Todos hemos llegado a ese punto de la vida, donde nos metemos en peleas con quien más queremos, con quien amamos, con esas personas que fueron alegría en nuestra vida.

Todos hemos pasado por ese momento donde tenemos que decir adiós para siempre a una persona que queremos mucho.

Todos al calor de la ira, decimos palabras muy dolientes, que lastiman a esa persona que queremos, nos decimos cosas que lastiman uno al otro.

Créeme que las palabras son más dolorosas, que una apuñalada con la navaja más filosa.

Hasta yo he pasado por ese momento, muchas veces, donde la desconfianza o cualquier cosa arruina nuestra felicidad con esa persona.

Cuando me enojo, me vuelvo tan frío, tan cruel, la peor bestia del mundo que siempre logro hacer llorar a la persona que intentaba hacerme daño.

Todos hemos pasado, por ese mal momento donde tenemos que dar la espalda para irnos por diferentes camino, que la otra persona.

Pero yo soy tan raro que me pongo a llorar, cuando me doy la vuelta después de una despedida tan dura.

Soy de de esas personas que se da la vuelta, para ver como se va alguien que me hizo feliz.

Me doy la vuelta para ver como se pierde una amistad de tantos años, como un amigo se volvió un desconocido en segundos.

Me doy la vuelta para ver como se va el amor de mi vida o alguien que amé en algún momento de mi vida.

Me doy la vuelta esperando que mire para atrás y me perdone.

Pero nunca nadie de todas las personas que me he despedido para siempre por cualquier motivo, tuvo esa grata necesidad de volcar su mirada.

Es triste saber que una pelea, una discusión, un problema, un malentendido, un simple adiós, puede arruinar el cariño que tenemos.

Es triste saber que a pesar de todo nadie, se daría la vuelta por mí, para decirme olvidemos todo y seamos como el principio.

Es más triste saber, que a pesar de todo, yo no fui capaz de correr detrás de esa persona para decirle que no se fuera de mi vida.

Siempre me hago esa pregunta, que las veces que no miré hacia atrás, ellos habrán mirando hacia atrás o habrá alguien que lo haría.

Siento que nadie lo haría, nadie me diría, tonto por qué te fuiste en ese momento, si yo no quería decirte adiós.

Ahora solo, son personas que pasan a mi alrededor con una mirada fría, muerta igual que la mía.

Hay veces que entra las ganas de decirle, que olvidemos nuestro problemas, pero me conformo con simplemente mirar como pasan, por mi lado.

Me conformo con ver que tienen nuevos amigos, que es feliz con otra amistad, me conformo con los recuerdos.

Me conformo con verla en otros brazos, con saber que está feliz con otra persona, como yo nunca pude hacerla.

Todos los que tuve que ver como se iban, ahora son felices.

Entendí que nunca debí mirar hacia atrás pero si yo no lo hago, ¿quién más lo haría?

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