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(Dos meses después)
La botica Vantker fue asaltada y de no ser porque Kim Taehyung estaba reunido con Min Yoongi, habría sido una lucha en desventaja para él. Ningún auror vino a comprobar los daños o a prometer inútilmente que se encargarían de buscar a los ladrones. Pero no era lo que importaba esa semana. Lo que urgía era lamentarse por la pérdida del anticuario Kim Seokjin.
De treinta y cuatro años, el mago gozaba de excelente salud hasta hace un año que fue maldito por una reliquia antigua que llegó a sus manos. Ningún sanador y rompemaldiciones pudo hallar el hechizo o poción que contrarreste los efectos de la misma, la cual, sumía a la víctima en la fría sensación de estar bajo el velo de los dementores. Era, precisamente, una maldición de esta naturaleza, conjurada con la intervención y sacrificio de un dementor. Lo cual, no solo era una maldición terrible para quien la padezca, sino que denotaba la alevosa maldad del que la ejecutó sin saber que caería en manos inocentes.
Por supuesto, los reportes de los medimagos y sanadores ofrecen el diagnóstico del joven Kim, quien tuvo que soportar dolores y perdidas de capacidades motrices, insuficiencia renal, episodios convulsivos —Taehyung se salteó el resto del listado pormenorizado, aunque no evitó exhalar entrecortado por lo desgarrador del cuadro—; Sin embargo, su pareja, la cual negó una entrevista a este medio, agradece a toda la sociedad mágica que la acompaña en su dolor, estuvo con Kim Seokjin hasta el final...
Bajó el periódico, quedando con la impresión de cuan querido había sido el anticuario por sus contribuciones a la sociedad y causas benéficas. Y Taehyung lo había matado. Nunca antes había sabido el destinatario de sus pociones, ni buenas ni malas. No se informaba porque, de algún modo, sabía que esto no era lo más aconsejable. Pero ahora no solo sabía el nombre, sino también lo que hizo. Y verlo en fotografías lo volvió aún más real.
Corrió a tiempo de llegar al baño antes de vomitar el mediocre desayuno. Por poco se le caen las gafas de lectura mientras vaciaba su estómago. Le asqueó saber que estuvo juzgando a Jungkook y midiendo sus posibilidades con él mientras este se lamentaba por su amado. Y le atravesó una oleada de repulsión por su complicidad, por cuan detallista había sido en elaborar la poción perfecta para quitar una vida.
Escuchó el llamado de la puerta y se paró para enjugarse la boca. No quería estar tras el mostrador, pretendiendo no sentirse enfermo y miserable. Pero viéndose al espejo supo que sus hechizos de glamour funcionaron para enmascarar cualquier vestigio de desazón. Compasivo, el espejo no dijo nada.
—Bienvenido a la Botica Vantker, ¿en qué puedo...? ¿Jungkook?
—Vine a darte mis razones, pero lo has visto, ¿eh? —Jungkook levantó el periódico del mostrador con una mano temblorosa—. La familia Kim ha sido reservada ante el dolor de la pérdida... —leyó con los dientes apretados—. ¿Sabes cómo se referían a él? No hace falta mucha imaginación, basta que te enteres que eran conservadores y no aprobaban que su hijo no haya concebido un heredero varón. Podía ser puto, mi suegro no se metía en las perversiones de cada quien, pero no podía faltar su palabra a la tradición familiar y rechazar la conducción de las Industrias Kim por una simple tienda de antigüedades.
—Eh, los suegros son complicados, supongo —no entendía por qué Jungkook le contaba eso, pero se vio incapaz de detenerlo—. Lo siento —dijo de sopetón, con torpeza—. Lo siento mucho, debes ser difícil para ti y para ellos...
—Lo es —interrumpió Jungkook, sus ojos acuosos ante la fotografía de Seokjin, que sonreía—, fue muy difícil para los Kim nombrar otro heredero apenas se supo de la maldición —el rencor era palpable en su voz y diluía el sarcasmo—, así como fue difícil para ellos dejarme solo en la última voluntad de Seokjin.
Así que, al fin y al cabo, Jungkook tenía menos culpa de la que había pensado. Taehyung quiso correr al baño otra vez, pero se mantuvo en su sitio. Se mordió los labios.
—Lo siento.
¿Qué otra cosa podía decir?
—Gracias, por todo —Jungkook encontró sus ojos, y sonrió con pena—. Me mortificaba pedirte algo así, yo no sé cómo es que no me oriné de miedo cuando me hiciste jurar no decir nada. Honestamente, ¿cómo pude creer que sería sencillo? No me malentiendas, no digo que matar deba serlo. Pero en este caso, es solo que creí que sería menos... ¿culposo? Es decir, su vida era un calvario. Morir era la única cosa que podía liberarlo del dolor y darnos una despedida mejor de la que predicaba la maldición —las lágrimas corrían a raudales por los ojos de Jungkook y Taehyung apretó los puños, impotente, queriendo abrazarlo, pero no sintiéndose merecedor de dar consuelo—; pero vine aquí y lo adivinaste, un amigo me envió contigo, no lo recuerdas, pero él supo de nosotros en la escuela, y conoce a uno de tus proveedores, y sabe que estás en el negocio oscuro...
—Yo no discrimino la magia por su color —se defendió con la lengua amarga por el sabor de la bilis.
—No es necesario que lo digas, no te estoy juzgando. Aunque lo hice, cuando aceptaste ayudarme a matar a mi amante —sonrió con burla ante la palabra que Taehyung usaba adrede—, y solo te conformaste con mi afirmación de que estaba enamorado. Me dije que eras un monstruo. Te vi como uno por días, aunque, a la vez, seguías siendo el chico del que me enamoré y que me enseñó qué tanto se escondía en mí, bajo capas de prejuicios y modales sangrepura. Lo siento, estoy aturdiéndote con mi perorata, pero quiero que sepas que no estoy enojado contigo, que si te culpé, que si lamenté haberme acostado contigo, no fue porque te desprecio. Yo solo...
—Amas a Kim Seokjin —ayudó a Jungkook en su confesión—. Lo entiendo, está bien. Debió ser muy complicado verme y a la vez pasar por la agonía de tu amado, lo siento. Soy yo el que me equivoqué en juzgarte, no es propio de un buen pocionista hacerlo, pero contigo soy débil.
—Y yo contigo —apresuró sus palabras Jungkook y pareció querer decir más, pero la campanilla sonó, anunciando la entrada de otro cliente y solo se dio la vuelta y huyó.
Taehyung tuvo un hueco en el estómago por días.
Nota:
Pobre Jin, loco. Digo, pobre todos, eh, sí.
La eutanasia mágica debería estar en vistas de aprobarse en el ministerio, digo.
Posiblemente actualice hasta el final, solo porque mi felicidad es demasiada y quiero hacer otras cosas, pero esto me cuesta un pendiente jajaja
Quejas:
:')
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