Caminando al borde de un precipicio,
la vida corre y compite entre tus ojos,
se expande y forma un gran declive,
basado en esperanzas, sueños y enojos.

Una sola palabra tenía que salir de tus labios,
pero, oh cariño, ni adivinar sabes,
unidos a calor de fragua, lloraste;
hundido hasta el cuello por los presagios.

El mundo gira y no en dirección tuya,
a punto de aplastarte, es mejor que pidas ayuda,
agarra la soga que te es lanzada,
y ya queda en ti si aceptarla.

Porque tienes miedo y no te culpo,
los girasoles son amarillos, me disculpo,
¿pensaste que por creer algo iba a cambiar?
Querido, sí que eres iluso, en realidad.

En realidad pensaste cambiar tus piezas,
era cierto que intentaste hacer trampa,
ni te inmutes en mirar la baraja,
porque esta ni siquiera te aguarda.

Lista para destripar, lista para mentir,
tu fachada cae y es tu desliz,
el tiro te ha salido por la culata
y ahora es tiempo de mi karma y venganza.

Porque todas las historias son una sola,
entrelazadas en un hilo de memoria,
porque esta es solo una mención al cobarde,
y me río en tu cara porque no hay quien te trague.

Todas tus partes son repulsivas,
no entiendo cómo me consideraste amiga,
fue tu traición y es mi crimen,
N-O-L-A nos escucha en sus días grises.

Pero el miedo gobierna alrededor,
sufre una extraña transfiguración;
ahuyenta hasta la dama esmeralda,
mata a sangre fría, nadie se escapa.

El escritor ha perdido sus poemas,
quién sabe si los uso, no soy poeta,
a lo largo del camino me he defendido
mostrando la realidad sin hilo fino.

La lápida cita el final,
pero no, no hay marcha atrás,
única y delirante por conveniencia,
necedad define mi propia ausencia.

Volviendo al borde, regresando al inicio,
retornando a un día donde inició el rito,
recordando el comienzo de mis problemas,
la escritora soy y no hay quien me detenga.

(The Writer)