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Capítulo 04

''Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz.''

2 Corintios 11:14


Mientras Namjoon hablaba con el doctor, sobre el estado de los malheridos, para asegurarse de que todo esté bien y así retirarse, cumpliendo la orden puesta, Tier se encontraba atravesando las carreteras de España por sobre los 100km por hora.

No había mucho que cruzase por su mente más que el llegar a su destino, lo bueno de ese país era que tendría el camino acortado, sus pensamientos revoloteaban como sus rizados cabellos, ante la inevitable gravedad y física.

Se encontraba aún en Zaragoza y su próximo destino quedaba a dos ciudades por delante, Bilbao, el refugio de "Kim SeokJin". Cuya ubicación había sido celosamente guardada, un hombre que se escondía bajo otro nombre, en un lugar completamente distinto al de sus raíces. Un ser tan atormentado que en algún momento decidió dejar de existir, deseoso de no tener pasado o por lo mínimo deseaba tenerlo tan lejos como le fuese posible. Más aunque haya sido sumamente cuidadoso y detallista, no pudo pasar desapercibido para el rubio en su afán de encontrar a alguien que cubriera sus expectativas.

Había quedado anonadado cuando leyó su informe, su historia en sus manos, ese historial de logros y fallos, tan pulcro. Y aún teniendo una especial habilidad de no aparecer en el radar terminó dentro del plan en marcha de Tier, ya que su mayor lo había tenido en cuenta por ser uno de los mejores. En ese instante Taehyung se encontraba con una mano sobre el volante y la otra recostada por la ventana del auto, con un cigarrillo entre los dedos; un mal hábito tomado con el pasar del tiempo, encaminándose hasta donde se suponía debía encontrarlo.

Deleitándose con la melodía que ambientaba su trayecto, una sensación lo recorre, decide observar por sus retrovisores y divisa un extraño patrón, frunce el ceño levemente sorprendido al ver a una camioneta unos cuantos metros detrás suyo, intentando de alguna manera camuflarse entre los demás automóviles. Suelta la colilla y toma el volante con la reciente mano liberada. Marcando a Kim, quién luego de unos segundos atiende.

—Hay una camioneta siguiéndome— habla casi sin darle tiempo a responder—, averigua quién es— murmuró un tanto molesto, sin perder de vista a lo nombrado, cerciorándose de que no fuesen solo inventos suyos.

—¿Puedes manejarlo?— pregunta Namjoon con un tono que parecería neutral, mientras escucha eso ya una mano suya se dirigía a uno de los hombres, pidiéndole un celular diferente para buscar información, aunque fuesen suposiciones, cosa que dudaba proviniendo del menor.

—Estoy en ello—contesta antes de llevar el dedo hasta la pantalla y colgar, concentrándose más, intentando disipar sus conjeturas.

Rueda los ojos cuándo al acelerar, su acompañante también lo hace, preguntándose que tan estúpido debe de ser aquel que iba tras sus pasos o en todo caso qué tan estúpido creía que él era. Adelantándose, va intercalando de carriles por los espacios en el qué se podía, viendo cómo cada movimiento era copiado por ese automóvil, suspira y mira de nuevo frente suyo, hasta encontrar a dos autos perfectamente puestos para cubrir su paso, ambos bastantes antiguos, debía aprovechar esa situación debido a que era una solución fácil y muy rápida, se adelanta a una de las camionetas en cuanto puede y frena de golpe obligando a éste, en un intento de evitar la colisión contra su auto, ir al costado opuesto impactando directamente contra el chevete, logrando así impedir la circulación.

No lo pensó mucho para volver acelerar dejando todo atrás aquel incidente y relaja su cuerpo apenas en el momento en el que abandona las calles principales para tomar un desvío que lo llevaría de manera discreta y más rápida en dónde deseaba llegar. Las ansias que sentía al poder encontrarse con su tercer objetivo se incrementan, como un niño en camino a alguna dulcería, buscando los más caros y exclusivos de todos.

Luego de unas horas ya estaba frente a la modesta instalación.

Pasa la vista sobre los alrededores y se saca el traje que traía puesto quedando con la fina camisa blanca de chifón que acariciaba suavemente su piel, no se podría negar el tipo de belleza que él poseía, era demasiado etéreo, sus leves rizos tenues, contrastando con sus profundos orbes, lo hacía parecer alguien demasiado irreal, cruzando lo curioso del porqué estaba allí, alguien con tal sutileza de belleza, cruzando esas aceras y no las principales de moda o renombre, causando que todos giraran a mirarlo sin que hiciese nada, Tier Taehyung era demasiado hermoso para su bien, y lo sabía con la exactitud de quién sabe qué puede usarlo a su favor.

Al bajar del vehículo agradece la brisa de otoño que para él siempre era bien recibido, haciendo que sus cabellos bailen suaves y a la par del capricho de la vida, camina a paso seguro hasta encontrarse dentro, el olor a café recién preparado fue lo que captó, las elegantes escalas de colores neutrales, armoniosos, con todo meticulosamente ordenado fue lo primero que pudo notar, además de la mujer que se encontraba detrás de la mesa de recepción. Taehyung podía asegurar que tenía aproximadamente los cuarenta y tantos años. Oculta cualquier rastro de desagrado que pudiese ser notado en sus suaves facciones y se acerca hasta ella. Arreglando un poco su cabello, a pasos leves casi sin sonido.

—Buenos días— saluda, con una leve sonrisa en los labios, la mujer levanta la vista y al segundo de verlo pasa automáticamente la mano sobre los mechones de su cabello intentando ordenarlo aún más y para su parecer ya era casi imposible por la fuerza en la que la fina goma elástica las presionaba.

Mientras Tae inhala profunda y lentamente manteniéndolo todo cómo esperaba.

—Buenos días ¿En qué puedo servirle?— se apresura a decir. El hombre frente suyo era asombroso.

—¿Podría alguno de los sastres recibirme?—pregunta, con las palabras saliendo de sí tan delicadas y con su tono profundo, logrando así obtener el resultado deseado.

— Por supuesto el señor Mitchell...— no pudo completar la oración antes de ser interrumpido, y con una mirada un tanto desorientada.

—Preferiría que sea el joven...—su voz ronronea—No recuerdo el nombre ¿Kim? Creo es su apellido—miente, por supuesto que sabía el nombre, apellido, altura, incluso el color de sus ojos pero debía de ser lo menos interesado posible, mantener todo en orden lo que debía de demostrar, cómo cliente de primera ocasión.

—Lo lamento, tiene la agenda ya sobrecargada– murmura, Tier se inclina sobre el escritorio, poniendo en codo sobre este y recostándose, acercándose a ella mientras que la mira directamente a los ojos, su sonrisa no desaparece pero su mirada es penetrante, directa, concisa, la manera en que lo hacía casi incomodaba a la mujer pero por la intimidación que sentía, veía como batía sus pestañas de manera lenta y suave pero sin soltar el hilo de su observar.

La ve tragar con dificultad, sabiendo que había logrado su cometido.

—Pero cómo ya está aquí— habla sin despegar sus ojos —, deme un momento, por favor, veré qué puedo hacer por usted ¿Cuál es su nombre?— su voz sonaba nerviosa pero poco le importaba al menor.

—Estaría muy agradecido,— responde relamiendo sus labios con delicadeza— Tier Taehyung—sonríe agregando, para volver a su posición inicial, peinando lentamente sus cabellos.

Ve como la mujer se ponía de pie y va hacia el pabellón que daba a la mano izquierda y por un segundo piensa en que podía haber evitado todo el trabajo, si hubiera aceptado cuando Namjoon dijo que podía encargarse por sí mismo o al menos de marcar una cita, suspira acordándose de que él mismo era capaz de hacerlo, solo era cuestión de práctica.

—Señor, adelante— extiende el brazo indicando el camino—¿Le gustaría un poco de café?— Tier niega levemente en cuanto nota que contonea sus cadera mucho más de lo natural y que su voz rebosaba una dulzura fingida. No responde, mantiene silencio y agradece que la mujer no insista sobre el tema y tampoco diga nada más —. Es aquí — sigue la dama, èl se queda mirando la puerta que era de color pantone, bastante oscuro, con el pomo dorado y las paredes blancas, lo hacía lucir como un lugar fresco. Tier sonríe, cuando la mujer abre lentamente la puerta que se encontraba frente suyo — adelante, en un minuto será atendido— le oye decir y es lo qué hace, ignorando completamente a la mujer que aún seguía pasara a su costado, camina hasta quedar completamente dentro de la habitación.

Sus ojos repasan todo el lugar y lo único en lo qué piensa es que era completamente digno de una sastrería, podía ver trozos de telas, varios trajes en el lugar, algunos a acabados y otras por acabar, tizas, todo tipo de material de corte y confección, perfectamente puestas sobre las mesas, pero su vista no se detiene ahí, termina puesta sobre la pared de cristal que dejaba perfectamente la preciosa playa que estaba a poca distancia, que aún estando desolada a causa del otoño se veía hermosa.

—Buenos días, señor Tier— la melodiosa y cálida voz resuena en el lugar y hace que cierre los ojos y en los labios de Tier aparezca una sonrisa, al ser alguien bastante sensible a los sonidos, las voces de ese estilo, le parecían deleitables. Girando a su encuentro, entornando ante sí la mirada.

Discretamente pasa a la vista sobre el hombre, desde abajo y subiendo observando aquellos pequeños detalles en sí, cómo el hecho de que iba vestido con un traje negro, perfectamente a la medida de su cuerpo, que notaba que era fornido, su anatomía era armoniosa y su porte era fino, nota también que los gemelos de su ropa eran color azules, haciendo que juegue perfectamente maravilloso al contraste de su piel. Sin contar con su mirada. Una mirada verdosa y profunda, como si se tratase de un tipo de bosque, sus labios tenían un tono de leve rosa, del natural y sus facciones si bien no eran excesivamente filosas como las suyas, eran encantadoras.

El joven de melena rubia, abre un poco más sus orbes, inclinando muy levemente la cabeza, como si deseara verlo desde otro ángulo, era cómo si se tratase de un juez de arte, debía de constatar más sus facciones. Se aclara la garganta apenas lo ve tragar duro, una sonrisa suave se instala en sus facciones y da un paso a su dirección, pero ahora mirando a su alrededor, sabía que el contrario para ese instante estaría un poco incómodo.

—¿Es usted el señor Kim SeokJin?— el contrario asiente, con una amable sonrisa entre sus labios, haciendo que sus ojos de nuevo se posaran en sí.

—¿En qué puedo servirle?—preguntó, tomando un poco de aire, notando un aroma dulce mientras toma la cinta métrica alrededor de su cuello para acercarse más a él. Sus pasos eran casi inaudibles a pesar de tener los zapatos de charol.

—»No tienes ni idea«—piensa Tier, con la picardía en su sonrisa, mientras descaradamente pasa los orbes sobre él una vez más.

Jin se limita a desviar la mirada, actuando como si no se hubiese dado cuenta de que el desconocido hombre que se había presentado en su puesto de trabajo lo delineaba, como si no se diera cuenta del peso que su mirada le provocaba en el cuerpo. Él siempre fue de quién recurre a la discreción, pero era imposible para él poder decir que no le había gustado la manera que un ser tan despampanante lo miraba, era demasiado halagador, para cualquier persona lo sería y él no iba a ser la excepción.

Cuándo su secretaria había llegado a su estudio privado no había podido creer en lo que le decía cuando repetía de forma ferviente que había visto un ángel y que era a él a quién deseaba ver, primero que nada porque no creía en ángeles, o cualquier ser divino y segundo por que si bajo cualquier imposibilidad existían él sería el último a quién buscarían. Pero mientras lo miraba podía darle la razón, en parte, su rostro era de facciones suaves pero con una expresión sutilmente dura, una mirada que iba saltando de la curiosidad a otros aspectos que no podía reconocer, pero qué en cierta medida le gustaría. Singular, eso era para sí el contrario.

—Un traje, desearía que pudiese confeccionar un traje para mí — contesta, encogiéndose levemente de hombros, como la obviedad que queda en el aire de quiénes saben que detrás de ciertas palabras existe algo más.

Jin asiente, y camina a su dirección, girando y poniéndose a trabajar, mientras analizaba sus medidas repasaba su contextura.

—¿De qué color le gustaría que sea, señor?—pregunta, cuándo se acerca y inclina el cuerpo para medir el largo de sus piernas.

—Blanco— habla, con suavidad, con su mirada recorriendolo —no me digas señor, aún no estoy casado ¿Hace cuanto vives aquí?—cuestionó, mientras enderezaba el cuerpo—. Si es que puedo saber, claro— la curiosidad leve estaba de manera palpable en su ser y palabras.

—Ya hace un par de años, cuatro, cinco tal vez—camina hasta la larga mesa que allí se encontraba y anota los números rápidamente sobre la hoja, para volver a ir junto a él.

Al regresar sus manos giran alrededor de su cintura, Tier permanece completamente quieto en cuánto sus manos se deslizan por su cadera, mirándolo desde arriba, al contrario estar inclinado por hacia uno de los costados.

Delineando con más cuidado, sutileza de su mirada felina y certera.

—Aún no está casado— dice Jin a medida que sus ojos se posaban en sus dedos al medir mejor su muñeca — ¿Lo estará pronto? ¿Es un traje de bodas en ese caso?— agrega sin apresurarse en lo más mínimo en apartarse de él y le resulta casi imposible contener las ganas de poner sus dedos por lo menos un momento sobre su piel, pero se aparta y inhala a profundidad, sacando cualquier tipo de pensamiento de esa índole de su ser, volviendo a repetir los números en su cabeza, para seguir anotándolos.

—Podría ser—asegura Tier, mientras mira su cuerpo de espaldas, definitivamente el traje le quedaba perfecto, sus labios fueron levemente mordidos, soltando una risilla baja y suave —, solo me faltaría una cosa primordial.

—Oh—expresa Jin mientras vuelve hasta él, evitando a toda costa su mirada, cosa que hacía que Tier se sienta levemente frustrado—¿Qué cosa sería?— ese tono neutral hacía que inclinase más sus jugadas a tratar que de nuevo esos profundos ojos verdes estuviesen sobre sí.

Jin camina hasta quedar a sus espaldas, sus ojos se posan en sus mechones y sonríe, parecería ser una cabellera de niño pequeño, ondas que iban alcanzando su nuca, el espacio expuesto que se encontraba entre la terminación de su cabello hasta el inicio de su camisa le permitía ver su blanca y casi traslúcida piel, pero no puede quedarse a apreciarlo más, ya que su mirada termina por posarse en su espalda, la tela tan transparente le dejaba ver casi por completo la figura que se encontraba puesta en él, tarda unos segundos en poder reconocerlo, pero luego de concentrarse podía decir que se trataba de un tigre, era un tigre blanco. se acerca un poco más, y el propio Tier nota el sonido de su respiración cambiando a uno más pesado cuando la cinta se posa a lo largo de su hombro. Sabiendo que era el momento.

Aquel grabado en su piel de finuras en tinta, trazos finos definidos dando entrada a aquel majestuoso tigre, pensó que no había nada mejor que lo definiese, ademas noto desde que habló aquel apellido, simbólico y lindo, pensó, pero aún así sabía de sobremanera qué algo más había detrás de eso, ya que abarcaba gran parte de su piel, como tratando de cubrir algo o simple y sencillamente una rebeldía ante tal cuerpo delicado y etéreo.

—Alguien que sea digno de casarse conmigo—comenta, Taehyung ladeando el rostro hasta poder verlo con el rabillo del ojo, aquella media sonrisa dejaba ver como sus caninos inferiores parecían sobresalir en la levedad de su sonrisa tan dulce, era alguien sin duda alguna que no verías cualquier día. Lo cuál le llamaba mucho la atención.

Jin traga con dificultad, debe concentrarse en su labor, pero le resulta difícil al oírlo, tratando de mantener firme la cinta métrica y no desviarla de su propósito.

—Estoy seguro que para usted no será difícil conseguirlo— dice por lo bajo, aclarando su garganta notoriamente intimidado y se aparta, girando alrededor de su cuerpo para ir frente suyo —entonces, haré todo para que por lo menos no deba de preocuparse por cómo irá vestido a su boda— prosigue, con calma impartida desde lo que le podía caber — debe de entregar un par de datos, para así poder comunicarme con usted, para ultimar detalles y eso sería todo— dice con humor, Tier asiente, y camina a su lado, del bolsillo saca un pequeño trozo de papel, con su nombre y número escrito en él, y en el dorso tenía el nombre de la ciudad y el hotel en el que se encontraba hospedado.

—Se lo daré usted, no me gusta que cualquiera pueda contactar conmigo, seguro usted podrá ser reservado con ello—sonríe mientras se lo pasa.

—Seguro ¿Se está quedando en la ciudad?—pregunta mientras toma la tarjeta cuyos garabatos estaban precisamente trazados sobre él— de esa forma, podrían entregárselo.

—No, estoy por el momento un poco lejos, pero de todos modos lo estaré esperando personalmente—la amabilidad desbordaba en su tono, lo mismo que esa suave sonrisa.

—Lamentablemente la entrega no lo hago yo, pero me encargaré de que se le realice la misma tan pronto como se pueda—se aclara, caminando hasta quedar apoyado sobre su mesa.

—Sé que puedes hacerlo—mira el reloj en su muñeca—. Es tarde, debo irme, como dije, lo estaré esperando.

Camina en dirección a la puerta y la abre, detiene su paso y gira nuevamente a su encuentro, con aquella hermosa curvatura singular de sus labios.

—Y fue un gusto conocerlo... — su voz pausa un poco para mirarlo de abajo para arriba, cuándo ya estaba en el marco de la puerta abierta— Kim SeinJin—agrega sin borrar aquel inocente dibujo de sus belfos.

Jin abre los ojos tanto como le es posible y su cuerpo se impulsa hacia delante yendo por él, a lo que Tier ríe y cierra la puerta, saliendo del lugar a pasos rápidos, sin fijarse en nada más que su hora, cuándo Jin alcanza a salir sólo ve el automóvil ya irse, desapareciendo y mira su palma y levanta la tarjeta hasta su pronta vista. Tier Taehyung, lee al dorso del mismo y suelta el aire de sus pulmones. Más aún desorientado ingresa nuevamente, pues no podía hacer nada para detenerlo.

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