Sin Retorno.
Con el corazón golpeando errático contra su pecho, sintiendo la adrenalina subir a cada segundo. Temblando se paso una mano por el cabello, sintiendo la humedad en sus hebras oscuras.-
No tenía mucho tiempo, pero, una parte de él aún quería echarse para atras, aún sabiendo perfectamente que no podía, no era capaz.-
¿Cómo pudo permitir que todo esto pasara?
¿Cómo pudo ser tan ciego?
¿Cómo podía seguir dudando a este punto de todo lo ocurrido?
Parecía una pesadilla sin sentido... Ocurrió tan rápido, aún seguía procesandolo en su mente mientras tomaba más bidones de combustible del estante, abriendolos a la velocidad que su cuerpo le permitía.-
Debió haberse dado cuenta. Se lo advirtieron una y un millón de veces, pero él estaba seguro que nada malo ocurriría.
Que ingenuo. Que imbecil fue.
El recuerdo de su compañero siendo pulverizado frente a sus ojos volvió a su mente, su estomago se contrajo, las nauseas más presentes que antes.-
"Es incontrolable. Un deseo tan hermoso. Pero hay algo siniestro en la forma en la que duele pensar en ello".
No le prestó suficiente importancia a las palabras que el tirano susurró al final de esa conversación hace pocos meses cuando se encontraban uno acostado al lado del otro, la sensación posesiva de su albina cola rodeandole las piernas, parte de su cintura, apresandolo con la intención de no dejarlo ir nunca.-
Escuchó una explosión a lo lejos seguido del grito de su "amado" llamándolo dulcemente con un subtono de desesperación, rayando a la locura que carcomía al albino por no tener señales del azabache.-
Se quedó quieto unos segundos asegurandose de que estaba ocultando su energía, retomó la marcha vertiendo todo el combustible alrededor suyo. No le quedaba de otra, las esferas del dragón fueron eliminadas, sus amigos reducidos a cenizas junto con las ciudades, los otros seres humanos habitantes del ahora agonizante planeta. Solo quedaban ellos dos.-
Solo ellos.
Solo él para que no pensara, viera, hablara o incluso respirara cerca de alguien que no fuese exclusivamente él.-
¿En qué momento llegaron a este punto?
¿Por qué no lo rechazó desde un principio?
¿Hubiese sido peor?.-
Yamcha detuvo sus movimientos lentamente, con la mirada perdida en su propio reflejo en el enorme charco de combustible bajo suyo. "Ya era así desde antes". Lo reconoció finalmente, esas orbes sangre intensas, desde que cruzaron mirada, algo muy dentro suyo le dio un terrible presentimiento que por tanto tiempo ignoró.-
Ya no quedaba nada del emperador encantador que poco a poco se ganó su corazón, su confianza. Una pantalla de humo, eso fue simplemente.
Se le escapó un sollozo de la garganta cayendo de rodillas sin apartar su vista del suelo.-
Era su culpa. Por él ninguno puso mano alguna sobre el tirano, era su pareja después de todo, además de ver que el abino no parecía atentar contra su vida, lo trataba bastante bien. Yamcha era feliz... Fue muy feliz, no lo iba a negar.-
¿Pero a qué costo?.-
No quería seguir. No tendría las fuerzas para seguir con esa enorme carga en sus hombros.
Él por naturaleza era bastante entregado, pero ciertamente no iba a dejarse apresar por ese insano amor... Si es que se le podía llamar de ese modo.-
Al cabo de diez minutos todos los envases de gasolina estaban vacíos, el contenido abarcando un gran perímetro en el almacén. Respiró profundo por reflejo, el fuerte olor de esa sustancia llenando sus pulmones haciendolo sentir enfermo.
Con movimientos mecánicos, casi ausente tomó la caja de fosforos al lado suyo arriba del estante. "No puedo remediarlo".-
Estuvo a punto de pasar la cerilla por el cartón, cuando escuchó el eco de los reconocibles pasos del emperador. Su cuerpo comenzó a temblar, mientras giraba su cabeza en dirección al sonido cada vez más cercano. Y se le cerró la garganta al ver el par de orbes carmín brillando en la oscuridad a escasos metros de él.-
Sin pensarselo dos veces, intento prender el fósforo, fallando rotundamente con los cinco que sacó en esos milisegundos. Maldijo en voz baja. El líquido que se había vertido encima había empapado la caja ya, se tardo demasiado.
Volteo de nuevo. Freezer lo estaba viendo fijamente ahora desde su sitio.
No había otra manera.
Disparó de inmediato una esfera de energía, tan diminuta pero era suficiente, como una chispa prendiendo en cadena todo.-
Solo le dedicó una sonrisa triste al otro, antes de cerrar los ojos sintiendo el intenso calor contra su piel. Pasaron los segundos. Apretó más los puños algo confundido de no sentir nada, se habia preparado mentalmente para esa calcinante agonía... pero... .-
Abrió los ojos. Se comenzó a hiperventilar al ver que las llamas no lo tocaban, como si una especie de escudo cubriera en totalidad su cuerpo... Ni una misera quemadura, aún si se había tirado un bidón de gasolina entero encima para tener un destino similar al de sus seres queridos. Sin embargo...
"Oh mi querido Yamcha".-Se escuchó la elegante voz del tirano mientras se abría paso entre las llamas.- "¿A qué juegas esta vez? ¿Hm?".-Siguió hablando con una calma que perturbaba al pobre pelinegro.-"Te avise que solo iba a tomarme unos minutos terminar con este pedazo de roca inservible... ¿Oh? Así que quieres seguir con esto, bien adelante".-Le dijo al verlo salir corriendo mientras el fuego se esparcía por todo ese espacio.-
Freezer no era ingenuo. Claro que no. Sabia perfectamente que su humano intentó quitarse la vida. Pero él no lo permitió. Nunca lo va a permitir.
Sabia muy bien que este sería el resultado si cumplía su deseo. Solo él con su querida pareja, sin estorbos, sin nadie más que le quite la atención del pelinegro.
Dolía verlo escapando de sus brazos... Un dolor que recorría su pecho como ácido, el enojo mezclandose con ese desagradable sentir.
Permanecia en calma a pesar de eso, teniendo la certeza que incluso en ese momento solo él llenaba la atribulada mente del ex-guerrero.-
La estructura comenzó a ceder al fuego, tal como Yamcha a su miedo, estaba rindiéndose al ver que no podía siquiera volar por la fuerza invisible que lo protegía de las llamas. Se paro frente a una pared, recuperando el aire perdido, el pecho ardiendo por su forzarse a correr casi ahogandose con el humo que se iba acumulando dentro.-
Se estuvo ahí, las líneas de lágrimas limpiando las cenizas que ya le habían ensuciado el rostro. Tosio sintiéndose mareado, sofocado. ¿Quizás si podría cumplir su cometido?. No era el modo que tuvo planeado, pero, no importaba, solo quería irse, lejos de ese maldito demonio desquiciado.-
Su visión se volvía borrosa. ¿O tal vez lo hizo enojar tanto que lo dejará perecer?.
Eso lo lleno de esperanza...
Una esperanza que pronto se esfumó como el humo a su alrededor permitiéndole respirar.-
Sus orbes obsidiana se desviaron a la silueta tras uno de los estantes que aún permanecía en pie, las llamas de los extremos iluminando su figura, con una satisfacción inmensa al tenerlo finalmente acorralado.-
A través de esa luz, parecia el recuerdo de lo que el emperador era antes, de lo que fueron, esa faceta relajada, esa sonrisa suave que parecía dar una imagen angelical. Pero al notar que Yamcha le regresaba la mirada, sus facciones se distorcionaron a una expresión que le heló la sangre al pobre humano.-
"Te encontré~".-
Sin importarle lo sucio que se encontraba por las cenizas, acortando la distancia se agacho rodeandolo con sus brazos, hundiendo sus palidos dedos en la melena de su amado, pegando sus oscuros labios en el cuello de él, sintiendo su pulso unos segundos antes de ascender llegando a la altura del oído. "Si vuelves a intentarlo de nuevo, creeme que realmente desearás haber tenido éxito". Le susurró tranquilamente al otro que apreto los labios mientras los cristales salados se deslizaban cada vez más rápido por sus mejillas. "Me perteneces". Continuó el tirano mientras la estructura alrededor caía. "¿No dijiste que querías compartir el resto de tu vida conmigo?". Yamcha asintió apenas, rendido, cansado, su pecho más pesado que antes.-
Con las pocas fuerzas que le quedaban, se aferró al albino. Solo le quedaba aceptar su cruel destino. Abrazar el miedo. No podía huir. Sabía que este es el punto de no retorno.-
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