Día 11: Mordedura

Acción de morder. Daño, herida o señal que se hace al morder, especialmente los que hace un animal sobre la carne de una persona u otro animal.

Caminaba majestuosa entre la oscuridad de la noche, observando atenta a todo aquel hombre que llamara su atención, se encontraba cazando y ya había puesto su atención sobre un caballero rubio que se fumaba un cigarro tranquilamente cuando le vio.

Un hombre de piel tigreña, con varias cicatrices y un desgastado y viejo sombrero de paja colgando a su espalda. Jamás había sentido tal atracción por alguna de sus presas como la sintió por aquel chico. Con sigilo lo siguió hasta su hogar y en un descuido del muchacho ella aprovechó para adentrarse en su morada. Estaba extasiada y ansiaba el momento en que se fuera a la cama para realizar su trabajo, había algo en él que la atraía con una fuerza arrolladora. Minutos después, mientras se mecia encima de él y se le escapaban varios gemidos lo comprendió.

Ese chico era especial, así decidió no matarlo ese día, con el pasar de las semanas con suerte encontraría que era lo que más le atraía, si su cuerpo, sus ojos o su sonrisa. Le mordió el cuello delicadamente dejandole una marca, dos pequeños puntos casi imperceptibles para cualquier humano, pero bastante notorios para alguien como ella.

Usualmente ella mata a sus victimas en una sola noche, pero hay otras que prefieren jugar un poco más y marcan a sus víctimas para que nadie se acercará, ahora nadie tocaría a ese peculiar muchacho, lo había marcado como suyo.

Grave herror haberlo hecho, ya que con el pasar de los días, la atracción en lugar de disminuir se acrecento, pero ya nada podía ella hacer, mientras más tiempo estuviera con él, más se acortaba su vida, pero no podía alejarse a pesar de que no quería que muriera.

Lentamente fue acabando con él y en la última noche de vida de su amado, gravo todas y cada una de sus facciones, las sucubo no pueden enamorarse de sus víctimas ya que jamás podrían estar con ellos.