La voz
Día 10: Perturbado
Que padece un trastorno o una alteración de las facultades mentales.
La escuchaba siempre, todo el tiempo, a toda hora y momento, siempre estaba ahí, presente y susurrandole cosas que no quería escuchar. Le ordenaba cosas que él no quería hacer, le decía que debía matar, que tenía que hacerlo pero no quería escucharla.
No importaban las miles de horas que tomará terapia, tampoco importaban los cientos de pastillas que ingiriera ni la preocupación de su hermana, aquella voz no desaparecía, siempre presente, siempre con él.
Mucho tiempo lo nego, intentaba buscar alguna explicación lógica a aquella débil voz en su cabeza, pero ahora era más fuerte, ya no eran pequellos susurros de vez en cuando, ahora podía escucharla gritar, exigiéndole que le hiciera caso. Bill, así la había llamado, su demonio personal que lo atormentaba día y noche.
Vivía en una lucha eterna por el control de su cuerpo pero estaba perdiendo, poco a poco Bill se hacia cada vez más y más fuerte, cada vez le costaba más trabajo ignorarlo, estaba perdiéndose poco a poco en su propia locura, pronto aquella horrible y malvada voz tomaría el control, lo sabía, solo era cuestión de tiempo.
Con la mano temblorosa termino de escribir la carta que le había hecho a su querida hermana, aquella que siempre se había preocupado por él. Subió lentamente las escaleras y paso la soga por su cuello, pudo escuchar a Bill gritar furioso y desesperado, quería tomar el control, pero no pensaba dejarlo.
Con una enorme y perturbada sonrisa saltó hacía el vacío, escuchó el grito de dolor y agonía que Bill arrojaba y sonrío aún más, el había ganado, tuvo el control de si mismo hasta el final.
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