No me gustan los días fríos,
y no lo puedo negar.
Esos que invitan a acostarse,
y ser como un oso e hibernar.

A veces trato de disfrutarlos,
con chocolate caliente y un rico pan.
Envuelta en un abrigo muy peludo
intento salir a caminar.

Pero la gran alegría llega

cuando el sol comienza a brillar.
Porque su luz trae la vida,
y todo vuelve a despertar.

Incluso mi alma dormida
quiere salir y disfrutar.
Correr bajo los cálidos reflejos
y vivir una vez más.

Ojalá nunca se terminaran esos instantes
bajo la luz primaveral,
cuando toda la Naturaleza danza
y mi alma vuelve a brillar.