Con todas las reglas que das,
no eres el más indicado para opinar.
Bajo la mesa pasas las cartas,
no es complicado, ¿no es verdad?

Alianzas por montones,
personas que aclaman tu nombre,
órdenes que salen de tu boca,
decisiones que son otras.

Disculpa por interferir,
por alterar tu rutina,
por tener una voz
que permanece y no olvida.

Perdóname por alterar
tu justo juego de azar,
mis condolencias de antemano,
por no seguir el molde, no más.

No soy tu marioneta,
la cual puedas controlar,
no escucharé tus palabras
si no lo oigo, no es real.

Delirio de poder, esa es tu enfermedad,
en la que prefieres perder antes que ganar,
porque arriesgas tu fortuna por unas cuantas bocas,
porque un cobarde te lo advirtió: "Esta será tu derrota".

Porque si no es respeto,
te darán su miedo,
aprovechando debilidades,
esperando un ataque.

De una danza maligna dirigida por el egoísmo,
no sigues consejo, ni siquiera de tu hijo.
De la caída, primero, de tus aliados,
el número no es problema, solo tira los dados.

Y dime, ¿quién murió y te hizo rey?
¿Cuántos tornillos le faltaban a él?
Te regalaré una caja llena para tu aniversario,
lanzaré flores sobre tu tumba, intento de humano.

No, no mereces ese nombre
y peor la clasificación,
porque nosotros sentimos
y tú no tienes corazón.

No, no te dignes en negarlo
y hacerte el desentendido,
tus acciones preceden tus actos,
y no olvido, querido amigo.

Esa es la gran ventaja
de la inmortalidad,
los buenos recuerdos no duran
y los malos siempre estarán.

Te proclamo, a ti, rey de la nada,
allá está tu trono y acá tu morada,
sostendré tu corona, disfruta tu destino,
¿desea acompañarlo con pan o con vino?

(The Writer)