V
Casi una semana después, Jeon Jungkook supo que estaba en problemas.
Había llegado tarde al trabajo cada día y cada día le costaba más volver a casa. Por supuesto, dejar que su razón le recuerde que las pausas que se tomaba al día para visitar la botica Vantker eran parte o tal vez origen de este problema no era necesario.
—¿Cómo soportas el vapor de los calderos?
Se abanicó con un cuaderno muggle de Kim Taehyung mientras lo observaba trabajar. El boticario le había comentado que el ministerio requirió matalobos y estaría ocupado en ello por ese día, así que si deseaba podía retirarse y volver al siguiente para ver cómo avanzaba su poción. Se quedó de todas formas.
—Es como estar en un sauna apestoso, ¿eh?
—Bueno, tus palabras, no las mías.
El boticario sonrió mientras dejaba caer en el caldero un poco de saliva de duende y revolvía contra las agujas del reloj. La concentración plasmada en su cuerpo, como si no existiese más que aquel mejunje en el mundo. A Jungkook le pareció admirable, porque, tal como había descrito una vez Taehyung, el arte de pociones requería completa atención, cierta devoción y una pizca de talento. Kim Taehyung era un artista, supo sin que esta revelación fuese sorpresa.
Acabada la primera fase, dejó arder la llama en lo que la poción hervía. Se alejó del caldero, yendo al rincón donde una pequeña losa le permitía lavarse las manos y el rostro, aunque deseaba bañarse apenas pudiera.
—Por hoy es todo —dijo, no sabiendo cómo expresarle a Jungkook que era tiempo de irse. Pero el muchacho lo siguió hasta la tienda, viendo cómo cerraba el negocio y a punto de conjurar las protecciones, se volvió a verlo—. Yo voy a... limpiarme.
—¿Te importa si te espero?
—Tu poción debe revolverse en dos horas, no creo que quieras...
—Perfecto, puedo hacer té e ir por bocadillos en lo que te das una ducha —y saliendo por la puerta, Jungkook se dispuso a marchar, aunque regresó y dijo—. Permite que tus protecciones me dejen entrar, ¿sí?
Taehyung se quedó con la palabra en la boca. Y con el corazón trepándole por las costillas para saltar hasta su estómago en clavado.
+
Ese día no fue el único en que Jeon Jungkook se quedó más tiempo de lo necesario y Taehyung comenzó a preocuparse. Más que nada, porque había sido una labor titánica mantener a raya sus emociones al tenerlo cerca. Y no es que de pronto volvieran a él aquellos sentimientos de la escuela. Nada de eso. Ahora lo alarmante ocurría a un nivel distinto.
El adolescente que fue se ruborizaría por los pensamientos que caldeaban su mente cuando Jungkook aparecía por su tienda, luciendo arrebatadoramente guapo y trayendo consigo el fresco de la calle, danzando en compás con su aroma picante y seductor.
Pero lo más impresionante era que, si no le fallaba su intuición, no era el único padeciendo estas reacciones. Lo podía comprobar tras pillar a Jungkook viéndole con hambre, con deseo. En la forma en que este se le acercaba al saludarlo, en el apretón de manos que duraba más tiempo del que la etiqueta indicaba y en las nada sutiles conversaciones de amor y pasión.
Taehyung había sido interrogado tantas veces que ya sabía cuando intentaban sonsacarle información. Y viendo lo poco discreto que era Jungkook, se sintió tonto por haber preguntado si era auror la primera vez que entró a la tienda.
—¿De verdad no te has vuelto a enamorar?
La incredulidad en Jungkook era genuina. Y Taehyung se halló pensando maneras de llenarle la boca, que dejó abierta por la sorpresa. Respiró hondo, tragando el vapor de la poción antiinflamatoria y tosiendo un poco. Esta poción era particularmente hedionda, aunque efectiva.
—Si te deja tranquilo, el no amar no me privó de buenos orgasmos.
La boca de Jungkook se cerró de golpe, y dos pintas de rubor se esparcieron por las mejillas. Creyó que ahí acabaría el interrogatorio, pero el cliente siguió:
—¿Por qué no?
—¿Por qué no qué? —Tapó el caldero y fue hasta el rincón a lavarse las manos.
Si Jungkook era perspicaz, habría notado la confianza del boticario al darle la espalda y quedar vulnerable a cualquier ataque. Del mismo modo, si Taehyung no se hubiera acobardado ante la acelerada manera en que su corazón bombeó, habría percibido el atisbo de triunfo en el rostro de su cliente.
Nota:
Me re cuesta fragmentar el OS, loco.
Por otro lado, en serio, Pablo Alborán es el ser más divino y yo no sé cómo puede ser real ♡
Quejas:
:)
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