Olvidar una simple acción para perdonar,
perdonar lo que no es posible enmendar,
enmendar el futuro que hecho trizas está
y estás aún en mi mente al ver las horas pasar.

Una decisión que acarreó a otra,
una emoción que llevó a la derrota,
una confesión que fue mi condena,
una despedida que duele y quema.

¿Por mi bien? ¿Eso es lo que crees?
¿Qué fue lo mejor? ¿Así lo ves?
¿Lastimarme para impulsarme a avanzar?
No sé si esa es la cruda realidad.

¿No significó nada para ti?
¿Fue tan solo decir que sí?
¿Y mi opinión al respecto dónde quedó?
En el averno, ya veo cuanto te importó.

Me creaste ilusiones, ilusiones que creí,
pintaste un mundo perfecto para mí,
te permití entrar en el fondo de mi ser,
pero la sangre prevalece sobre el querer.

Magullado, traicionado, ofendido, pisoteado,
si pudieras ver los sentimientos encontrados.
Perdido, vacío, sin rumbo fijo, en quebranto,
no paro de llorar desde la noche en que hablamos.

Te idealicé como la roca en la que anclarme,
anclarme a la deriva de este mundo cambiante,
mundo cambiante en el que imaginé un futuro,
futuro que no existe y solo quedan grumos.

¿Pero seré capaz de superarte?
"No fueron muchos meses", pensaste.
¿Lograré continuar como antes?
"Lo hiciste sin problemas", reclamaste.

Pensar que hay un as bajo la manga,
pensar en que habrá salida bajo el agua,
pensar que no es más que una puesta en escena,
pensar que todavía me recuerdas.

Porque en un momento te dije:
"No te desharás de mí tan fácil".
Porque sabías que lo decía
con todas mis verdades.

Porque confío en que sea un hasta luego
y no una despedida,
porque por más que corras,
sé que no es una partida.

Y aunque pretendan
ponerme esposas y candados,
estoy consciente de que regresarás,
mi ángel amado.

Pero duele como el infierno
y las memorias no son lo de menos,
renunciaría a mi felicidad,
si eso significa no perderte jamás.

"Quédate conmigo", mis últimas palabras fueron.
"Déjame estar para ti", rogaste en silencio.
"Necesito un descanso", farfullaste en su lugar.
"Lo he perdido todo", me rompí al final.

Pero ya no, ya no lucharé contra la corriente,
las aguas son demasiado fuertes,
y nunca más te permitiré destrozarme,
levantaré la mirada en cualquier parte.

Una máscara sobre mi rostro desde hoy usaré,
ocultando mis penas de la mejor forma que sé,
siempre me han conocido por aparentar
y una sonrisa es el gesto más fácil de actuar.

(The Writer)