

Antes de que pudieradar un paso atrás, un fuerte golpe en la parte posterior de mi cabeza me envióal suelo, perdiendo el conocimiento instantáneamente.

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