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VI

Advertencia: +18

"they say it's bad karma when you live double life"



Al dar la vuelta el letrero de abierto para que se lea desde el exterior cerrado tuvo que aceptar por fin que Jeon Jungkook no vendría. Y se convenció de que no era decepción, pero luchó demasiado hasta que convino en que lo que sucedía era que le molestaba la falta de palabra del cliente.

Por supuesto, que las siguientes horas haya bebido más de la cuenta no aplacó la anterior pesadumbre en su pecho, pero al menos ahogó otros pensamientos que emergían desde algún rincón oscuro de su cerebro para torturarlo.

Imágenes de él y Jungkook reales, de ayeres donde los besos y abrazos eran dosis altas de su día a día; actuales, de Jungkook desplazándose por su casa, charlando y sonriéndole mientras le preparaba té y lo esperaba a que él termine de ducharse; imaginarias, de lujuria derramada entre los dos, de lamer el sudor de Jungkook, de sentirlo embestir en su interior o apretarlo mientras él se hunde una y otra vez en ese apretado culo.

En esa última ensoñación lo encontró Jungkook y tuvo que contenerse de ayudarle al verlo ocupado, moviendo la mano arriba abajo en su erección. Por supuesto, el boticario lo pensó invención de su cabeza y por esa razón estiró los brazos y lo invitó a ayudarle.

—Uh, ¡lo siento!

—¿Qué sientes? Yo calor, tengo calor, ¿ves? —mostró el sudor de su frente, barriendo el cabello con la mano libre, mientras la otra detuvo su compás.

—Cúbrete, por favor —¿Cómo sonar convincente cuando su piel vibraba al refrenar sus ganas de saltar sobre el boticario?

Taehyung ladeó la cabeza.

—En mis fantasías sueles caer de rodillas, ¿no estoy muy borracho aun?

Jungkook se paralizó, ahora sin necesidad de piquete y no supo cómo reaccionar. Una parte de él le susurraba que no cediera, que no era correcto, que Taehyung estaba vulnerable y él no podía aprovecharse. La otra, con más firmeza que la anterior, le decía, sin tapujos, que ceder y cogerse al boticario era casi o menos inofensivo que ir y comprarle una poción para matar a su amado.

Y no fue necesario arbitrar demasiado para fallar a favor de la voz más crudamente honesta, que celebró cuando Jungkook se quitó la chaqueta en lo que se dejaba caer junto a Taehyung en el sofá. Fue instantes antes de que las manos agiles del boticario entraran en acción y lo animen a desnudarse. Allí cambiaron las tornas y la voz, cuando entendió que tal vez no sería Jungkook el que llevase el mando, lejos de ofenderse volvió a celebrar.

—Wow, estás frío —murmuró Taehyung—, ¿hace helado afuera?

—No lo sé —y calló que estuvo encerrado en su cuarto como si hubiera sido castigado con no salir—, yo... creo que mejor me marcho.

—¡No, bebép! —se lamentó el boticario, frunciendo los labios con tal ternura que Jungkook quiso morderle la boca.

En su lugar, tomó el miembro, ya humedecido en la punta, y lo masajeó hasta que sintió que Taehyung se derretía contra él. Aun medio vestido los dos, se dieron un abrazo complicado dado los movimientos entorpecidos por el alcohol de uno y los nerviosos del otro. Lo que no había de destreza, sin embargo, lo compensó el por fin declarado interés de ambos, la atracción liberada que los llevó a acomodarse mejor en el sofá.

El beso no sucedió, pero no porque Taehyung no quisiera. Fue Jungkook el que rechazó los intentos, y al final, ebrio por la bebida y por el delicioso sabor de la piel de Jungkook, el boticario se rindió y se dejó acariciar. Extasiado, fue llevado al orgasmo y empujado en la dirección contraria por minutos eternos en la nublada mente de Taehyung. El perverso juego de Jungkook lo tenía listo para estallar, pero le negaba la misericordia del orgasmo.

Jungkook sabía que cuando Taehyung se corriera iba a caer dormido y, no sabía si para bien o para mal, cabía la posibilidad de que no recordase este momento. Por eso lo disfrutó al máximo, dado que, si Taehyung no registraba este evento, él mismo podía engañarse creyendo que no existió tampoco o que fue un sueño demasiado vívido. Y así, la culpa que le mordía la nuca a cada temblor y a cada tirón de su entrepierna que pedía ser liberada y no meramente acariciada por sobre la tela, no era tanta.

Taehyung llevó las manos al cabello de Jungkook, sintiendo la suavidad del mismo mientras la boca de este le chupaba la garganta, y jaló de él cuando por fin se dejaba ir en un placer blanco y ensordecedor. El espacio se congeló y no oyó más que su propia respiración y la agitada de su acompañante, que le golpeaba en el oído. Instantes previos a perder la consciencia.

Cuando despertó estaba solo en su sofá y, aunque la ropa estaba en su sitio, percatándose del hechizo de limpieza, supo que no había sido un sueño lo que ocurrió. Sobre todo, porque los cabellos largos y negros de su mano le dieron la pista de cuán real había sido esa fantasía.

+

Kim Taehyung se coló en sus sueños cada noche y se vio a sí mismo, de puntillas, escabullirse al cuarto de baño para bajarse el calentón. No correspondía, pensó, que el asunto entre sus piernas fuese atendido por Kim Seokjin, quien dormía ignorante de lo que acontecía con su pareja.

Tuvo su abundante liberación, motivado por la memoria de Taehyung retorciéndose, gimiendo del placer y pidiéndole más. Había pasado casi una semana desde esa intrusión a la intimidad del boticario y cada vez le costaba más acordar en que era apenas un descargo o escape de remordimiento. Que no deseaba regresar y probar los límites del otro.

Manejar la culpa era su entretención reciente, y sumarle la atracción por su ex, en un orden de cosas, estaba hasta debajo de la lista de lamentaciones. Sin embargo, ¿por qué en su cabeza se cocía la cada vez más absurda idea de que no sería tan grave ceder? Esto no estaba bien. Era... Ni siquiera podía decir malo, aunque mucho menos bueno, ¿qué lo era con Taehyung y su más que tachable vida?, ¿qué podía decir él mismo sobre su persona?, ¿y sobre los negocios en que se involucraron?

Suspiró, acariciándose y esparciendo su culminación por su vientre antes de levantar la mano y dejar correr el agua de la ducha. Vio con frivolidad cuan fácil era borrar la evidencia de su engaño, mientras el semen se escurría en el suelo de la ducha y se perdía en el desagüe. Dedicó por fin atención a qué diablos le ocurría con el boticario de Vantker.

Ya no podía evadirse.

Cierto era que imaginó que sería incómodo continuar su pedido con alguien a quien quiso tanto. Y era hipócrita quitándole importancia a su noviazgo con Kim Taehyung, pero ¡al carajo! Solo tenía claro que lo deseaba, primeramente, en un plano sexual. Kim Taehyung siempre generó esta reacción hormonal en él, con esos labios delgados, aquella mirada intensa, la nariz ancha en un rostro anguloso y de perfil idílico, pero no podía pretender emparejar la atracción adolescente con el deseo vivo y ardiente que ahora lo poseía en su presencia –y ausencia.

Y quizá fueron los vapores de las pociones, o la exposición prolongada al objeto de sus fantasías que derivó en que pierda de pronto la línea del deseo y del afecto. Así como antaño, cuando supo que amaba por primera vez en la escuela, y así como ocurrió con quien ahora duerme en su cama, tenía esta consciencia perversa de que iba más allá del sexo.

¿Qué fue lo que había desencadenado todo? Tal vez, emergió una primera hipótesis, el que este no lo odiara. Al contrario, con Taehyung podían charlar de todo, del trabajo, de la música, del deporta, de cualquier cosa. Jungkook había esperado que su ex pareja quisiera saber por qué se marchó. Lo que él habría hecho en su lugar. Solo que no ocurrió, pese a pequeñas pullas sobre la relación que mantuvieron, no había verdadero rencor ni reproche.

Taehyung le complicó la tarea de no retomar el viejo hábito de quererlo: era inevitable cuando se comportaba cada vez más distendido a su alrededor, perdiendo la distancia de los primeros días y dejándole saber que estaba bajando las murallas construidas para protegerse.

Le aterró, del mismo modo, cuanto él mismo había bajado la guardia. Hasta el punto de encontrarse comparando no solo al Taehyung de su adolescencia con el adulto de hoy, sino su relación con este y el hombre que ama y con quien convive.

—¿Kookie? —la voz adormilada de Kim Seokjin lo asustó.

—Ya voy, am- amor —respondió, mordiéndose la lengua cuando la última palabra tropezó en su garganta.

Un ligero sabor a sangre le indicó que se había mordido demasiado fuerte. Pero fue peor el sofoco de la culpa mientras volvía a la cama y era recibido en los brazos helados de Seokjin, que lo atesoraban como al mayor obsequio. Besó la boca voluptuosa de su amado, sintiendo el placer del orgasmo anterior empaliceder ante las caricias que este le prodigó y cuando se corrió por segunda vez tuvo claro algo:

Se arrepentía de haber pisado la botica Vantker.











Nota:

Puse la mini advertencia, por si alguien no se siente cómodo con la escena. Y quien diga que es un toque exagerado, es porque no ha leído comentarios medio escandalizados cuando hay un momento de masturbación jaja

Lo dije en Genius lab y lo diré aquí, libren del tabú a la paja. Vivan la sexualidad consigo y con el otro con total naturalidad -y consensuado, please- ¿'tamos? Esto sigue siendo ficción, igual, no ESI.

Por otro lado, lo que me está costando no traer a Seokjin más aquí. Pero cuando escribí esto lo hice pensando en el drama TK y me juré no irme por las ramas.

Quejas:

:)

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