Capítulo 01 - Recuerdos Lúcidos.
Enfrente del mal está el bien, ante la vida la muerte. Enfrente del justo el pecador.
Sirácides 32:14
El sol aún no amagaba asomo cuándo Tier había despertado. El lugar se mantenía frío y oscuro, la cantidad descomunal de mantas que lo cubrían y se extendían incluso tocando el suelo no hacían más que solo proporcionarle el calor suficiente para no morir de frío. No tuvo intención de tener en cuenta el tiempo que le llevó desplazarse, de ser por su elección, no se movería en lo que le restase de vida, así que solo se mantuvo hurgando en su mente, pequeños retazos de recuerdos que pudiesen de alguna forma darle una razón suficiente para seguir.
Sin embargo, incluso con todos los recuerdos no le asombraba aquel que siempre abarcaba su mente tan pronto como se encontrase en sosiego, aquel recuerdo lo mantenía despierto casi cada noche, en cuánto hubiere silencio era por seguro que en aquello estaría pensando.
Mantenía palpante en su memoria aquellos días, desde el primero, cuando él se aseguraba por cuarta vez que su camisa se hallaba debidamente en su lugar, aunque claramente lo estaba, para él no suponía ningún problema el volver a verificarlo, acompañado de un suspiro tratando de calmar su ansiedad al ver el todo terreno negro aparcar frente al castillo.
Sus pasos aún siendo ligeros resonaban, pues la estructura de aquel lugar, al que él llamaba hogar, magníficaba todos los sonidos, al punto de que aún estando a una gran distancia podía oír la puerta principal abrirse y cerrarse un momento después.
Incrustó sus uñas contra su palma, llegando al punto del dolor. No podía desviar la mirada de las grandes puertas de su estudio, dando una bocanada de aire manteniéndolo dentro de sus pulmones, observaba con tal firmeza aquella fría puerta de madera sin poder hacer nada para detener lo que ocurriría, hasta que ve el movimiento de las mismas, observando con atención a su único amigo aparecer, segundos después de que éstas hayan estado abiertas, estaban entrando a su lugar seguro.
Kim Namjoon fue a quién su vista primero identificó, un hombre apuesto, fornido, con un semblante siempre dando la impresión de que algo lo molestaba, la seriedad bañaba sus facciones. Su confidente más que excepcional, perfecto en todo lo que hacía, no se permitía cometer ningún error o crear algún problema, eso solía pensar.
Pero en ocasiones son los problemas quienés nos buscan, sin siquiera haberlo previsto, incluso tratándose de la persona más calculadora y meticulosa que sabía de sobra era su amigo, aún así, habían fugas de problemas como los que traía en su espalda.
De entre los dos chicos que sabía que venían sólo podía ver a uno, uno que poseía una cabellera rubia. Al ver el tinte de esas hebras se le hiela la mirada, eran similares a las de su madre.
Frunce el ceño al ver la forma en la que presionaba la pantalla de su celular con demasiado afán, no comprendiendo su desesperación aparente, el que no lo mirase le da tiempo de escanear su cuerpo, sólo llevaba una remera ajustada acompañada con unos pantalones de cuero negros. Sabía que no iba vestido como debía, se resfriaría, el frío del lugar los enfermaría.
Con un ligero sentimiento de angustia busca con la mirada a Namjoon, dando a entender que sabía lo que pensaba y este, asiente para calmarlo.
Cuando Namjoon se encuentra frente de su escritorio detiene el paso y parece encuadrarse. En este punto la fuerza con la que presionaba sus dedos estaba a punto de perforarle la piel, pero para él no era suficiente, la ansiedad que carcomía sus sentidos lo estaban desesperando, necesitaba ese tipo de escozor externo para decir que su interior estaba con la leve calma necesaria de placidez, en su ruidoso interior, porque no todos comprenderían la impaciencia y desesperación que presentaba ese episodio para alguien como él, aún cuándo a simple vista no era malo, pero al ser una persona, en términos generales, ausentada del contacto social, ese acto le producía inquietud.
— Joven Tier, le presento— la voz del mayor lo saca de su trance de perderse en su laberinto de pensamientos boscosos y enredados, dirige su mirada hasta el mismo y luego la desvía hasta llegar al muchacho que con desgana baja el móvil — Él es Park Jimin — el mismo peina sus rubios cabellos hacia atrás, dándole una amplia y encantadora sonrisa, un gran hematoma cubría parcialmente su rostro, él le tiende la mano pero un momento después, al no ser correspondido vuelve a ubicarla a sus costados, con una mirada intrigada. No pronuncia ninguna palabra para observar a su costado.
Al tiempo en que su persona lo hizo, primer error.
— Y él es— vuelve a decir Kim — Jeon Jungkook; su primo— inclina la cabeza tratando de tenerlo en su campo visual, frunce el ceño levemente al verlo con una rodilla hincada en el suelo, con los dedos tratando de formar un nudo bastante torpe en el cordón de su bota, al oír su nombre se endereza, su mirada recorre el cuerpo y el rostro de aquel chico, labio inferior roto y una herida sobre el dorso de su nariz y ceja, sus mechones largos casi lograban cubrir sus mejillas.
Los oscuros ojos de Jeon lo delinearon con la lentitud de su respiración, levanta la mano y nota como el hombre tras el escritorio imita su acción. Su sistema motor sólo previno el tipo de tacto abrasador al instante en el que sus palmas se unían, un leve toqueteo en su piel fue transformándose en algo más y su interior pareció perecer ante el frío, contrariando totalmente su calor.
—Un gusto conocerte... primito— dice observándolo de pies a cabeza con un tono perspicaz.
El contacto prolongado le causó en Taehyung un nudo en la garganta que no le permitía pronunciar palabra alguna, tratando de contener las ganas de alejarlo, desviando su mirada hasta sus dedos, ahora presionados por las de su contrario, apenas habían pasado segundos, pero fueron suficientes para que el calor que su piel exudaba quebranten su paz, sus mejillas levemente tiñiendose de rosa siendo mucho más que suficiente para él, apartando su mano de la suya, al mismo momento en el que su amigo se interpusiera entre ellos.
— No contacto físico — dice Namjoon, dándole así a Taehyung unos segundos para recomponerse.
La mirada de Jeon se entornó ante su reacción pero no dijo nada. Escuchó, repasó las palabras de Namjoon y una mueca se formó en su rostro de manera casi imperceptible.
—Espero su estadía sea placentera, veo que no han tenido tiempo de vestirse adecuadamente, Namjoon les proveerá lo necesario— dijo Tier, hablando al fin luego de haber permanecido en tal silencio.
—No es necesario para mí — Anunciaba Jeon, su mirada se dirigió al de su mejor amigo conociéndolo a la cabalidad de saber que diría lo contrario a su persona.
—Pues yo si lo necesito— dice Jimin y Jungkook sonríe al haber previsto tal respuesta— siento mi trasero congelarse ahora mismo—agregó de manera abrupta, sintiendo sus huesos tiritar. Namjoon lo observó y asintió.
—Vamos—respondió, pero esperó al contrario.
—Yo me quedaré aquí — dijo Jeon sin dejar de observar a un punto fijo, el fijo del de la silueta enmarcada en terrible incomprensión como era la de Tier.
Namjoon lo miró y cuando iba a decir algo Taehyung lo interrumpió, con una palabra muda. Una mirada que le dijo lo necesario. Giró comprendiendo y miró a Jimin llevándolo, desapareciendo casi sin muchas vueltas.
Jungkook pareció soltar aire al ver a Namjoon irse. De manera que dirigió su mirada al contrario, sus brazos se cruzaron y sus pies comenzaron una travesía frente al gran escritorio del hombre, quién había ido a tomar asiento al observar a los otros dos irse.
— Así que primo ¿huh?— la voz de Jeon era como una brisa extraña en la piel erizada de Tier, ese hombre poseía algo que solo traería problemas.
Tier mantenía el silencio al que estaba tan acostumbrado, mientras sus ojos dibujaron al recién llegado joven en la totalidad y no pudo evitar que su mente se formulase una palabra "arte" eso era Jeon pero ¿de qué tipo?
Sus intrigantes ojos, expresión corporal tan decidida, tan varonil, sus facciones filosas, piel bañada en un tono levemente más oscuro que el suyo y labios rojizos en el tono normal de quién corre contra el invierno que cubría ese lugar, lo mantenían en la brecha del definirlo, no por encasillarlo, sino más bien por el placer de estudiar las líneas que lo dibujaban, palabras relucían en su léxica mental tratando de encontrar algo que cuadrase en tal ser, pero nada lograba el llenarlo, pensó un poco más mientras observaba su porte, su cuerpo... misterio, ahí lo encontró, eso. Misterio de entender por qué su ser reaccionaba de esa manera a él.
— Sí... — respondió dejando salir el contraste de ambas voces. La de Tier siendo tan profunda pero a la vez como si fuese una caricia de terciopelo, era como se lanzaba al mundo su tono vocal y como él lo percibía.
— Entonces— su caminar dio hasta quedar frente del contrario y sus manos apoyadas por el frío de la barnizada base de madera que su dermis lograba sentir, la mirada del chico se desvía, evitando la suya y eso lo descoloca — ¿Por qué nunca supe de ti? — algo en su pregunta se bañaba de eso que Tier no comprendía en la totalidad pero que le daba inquietud.
—Porque soy malo— suelta y sonríe, oyendo las tantas veces repetidas palabras en su mente —. O eso creía él... — murmuró más para sí que para el mundo.
—¿Por qué malo? ¿A quien te refieres? —Pregunta Jungkook con la curiosidad picando la punta de su lengua, con su enigmática mirada buscando en su expresión algo oculto mas solo parecia ser honesto
El mayor se aclara la garganta y se endereza aún más volviendo a presionar sus puños—No quieres saberlo— pausa y un milisegundo fue suficiente para que el menor entendiese algo —es tarde Jeon, es mejor que vayas a tu habitación— con un poco de valor clava sus ojos ante la de su contrario y sus iris tiemblan al encontrarse nuevamente con esa azarosa mirada — aquí las noches son demasiadas gélidas.
Este a su vez sonríe ante sus palabras, lentamente inclinando el cuerpo acercándose a él —Podríamos hacer que sea más cálido para ambos— sugiere demasiado embelesado ante su belleza como para tratar de ocultar sus intenciones. El jugueteo de su mirada y labios siendo remojados por su lengua mostraban lo peligroso de su persona.
Y dentro de Jungkook resonaba el por qué era monumental la similitud del hombre que tenía enfrente, con aquel que, con mucho dolor, dejó atrás; era innegable llegando a parecer casi una mala broma para él, destino, destino cruel ¿tanto daño había hecho él como para que eso le estuviese pasando? No sabía, mas como siempre Jungkook era guiado por sus instintos primitivos evitando la sensatez de lo obvio de la situación. Como siempre, para sí, lo prohibido seduce más.
Tier jugó leve con sus hebras tan negras como la noche, sus los ojos casi blanquesinos cual mismísimo cielo en un día de invierno, su piel, aterciopelada, era mucho más blanca y sutil, pero algo había de evidente, la diferencia de edad, la misma se hacía notoria ya que sus facciones eran un tanto más rígidas. Jeon se muerde los labios con fuerza luego de terminar de analizar su rostro y cuerpo, sin darse cuenta, como si de imánes se tratasen, que él se había acercado su cuerpo, cuando se sorprende por la reacción de su mayor, este había impulsado su cuerpo hasta hallarse completamente recostado sobre el respaldo de la silla, alejándose tanto como podía.
Su mirada expresaba algo que él no se podía explicar, parecería ser miedo, pero no se encontraba totalmente seguro, de entre todas las cosas que pensaba podría suceder, esa sería la última reacción que esperaba recibir. Por que su persona estaba tan atado al sentirse deseado, que todos cayesen en el pecado de sus coqueteos, no siempre lo hacían a la primera, pero la mirada, esos ojos eran los que delataban sus intenciones más profundas y que no se atreverían a decir por la moralidad que él destrozaba y dejaba por los pisos.
Pero ese hombre poseía algo que era sincero e indescifrable casi cómo puro. Pero para Jeon no existía nada inquebrantable u imposible de pintar con su misma paleta de colores manchados de pecado.
Tier, por su parte se forzaba a ordenar los pensamientos e instintos más duros, pues ni siquiera él podía definir lo que le ocurría, el porqué su corazón se encontraba tan dolorosamente acelerado, el peso a sus palabras hacían eco dando vueltas en sus pensamientos, dentro de su mente preguntándose por qué querría hacer que las noches sean cálidas, era algo qué le resultaba incomprensible e inaceptable.
—Te llevaré a tu habitación — susurra Tier, sin dar más vueltas, el leve cosquilleo que sentía recorrer su cuerpo le molestaba, no podía evitar culpar a su casi desconocido primo y a esa perforadora mirada suya. Se levanta, camina tratando de simular los nervios cuando lo siente a sus espaldas.
—Espera...—murmuró, el imprudente chico, tomándolo del brazo, tratando de tener su paso. El cuerpo de su contrario gira y con la sorpresa en el rostro observa al que lo toma sin su consentimiento. Ambos lo sintieron, esa pequeña corriente que se abría pasó sobre su piel. Taehyung jadea al verse cohibido y libera su brazo del agarre con brusquedad para luego volver a dirigirse hacia la puerta.
Los dos chicos caminan en completo silencio y a una buena distancia, en la mente de Jeon revoloteaba todo tipo de pensamientos, con las preguntas multiplicándose conforme pasaban los segundos.
Con cada paso que daba analizaba su alrededor, además del abrasador frío podía darse cuenta de que todo era extremadamente tenue tirando a lo oscuro. Grandes cuadros decoraban las paredes que parecían tener un tono marrón, eso era lo que se encontraba en todo el pasillo. Sube por los escalones, unos cuántos bajo su primo, hasta que termina por rendirse, luchar contra las ganas de mirar al chico que estaba en frente suyo, cuestionarse todo lo que había ocurrido desde que había pisado el lugar y el porqué tanto cuidado con la cercanía.
¿Como que nada de contacto físico?
Se preguntaba, mientras empieza a sentirse frustrado, puesto que no era alguien acostumbrado a retener sus deseos y en ese momento deseaba poder tocarlo y sabía que era solo a raíz de que le habían dicho claramente que no lo haga.
Luego de unos segundos suspira con pesadez mirando sus botas, sin darse cuenta de que su anfitrión había detenido ya su paso, había girado al cuerpo a su encuentro y estaba a unos pasos de distancia, se detuvo justo a tiempo antes de embestir contra él.
Ve como el contrario traga duro por la cercanía y se pasa la lengua sobre los labios mirando sus ojos.
—Es aquí—murmura, su respiración chocando suavemente contra su rostro... Fresas, se dice a sí mismo.
Ve como éste da un paso atrás y él a su vez guarda sus manos dentro de sus bolsillos, para evitar que estos terminen sobre la cintura del mayor.
—Bien, primo ¿En dónde queda tú habitación?— pregunta, el otro sin embargo trata de mirar sus manos, para no darle tanta importancia a las sensaciones qué su cuerpo sentía al oír su voz pronunciando la palabra primo, con tanta suavidad que lo quebrantaba.
—Mi habitación queda a dos torres de aquí— miente, no sabe porque lo hace, simplemente parecería querer ocultar el lugar en donde él reposaba.
—Entiendo, muchas gracias—asiente levemente, para luego sostener el picaporte de la puerta, girarlo y entra dentro de la habitación.
Jeon inhala con fuerza cuando se encuentra totalmente solo dentro, termina por pasar la mano por su cabello y negar levemente tratando de calmar sus hormonas, ante el frío el calor de su cuerpo se intensificaban, lo sabía, lo entendía a la perfección; quizá todo haya sido por falta de contacto, por falta de tacto hacia su dermis, Jungkook decide ir al baño y una vez allí observa su reflejo, ese mismo que aceptaba pero teniendo esa impureza de saber que no podía mentirse, decidió acallar cualquier cosa y fue dónde la tina llenadóla de agua. Relajarse, eso necesitaba luego de semanas tan pesadas, ardientes, dolorosas y sobre toda la sobreexigencia mental y físicamente, quizá sólo se tiraría en el sitio lleno de agua tibia, dejaría a sus músculos ir cuál hoja en el líquido y luego dormiría o intentaría.
Mientras que el mayor observa la puerta ya cerrada por unos segundos, abre la boca para poder abarrotar sus pulmones con todo el aire que le hacía falta, vuelve a caminar dirigiéndose a su habitación, que en realidad se encontraba apenas a tres habitaciones de distancia.
Observa el pasillo fijando la mirada en la puerta de la habitación que solía estar vacía, frunce el ceño al no poder asimilar todo lo que sucedía . Entra en su alcoba y termina quitándose a la prenda superior, para luego tirarse boca arriba sobre la gran cama matrimonial que se encontraba en medio, observa el techo, decidiendo así que era hora de dormir, mira a su costado y encuentra la pequeña pastilla rosa puesta junto a un vaso agua.
Bufa, para luego poner su cuerpo boca abajo, tomando la almohada y cubrirse el rostro.
Pero todos sabemos que al intentar reprimirnos solo logramos incrementar aún más el deseo y pobre Tier, que la personificación del pecado estaba a solo tres puertas de él.
Apenas había pasado un cuarto de hora cuando afirmó en su mente que intentar dormir era un caso más que imposible, sabía perfectamente bien que no lo lograría sin sus pastillas, pero Tier se rehusaba a declinar en la decisión de no tomarlas, por esa razón aún se encontraba tratando.
Giraba sobre la cama cada cierto minuto, ya sintiéndose frustrado de tanto circo de pensamientos, rueda los ojos, toma su almohada favorita entre sus dedos y la lanza a través de la habitación hasta que lo ve caer en la esquina opuesta, aún no queriendo admitir que algo no era algo lo que lo inquietaba, para más bien alguien, con nombre y apellido, además de estar a solo a unas habitaciones.
Se sienta, toca su rostro entre el frío de su piel tersa, suspira y se levanta alejándose de su cama, sin siquiera detenerse a analizar su actual estado, no se molesto en darle la minima importancia a su vestimenta siquiera, abre la puerta y se encuentra en el pasillo, oscuro y gélido, mordiendo sus labios ante la indecisión, podía tomar el lado izquierdo del pasillo, que lo llevaría a la biblioteca de esa planta, leería un poco hasta caer dormido, o podría ir al lado opuesto en dirección a la habitación de su nuevo invitado, para verificar que se encontraba bien, cómodo, cortesía de anfitrión, se dice a sí mismo.
En un momento se encontraba apenas a unos pasos de la puerta que había dejado cerrado un par de minutos atrás, observa su torso expuesto y sus pies descalzos, chasquea la lengua, arrepintiéndose, pensando en lo inapropiado que sería aparecer de una forma tan inadecuada en la habitación de un desconocido.
Pero al final de cuentas a esas horas posiblemente el contrario ya estaría durmiendo y no andando en vela como su persona.
Giraba sobre sus tobillos, decidiendo si marcharse o no, muchas ideas ya estaban revoloteando en sí, pero una voz le dictaba el simplemente dejar eso y decide irse, cuándo ya sus pasos se ven guiados de nuevo a la dirección debida, su aguda audición le ayuda a percibir un leve sonido, que hubiese pasado desperdiciado, pero no para él, toda su vida había permanecido entre esas paredes, sabia todo sonido que ese antiguo resinto tenía para ofrecer, por lo que lo sabía, no era solo el castillo.
Detiene sus movimientos por completo, hasta que vuelve a oírlo, podía dictar con precisión que provenía de la habitación, de la cuál algo le decía que se alejara, parecía ser un pequeño sofoco — extraño — pensó, una vez corroído por la curiosidad se acerca sólo oyendo su respirar, se dirige hasta la puerta, dónde apenas posa la mano sobre el pomo éste se arrastra, abriéndose unos cuántos centímetros dejado oír ese chirrido, se abre lo suficiente para poder tener acceso a lo que se encontraba dentro, su iris recorrió toda la habitación, buscando el origen de aquel sonido que lo había atraído, se apresura a morder su labio al encontrarlo, evitando que cualquier sonido, que provocado por la sorpresa, termine escapándose sí.
Abre los ojos un poco más y los enfoca sobre la piel que podía apreciar unos metros suyo.
Jeon se encontraba de espaldas, con el espejo enfrente suyo, esta reflejaba por completo su cuerpo desnudo, tenia los músculos tensos y los ojos cerrados.
Taehyung podía apreciarlo por completo, en silencio desde el punto en el que se encontraba, en medio de su frío y oscuro resguardo.
Su vista recorre su cuerpo, desde sus pies hasta llegar a sus labios, y ese era el punto, sus labios, aquellos húmedos, hinchados y ya bermejos por la presión que habían estado recibiendo eran el origen de ese sonido tan atrayente para él.
Debía salir de ahí.
Debía escapar en ese momento antes de ser descubierto, pero no podía moverse, estaba demasiado absorto ante la escena, al punto de no saber si no podía o no quería irse, una cuestión de la cuál estaba seguro le tomaría reflexionar por mucho tiempo en otra ocasión ya que lo supo segundos más tarde, no deseaba salir de allí, segundo error.
Jungkook habia oído aquel leve chirrido producido por la puerta, hubiese pasado desapercibido de no ser por el silencio abrazador que era quebrado por sus jadeos roncos.
Abrió sus ojos, sería una mentira el decir que sentía algún tipo de vergüenza por ser encontrado en tal situación cuando en realidad él experimentaba mayor excitación al saber que lo estaban observando, paseo su húmeda lengua por sus rojizos belfos y sus ojos observaron a través del reflejo del espejo algo empañado, producto de la humedad, una silueta que no hubiera reconocido al instante, de no ser por ese aroma, ese aroma que ahora le infundaba un cosquilleo en su abdomen, habia percibido el aroma del perfume de Taehyung cuando casi habian chocado al dejarlo en la habitacion.
Abrió más la boca y dejó salir un leve gruñido, su dedo paseo por su glande al rodearlo y se movió un poco más dándole a aquella persona una vista aún más profunda de su situación.
La calentura que sentía era enorme, su piel picaba ante los segundos.
— Mhg~ — un gemido salió de sí y movió su mano a mayor rápidez, delineando su piel mojada del pre-semen, con la mirada puesta en su cuerpo entero, el cuál tensó pero para obtener mayor precisión, su palma rodeo su miembro ya palpitante con mayor firmeza y apoyo su frente por el espejo respirando errático — J-joder — gime de nuevo ronco sintiendo el sudor caer levemente por su tersa piel, no era tanto por observarse a sí mismo, mas bien era por ese morbo de ser el centro de una atención tan nueva e inesperada, una mirada que no logro decifrar y que deseaba con ansias que se posase en él, más y más.
Abrió de nuevo sus ojos y pudo ver con mayor gusto la silueta del contrario y pudo confirmar de quién se trataba, Tier, sin error ante su agudo olfato, pero verlo así con esas prendas y su silueta lo hicieron volar con la imaginación, intentando llegar a su preciado orgasmo dándole al contrario un pequeño show a su vez.
Jeon, pensaba que estaba proporcionándole a su espectador todo aquello que necesitaba para recordarlo por las siguientes noches.
Se equivocaba.
Tier se encontraba petrificado, con la respiración inusualmente acelerada, no pudiendo encontrar una explicación a lo que experimentaba.
Aún buscando una respuesta a todas sus preguntas pero no lograba encontrarlas. Ver a Jeon en esa situación era algo absolutamente nuevo para él. Reparaba en su mente todos los movimientos que el había realizado, desde el cambio de su respiración, hasta el tambaleo en su cuerpo, pero lo que más le extraña era los sonidos que salían de su ser, le resultaba tan extraño.
Pues bien habían calado tan profundo en su cuerpo y ver, lo que le pareció ser el fin de aquel ritual, fue aún más allá de todo lo que pudo alguna vez experimentar, las gotas que había expulsado el cuerpo del menor, se encontraban sobre el fino cristal, el conjunto de toda aquella escena le habían hecho tiritar, tenía la tela de su pantalón fuertemente presionados en medio de sus dedos, en forma de puño por no tener otra cosa por la cual sugetarse al sentir su corazón acelerado.
Un calor inundaba su bajo vientre y el cosquilleo dónde jamás antes lo había sentido lo desorbitó.
Dolía, haberlo visto de esa forma hacía que algo en su cuerpo le proporcione un dolor agudo, directamente en su centro, incomodo. Tier se encontraba completamente excitado, más al no reconocer la reacción natural de su cuerpo, se encontraba aterrado.
Como toda reacción normal ante una situación diferente suele causar dos tipos de reacciones, curiosidad o un abrazador sentimiento de pánico.
Su boca se mantenía entreabierto, por la sorpresa que también se reflejaba en su rostro ido ante tal encuentro y golpe con la situación. Un pequeño y casi inaudible jadeo se escapa de entre sus labios, más para Jeon, quién ya se encontraba recuperándose de su último orgasmo, claramente no pasó por alto.
El chico aún sudoroso inhala y exhala profundo, mirando aún lo que reflejaba el espejo decide ir más allá, siempre apostando alto, buscando complacer sus deseos, da un paso hacía atrás y otro, hasta encontrarse a pocos metros de la puerta, con una sonrisa traviesa entre los labios.
Buscando a quién parecería ser el perfecto amante de una noche, termina por abrir la puerta, encontrándose con su pequeño espía. Pensaba que quizás, pasaría directamente a besarlo, tomarlo entre sus brazos y llevárselo a la cama, con la promesa de darle la mejor noche de su vida, pero en cuánto lo ve, su alma cae hasta el piso.
Tier, tenía los ojos cristalizados por las lágrimas, y podía ver cómo su cuerpo temblaba, aún en medio de toda la penumbra. El pelinegro levanta las manos, en una acción inconsciente de poder darle sustento, pues parecería ser que en cualquier momento caería contra el piso.
—Tier ¿Que sucede? — pregunta, con la voz baja, preocupado por su contrario, que rehusaba mirarlo, sus ojos estaban fijamente puestos sobre sus pies descalzos.
—D-duele— murmura, como respuesta con su tono de voz más sutil, casi agudo tan inocente y asustadizo. La mente del menor volaba entre todas las posibilidades, recorre todo su silueta, buscando alguna señal que podría ser el causante de su dolor, pero no encuentra nada.
Ningún rastro de herida o magulladura, solo un detalle, para nada discreto, en medio de sus piernas.
—¿Que duele, gatito? — murmura, tratando de que el chico de ojos blancuzcos lo ayude a comprender, levanta nuevamente las manos hacía su dirección y éste, hace lo mismo, levantando las manos hasta sus hombros, esquivándolo, da un paso hacia atrás y Jeon, siente su pecho oprimido.
—Yo...— susurra, el mayor, negando levemente. Su labio inferior se encontraba tan rojizo por la presión que le habia ejercido, su respiración iba en aumento.
¿De donde provenía esa sensación tan desconocida que estaba absorbiendo su ser? Tan diferente y qué lo llenaba de molestia.
Tier quería que se fuera, lejos, qué acabará, jamás le había pasado algo así y buscaba en su mente palabras que sabía que no saldrían de sí para tratar de menguar esa sensación, pero más que eso deseaba encontrar en su mente algún párrafo de los miles de libros que había leído que le dieran respuestas del tipo de reacción que estaba sintiendo, pero nada, con la abrumadora sensación de cercanía del contrario y con el descontrol de sus sentidos, se volvía todo demasiado asfixiante.
— Estas jodidamente duro — dijo Jungkook observándo con cierta gracia, aunque el rostro del contrario reflejaba algo que él jamás había presenciado, como si eso fuese algo tan desconocido para sí qué estaba asustado, tomó una bocanada de aire y prosiguió — gatito, pero es normal— dice pausado tratando de mermar el desconcierto del chico — ¿Acaso nunca estuviste así? — cuestiona el menor, completamente sorprendido.
—N-no— responde y por fin termina por mirarlo a los ojos, sintiendo la vergüenza absorberlo.
Y suavemente Jeon le ofrece una sonrisa, tratando de darle un poco de tranquilidad, cosa que parecía insulsa en esos instantes.
—¿Quieres que te ayude? — agrega buscando alguna aprobación en sus ojos algo desairados en color, profundos, tanto como los suyos pero llenos de miedo — Para que deje de doler — propone, y en respuesta obtiene solo un sutil jadeo que es más que suficiente para él.
Lo toma de las manos, arduamente buscando alguna técnica en su mente de poder derretir aquella situación y poder llenarla de lo que él era, placer, placer para ambos, sus dedos se enredan y siente aquellas yemas congeladas chocar contra la ardua temperatura de los suyos y lo guía hasta encontrarse dentro de la habitación.
Se dirige a ciegas hasta estar dentro del baño, del cuál había salido hacia apenas un momento atrás, para luego decidir qué tocarse un poco no le haría mal, ni siquiera se había imaginado que iba a volver allí con alguien tan pronto. Y más ante una proposición tan inusual.
Toma a Tier por los hombros, sintiendo a través de su propia dermis lo helado de su piel causándole un leve cosquilleo ante su propio ser el cuál irradiaba el calor del fuego y el contrario parecía incluso lo helado del ártico, segundo punto que le causaba un remolino de curiosidad. Ese chico estaba a nada de convertirse en aquel enigma que Jeon estaría dispuesto a descubrir a como de lugar, a medida que descendía siente aquel cuerpo tensarse ante sí, pero esto no lo detiene, acaricia sus brazos hasta llegar a sus manos, los suelta, dirigiéndose al cierre del pantalón de su contrario.
Él se encontraba directamente frente a su rostro, podía mirar sus ojos, que le resultaba en eso que lo envolvía en aquel limbo de interés, era tan puro que hacía que su corazón de un vuelco ante lo gris de sus ojos, tan nubloso contra cielo despejado, tanto mal sucumbiendo al cliché de la noche. Jeon pensaba que había visto mucho, aún con sus cortos años de vida, hasta que lo vio cerrando los ojos, como si fuese aquella invitación ante algo que sabía que acabaría en el mayor caos del mundo y que no le importaba ya que de eso se trataba Jeon Jungkook, el precipicio que te induce a caer entre las rojas redes de aquel placer que causa cuándo él, el cazador posa sus orbes en la presa más bella de todo el jardín. Sus yemas seguían de fisgonas ante cada pedazo de su contextura, cuando arrastró sus prendas, liberando su erección, observó las pequeñas reacciones minúsculas en su rostro y sonrió, nunca antes había experimentado aquello, sentía que su pecho iba más rápido que cualquier automóvil que había llegado a manejar en todo este tiempo y era solo por ver sus facciones tan sensibles.
Esa cara que parecería ser la de un ángel, sus labios se habían abierto y sus párpados se encontraban levemente presionados, incluso podía ver que sus mejillas habían tomado un pequeño tono rojo.—»Precioso«— se decía, hacía tiempo no tenía ese algo que lo llenaba de emoción, siempre había manejado a su antojo a cualquier tipo de persona prediciendo sus reacciones, pero esto era algo tan nuevo para su ser, era un pequeño explorador colándose para obtener el fruto mas prohibido y delicioso de todos, que estaba vestido con el manto de inocencia más apetecible ante sus palmas sedientas de gozo mundano.
—Esta bien gatito, todo estará bien— le susurra con la voz cayendo a profundidad, varonil, abordando en el precipicio de llevar los colores a tal lienzo en blanco, mientras lo toma de la mano, y con cuidado lo pone bajo la ducha, manteniendo su toque suave pero sin aflojar diciéndole sin palabras que él estaba allí para cuidarlo, ante tal choque de estaciones y de extrañeza de sensaciones, gira la manija, con máxima traba en cámara lenta observando con lujo de detalles como aquellas gotas incoloras chocaban con la textura de ese cuerpo tan ilustre, pulcro, apetecible y más que nada ignoto, con el agua recorriendo sus cuerpos, respirando pesado y dejando todo fluir a la exactitud también de la escena.
Lo pone de espaldas y apoya sutilmente su cuerpo contra el suyo, inhalando su aroma a profundidad, su cálido aliento choca de sorpresa contra el cuello de Tier, haciendo que éste soltase un inconsiente suspiro y seguido de que su cuerpo sintiese una corriente de electricidad erizando sus vellos, con una mano lo sostiene de la cintura, acariciándolo palpando la suavidad de su anatomía, mientras que la otra la lleva hasta su cuello, para pasar a acariciar la piel de su hombro y clavícula, con suma destreza de dejar como una ardiente marca en su camino, baja hasta llegar a sus manos, entrelazando sus dedos, acercándose aún más a su nuca respirando allí, haciéndolo sucumbir en el sordo sonido de lo que estaba tan fuera de su control pero que por primera vez le encantaba, para luego guiarlo hasta tomar su miembro entre sus manos, exhalando una risa ante su contextura y firmeza.
—Relájate, cariño— escucha Tier, en medio de su trance, éste se estremece nuevamente, sus labios, que habían estado fuertemente presionados por sus dientes, se liberan para tomar una bocanada de aire por la sensación, cuando el menor empieza a guiarlo, trazando el ritmo y la presión contra su cuerpo, se encoge tratando de inútilmente detenerlo.
Jungkook le toma de la otra mano, llevándolo en un camino invisible hasta sus pezones acariciándolos, su ser tirita ante su acción, abre los ojos sorprendido, abrumado ante la cálida corriente que va de forma directa hasta su bajo vientre, tan desorbitante, tirando la cabeza para atras, apoyandolo por el hombro del pelinegro, con las ansías creando tal remolino que lo estaban ahogando.
Los movimientos pasan aumentar, al igual que la presión, un profundo jadeo irrumpe ante los únicos sonidos que rodeaban sus cuerpos, que eran su irregulares respiraciones y la vergüenza golpea el pecho de Tier, aumentando su ritmo cardíaco, aunque él ya pensaba que era imposible. Presiona sus labios, prohibiéndose emitir cualquier otro sonido nuevamente, sin saber que eso a Jeon no le gustaba.
Para Jungkook habían pocas cosas que realmente priorizaba, una de ellas era el placer, el placer era primordial, cada alma que pasó sobre sus manos supieron que el ardor de su fuego era lo más cercano al escozor divino de sucumbir al terrenal gozo y trataba de línear a Tier en ese camino, pero ante su miedo e inexperiencia debía de volver a idear algo más, ese chico era un difícil pedazo de cielo que él no podía colorear de manera perfecta, aún, no hallaba los tonos certeros, comprensible si sólo habían pasado minutos de conocerse, pero si algo había en sí era que el por más enigmas que hubiesen al final los resolvía para hacerlo sucumbir.
—Tier, relájate, por favor — murmura, forzándose a pronunciar las palabras, la voz con un picor aún más molesto, un nudo, sí, eso, por la excitación le había generado — déjame oírte — pide algo ronco y pasa el labio inferior por su hélix saboreándolo sucumbiendo ante el calor de la situación, sube la mano que con cuidado se encargaba de sus pezones hasta su cuello, tomando con los dedos su menton, separando sus labios —quiero oírte — suelta en forma de susurro tratando de que no se nótase su alto calor, sus dedos recorrían el falo delineando sus venas, mientras rodeaba con el índice la glande del mayor mordiendo su propio labio inferior ante tal palpitar ansioso.
Ignora que su cuerpo ya estaba reaccionando de manera natural, moviéndose sutilmente, presionando su miembro, nuevamente erecto, contra el trasero del contrario ronroneando en su cuello.
El gemido emitido con pesadumbre y placer por parte de Tier era en una mezcla perfecta para tomar a la locura de Jeon de la mano y luego llevarlo a bailar, al compás de la exitación absoluta.
El menor cierra los ojos, formando una extensa nota mental de todo lo que su inexperto amante ofrecía, sentía su cuerpo temblar, soltaba pequeños y bajos gemidos provocados por la ya incrementada velocidad. Jungkook respira con dificultad, al igual que Tier, que ya sentía desfallecer ante sus manos, todo era demasiado abrumador para sí.
— Jeon de-detente — suplica con su temblorosa voz no logrando su cometido. Detenerlo en ese momento era imposible, no justo cuando estaba a punto de obtener el primer orgasmo de su mayor, no cuándo el menor estaba a punto de lograr esa fascinate escena — n-no puedo, espera, por favor, por... — solloza Tier, con los ojos llenos de lágrimas y el abdomen contraído, retorciéndose bajo sus brazos, sintiéndose desquebrajado, vencido ante su primo de manera desesperada
— Córrete para mi gatito, córrete por mí — musita Jeon, ido ante los preciosos gemidos que emitía el contrario, encendiéndolo aún más, con lo alto de su lascivia siendo alimentada, con su tono vocal en ese estado de sobrepasada lujuria llegando a los oídos del mayor.
Dándole a Tier, gracias a su aguda audición, que siempre fue su más sensible sentido, el último incentivo, para terminar por resquebrajarse, para sentir la sensación abrasadora del orgasmo envolver su cuerpo, con el placer terminando de consumirlo, con los temblores y grititos altos debido a la ola que lo hizo sucumbir con su semen manchando toda la mano del menor, con la confusión de sentir, miró hacia abajo y noto lo blanquecino, se mordió el labio inferior aún sensible con Jeon bombeándolo alargando su clímax.
Jungkook lo sostiene cuándo premedita que las piernas de su mayor flaquean, con fuerza lo abraza por la cintura y deja un beso en su cuello, sonriendo con autocomplacencia, como si hubiese ganado el mejor de los premios. Pasea sobre su hombros sus belfos dejando un tramo dulce, repitiendóle lo bien que lo hizo, calmándolo mientras lo termina de limpiar, detiene la corriente de agua y toma en brazos, levantándolo, llega alcanzar la toalla antes de salir del recinto. Con el hombre, que se encontraba aún acelerado, escondido en medio de su cuello.
— ¿Puedes sostenerte? — pregunta, con un tono de voz más suave de la que esperaba.
El mayor asiente levemente, a lo que lo pone de pie, caminando con calma, una vez llega al cuarto Jeon seca su cuerpo con delicadeza, fijándose, discretamente en la amplia cicatriz que resaltaba sobre su piel. Lo dejó anonadado pero prefirió mantener el silencio más discreto de todos.
Cuándo termina, hace lo mismo por su cuerpo sin detenerse a hacerlo de manera lenta. Camina hasta llegar a su maleta y toma un par de ropas, con paciencia y caricias lo viste y lo recuesta.
— Debes descansar, duerme un poco ¿si? — dice, mientras pasa sus dedos sobre el cabello aún húmedo de su contrario.
— Lo siento — lo escucha murmurar y Jeon sonríe, por el grato sentimiento, que su apagada voz, le provoca.
—Debería de darte las gracias, me has dado una de las mejores cosas que he experimentado — confiesa con sus ojos negros brillando aún más de manera tan diferente.
El suspiro, provocado por el alivio, se expande fuera de Tier, todo lo que vivió en esos pequeños instantes, los toques, roces todo lo que nunca había experimentado rondaban su paladar, había estado algo temeroso ante tales posiciones, la primera vez, eso era la primera vez que experimentó en esa magnitud algo tan desconocido y placentero, sí placer, esas sustancias que orgánicamente sabía que se trataba de la oxitocina y dopamina inundándolo sin contar con la noradrenalina ya desvaneciendóse de su torrrente sanguíneo para dar cabida la bombeo más calmado de su miocardio y así para un momento después terminar entregándose ante el sueño, rendido y por primera vez tranquilo sin haber ingerido ninguna pildora ante la mirada tranquila del menor, el cuál solo se acomodó en su costado para también, al sentir su compañía tratar de conciliar ese sueno tan abstracto y difícil de mantener entre esas palmas que muy pronto serían del azar el diluvio entre la sequía.
Se sabía a la perfección qué luego del fuego quedan cenizas, pero en este caso las cenizas nunca llegaron, solo el helado y abrazador ruido del silencio, que duele tanto que evoca en un recuerdo, que se transformaría en el inicio de algo que ni el fuego o el hielo podrían detener.
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