Escatimo los sueños en general, pero a ti te amo.
Sí, a ti te amo, pálpito que fulgura intensamente en mis sueños.
Me causa gran extrañeza tu prematuro bioma estelar, ¿cómo un ser tan pequeño puede causar tanto frenesí en mí? Fruto imaginario de mi vientre, a tí te amo.

Despliegas brillos como polen de girasoles plantados en santos campos verdes, tus luceros serían el sol que alumbra aquel valle de belleza peregrina.
Y si pudiera tocarlas en la realidad, tus manos serían nubes, nubes quietas que permanecen para darme sombra y refugio ante las pesadillas. Pequeñas y blancas nubes tus manos que adornan el cielo azul del mediodía en mis sueños.

El sube y baja de tu espalda al estar dormido me recuerda a las olas cuando de forma tranquila entonan canciones, notas que aterrizan despacio sobre la arena.

Estoy consciente de que no eres real, eres un sueño, pero uno muy noble, uno muy verídico.
Eres tú, mi hijo, imaginariamente abstracto pero magníficamente realista y te amo, Norman.