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Capítulo 09

Angustiado está mi corazón dentro de mí, y sobre mí han caído los terrores de la muerte. Terror y temblor me invaden, y horror me ha cubierto.
Salmos 55:4-5


Luego de haber dejado a Hoseok en el apartamento con el fin de descansar más, ido al hospital en busca de Jimin, Taehyung no podía creer que luego de varios años estuviera en medio de un centro comercial.

El simple hecho de saber que en ese momento nadie demandaba nada a su persona y no debía sonreír por mera educación o fingida cortesía, le provocaba un satisfactorio cosquilleo en la boca del estómago.

A un paso suyo, se encontraba Perxes Jimin, su cabellera miel, peinada hacia atrás un poco más larga que de costumbre, dejaba expuesta su frente, tenía la piel muy pálida. Contaba con el vendaje cubierto por su prenda de cuello de cisne. Se podían apreciar aunque no de forma tan notoria las ojeras que había comenzado a tener a causa de la falta de sueño. Tenía sus labios un tanto resecos y los humedecía succionándolos despistado, cada ciertos segundos.

Posaba su vista por todas las tiendas frente a las que iban caminando, siendo solo unos más, en medio de las personas que allí se encontraban, que aunque no eran muchas, eran las suficientes para poder observarlos, o incluso correr de miedo si llegaban a reconocer al joven.

Una parte de Jimin había dado su completa negativa a la invitación que recibió de ir de compras, pero no había contado con lo bueno que resultó ser Tier al momento de persuadir.

Jimin ni siquiera se dio cuenta en qué momento había terminado de aceptar, aunque aquel podría ser el peor momento de su vida, se encontraba en medio del público, en un lugar completamente abierto e iluminado, junto a un rubio demasiado joven, enamorado del arte.

Si tan solo una persona llegaba a reconocerlo y decidiera llamar a la policía en menos tiempo de lo que le tomaría retratar un lienzo del tamaño 0 Marina* del rostro de Yoongi, (en lo que podía ser impresionantemente veloz), estaría en problemas. No sabía con exactitud la historia completa, por lo poco que se intuía, no sería fácil de solucionar su situación.

Intentaba ignorar las preocupaciones que le acechaban, como el hecho de que Milá Yoongi aún no despertase, lo qué harían una vez que saliera de su estado, si es que lo hacía, no le habían dado noticias suyas, con todo lo que había sucedido en estos últimos días, ambos, tanto Yoongi como Jimin no toleraban la idea de perder sus frescos años y sed artística por sucesos que ambos no comprendían, y esconderse era una idea totalmente descarta para sí mismos, con esos pensamientos, seguía pasando sus ojos por los bellos objetos del centro comercial.

—Hey ¿Jimin? —sus bellos y dulces ojos de color miel fueron en dirección a Tier, quién se encontraba levemente inclinado hacia su persona, con la mano levantada.

—¿Sí? —respondió Jimin, con un tono levemente tonto, no se dio cuenta de que el joven había estado hablando con él por ya varios minutos. Sus mejillas se sintieron ligeramente cálidas y sonrió —Es que no te oí, lo siento, ¿Qué decías?

—No te disculpes, decía que puedes elegir todo lo que desees llevar —Tier mantenía esa profunda y melodiosa voz, además de una sutil sonrisa en el momento en que lo decía. Pero aún de ese modo no pudo evitar que su rostro formara una mueca.

—No necesito nada —dijo de forma amable —es lindo de tu parte, pero no te preocupes por ello, tengo todo lo que necesito.

Tier bajó la mirada hacia sus pies, mientras guardaba sus manos en sus bolsillos. Con tan poco, él ya se veía como un súper modelo, decía Jimin a sus adentros. Trató de disimular su sonrojo y sus ojos fueron hasta una de las tiendas, una en particular le resultaba preciosa, dentro se encontraban expuestos muchos artículos de pintura y sus dulces ojos rápidamente se iluminaron.

Aquello era como llevarlo a la dulcería, el simple hecho de ver colores por mezclar en tantos posibles lienzos para trazar los mundos de su mente, le daba un deseo por dejar su pequeña marca de arte y lo hacía suspirar con añoranza, pero intentaba negar sus anhelos cada vez que aparecían, algo que Taehyung pudo notar.

—Jimin— llamó un poco el rubio, para seguir hablando una vez nota que tenía la leve atención de su contrario —tu casa ha sido allanada y todas tus cosas han sido incautadas, además creo que no deberías de contar con tu cuenta bancaria. Incluso han tomado tus cuadros y los han llevado como evidencia para la investigación de tu caso y el de Yoongi —dijo Tier de forma suave, intentando que el contrario no lo tomase de tan mala manera. Él mismo había encargado que nadie diera más información de la necesaria, aún así quería indagar cuánto sabía el menor sobre la situación —podemos hablar de ello cuando te sientas listo.

Cada palabra parecía ir insertándose en su mente como nefastas escenas, duras de siquiera imaginar. Mientras observó los labios de Tier moverse intentó darles un sentido que no lo llevase a desplomarse en ese instante, porque si había algo que él amase más que a Yoongi eran sus cuadros, era su única manera de dar voz a sus impronunciables palabras.

—Oh—es todo lo que Jimin logró decir, bajó su rostro y lo ladeó un poco, pues rápidamente sintió como sus ojos picaron por las lágrimas— debo ir al sanitario —su voz era suave ya que estaba tratando de mantener el nudo en su interior, no quería desatarlo frente a nadie. Lo que le hacía sentirse seguro se había desvanecido.

Tier observaba como el menor comenzaba a caminar alejándose de él, y con rapidez su mirada fue a uno de sus hombres, y éste de inmediato se dirigió en la misma dirección que el menor, de ser necesario prohibiría el acceso al sanitario para que Jimin se encontrase absolutamente protegido dentro del mismo. En realidad no sabía cómo debía de actuar, a pesar de tener los datos de Jimin, sabía que todos tenían capas y aún no conocía las de aquel joven pintor cuya alma tenía colores aciagos.

Después de esperar varios minutos su impaciencia lo guió en busca de su triste acompañante. Ignorando al guardia tocó la puerta y esperó una respuesta por parte del joven que se encontraba dentro, no escuchó nada.

Se encontraba aún sentado, y allí la situación era una, Jimin completamente sumergido en un muy profundo agujero que lo consumía, con las piernas flexionadas hasta su pecho, abrazándose, mientras permitía que sus jeans sequen un poco las lágrimas que descendían por su rostro, lo consolaba pensar que podía comprar más lienzos y volver a recrearlos. Sollozaba tan silenciosamente como le era posible, porque además de la pérdida de su arte, algo más lo tenía sintiendo aquella fatalidad.

La tristeza y frustración que sentía se incrementaron con el pasar de los segundos, se sentía perdido, pues no recordaba nada de lo malo que había llegado a cometer y de los cuáles lo acusaban, solo sabía que una noche debieron huir con Yoongi porque había sido expuesto y comenzaron a perseguirlos. Nuevamente él era excluido, teniendo que ser quién debía de hacerse cargo de cada una de las consecuencias de aquellas fugas amnésicas que lo confundían por días.

Antes de ese momento, nadie le había explicado cómo habían terminado en ese punto, debería poder recordarlo y aunque no lo hacía, intuía que estaba en una frágil situación por haber terminado casi muerto junto a Yoongi, quién se había llevado la peor parte. Pero definitivamente había algo más, lo presentía por la extrema precaución con que Tier le trataba, podía imaginar que estaban en una encrucijada bastante delicada para que la Policía Nacional de España los estuviera acechando con diligencias investigativas desde hace tiempo.

Terminó sintiendo rabia, estaba molesto consigo mismo una vez más, culpándose por todo lo que estaba ocurriendo, pensando y preguntándose "¿por qué era tan débil?" Al parecer, aquellas voces contra las que luchaba siempre, terminaba ganando todas y cada vez, tirándolo nuevamente a esas lagunas mentales.

Cómo siempre, sus pensamientos finalmente lo llevaron al mismo lugar oscuro, buscando algo con lo que poder castigarse, pues merecía un castigo ante todo lo malo que había permitido que ocurriese, era una abominación y debió ponerse un alto cuando tuvo la oportunidad, y no lo había hecho. Miró a su alrededor buscando algo que pudiese ayudarlo, pero no encontró nada y en ese punto su sangre ya hervía de rabia.

¿Cómo permitió que algo así ocurriese? ¿Qué tan malo fue lo que había hecho, que había pasado para que la justicia estuviera detrás suyo con tal afán? ¿Por qué? ¿Cuánto más debía aguantar? Si lo que Tier decía era cierto, entonces debía hacer algo al respecto. ¿Huír? ¿Entregarse? Cualquier cosa. Pero debía levantarse y actuar. Limpiando sus aún cálidas lágrimas se puso de pie y salió del cubículo, encontrándose con Tier, quién desde hace minutos estuvo escuchando los inútiles sollozos bajos del joven. Se encontraba apoyado contra el largo lavabo, con los brazos cruzados sobre su pecho al igual que sus piernas, aún mantenía su mirada en el piso, y no lo miró hasta que ya pasaron varios segundos.

Los celestes, casi blanquecinos ojos de Tier se detuvieron sobre los tiernos ojos mieles de Perxes, y este último pasó a sentirse completamente expuesto ante él.

—Me miras como si tuviese una larga condena esperándome —insinuó tratando de hacerlo sonar como una broma, con sus manos formando puños a sus costados. Vio al contrario asentir y se relamió los labios al enderezar su cuerpo

—Sí, tu condena sería esa —le dijo, presionó sus labios volviéndose una fina línea —Jimin...—agregó casi en un murmullo, pues estaba más concentrado en ver cómo se encontraba el suelo, en sí era lo suficientemente sólido para caminar o si se trataba de arenas movedizas. Su cuidado debía ser máximo.

—¿Cuál es la gravedad de todo lo que piensas que hice?¿Que piensan ellos que hice? Si me espera una larga condena, quiero saber lo que ocurrió —deseaba con todas sus fuerzas poder entender su destino, y tal vez Tier era un desconocido, pero era amable y eso era suficiente para darle un poco de seguridad cuando se sentía tan perdido.

—Múltiples homicidios doloso agravados, secuestro, coacción... —su voz disminuyó hasta quedar mudo al ver la reacción del contrario.

Jimin levantó la vista hasta Tier y luego cerró sus ojos, aterrado, para terminar quebrándose, su llanto demostraba qué tan herido se sentía en ese momento, y aunque Tier no pudiese comprender bien sus sentimientos intuyó que lo había invadido una profunda tristeza.

A Jimin le dolía el corazón, le dolía la vida, le dolía respirar, sus pulmones se sentían a punto de estallar. Sentía náuseas de sí mismo. Todo su cuerpo temblaba aunque estaba esforzándose para detenerlo. No podía evitarlo.

En su interior todas las emociones iban mezclándose, de la tristeza a la furia, angustia además del abrumador sentimiento de impotencia. Si estuviera en un lugar más privado estaba seguro de que se encontraría gritando, lo haría hasta quedar sin voz, sin aire y sin una pizca de energía, no le hubiese importado la línea que cruzaba su cuello. Por supuesto, sería más sencillo poder cerrar los ojos y dormir pero no podía.

Quería pensar en lo que podría hacer para arreglar todo lo que había causado, pensar en cómo podría ayudar a Yoongi a salir de la situación en la que se encontraba, la forma de tener una vida mejor que la cárcel. Se sentía presionado por encontrar soluciones, pero no lograba pensar en ello, porque la culpa nublaba su juicio.

Todo lo que en su cabeza iba originándose lo hacía a tal velocidad que pasar en su mente los recuerdos que tenía de toda su vida no era tan difícil, volvió a recordar todo lo que para él eran momentos claves en su vida, decisiones tomadas, actos que terminaron haciendo que la vida de muchos cambiase.

—Jimin... —llamó Tier, incorporándose preocupado, sin embargo el llamado estaba tan absorto en sus tormentosos pensamientos que no lograba escucharlo con claridad.

Comenzaba a decirse a sí mismo que debió morir cuando tenía trece años, aquella noche en la que había escapado de quiénes lo criaron, debió morir antes de pedirle a Yoongi que huyera con él, así no lo arrastraría al sufrimiento. Debió ser aquella noche, de otra manera quizás no hubiese sido posible evitar las tantas tragedias por las que les investigaban ¿Acaso era tan nocivo lo que sucedía con él al punto de hacerle aceptar que sus manos se mancharon de un rojo humano? En ese punto, este joven no dimensionaba que su diagnóstico era como un cáncer terminal detectado demasiado tarde.

En su interior la comparación hacía eco, negó con la cabeza cuando le invadió el confuso miedo de que lo suyo fuese más que una enfermedad que se toma la vida de una sola persona, sin quebrar a quiénes estaban alrededor del enfermo, simplemente tomando un cuerpo y muriendo con él ¿Pero quién habitaba en él que se llevó a seres que quizás eran amados?

Su subconsciente le guardaba el secreto de que lo que a él atormentaba podría estar en él hasta la vejez; hasta su último, caduco y débil suspiro, luego de hacerle masacrar todo lo que adoraba con sus propias manos.

"¿Están tan sucias mis manos? ¿Están... sucias?" se ensimismó como un autoflagelo mental sin salida. Pensó en aquel rojo que para el arte significaba vida, pero al cuál este peculiar artista, le dio un concepto nuevo en su inconsciencia: la muerte.

Este traicionero subconsciente, tan egoísta, sabía que tarde o temprano podría terminar dañando a quien deseaba proteger. Esa pequeña parte consciente suya, se negaba a reconocerlo.

—Jimin, háblame, ¿qué ocurre? —insistió Tier ante el silencio ensimismado del joven frente suyo.

—Yo... —intentó responder, pero ni siquiera sabía qué decir, porque no estaba prestando ninguna atención a su entorno.

No podía engañarse a sí mismo ni escapar de su propia mente, si es que era él la causa del mal, el origen de tan miserable fin. Si él ya no existiera, como debió ser desde un principio, todo estaría bien para esos momentos, para él, para quiénes ya no estaban, y para Yoongi.

Levantó la vista, se observó al espejo, completamente devastado, aunque no era siquiera la mitad de lo mal que estaba por dentro. Pensó en cuántas veces había dormido llorando por todas las personas que amaba, sus padres, y a las que seguro dañó, tanto dolor, tantas lágrimas ajenas se habrían derramado por culpa suya.

Todo el peso de su cuerpo fue hacia delante, en dirección al espejo, siendo solo una su intención: volverlo añicos. Necesitaba hacerlo, no podía mantener sus emociones dentro, no hasta ese punto, no podía contenerse, de alguna manera debía de sacarlo todo. Pero, el impacto no llegó porque Tier lo sostuvo con fuerza y Jimin sentía cómo su pecho ardía por todo lo que guardaba dentro.

—¡No puedo! ¡Es que no, n-no quiero! Quiero gritar, quiero morir ¡Dejadme, por favor, soltadme! ¡No puedo vivir así! —chilló, retorciéndose, resquebrajándose mientras lloraba, su cuerpo cayó al suelo, incesante y desconsolado, podía ver como sus piernas propinaban patadas. —Por... por favor...

—¿Qué sientes? ¿Qué quieres hacer? —bramó Tier.

—Quiero... sólo quiero... gritar —dijo con un irónico hilo de voz.

—Entonces ¡grita Jimin! ¡Vamos, grita! —Tier encerró el rostro del contrario en su hombro para amortiguar lo que se avecinaba, quería que Jimin soltara toda su frustración.

Pudo sentir los brazos del contrario a su alrededor, los mismos hacían que sus brazos se mantuvieran sobre su pecho, firmes aún contra las sacudidas que daba.

Pronto empezó a sentir las vibraciones de los gritos del menor en su hombro. 

Y era todo, en ese momento Jimin sentía que la muerte venía por él, el dolor que sentía, y lo que experimentaba eran tanto que no lograba imaginar algo peor. Sentía su corazón latiendo, el oxígeno que inundaba sus pulmones con cada profunda inhalación que era provocada por su llanto le pesaba tanto que no podía tolerarlo, todo dolía demasiado como para que existiese un después, no lo quería, no lo deseaba en lo más mínimo. 

El peso muerto de cada persona se hundía en su borroso pasado era demasiado para sus hombros, era una cruz demasiado pesada para si. 

Podía jurar que en ese momento moriría si aquél peso no desaparecía.

Continuó gritando hasta que luego de unos minutos se sentía ya demasiado exhausto para poder seguir y con la garganta ardiendo, mareado por la falta de oxigeno solo le daban silenciosos sollozos que cesaron los gritos ahogados. Cálidas y traslúcidas lágrimas empapaban sus mejillas al igual que las del contrario que lo sostenía.

Jimin había percibido que ambos tenían las mejillas llenas de lágrimas, Jimin lloraba porque le dolía el corazón, Taehyung, sin embargo, lo hacía por un dolor distinto. Tier no toleraba ciertos sonidos, o más bien ciertos tonos, cualquier ruido demasiado alto le causaba tal dolor en los oídos que terminar llorando por ello no era de extrañar, pero sabía muy bien que gritar quitaba peso en el corazón, pues Luxus le había enseñado a alivianarse con los gritos.

Cuando sintió que Jimin iba relajando su cuerpo, Tier aflojó su agarre, aprovechando para rápidamente secar su rostro para que el contrario no lo viera de ese modo, sin darse cuenta que era tarde.

Mientras aún se encontraban sentados en el piso, el ni siquiera noto en que momento llegaron alli, Jimin se giró lentamente en dirección a Tae, con sus manos cubriendo parte de su rostro, sus entornados ojos lo miraron, analizando su rostro hasta que terminó escondido en su pecho, sólo para terminar por regular su respiración un poco más tranquilo.

—Lo siento... —murmuró Jimin, pero Tae terminó por abrazarlo, haciendo que quede escondido en su pecho, sin mucha oportunidad de terminar su disculpa.

—Shh —siseó interrumpiéndolo para que ambos descansaran. Tanto la garganta de Jimin como los oídos de Tier estaban adoloridos, y Jimin no necesitaba disculparse, Tae estaba contento de que al menos su venda se veía sin rastro de sangre.

—En un rato, te ayudaré a levantarte, te limpiaras el rostro e iremos a concluir lo que veníamos a hacer, luego iremos al hotel y tú descansarás ¿Sí? —preguntó una vez que ya se sentía un poco mejor, pero cuando volvió a ver que Jimin fruncía el ceño lo hizo también con una pizca de enojo, haciendo notar que no era una petición —sólo caminaremos, tú asentirás frente a los lugares dónde creas que pudiesen tener cosas que te gusten y eso es todo ¿Va? —sin fuerzas, un resignado Jimin asintió, aceptando lo que le dijo y su ayuda para ponerse de pie y luego salir de allí muchos minutos después.

Jimin y Taehyung caminaron por todo el lugar en silencio, ninguno de los dos tenían ya energía para intentar dialogar, Jimin se había limitado a hacer lo que Taehyung le había pedido, y asentía cada vez que pasaban frente a alguna tienda que parecía atraer su atención, hasta que llegó la hora de irse según el rubio.

Taehyung terminó explicando dónde se quedarían y antes de siquiera terminar de darle los detalles Jimin ya se encontraba dormido, entonces acercó su cabeza sobre su regazo, quedando tendido el joven artista sobre el asiento en el que iban.

Tier había dicho a los guardias que él mismo iba a cargarlo hasta la habitación en cuánto llegasen, requerirá de esfuerzo para él, pero de esa manera él estaría seguro de que Jimin se encontraría tranquilo, nadie molestaría su sueño en largas horas y eso era más que una orden.

Asistió al menor dormido durante un largo tiempo, y terminó retirándose de la habitación solo en el momento en el que su móvil sonó por cuarta vez insistentemente. La llamada terminó indicando todo lo necesario para que el traslado del otro joven aún hospitalizado, Milá Yoongi, sea llevado a cabo en las siguientes dos o tres horas.

Se movió por el departamento, pudo ver a Hoseok, también durmiendo. Namjoon estaba ya listo en casa, con Gguk, y finalmente todo comenzaba a estar dónde debía.

Horas habían pasado para cuando llegó el atardecer. El rubio se había limpiado, alimentado e incluso había descansado un poco para cuando pudo ver el crepúsculo, además de hablar mucho con Luxus y Namjoon, y estaba a punto de ir a informar a ambos huéspedes que aproximádamente a las seis de la mañana ya estarían saliendo en dirección al aeropuerto.

Es así que, todas las piezas del tablero de ajedrecista que daba un gran aura imperial, empezaban a completarse, excepto una... una sola pieza le quedaba al joven señor Tier Taehyung, para cerrar las filas completas de su tablero.

Y lo último que esperaba era que su celular volviese a sonar, el nombre de Jackson brillaba en la pantalla y Tier lo atendió nada más verlo, mientras iba en dirección a la habitación de Hoseok, pero sus pasos se detuvieron en cuanto oyó lo que el menor decía:

—Señor Tier, el joven Kim, Seinjin se encuentra en el bar del hotel, me informan que ha preguntado por usted.

Una pieza faltaba... sólo una.


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