No quiero más amor, aunque es lo que he estado buscando.
¿Lo inquiero en el lugar equivocado?
Si fuera como la paz que cubre la corriente de un río, las cuestiones en mi cabeza no tendrían signos de interrogación.

Tengo miedo de estar sola.
Pero más le temo al hecho de que empiezo a disfrutarlo y al eco que dejan mis llantos en el manto de la noche, al aire que me empieza a faltar como últimamente ausentes están las estrellas en el cielo.

Mil cuchillos atraviesan no mi cuerpo, sino mi cabeza y resulta ser que yo misma los puse allí, lo peor de todo es que disfruto de ese frío dolor.
Me ahogo, me ahogo pero la falta de aire me calma como la droga a un adicto, me satisface.

La buena pero melancólica música que entra a mi sistema marea todas mis sensaciones y como si las controlara a cada una, las lleva a un estado de erupción inminente, se supone que debería más bien paliar y mitigar este silencio que me habla últimamente.

He corrido tanto, a aunque no debo, tratando de alcanzar el aire, ahora me hace falta y lo busco con necesidad, con sentido de urgencia.
Me quema la garganta su ausencia, como si me obligaran a tragarme todos mis contrariedades y aprietos envueltos en llamas.

Tengo miedo a estar sola.
Pero justo así me estoy quedando, solo mis sollosos me acompañan ahora, mis lágrimas no tienen como secarse o quien las pueda atrapar. Me embrollo incluso reprimiento el poco aire que me queda para que no salga de mí, y esa lucha solo ha beneficiado a la longevidad de este maldito dolor sin sentido. ¡Que versátil!.

Ahora la vista se me nubla...
Estoy muriendo.
Es como si me estuviese ahogando en un gran mar negro, sí, ahogando en la peor forma de morir, en ausencia de aire...
En ausencia de amor.