Al final no se trata de quién riera al último o quien se quedaba con todo,
subsistía en el hecho que cada uno intentó amar a su modo,
no se pudo salvar no encontramos el hacer o el cómo.

El punto final tuvo que hacer su aparición;
se bajaba el telón,
terminaba la función.

La obra fue hermosa en su momento,
hasta el adiós definitivo...
trágico acontecimiento

Renunciar no quería pero debía hacerlo,
aquel nostálgico día deje ir a quién más quiero.

Perdí la intención de hacerlo de nuevo,
tire mi baraja;
mis cartas cayeron al suelo.

Lúgubre noche sin luna,
soledad que abrazaba con ternura.

Estrella que sin luz se dormía;
humo de un cigarrillo que entre el sereno se vertía,
se mezclaba en la oscuridad de la desesperanza y la melancolía, como una roca que en el fondo de un lago se hundía.

Ven y aprieta mi cuello, priva de oxígeno mi cuerpo hasta que al final ya no haya sufrimiento...
Y por fin acabé este horrible cuento.

En muchas ocasiones el final es la peor parte de la historia porque no importa todo lo que hayan pasado,
todo acaba en ese último espacio, no importando si fue poco o demasiado,
y si no son ambos alguien termina lastimado.

Y no, no es el amor el culpable, somos nosotros los que no sabemos cómo mantenerlo estable,
y lo más complicado es que para hacerlo no hay una guía viable,
que nos diga como debería armarse y así saber de qué se trata en verdad amarse.

Porque un sentimiento no se explica, se siente; pero ¿cómo mantener ese sentimiento por siempre? Los sentimientos cambian y se vuelven algo diferente posiblemente es algo que jamás se entiende.

Rony Santos