Mi ser estaba casi muerto, algo marchito, destruido, agonizando en un rincón sin esperanzas ni ganas de vivir.

Caminaba por un campo de guerra en medio de dos bandos, comenzaron a disparar sin piedad, atacaron con todo lo que tenían.

Sufría cada bala atravesando mi cuerpo, comencé a sangrar dejando gotas por mi camino, gotas rojas pintando el suelo.

Crucé por tormentas eléctricas que destruyeron mi cuerpo otra vez, tormentas de arena, tormentas de todo tipo.
Caí en trampas dolorosas, caí en trampas que parecían muy obvias pero aun así caí.

Me lastimé por mi propia cuenta y me lastimaron.

Aun así llegué hasta aquí, así como pasé por un caos, pasé por nubes suaves donde podía descansar, después de haber caminado tanto.

Pasé por una cascada donde mis lágrimas quedaron pequeñas, pasé por un río donde la naturaleza había llorado mucho más que yo.

Crucé una selva donde plantas medicinales curaron mis heridas, donde cerraron mis cicatrices con el tiempo.

Esa tormenta que destruyó mi cuerpo otra vez cayó en mí, pero reviviendo mi alma.

Comencé a sonreír, a ser feliz, a decirle a la vida "gracias por lastimarme, gracias por torturar mi alma y mi cuerpo a diario".

Después de tanto sufrir cada día, cada noche, revivió ese niño soñador, que volaba por los aires, revivió esa sonrisa tierna que perdí y encontré.

Revivió mi alegría, revivió mis ganas de seguir, ya me desahogué. Ahora es tiempo de vivir desde cero.

Cerré el baúl de los recuerdos que me atormentaban, ahí estará guardado para cuando sea más fuerte, para cuando lo vuelva abrir sonría y no llore.

Ya revivió mi ser y si me aman ahora me amarán más.

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