Y cuando el día llega a su fin,
el cielo se pinta de carmesí,
varias vidas han terminado
y muchas otras recién empezaron.

Allá en lo más infinito
y recóndito de nuestro ayer,
alguien ya sufrió, vivió y vio su perecer,
el mismo que repetía tantas veces: ¿será que nos volveremos a ver?

Te respondo, querido amigo,
yo sé que en algún instante
nuestras miradas centellantes,
regresarán al camino, regresará de donde vino.

Él, aquel ente sin nombre,
la Muerte la llaman,
pero ya hablé de ella
la anterior semana.

¿Entonces a quién te refieres?
Hablo de ti,
la única persona que es su obstáculo,
la única piedra en su zapato.

Vamos, haz un trato.
¿A qué te cuesta confiar?
Éramos amigos de antes, ¿te acuerdas?
Cuando susurrabas tus secretos sin pensar.

Ahora, tengo un arma de doble filo
envuelta en mi bolsillo,
¿te atreverás a desafiarme?
Vamos, no seas cobarde.

Estira tu mano,
toca mis dedos,
únete al juego,
¿qué puedes llegar a perder?
¡Dímelo de una vez!

Expulsa tu orgullo,
cae ante mi embrujo,
que el miedo no te domine,
sé tu verdugo.

Tira de ella,
ponte la soga al cuello,
cumple el trabajo sucio,
haz que te comprenda.

Ve y acepta las consecuencias,
yo saldré ilesa,
fui tu titiritera
y terminaste siendo mi marioneta.

Entonces, cuando me encierren en la celda
vendrás a mi rescate,
una ilusión, después de todo,
era el cuerpo del alcalde.

Pero antes de festejar,
las letras pequeñas también cuentan,
¿dime las leíste hasta el final?
Es momento de terminar.

El contrato ya está firmado,
acompáñame, este es tu abogado,
mira el juicio y te demando
como sucio traidor de este juzgado.

(The Writer)