La tierra, un campo de batalla donde el ser humano lucha contra su propia existencia.

En su afán por dominar la naturaleza, la ha convertido en su enemiga, sin darse cuenta de que su destino está entrelazado al de ella.

El rugido de las motosierras silencia el canto de los pájaros. Millones de árboles caen, víctimas de la ambición desmedida, y en su lugar se alzan edificios grises, símbolos de un progreso que nos aleja de la naturaleza.

¿Acaso el frío acero y el cemento valen más que la belleza de un bosque que nos regala oxígeno y vida?

La ambición, un virus que corroe el alma humana, ha convertido nuestro mundo en un escenario de lucha por el poder, el dinero y el lujo.

La confianza se ha diluido como arena entre los dedos, la honestidad se ha convertido en una reliquia del pasado.

La mentira, la traición y la corrupción son las armas que utilizan los poderosos para perpetuar su dominio.

Nos autodenominamos "seres inteligentes", pero nuestra ceguera ante la fragilidad de la vida nos revela como la especie más necia y destructiva que jamás haya existido.

¿De qué sirve la inteligencia si no somos capaces de proteger nuestro hogar, de amar a nuestros semejantes, de vivir en armonía con la naturaleza?

El mundo agoniza, susurra un pedido de piedad que nadie escucha. Los humanos, sordos ante el clamor de la tierra, continúan su carrera desenfrenada hacia la autodestrucción.

Un día, cuando la vida se extinga, cuando el último árbol caiga, cuando el último río se seque, los humanos, arrepentidos, clamarán al cielo por una oportunidad. Pero ya será demasiado tarde.

En un mundo donde la ambición y la corrupción gobiernan, la justicia, la moral y la honestidad han sido desterradas.

El dinero, el nuevo dios, corrompe hasta las sombras, que se vuelven puñales traicioneros.

¿Hasta cuándo permitiremos que la ambición nos ciegue, que la corrupción nos consuma?

¿Hasta cuándo seremos capaces de destruir nuestro propio mundo en nombre del progreso?

Cuidado con tu sombra, porque incluso él lleva un cuchillo y puede sin que lo esperes, apuñalarte...