En el velo de la noche, un pequeño niño se mecía,
tenía las alas rotas y en su pecho una enorme agonía.

Se sentía destrozado y sin ganas de seguir,
la vida le arrebataba todas las ansias de vivir.

Buscó por tanto lo que no conocía, nunca imaginó lo que el amor le dolería.

Sus mejillas se manchaban con tantas lágrimas rodando,
ellas danzaban en la tristeza mientras por dentro se seguía destrozando.

La oscura noche ocultaba su sollozo,
No dejaba a la vista su llanto tan escandaloso.

Gotitas por aquí y gotitas por allá,
su mirada no tenía ánimos de levantar.

Lo ví sonriente y le ví llorando;
me parte el alma saber que no puedo arreglarlo.

La noche,
la luna y las estrellas han sido mis únicas confidentes,
Cuando mi voz ha enmudecido y mis ojos se volvieron de lluvia torrentes.

La recordé,
como si nunca se hubiera marchado,
recordé su sonrisa y su cuerpo tan bien edificado.

Las veces que charlaba y sus problemas me contaba,
pasaban las horas hasta que el sueño nuestros cuerpos reclamaba.

Siempre amé su voz y su risa escandalosa,
lo achinado de sus ojos y su cara tan hermosa.

Nunca olvidaré esa conexión,
esa que solo con ella tenía;
una que nunca imaginé que tanto extrañaría.

Por las noches cuando todo es silencio, brotan los lamentos y la tristeza con su dolor tan inmenso.
Otro día ha de llegar con un nuevo comienzo,
y la noche volverá atormentándome con todo lo que la pienso.

Rony Santos