La pistola sin balas
Por hacer el bien me condenan,
exaltada por hacer el mal,
dibujan castillos de las cenizas
y catedrales del humedal.
Por la verdad me hacen daño,
el daño que hago me lleva a la verdad,
¿y si la susurró, si la digo?
¿Si la grito sin cesar?
Me tachan de falsa, de mentirosa de la sociedad,
de hipócrita, de bastarda, de miedosa por hablar,
de insensible, incoherente, incipiente a los demás,
calumniadora, escritora, bicho del más allá.
Es que la conversación debió terminar en la llamada,
y la disputa hace tres minutos sin metáforas.
Y es que los puntos nunca son los mismos, me temo,
es que no estoy creada para este juego.
Me caigo, me levanto y vuelvo a caer,
mis piezas se pierden y no me reparo, otra vez,
porque cuando pienso que avanzo,
retrocedo más de dos pasos.
Busco ira, no hay, odio y rencor, tampoco
busco una solución y termino con menos que poco,
busco una salida y pierdo la entrada,
busco un rostro y me encuentro atrapada,
Un aliado en un campo de enemigos,
un enemigo barato a precio contado,
un fiasco de aliado con fecha de vencimiento,
un general que dirija y controle mis movimientos.
Algunos oídos deben ser olvidados,
y algunos olvidados deben ser oídos,
algunos escritos deben ser borrados
y algunos borradores deben ser escritos.
Descritos, desintegrados, determinados a ser contados,
consolidados, camuflados, canalizados para ser narrados,
disimulados, conflictivos, la mata del heroísmo,
catapultados, desdichados, héroes asesinados.
Sonríe a la cámara y disimula las lágrimas,
vastas cataratas que rivalizan con el Niágara,
sonríe y sin muecas en el retrato perfecto,
no querrás que nadie sepa cuál es tu secreto.
(The Writer)
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