Me encanta cuando sonríes.

¿Cuántas veces me he quedado embobado mientras mis ojos brillaban al verte sonreir?

Y esto es lo primero que quiero decir de ti. Pero sabes que no lo único.

Porque siento que mientras escribo, mis dedos dibujan la silueta de tu alma.
El alma que pocos llegan a comprender.

Yo te miré.
Más allá de la piel
Más allá de lo que los demás ven.
Y encontré una persona diferente.

Te conocí atravesando un río de lágrimas y me enamoraste cuando surcamos nuestros miedos con sonrisas.

Descubrí la tristeza en tus textos y escuché en ellos tu voz haciéndoles frente.
Desplegaste tus alas y te vi volar entre sueños.

Eres una mujer fuerte, de eso no hay duda.
Pero lo que no saben es la de veces que has reconstruido tu corazón reducido a escombros.

Lo que no saben es, que que me ayudaste a curar viejas heridas, sin pedirme nada a cambio.

Ellos no te han visto.

No te han visto soñar despierta
Ni la ilusión en tu rostro cuando estás creando en tu imaginación.

No han bailado contigo,
un día cualquiera, a una hora cualquiera.
En cualquier lugar.

No saben el punto exacto en el que hacerte cosquillas.
Ni siquiera saben cuándo necesitas un abrazo.
O cuándo necesitas tu espacio porque necesitas pensar.

Desconocen si has llorado y el motivo por el que has llorado.

Ellos no saben
No saben lo divertido que es perderse contigo y disfrutar de la aventura de encontrar el camino.

Ni de lo que se siente al mirarnos en silencio y dejar pasar el tiempo .

No saben que cuando estás conduciendo, si te miran un rato, sonreirás nerviosa.

Seguramente desconocen que te tropiezas con facilidad, hasta donde nadie se tropieza.

Ni siquiera saben como eres...
Ellos te miran, pero no te ven.

Un día me preguntaste por qué no te entendían. Y hoy te pregunto:

¿Cómo quieres que te entienda un mundo que no se comprende a sí mismo?